Estados Unidos preocupado por presos en Cuba.


Por Arthur González.

El 26 de junio 2018, el Departamento de Estado emitió un comunicado “preocupado” por dos cubanos detenidos, e instó a las autoridades de la Isla a ponerlos en libertad, porque Amnistía Internacional, su ONG preferida y apoyada financieramente, los declaró “prisioneros de conciencia”, algo que jamás hizo con el puertorriqueño Oscar López, preso por 36 años en cárceles norteamericanas solo por tener ideas independentistas.

El actual comunicado y las declaraciones de Heather Nauert, vocera de ese Departamento, hizo recordar una solicitud similar de hace pocos años, efectuada por Roberta Jacobson, cuando era subsecretaria para el hemisferio occidental, para que Cuba pusiera en libertad a Sonia Garro, detenida y acusada por intento de homicidio junto a su esposo, por haber lanzado cocteles Molotov y tubos de pantalla de viejos televisores, contra oficiales de la policía, a la que calificó como “pacífica disidente”.

Cuando diplomáticos yanquis y oficiales de la CIA destacados en su embajada en La Habana, comprobaron que ambos eran puros delincuentes, se acabó de inmediato la reclamación, más nunca hablaron de ella y pasó al olvido como muchos de esos mal calificados “opositores”.

La más reciente rabieta del Departamento de Estado es a favor de Eduardo Cardet y Ariel Ruiz Urquiola, a quienes declaran como “opositores pacíficos”, detenidos de forma “arbitraria”.

Sin embargo, el Departamento de Estado no se pronuncia con esa “profunda preocupación”, por los mapuches detenidos en Chile, ni por los 43 estudiantes mexicanos desaparecidos en Ayotzinapa hace casi dos años, como tampoco emitió comunicados por el vil asesinato de la guatemalteca Claudia Patricia Gómez González, de 20 años de edad, cuando intentaba, el pasado sábado 23 de mayo de 2018, emigrar a los Estados Unidos para obtener trabajo y poder ayudar a su familia. La joven fue asesinada por un oficial de la patrulla fronteriza.

Tampoco Mike Pompeo hace declaraciones de condena al presidente Donald Trump, por aplicar métodos nazistas al separar a padres e hijos menores de ciudadanos latinoamericanos que ingresan en su territorio, algo que el inmaduro Presidente copió de los alemanes, que hacían lo mismo con los judíos.

Cardet, médico de profesión, es sostenido financieramente desde Estados Unidos, y recibe orientaciones para ejecutar acciones provocativas en un idílico intento por copiar las revueltas callejeras ejecutadas en Venezuela y Nicaragua.

Silencio total hace el Departamento de Estado respecto a la muerte a tiros disparados por oficiales del ejército israelí, sobre la médica voluntaria de 21 años, Razan al-Najar, mientras corría hacia la cerca fronteriza, al este de la ciudad de Khan Younis, en el sur de Gaza, para socorrer a un herido palestino víctima de las masacres que lleva a cabo el gobierno de Israel.

Ante esos asesinatos, Estados Unidos debería estar profundamente preocupado y exhortar a los aliados y a los oficiales de su guardia fronteriza con México, para que cesen las represalias y abusos contra indefensos emigrantes, los ciudadanos palestinos y sobre el personal civil que atiende a los enfermos y heridos causados por las balas de sus aliados.

En vez de continuar con sus campañas de mentiras fabricadas contra Cuba, el gobierno de Estados Unidos tiene que mirar hacia su propio pueblo y buscar soluciones definitivas para acabar con la pobreza que crece por días, y la falta de un sistema de salud que cubra las necesidades de su población, la que se ve obligada a gastar cientos de dólares para pagar costosos seguros médicos que no asumen todos los tratamientos, como los del cáncer, otras patologías y operaciones complejas.

Un estudio realizado por el Institute for Policy Studies, conjuntamente con el Kairos Center, publicado el 29 de abril de 2018, reporta la realidad en que viven más de 40,6 millones de estadounidenses, fundamentalmente en los estados del sur, considerados por debajo de la línea de la pobreza. Según el indicador establecido por el gobierno yanqui, esas personas no tienen ingresos suficientes para satisfacer todas sus necesidades, especialmente las alimentarias.

El gobierno de Estados Unidos antes de acusar a Cuba tiene que resolver esa pobreza, principalmente en 25 estados sureños, donde existen leyes que prohíben aumentar el salario mínimo de 7,25 la hora, con el cual no se puede tener un seguro médico, alimentar a la familia, vestirla, calzarla, asumir el costo del alquiler de un simple apartamento de dos cuartos, más la electricidad.

Para Cuba también es una gran preocupación que la población de Estados Unidos no disponga de un sistema de salud al alcance de todos, con el que se evitarían miles de muertes especialmente de niños y ancianos.

Estados Unidos tiene que dejar de fabricar y financiar “disidentes” y cruzadas propagandísticas, al carecer de moral para acusar a Cuba, la cual es reconocida por organismos de Naciones Unidas, como un paradigma de atención y cuidado de su población.

Por eso decía José Martí:

“Con los ejemplos sucede que es más fácil censurarlos, que seguirlos”

 

La campaña del “hostigamiento sónico” en Cuba, recuerda al ministro del Reich de Adolfo Hitler.


Por Arthur González.

La cruzada inventada por el Departamento de Estado yanqui contra La Habana, donde se afirma que más de una docena de los diplomáticos que trabajan en su misión en Cuba tienen daños cerebrales, al recibir un supuesto hostigamiento sónico, parece una copia de las campañas mediáticas que diseñaba Joseph Goebbels, ministro del Reich para la Propaganda de la Alemania nazi.

Es bien conocido que, en 1933 Goebbels ejerció la supervisión y control sobre los medios de comunicación, las artes y la información en Alemania y fue el ideólogo de que “una mentira repetida muchas veces llega a convertirse en verdad”, situación muy similar a lo que ahora pretende Estados Unidos crear en la mente del público norteamericano y del mundo, haciéndoles creer que un “rayo misterioso” afecta selectivamente a sus diplomáticos, algo bien difícil de tragar.

Para demostrar la falsedad de la información elaborada por especialista que copian los principios del ex jefe nazi, muchos de los supuestos afectados siguen trabajando en La Habana, a pesar de las lesiones cerebrales traumáticas leves y pérdida permanente de la audición, con síntomas adicionales como pérdida del equilibrio, jaquecas severas, brechas cognitivas e inflamación del cerebro, lo que de ser cierto, constituiría una violación de los cuidados médicos a los que deberían estar sometidos, porque si estuvieran realmente con esos padecimientos, no pudieran realizar sus laborares.

Para seguir inflando la noticia, obligaron al sindicato del servicio exterior de Estados Unidos a que emitiera una declaración condenando el inventado hostigamiento acústico, acción que dicho sindicato no hizo cuando en 1987, Cuba denunció públicamente que aparentes diplomáticos yanquis acreditados en la entonces Sección de Intereses, ejecutaban decenas de operaciones de espionaje, colocando falsas piedras en carreteras y cuevas de la isla, que contenían plantas radiales, dinero y otros materiales para abastecer a una veintena de supuestos agentes de la CIA, que realmente eran agentes de la Seguridad Cubana.

En aquel momento el sindicato del servicio exterior de Estados Unidos, no acuso a la CIA de exponer a los “diplomáticos”, dada sus acciones ilícitas contra el gobierno cubano. No obstante, ninguno de ellos confrontó problemas, ni sus vidas corrieron peligro, a pesar de estar controlados secretamente por la Seguridad de Cuba.

Hitler ideó la creación de un organismo encargado de la “educación y propaganda a gran escala”, y para lograrlo nombró a Goebbels como ministro para la Ilustración Pública y Propaganda, algo similar parece estar llevando a cabo ahora el Departamento de Estado, con su vocera Heather Nauert, quien carece de los conocimientos académicos que poseía el ministro nazi.

La cifra de enfermos por el rayo misterioso va en aumento, ya no son 9, ni 16, sino 19 y por ese paso hasta los marines que cuidan el edificio de la embajada resultarán enfermos.

Cuba ha soportado agresiones de todo tipo a lo largo de 58 años por parte de Estados Unidos, como fue la falsa información presentada en la ONU en 1961 por su embajador, el cual aseguró ante los delegados de los países miembros, que los responsables de los ataques a los aeródromos cubanos el 15 de abril de 1961, fueron ejecutados por pilotos cubanos aviones de la fuerza aérea revolucionaria, que se sublevaron contra el gobierno.

Pocas horas duró la farsa, al demostrarse fehacientemente que el canciller cubano Raúl Roa, tenía la razón en su ferviente rechazo a tal invención, cuando días después de la derrota el gobierno de Estados Unidos reconoció su participación en la agresión a Cuba por Bahía de Cochinos, con el empleo de una brigada mercenaria.

El resultado fue tan vergonzoso que el embajador norteamericano renunció a su cargo, al sentirse manipulado por el Departamento de Estado y la CIA.

Así mismo pasará ahora con la falacia creada para afectar la imagen de Cuba y la seguridad de las misiones diplomáticas.

Más temprano que tarde se conocerá quiénes y por qué diseñaron esa historia barata, pues ni cuando los yanquis estimularon la entrada masiva a varias sedes diplomáticas en La Habana, los años 90, 91 y 92, con la finalidad de hacer caer a la Revolución, como hicieron en Albania y Rumanía, ninguno de los funcionarios extranjeros tuvo el mas mínimo problema.

No en balde José Martí expresó:

“Los pueblos de América son más libres y prósperos a medida que más se apartan de los Estados Unidos”.

 

 

 

La seguidilla, “ataques a diplomáticos yanquis en Cuba”


Por Arthur González.

Si no fuese por la doble intención que se esconde tras las reiteradas noticias de los supuestos ataques a diplomáticos yanquis en Cuba, no valdría la pena perder el tiempo en leerlas y menos en responder, pero evidentemente la campaña sigue y se incrementa por las figuras más altas de la política de la administración de Donald Trump.

Durante una entrevista concedida por el vicepresidente de los Estados Unidos, Mike Pence, al canal Telemundo 51 de Miami el pasado 23.08.2017, aseguró que “la administración continúa examinando con mucha seriedad las lesiones físicas sufridas por diplomáticos estadounidenses en La Habana, a causa de un posible ataque acústico”.

Por estar en Miami, capital de la mafia terrorista anticubana y para calmar los ánimos de aquellos que esperan el endurecimiento de la política hacia Cuba, Pence les expresó que “en este momento se están ultimando los detalles para la implementación de los cambios en la política hacia la isla”.

Esas amenazas se suman a la reciente noticia divulgada por la prensa oficialista yanqui, en la cual un supuesto “médico” estadounidense que dijo haber evaluado a los diplomáticos de Estados Unidos y de Canadá, les diagnosticó “enfermedades tan graves como lesión cerebral traumática, con un probable daño al sistema nervioso central”, todo un novelón de terror y misterio al estilo de Hollywood.

En las noticias publicadas sobre el supuesto ataque, se afirma que el Buró Federal de Investigaciones (FBI) y el Gobierno cubano están investigando los “incidentes” en La Habana, que según el Departamento de Estado tuvieron lugar a finales de 2016.

La información no aclara quien es el médico, su especialidad y la institución donde trabaja, lo que hace dudar de la veracidad de dicha noticia y la pone a nivel del rumor que desea crear el Departamento de Estado, sin que aún se conozca lo que persigue.

Estados Unidos no ha culpado hasta la fecha al Gobierno cubano; sin embargo, el pasado mes de mayo decidió expulsar a dos diplomáticos de la embajada de Cuba en Washington, bajo el rebuscado pretexto de que La Habana “no cumplió” adecuadamente la obligación de proteger al personal diplomático.

No hay país en el mundo donde los diplomáticos de Estados Unidos, ni aquellos que viajan a Cuba bajo las 12 licencias aprobadas, puedan pasear solos por las calles a cualquier hora del día y la noche, sus hijos jugar libres en parques y plazas sin peligro alguno, como no se atreven a hacerlo es su país debido al alto nivel de violencia y criminalidad.

La notica lleva más de una semana en titulares de la prensa oficialista, algo anormal, cuando en América Latina se suceden asesinatos constantes, desaparecidos como el del joven argentino Santiago Maldonado y huelgas de maestros, sin que sus medios le den la más mínima importancia.

Heather Nauert, portavoz del Departamento de Estado, durante su habitual rueda de prensa, se negó a confirmar la situación médica de ningún miembro del personal estadounidense en Cuba, aunque volvió con la retórica de que “lo sucedido en La Habana es de gran preocupación para el gobierno de Estados Unidos”.

Pero a lo que no hace referencia el Departamento de Estado ni la prensa oficialista, es a los hechos que han acontecido en su territorio y en otros países aliados, con el personal diplomático cubano, donde incluso algunos han perdido la vida, por asesinos residentes en los Estados Unidos.

El 11 de septiembre de 1980 Félix García Rodríguez, diplomático de la misión cubana ante las Naciones Unidas en New York, fue asesinado por terroristas cubanos residentes allá, mientras conducía su auto por el barrio de Queens en New York. El Gobierno estadounidense, no cumplió adecuadamente la obligación de proteger al personal diplomático.

La organización terrorista Omega 7, con oficinas públicas en Miami, fue la responsable del asesinato. El plan inicial era asesinar a cuatro funcionarios cubanos de la misión diplomática. Implicados en ese criminal acto estaban Eduardo Arocena, Pedro Remón, Eduardo Losada y Andrés García. Excepto Arocena, todos viven libres en Estados Unidos.

El 23 de julio de 1976 fue asesinado en México el técnico cubano de la pesca Artaigñan Díaz, uno de los autores Gaspar Jiménez Escobedo logró fugarse a Estados Unidos. El 17 de noviembre del 2000 participó en el plan de asesinato al presidente Fidel Castro en Ciudad Panamá. Hoy continua libre en Miami y los oficiales del FBI no lo molestan, a pesar de ser un connotado terrorista.

La lista de hechos ocurridos contra la embajada cubana en New York es amplia y variada, entre ellas bombas colocadas bajo el auto oficial del jefe de la misión y al parecer las autoridades yanquis son ineficientes para detectar a tiempo esos actos de terrorismo, ni se preocupan por juzgar a sus autores.

Nada de eso ha sucedido contra la embajada yanqui en La Habana, ni sus diplomáticos son asediados o agredidos, a pesar de participar abiertamente en reuniones conspirativas con la contrarrevolución interna, tanto en la capital como en otras provincias.

Al Departamento de Estado ni al FBI, no parece preocuparles que terroristas de origen cubano se paseen por las calles de Estados Unidos, como lo hace Luis Posada Carriles, autor de la voladura de un avión civil cubano en 1976, donde murieron 73 inocentes, por tanto no tienen nada que investigar en Cuba, mejor que empleen sus recursos y tiempo en capturar a quienes asesinan y hieren a inocentes, incluso dentro del propio territorio de Estados Unidos, colocando artefactos explosivos en oficinas gubernamentales y privadas.

Cuba no tiene de que preocuparse, allá los yanquis que protegen a terroristas de larga data, esos que fueron capaces de matar sin escrúpulos al presidente J.F. Kennedy.

La Casa Blanca debería tener presente a José Martí cuando señaló:

“Lo único verdadero es lo que la razón demuestra”

Los responsables de tantas muertes acusan a Cuba de afectar a sus diplomáticos en La Habana.


Por Arthur González.

Sin dudas la Casa Blanca en sus campañas mediáticas contra los países que tienen gobiernos no aceptables para ellos, inventan cualquier situación, ahora le tocó a Cuba con un supuesto ataque con armas acústicas contra sus diplomáticos en La Habana. Según las noticias divulgadas por sus agencias noticiosas, la exposición a ese tipo de armas el pasado año 2016, habría “afectado la audición” de algunos de sus funcionarios diplomáticos.

Hay que tener muy poca vergüenza para hacer ese tipo de acusación contra Cuba, país víctima de cientos de ataques mortales por parte de Estados Unidos.

¿Se les habrá olvidado a los funcionarios del Departamento de Estado, que fue Estados Unidos quien intentó asesinar al presidente Fidel Castro cientos de veces y ante la denuncia no les quedó otro remedio que conformar una comisión senatorial, conocida como Comisión Church, la cual reconoció casi una decena de intentos de asesinato, por el solo hecho de que Fidel tenía una línea de pensamiento diferente a la de ellos? Eso es un delito grave y jamás la ONU los condenó.

Tendrán los yanquis tan mala memoria para no recordar la epidemia de meningoencefalitis introducida en Cuba en 1964, causante de la muerte de decenas de niños y la del dengue hemorrágico en 1981, que solo en ese año provocó la muerte de 158 personas, de ellas 101 niños e infectó a 344 mil 203.

Los que poseen laboratorios especiales para la producción de armas letales son precisamente los Estados Unidos y es público que de tales centros salen numerosas epidemias que infestan a pueblos inocentes.

En 1986 un informe elaborado para el Congreso de Estados Unidos, aseguró que el Gobierno de ese país logró conformar agentes biológicos, entre ellos virus modificados, toxinas naturales y agentes alterados mediante la ingeniería genética, para cambiar su carácter inmunológico e impedir el tratamiento por medio de todas las vacunas existentes en la actualidad.

Un año después, el Departamento de Defensa admitió que continuaba la ejecución de investigaciones en 127 institutos y universidades de toda la nación, para el desarrollo de agentes biológicos, a pesar de la prohibición establecida en tratados internacionales firmados por Estados Unidos. El centro principal de toda esa actividad se encuentra .

Cuba siempre ha sido respetuosa de los tratados y convenciones internacionales sobre la protección de las misiones diplomáticas acreditadas en la isla. Quienes no la respetan son los Estados Unidos que utilizan los locales de su misión diplomática, para realizar actos de espionaje electrónico y con fuentes humanas, así como la preparación e instigación de la contrarrevolución interna para ejecutar actos provocativos contra el gobierno cubano.

El mundo debe saber que los Estados Unidos son los responsables de introducir enfermedades contra otros países y no es Cuba la que provoca enfermedades a seres humanos.

Ejemplo de esos actos criminales fue la contaminación en 1931, de cientos de ciudadanos puertorriqueños con células cancerígenas, cuando Cornelius Rhoads, realizaba ciertos experimentos médicos patrocinados por el Instituto Rockefeller, quien además formó parte de la Comisión de Energía Atómica de EE.UU.

¿Ya no recuerdan en la Casa Blanca que, en el año 1951, Estados Unidos utilizó plumas de aves infectadas con Ántrax para enfermar a la población de Corea del Norte y que posteriormente también inoculó la fiebre amarilla en ese país?

Y qué dicen los puritanos funcionarios del Departamento de Estados, respecto a lo ejecutado en 1966 por el Pentágono cuando diseminó a través las rejas de ventilación del metro de Nueva York, varias bolsas con la bacteria Bacillus subtilis, exponiendo a más de un millón de personas.

Otro acto semejante ocurrió en 1990 en Los Ángeles, California, cuando especialistas en guerra biológica aplicaron de forma experimental, la vacuna del sarampión a bebes negros y latinos para observar su reacción ante esa enfermedad.

Hace solo 6 años, en el 2011, el ex presidente de Guatemala, Álvaro Colom, denunció que Estados Unidos inoculó enfermedades venéreas a 696 guatemaltecos durante 1946 y 1948. Ante el escándalo que esa acción provocó, el gobierno de Estados Unidos solo pidió disculpas, pero no indemnizó a nadie ni fue condenado por los organismos encargados de velar por el respeto a los derechos humanos.

Es evidente que los funcionarios yanquis han perdido la audición, porque no escuchan los reclamos del mundo para que eliminen la despiadada guerra económica, comercial y financiera que pretende matar por hambre y enfermedades a 11 millones de cubanos.

Aun no se conoce qué tenebrosos planes se ocultan tras la falsa acusación contra Cuba, respecto ante el supuesto ataque acústico contra sus diplomáticos, pero lo que sí está más que definido es que son los propios Estados Unidos quienes tienen una larga historia de crímenes en el mundo en esa materia.

Tampoco es descartable que se trate de una auto provocación para actuar contra la Revolución; la explosión del acorazado Maine en 1898 para justificar su intervención en la guerra contra España, está muy presente en el pueblo cubano que conoce de lo que son capaces, como lo fue la guerra contra Iraq acusándolos de poseer armas químicas que nunca existieron.

Podrán fabricar historias de todo tipo, pero los cubanos nunca se rendirán ante ellos, porque como dijera José Martí:

“Alzar la frente es mucho más hermoso que bajarla”

 

 

Donald Trump contra la CIA


Por Arthur González

Todo indica que el actual mandatario de Estados Unidos, Donald Trump, ha decidido ir contra la estrategia diseñada por la CIA para Cuba, aplicada por Barack Obama en el 2014 para intentar alcanzar, por otra vía, su añejo sueño de ver caer el socialismo cubano

El empeño de Trump de complacer los caprichos de un minúsculo grupo de cubanos asentados al sur de la Florida, tiene que haber producido un fuerte encontronazo con los estrategas y altos directivos de su Comunidad de Inteligencia, al estropearle de forma atronadora sus planes para minar la sociedad de Cuba desde adentro.

Obama se dejó guiar de forma dócil y comprendió rápidamente que la táctica presentada por la CIA era mucho más inteligente que seguir haciendo lo mismo, sin obtener el menor resultado en más de medio siglo.

Ademas, la situación en América Latina conllevaba a la pérdida del liderazgo de Estados Unidos, al no querer cambiar su forma de tratar a Cuba, algo que la CIA venía exponiendo desde 1966 sin ser tomada en cuenta, lo que se puso de manifiesto el 18.11.1966 durante la rendición de cuentas respecto a los resultados de una investigación sobre sus Operaciones en Cuba, según el memorando dirigido al Comité 303, donde solicitaban la aprobación de algunas enmiendas a su último Programa presentado.

Dicho Programa se diferenciaba de los anteriores, al trazarse como como meta: “contener” al régimen de Castro, en vez de “socavar”.

En 1967 la CIA insistió en que se le aprobara un cambio de estrategia contra la Revolución y propusieron un proyecto de dirección de trabajo hacia Cuba, el cual recogía entre otros aspectos:

“Tratar de […] desarrollar contactos dentro del círculo más íntimo de Castro, […] saber más acerca de quiénes son sus asesores y qué piensan. En caso de que Castro estuviera buscando un entendimiento, uno de ellos sería el primero en saberlo y probablemente el canal para tantear el terreno”.

A su vez, Henry D. Owen, presidente del Comité de Planificación Política del Departamento de Estado, en nota remitida el 02.05.1967 al Secretario de Estado, Dean Rusk, aseguraba:

[…] “Las medidas de rechazo económico y aislamiento político a través de las acciones de la OEA, contribuyen a crearle dificultades a Castro, pero no han sacudido su control sobre el poder […] Después de seis años vale preguntarse si esta política será la mejor para hacer avanzar nuestros intereses nacionales, bajo las condiciones que puedan prevalecer en el futuro. La revisión de nuestra política podría concluir en que [···] no se requiere un cambio fundamental, pero se podrían explorar varias estrategias alternativas… aplicar una presión considerablemente creciente sobre el régimen y estudiar las posibilidades y riesgos en la búsqueda de cierto acomodo”.

Insistiendo en una variación de política, el 15 de agosto de 1968 se efectuó una reunión entre el Departamento de Estado y la CIA, para analizar las próximas acciones contra la Revolución, y como parte del conjunto de la CIA estaban:

[…] “Abordar a los líderes cubanos alrededor de Castro para asegurarles que Estados Unidos no deseaba echar por tierra los logros de la Revolución, y estaban preparados para cooperar con ellos y apoyarlos en lo que fuera necesario, en un gobierno post Castro”.

A cambio, la CIA les propondrían: Sigue leyendo