Estados Unidos el imperio del espionaje mundial.


Por Arthur González.

Los yanquis se proclaman como paladines de la libertad y los derechos humanos, siendo los máximos violadores de ambos conceptos a nivel mundial, algo que se comprueba diariamente por sus acciones de espionaje, sin importarles cargos, categoría de personas o países, aunque sean sus aliados.

Sin bien siempre han espiado a cuanta empresa, gobierno y personas de su interés, hoy las nuevas tecnologías de la información le facilitan su labor, sin necesidad de reclutar a directivos de compañías telefónicas, de correo postal y otras, que en el pasado tenían el peso en la intercepción de las comunicaciones.

El 18 de septiembre de 1947 fue creada oficialmente la CIA, al entrar en vigor la ley 253 de seguridad, aprobada por el Congreso de los Estados Unidos, siendo la más amplia agencia de inteligencia en el mundo y de su propia Comunidad de Inteligencia, encargada del espionaje con fuentes humanas y tecnológicas, además de acciones ideológicas subversivas, terroristas y hasta el asesinato de personas.

Muchos son los escándalos por las actividades de espionaje ejecutadas por Estados Unidos, entre ellos la denuncia hecha el 6 de junio del 2013, por el ex analista Edward Snowden, cuando puso al descubierto el amplio espionaje consumado por la CIA, la NSA y otras agencias de inteligencia, a través de las redes sociales. 

Gracias a esa revelación, la humanidad perdió el velo que le impedía ver la realidad, de cómo sus derechos son violados diariamente, algo que Estados Unidos continúa haciendo sin el menor respeto a la ética.

Recientemente la cadena de prensa CNN, publicó parte de un informe de la firma de seguridad cibernética Awake Security, donde se afirma que había descubierto no menos de 111 extensiones maliciosas o falsas, de Google Chrome, capaces de tomar capturas de pantalla, robar credenciales de inicio de sesión y robar las contraseñas a medida que sus usuarios las escribían.

Agrega el reporte, que dichas extensiones maliciosas fueron descargadas más de 32 millones de veces, con fines de espiar a los usuarios de ese navegador, como parte de una campaña de vigilancia masiva ejecutada por las agencias de espionaje yanqui.

Ese espionaje ilegal abarca a todos los sectores de la sociedad, entre ellos los servicios financieros, la atención médica y organizaciones gubernamentales.

La denuncia hecha por Awake Security, asegura que el potencial de las extensiones fraudulentas daña y comprometen muchos de los sistemas informáticos, y también vinculó todas las extensiones asociadas con la campaña de espionaje de la compañía israelí de alojamiento web, denominada Galcomm, empresa que administra alrededor de 250 mil dominios de navegación, donde la investigación dice haber encontrado más de 15 mil dominios maliciosos o sospechosos de serlo.

Las extensiones de Google Chrome han estado vinculadas a ataques cibernéticos en el pasado, incluso en febrero 2020. De inmediato Google confirmó que, todas las extensiones del navegador marcadas por Awake, fueron eliminadas, pero la evidencia puso al descubierto que ese magnate de la web trabaja para los Servicios de Inteligencia de Estados Unidos.

El espionaje que realiza Estados Unidos es archiconocido, sin el menor respeto por la privacidad de personas, gobiernos y compañías, expuesto a la opinión publica en la denuncia llevada a cabo en 2012, por el diario francés “Libération” yotros medios de prensa europeos, a partir de cables secretos filtrados por WikiLeaks.

“Libération” dio a conocer un amplio documento de siete páginas, fechado el 17 de noviembre de 2011, donde la CIA requirió a la NSA (Agencia de Seguridad Nacional) una treintena de interrogantes sobre la campaña presidencial francesa, la cual fue espiada por interés de Estados Unidos, para obtener informaciones respecto a los candidatos en las elecciones presidenciales francesas de 2012, con interés particular por el entonces jefe del Estado, Nicolás Sarkozy, y las elecciones primarias de los partidos socialistas.

La participación de la CIA abarca, además, acciones directas en la política como fue el reciente golpe militar en Bolivia, denunciado por el sitio Behind Back Doors, al publicar un listado de espías de la CIA participantes en el golpe contra Evo Morales.

En su denuncia el mencionado sitio afirma que entre los agentes más importantes de la CIA en La Paz, Bolivia, se destacan los generales bolivianos Williams Kaliman Romero, Yuri Calderón y Rómulo Delgado, quienes eran dirigidos por la Estación de la CIA en La Paz, a cargo de los oficiales yanquis Rolf Olson y Annette Dorothy Blakeslee, quienes tenían reclutado al oficial de la agencia de inteligencia de Argentina, AFI, en la capital boliviana, nombrado José Sánchez, también participante en la operación del golpe militar.

Elemento de interés resultó la denuncia de que la oficial Annette Dorothy Blakeslee, había cumplido misión en Nicaragua, bajo la fachada de ser “médico” contratada por la USAID, agencia que junto a la NED sirven de manto legal a las actividades encubiertas de la CIA en el mundo, especialmente en Latinoamérica.

Sí Estados Unidos empleara el presupuesto millonario asignado anualmente a la USAID y a la NED, en su propia economía interna para mejorar la salud, seguridad social, desarrollo científico y otras actividades en beneficio de sus ciudadanos, hubiese podido liquidar parte de su deuda externa, una de las mayores del mundo, que en este año 2020 ya supera los 26 billones de dólares, incrementada en 43 mil millones en solo 35 días.

Datos oficiales del Departamento del Tesoro afirman que, hasta el 5 de mayo 2020, su deuda externa ascendía a 25 billones de dólares, situación ligada al 4,8% de la contracción económica, la mayor desde 2008.

A pesar de estos elementos, los yanquis creyéndose los dueños del mundo, aprueban anualmente 30 millones para las actividades subversivas contra Cuba y cifras similares contra Venezuela, en vez de emplear ese dinero en mejorar la pobreza de 43 millones de estadounidenses.

Acertado fue José Martí cuando en 1889 afirmó:

“En Estados Unidos está muerto en política, el que ose decir que no debe cubrir el mundo la sombra del águila”.

La primavera yanqui


Por Arthur González.

Las manifestaciones que en estos días se realizan en Estados Unidos, demuestran un despertar en la conciencia ciudadana, dormida desde las protestas masivas contra la guerra imperialista en Vietnam. El detonante fue el asesinato del ciudadano George Floyd por un policía blanco, quien descargó todo el odio racial que persiste en una sociedad discriminatoria y desigual, donde los derechos solo son para los que tienen dinero y poder, algo observado a diario en las calles, contra los negros y latinos que resultan los grupos más desfavorecidos en esa sociedad, la que pretenden venderle a mundo como la “perfecta democracia”.

Para los yanquis, esos que reclaman justicia e igualdad, no son más que revoltosos y terroristas, incluso llegan a culpar a Nicolás Maduro y al gobierno de Cuba, con el fin de continuar sus campañas de odio contra países que no se doblegan.

Muy diferente fue el tratamiento informativo y el discurso de Estados Unidos, durante las protestas populares acontecidas en varios países árabes, durante los años 2010 y 2012, calificadas de inmediato como Primavera Árabe, donde las masas populares clamaban por “democracia y derechos sociales”.

Los países donde sucedieron aquellas protestas, tenían gobernantes que adoptaban posiciones políticas, no acordes con los criterios de Washington y por tanto había que derrocarlos.

Ejemplo de la manipulación inducida desde el exterior, fueron los sucesos en Libia, cuando el gobierno del presidente Mohammad El Gadafi, usó la fuerza militar para enfrentar las provocaciones financiadas por Estados Unidos y sus aliados.

Ese enfrentamiento no fue aceptado por la Casa Blanca y de inmediato el presidente Barack Obama, convocó a la OTAN para que fuese una coalición la que acudiera a la intervención en Libia, y derrocar al gobierno, incluido el asesinato de Gadafi.

Aquellas protestas fueron calificadas por la prensa internacional como “Revoluciones democráticas”, retomando el sello que años atrás habían acuñado con las manifestaciones llevadas a cabo en Europa Oriental, denominándolas “Revoluciones de colores”, pues según la campaña orquestada bajo el Programa Democracia, elaborado bajo la administración de Ronald Reagan, eran “movilizaciones políticas” contra “practicas dictatoriales”, en los entonces países socialistas europeos.

Las protestas estuvieron financiadas y estimuladas por la CIA, que reclutó a decenas de jóvenes bajo la fachada de la USAID y la NED, empleando las tácticas que elaboró Gene Sharp, como parte de los planes para corroer, desde adentro, al bloque de influencia soviética y desmontar el sistema socialista, para lo cual Reagan contó con el apoyo incondicional de su aliada Margaret Tacher, primera ministra del Reino Unido y del Papa polaco Juan Pablo II, en la denominada Santa Alianza, según la revista TIME.

Contra Cuba pretendieron seguir el mismo guion, a inicios de los años 2000, con la contrarrevolución creada, instruida y financiada por Estados Unidos, orientada a ejecutar actos provocativos contra el orden público. Al ser detenidos y sancionados, rápidamente los yanquis fomentaron la matriz informativa de la “Primavera Negra”, seguida por sus aliados europeos y agentes de influencia en el mundo artístico e intelectual.

Aquellos supuestos “disidentes políticos” en 2011 al llegar a España, por negociaciones entre el gobierno cubano y la iglesia católica, reclamaron un tratamiento preferencial, como el que les brindaban cuando estaban en la Isla.

Al no obtenerlo, iniciaron protestas y actos violentos, no permitidos por los españoles, calificándolos entonces como delincuentes, comprendiendo en ese momento la manipulación realizada por Estados Unidos, con personas que de “opositores políticos” no tenían nada.  

Ahora nadie califica las protestas en múltiples ciudades de Estados Unidos como “Primavera” o “Revolución de Color”, los que marchan por las avenidas y plazas son llamados “delincuentes” por el presidente Donald Trump, sin reconocer que reclaman democracia, igualdad y derechos civiles, de los que carecen negros, latinos, otras etnias y clases sociales desfavorecidas.

¿Dónde está la condena y sanciones de la Unión Europea, las organizaciones defensoras de los derechos humanos, como Human Rights Watch, Reporteros sin Fronteras o Amnistía Internacional y los intelectuales y artistas condenaron a Cuba?

Ahora no actúan con la misma pasión contra el presidente Trump, que ordena a la policía reprimir brutalmente, establece toques de queda en varias ciudades y amenaza con movilizar el ejército.

Esta es una verdadera Primavera Negra para el pueblo estadounidense, apoyada por cientos de miles de personas en Europa y América latina.

Hoy son los Estados Desunidos de Norteamérica, quien urgen de un profundo cambio político, económico y social, pero el Imperio cuando ve peligrar la estabilidad de su sistema, reprime con saña, sin respetar derechos humanos ni libertades de ningún tipo.

Los ideólogos yanquis del Brookings Institution, que proponen una Transición en Cuba y medidas para: “apoyar el bienestar del pueblo cubano y de la sociedad civil, promoviendo el contacto directo entre ciudadanos de ambos países, así como los cimientos de una actividad económica de base”, unido a: “un apoyo a los activistas de derechos humanos, los periodistas independientes y el desarrollo de la sociedad civil cubana, así como la democracia de base”, deberían gastar su tiempo en proponer cambios para su país, el que hace años requiere remover las bases de un sistema desigual y carente de sentimientos humanos.

Si las etapas que diseñó Gene Sharp, para desestabilizar gobiernos no aceptables por Washington, como son:

“Promover acciones no violentas para generar y promocionar un clima de malestar en la sociedad, denuncias de corrupción, promoción de intrigas o divulgación de falsos rumores”.

“Desarrollar intensas campañas en defensa de la libertad de prensa y de los derechos humanos”, acompañadas de acusaciones de totalitarismo contra el gobierno en el poder”.

“Luchar activamente por reivindicaciones políticas y sociales, y manipular a las masas para emprender manifestaciones y protestas violentas, amenazando las instituciones”.

“Ejecutar operaciones de guerra psicológica y desestabilizacióndel gobierno, creando un clima de ingobernabilidad”.

Forzar la renuncia del Presidente de turno, mediante revueltas callejeras para controlar las instituciones y preparar el terreno para una intervención militar, mientras se desarrolla una guerra civil prolongada y se logra el aislamiento internacional del país”;

fuesen aplicadas contra los yanquis, serían vistas como una amenaza extranjera y desatarían la guerra contra el país que intente financiar a los manifestantes, tal como hicieron ellos en Venezuela, Bolivia y Ecuador, a través de la USAID y la NED, desde las embajadas estadounidenses.

El pueblo estadounidense despertó y exige transformaciones, pero Trump nunca las hará porque, millonario al fin, no piensa como el pueblo y por eso su reelección peligra.

No en vano aseguró José Martí:

“Las revoluciones arrollarán a los que no la saben prever”

Subversión contra Cuba en medio de la pandemia.


Por Arthur González.

A pesar de la pandemia que azota al mundo y en especial a los Estados Unidos, donde la cifra de contagiados y muertos es la más alta, los centros generadores de subversión contra Cuba no descansan.

La propaganda anticubana tiene millones de dólares asignados para crear matrices de opinión, con el fin de satanizar a la Revolución y a la vez tratar de captar jóvenes con campañas y promesas de una supuesta sociedad mejor, al estilo del neoliberalismo impuesto en otros países como Argentina y Chile, donde los derechos de los trabajadores, estudiantes y ancianos desaparecen gracias al capitalismo salvaje.

La propia pandemia del coronavirus se encargó de poner al descubierto las diferencias de los sistemas de salud capitalistas con el de Cuba, pues en países capitalistas desarrollados los hospitales colapsan, mueren los ancianos sin recibir la asistencia adecuada y los cadáveres son enterrados en fosas comunes, muy distinto a lo que sucede en la Isla, a pesar de la guerra económica, comercial y financiera más larga de la historia.

Pero, mientras Cuba ofrece salud en decenas de países con su colaboración médica, Estados Unidos gasta millones de dólares para acusarla de “esclavitud”, como si los esclavos salvaran vidas humanas, mirando de qué lado está el deber y no donde se vive mejor y se gana más dinero.

Ese ejemplo no es perdonado por los yanquis y de ahí sus campañas subversivas que la Organización Mundial de la Salud se encarga de desbaratar, al reconocer la labor encomiable de los profesionales de la salud de Cuba.

En el mismo escenario Estados Unidos pretende lavarles el cerebro a los jóvenes cubanos, algo hacen desde hace décadas sin obtener resultados, y por eso ofertan programas de becas para fabricar “líderes” comunitarios que puedan trasladar ideas subversivas.

La entonces Sección de Intereses de Washington en La Habana, divulgó en 2009 el primer programa de becas para jóvenes cubanos, entre 16 y 20 años de edad.

Aquel programa tenía dos variantes, una por tres meses y otra por seis meses. El requisito de ambas era que debían ser estudiantes de nivel medio y universitario y una vez concluido sus estudios en Estados Unidos, debían regresar a Cuba para trabajar en los barrios.

El fracaso fue total. No obstante, en abril del 2015 lanzaron otra utilizando como pantalla a la organización World Learning Inc., con sede en Washington, denominado “Programa de Liderazgo de Verano,” durante cuatro semanas, para jóvenes cubanos de 16 a 18 años.

Cuba lo denunció públicamente y quienes asistieron, no hicieron nada de lo indicado por los yanquis. Los gastos fueron altos y no obtuvieron el menor resultado.

Como perro hueveros, a inicios del año 2017 volvieron por la misma senda del fracaso, promoviendo una convocatoria para diez becas ofrecidas por la organización Líderes Sociales, y sin ambages decían que el objetivo perseguido era “promover el desarrollo profesional juvenil y fortalecer la sociedad civil cubana”, sueño que nunca se convierte en realidad y vuelven a perder el dinero.

Ahora en el 2020 insisten en construir “líderes” jóvenes, pero esta vez convocan a un curso Online, solo para residentes en Cuba, bajo el título de “Aulas Abiertas”, ofrecido por el Instituto Político para la Libertad, con sede en Perú, financiado con dinero de la NED y la USAID, que funcionan como pantalla de la CIA.

El referido curso, ofertado en medio de la pandemia que sufre Perú y los propios Estados Unidos, pretende impartir clases de “democracia, comunicación, derechos humanos y creación de contenidos digitales”, con herramientas teóricas y prácticas.

Entre las materiales a impartir estan la redacción de textos en plataformas digitales, el uso de normas ortográficas, reglas estandarizadas para una expresión clara y concisa, pensamiento crítico y reflexivo, así como el conocimiento para dirigir un portal digital de opinión.

Dicho curso comenzará el 19 de mayo y culmina el 27 de junio 2020 y como carnada ofrecen la recarga gratuita para acceder a Internet.

Los requisitos son: ser ciudadano cubano residente en la Isla, tener entre 20 y 35 años, y presentar un potencial de “liderazgo”, compromiso comprobado y experiencia de trabajo dentro de una organización civil o en iniciativas que buscan el desarrollo de su comunidad.

Aulas Abiertas, del Instituto Político para la Libertad, Perú, había presentado una convocatoria Online, para un curso sobre “Democracia, derechos humanos y juventudes”, del lunes 18 de mayo hasta al 30 de junio 2020, también con la intensión de formar a los activistas juveniles cubanos, en temas de “democracia” y potenciar sus habilidades para documentar, analizar, producir y divulgar información independiente, sobre la situación y los derechos de los jóvenes en su país.

¿Por qué no ofertan cursos para jóvenes de Chile, Colombia, Guatemala, Honduras y Brasil, donde los gobiernos reprimen sus reclamos?

La desesperación de los yanquis es encontrar líderes juveniles para sus acciones subversivas contra la Revolución cubana, pero la contrarrevolución fabricada y financiada por ellos, solo busca obtener dinero fácil.

Millones de dólares derrochan los Estados Unidos para materializar sus sueños, sin reconocer que esa contrarrevolución carece de objetivos ideológicos y solo existe por los dólares y la posibilidad de emigrar, como hicieron la mayoría de los “disidentes” construidos en los años 80 del siglo XX, durante la presidencia de Ronald Reagan, cuando presentó el llamado Proyecto Democracia, y nació la National Endowment for Democracy, NED.

Importante recordar lo afirmado en 1991 por Allen Weinstein, primer presidente e historiador de la NED:

Mucho de lo que hoy hacemos, lo hacía la CIA hace 25 años, de manera encubierta”.

Ahí están los casos de Ricardo Bofill, Gustavo Arcos Bergnes, Yndamiro Restano, Elizardo Sánchez, Oswaldo Payá, María Elena Cruz Varela, Jesús Yanes Pelletier, Félix Bonne Carcasés, Martha Beatriz Roque Cabello, Vladimiro Roca, Oscar Elías Biscet, René Gómez Manzano, Laura Pollán, Berta Soler y otros mercenarios.

El fiasco de la inventada bloguera Yoani Sánchez y el casi millón de dólares recibidos como premios internacionales, no sirvieron para atraer a los jóvenes cubanos. Idéntico destino siguieron Eliecer Ávila y Antonio Enrique González–Rodiles.

A pesar de eso, anualmente asignan millones de dólares que pagan los contribuyentes estadounidenses, para que esos “disidentes” reciban altos salarios, sin obtener triunfos.

Los yanquis intentan rejuvenecer su añeja nómina de “opositores” cubanos y para eso destinan cuantiosos recursos monetarios, pagan viajes al exterior, programas en la TV y sitios en Internet, para sostener a supuestos grupos de la “sociedad civil independiente de la Isla”, quienes cobran sin trabajar ni mostrar éxitos.

La táctica actual para atraer a los jóvenes cubanos es el manipulado principio del “Estado de Derecho, la gestión de organizaciones y la participación ciudadana y juvenil”, como si los cubanos no conocieran sus leyes, analizaran y debatieron, a todos los niveles, el proyecto de la nueva Constitución y votaran secretamente por ella en referendo popular.

Podrán malgastar millones de dólares en proyectos desconocidos por los ciudadanos norteamericanos, ni auditados por el Congreso e instituciones oficiales, que todos terminarán en fracasos, porque como afirmó José Martí:

“Un principio justo, desde el fondo de una cueva, puede más que un ejército”.

 

Cuba tiene esclavos que curan enfermedades y salvan vidas.


Por Arthur González.

Todo hace indicar que Cuba tiene poderes nunca vistos, pues ahora tiene esclavos por el mundo que previenen enfermedades, las curan y salvan vidas con su solidaridad humana.

Esos nuevos “esclavos”, clasificados así por altos funcionarios de la administración yanqui, son los cientos de miles de médicos, enfermeros y personal técnico de la salud cubanos, que trabajan en lugares donde galenos de otros países “democráticos”, no aceptan ir ni de visita, porque para esos la medicina es solo un negocio donde ganan mucho dinero, algo bien distinto a Cuba, donde es un sacerdocio para salvar vidas, especialmente a personas de escasos recursos económicos.

Por ese motivo, Estados Unidos que, a pesar de ser la primera economía mundial posee millones de ciudadanos sin acceso a la salud por carecer de dinero para adquirir un seguro médico, ha desatado una cacería de brujas contra las misiones médicas internacionales de Cuba, porque sabe que es la entrada fundamental de divisas para el país, con las que se sostiene el sistema de Salud totalmente gratuito para todo el pueblo.

El sistema de Salud cubano es un ejemplo para el mundo y principalmente para los países subdesarrollados, con un médico y una enfermera en consultorios construidos en cada barrio, citadino o rural. Hoy todos los niños de la Isla nacen en un hospital y las embarazadas con bajo peso o anemia, son ingresadas en casa especiales para ellas, donde se les da seguimiento hasta el parto. De ahí la baja tasa de mortalidad infantil al nivel de países desarrollados.

La cruzada anticubana fabricada por algunos de los miembros de la mafia terrorista anticubana radicada en Estados Unidos, intenta hacerle creer a muchos que Cuba explota a sus médicos colaboradores y no les paga el salario por el cual el estado firma contratos con los países donde trabajan.

Sin embargo, los yanquis ocultan que parte de ese dinero se destina a la compra de equipos de alta tecnología y medicamentos que ellos impiden su adquisición, al sancionar a las empresas fabricantes y a los bancos que tiene que ejecutar las transacciones bancarias de esas ventas, imponiéndoles multas de miles de millones de dólares para imposibilitar su adquisición, hecho que, sí es un delito de lesa humanidad, por atentar contra la vida de todo un país.

La mentira fabricada por Estados Unidos solo persigue impedir la entrada de divisas a Cuba, algo expuesto por el secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, con total desfachatez, al afirmar:

“Mi Departamento está negando el acceso de Cuba a las divisas”.

Para no dejar dudas de la cacería anticubana, el secretario de Estado Mike Pompeo explicó:

Cuba es una prioridad de política exterior para la administración Trump”

“Todas estas acciones están diseñadas para evitar que los dólares llenen los bolsillos de los militares cubanos”

“El Departamento de Estado sancionó a los jefes de las misiones médicas del gobierno cubano en el extranjero. La nueva ronda de sanciones está dirigida específicamente a cortar el dinero que llega al gobierno, porque el programa de exportación de servicios médicos reportó al gobierno cubano más de $6,000 millones en 2018”.

A los yanquis no les importa que cientos de miles de latinoamericanos y africanos se queden sin la atención médica que brindan los colaboradores cubanos, pues esos pobres sin recursos financieros no pueden pagar las costosas operaciones y tratamientos que de forma gratuita ejecuta el personal cubano.

¿Son realmente humanos quienes cortan la asistencia cubana?

Claramente que no, a ellos solo le interesa estrangular la economía de la Isla para que renuncie al sistema socialista y caiga en brazos de los yanquis, como siempre soñaron con la teoría de la Fruta Madura, enarbolada en abril de 1823 por John Quincy Adams, cuando ocupaba el mismo cargo que Mike Pompeo.

Dos años después fue electo presidente de los Estados Unidos y persistió en su empeño, análogo al expuesto en 1820 por su antecesor Thomas Jefferson, a John C. Calhoun, en ese entonces su secretario de la guerra: “Debemos, a la primera oportunidad, apoderarnos de Cuba”.

Las presiones sobre los gobiernos que tienen firmado contratos con el ministerio de Salud cubano son brutales, y los efectos se comprueban en las declaraciones que rápidamente hizo el brasileño Jair Bolsonaro, seguidas por el traidor Lenin Moreno en Ecuador y los militares golpistas en Bolivia.

El pasado 12 de enero 2020, el propio Pompeo escribió en su cuenta de Twitter:

“Instamos a los países anfitriones de las llamadas misiones médicas cubanas, a que pongan fin a los acuerdos contractuales con el régimen de Castro, que facilitan los abusos contra los derechos humanos de los profesionales de la Isla que participan en tales programas”.

Para justificar su criminal accionar compran a quienes se prestan para acusar a Cuba, con tal de ganarse unos miles de dólares, como es el caso de las relatoras especiales de la Organización de Naciones Unidas, sobre las formas contemporáneas de la esclavitud, incluidas sus causas y consecuencias, Urmila Bhoola y María Grazia Giammarinaro, respecto a la trata de personas, especialmente mujeres y niños.

Ambas se prestaron para dirigirle una carta al gobierno cubano, donde lo acusan de “someter a los médicos a condiciones de trabajo forzoso”, dándole un plazo de 60 días para responder a sus preocupaciones, como si Cuba fuera una colonia más de los yanquis.

La alharaca también la armaron con la organización Cuban Prisoners Defenders, financiada con dinero del gobierno estadounidense a través de la USAID y la NED, bajo el mismo guion confeccionado por especialistas en guerra psicológica.

Con total desfachatez las mencionadas relatoras de la ONU, declaran que “el derecho a la privacidad estaría limitado por el control y seguimiento efectuado a los médicos cubanos, incluyendo la comunicación y las relaciones sostenidas con personas nacionales y extranjeras durante las misiones de internacionalización”, olvidándose que son los Estados Unidos quienes espían y controlan las comunicaciones mundiales, incluidas las de presidentes y ministros, mediante las comunicaciones telefónicas, correos electrónicos y el uso de cuentas de Facebook y Twitter, hecho denunciado públicamente desde hace años.

Ya no se sabe que historieta de terror van a diseñar contra Cuba, a pesar de que en 60 años de mentiras no logran dañar la labor de la Revolución, que tiene una larga historia de conducta humanitaria y apoyo a los desposeídos y pobres de la tierra.

El Senador Marco Rubio y Mike Pompeo, pasarán a la historia como rufianes fracasados en su intento por derrocar a la Revolución cubana, esa fruta que no cayó, porque como afirmó José Martí:

“La libertad cuesta muy cara y es necesario a resignarse a vivir sin ella, o decidirse a comprarla por su precio.”

 Presos a los que nadie escucha.


Por Arthur González.

El odio de los Estados Unidos contra la Revolución cubana es tal, que fabrican mentiras con el fin de hacerle creer al mundo que la Isla es un infierno peor que el descrito por Dantes, por eso rompieron relaciones diplomáticas el 3 de enero de 1961, prohíben los viajes a Cuba de sus ciudadanos, presionaron a los integrantes de la OEA a romper relaciones con Cuba, y crearon estaciones de radio y TV para transmitir noticias falsas.

A pesar de los millones de dólares empleados en esas cruzadas, sumada la construcción de una “oposición” que nunca alcanza el apoyo popular; los planes de actos terroristas para hundir la economía; los intentos de asesinato a sus líderes principales; la guerra económica, comercial, financiera y biológica; unidas a la guerra subversiva que ejecutan con el empleo de organizaciones como la NED,USAID y otras pantallas de la CIA, la Revolución se mantiene firme desde hace 60 años, apoyada por la mayoría de los cubanos y por millones de personas en América Latina, Europa, África, Asia y Oceanía, como prueba de que tantas personas no pueden estar equivocadas.

La construcción de calumnias está presente en cada acción de los yanquis, ordenándole a sus lacayos darle seguimiento a las acusaciones que emanan de la CIA y el Departamento de Estado, como sucedió con la cercana detención de su más amado servidor, José Daniel Ferrer, delincuente con amplia hoja de violaciones de las leyes cubanas y no precisamente políticas.

En medio de una brutal represión en Ecuador, Chile, Bolivia y Colombia, los yanquis desataron una defensa mediática a ultranza por la detención de su asalariado cubano, entre las que se destacan las de Dita Charanzová, Vicepresidenta del Parlamento Europeo encargada de América Latina; el Gobierno de Suecia; Erik Jennische, director del Programa para América Latina del grupo Defensores de los Derechos Civiles; el eurodiputado Hermann Tertsch, representante del partido español VOX y el director de toda esa campaña, Mike Pompeo, Secretario de Estado.

Sin embargo, ninguno de los defensores del delincuente cubano dice una sola palabra respecto a las violaciones de los derechos humanos que padecen a diario los presos que cumplen sus condenas en la cárcel de Rikers Island, calificada como la prisión de los horrores de New York.

Ese centro de reclusión inaugurado en 1932, como centro de detención temporal, para quienes esperaban juicio o para cumplir cortas condenas. Con capacidad para 14 mil presos, ha llegado a tener más de 20 mil reclusos, el 90% de raza negra o de origen latino, donde las palizas propinadas por los guardias, las peleas entre reclusos y abusos, son cotidianos sin que nadie denuncie las violaciones a los Derechos Humanos que allí acontecen.

Frecuentemente ocurren peleas entre bandas organizadas, pero los guardias no actuaban hasta que los presos están a punto de matarse o quedan mal heridos, algo común en el sistema penal en Estados Unidos, reflejado en múltiples filmes, sin que nadie reclame y acuse al gobierno yanqui por tantos abusos y la masividad de presos en esos almacenes de seres humanos.

Rikers Island está considerara como una de las cárceles más peligrosas del mundo, pero nadie se interesa en saber lo que sucede tras los muros de ese centro aislado, que brutaliza al ser humano.

¿Dónde están los defensores de los Derechos Humanos que no proponen resoluciones para condenar a Estados Unidos, por esos miles de presos sin un trato justo que los reeduque para su posterior inserción en la vida pública?

¿Por qué no califican a Estados Unidos como una dictadura que condena sin pruebas a personas inocentes?

La Vice Presidenta del Parlamento Europeo debería investigar lo que realmente sucede en ese y cientos de prisiones yanquis, si es que realmente es una defensora de los Derechos Humanos y no una cumplidora más de las órdenes de los yanquis, como todo hace indicar.

¿No le preocupan al Reino de Suecia y a su Cancileer, las violaciones que comete Estados Unidos con sus detenidos, las palizas brutales que los guardias le propinan a los reclusos, ni las semanas en que mantienen a los presos en celdas de castigo, sin tomar sol o bañarse?

Lo que sucede en la cárcel de Rikers Island, no es propaganda comunista, lo reconoció el diario The New York Times, en   julio del 2014, al publicar el resultado de una investigación que detallaba 129 casos de presos, muchos de ellos con trastornos mentales, que sufrieron lesiones graves durante discusiones con los guardias, en 11 meses del año 2013. Muchos de los heridos requirieron atención médica fuera del recinto, por carecer la prisión del material necesario para tratarlos.

Esa situación fue avalada posteriormente por Preet Bharara, fiscal del distrito sur de Nueva York, en un informe que afirma: “la verificación de la cultura de la violencia profundamente instalada entre los funcionarios de Rikers Island, radica en el trato que dan a los internos más jóvenes”.

Ninguno de los funcionarios implicados en esos hechos fue investigado, procesado o sancionado, ni existen declaraciones del Departamento de Estado o las organizaciones de Derechos Humanos, esas que ahora acusan a Cuba por la detención del asalariado José Daniel Ferrer y se preocupan por sus familiares, como hace la actual Encargada de Negocios de Estados Unidos en La Habana, o la misma Vicepresidenta del Parlamento Europeo, quien envió un mensaje a las familias de Ferrer, Roilán Zárraga, Fernando González Vaillant y José Chaveco, ratificándole todo el respaldo y la solidaridad del Parlamento Europeo.

Moral en paños menores la que muestran quienes cumplen instrucciones de Washington, mientras desoyen a las verdaderas víctimas de un sistema que destruye a sus detenidos, sin importarles su vida y reeducación.

Lo que les duele es que Cuba no se doblega ante las injurias de los yanquis y sus lacayos, porque como bien expuso José Martí:

“La dignidad propia se levanta contra la falta de dignidad ajena”.