Estados Unidos no permite opositores.


Por Arthur González.

Los yanquis llevan años sancionando a países que no aceptan subordinarse a sus órdenes, calificándolos de violadores de todos los derechos humanos, haciéndole creer al mundo la necesidad de sumarse a su política sancionadora, con el propósito de obligar a los insubordinados a someterse.

Son muchos los ejemplos de esa política imperial y precisamente es Estados Unidos quien más violaciones de los derechos humanos comete, pero no permite opositores, personas que piensen diferente, ni que alguien tenga la osadía de atreverse a divulgar informaciones sobre las violaciones que a diario se realizan en ese país.

Una prueba irrefutable de su actuación prepotente y de irrespeto a los derechos humanos, fue lo sucedido el 1º de mayo de 1886 en Chicago, cuando un numeroso grupo de trabajadores iniciaron una huelga para pedir la aplicación de una jornada laboral de 8 horas, púes los dueños de las industrias y fábricas exigían trabajar agotadoras jornadas de hasta 16 horas diarias.

La acción fue respaldada por miles de trabajadores de esa ciudad, con protestas callejeras que dieron lugar a un incidente en la conocida Haymarket Square de Chicago, el 4 de mayo de ese año, cuando explotó una bomba que alguien lanzó a la policía mientras reprimía violentamente a los manifestantes.

La policía detuvo a varios obreros, porque evidentemente la agencia de seguridad Pinkerton, la misma que dio seguimiento a José Martí, los estaba trabajando secretamente por considerarlos anarquistas y anarco-comunistas. El dirigente sindical Rudolph Schnaubelt, fue acusado de ser el autor del hecho, sin una sola prueba.

Los yanquis calificaban de anarquistas a quienes se oponían a cumplir con disposiciones que atentaban contra los derechos de los trabajadores, satanizándolos de ser supuestos enemigos de la sociedad, práctica que no han dejado de emplear, incluso reflejado en las regulaciones actuales aprobadas recientemente en la Florida, para incluir como materia de estudio en las escuelas, el odio al comunismo, cuando es el sistema capitalista el responsable de las penurias que sufren millones de personas en América Latina, África, Asia e incluso en los propios Estados Unidos.

La mayoría de aquellos obreros estaban afiliados a la Orden de los Caballeros del Trabajo y como luchaba por la reivindicación de los trabajadores, la acuñaban también de anarquista con el fin de atemorizar a otros que quisieran ingresar.

En el cuarto congreso la Federación Americana del Trabajo (AFL), celebrado el 17 de octubre de 1884, se había acordado que desde el 1ro de mayo de 1886 la duración legal de la jornada de trabajo debería ser de ocho horas y si la patronal no lo aceptaba se irían a la huelga.

Esa actitud de la clase obrera no era aceptada por los oligarcas yanquis, porque Estados Unidos no admite opositores en su país, aunque ellos sí promueven, preparan y financian disidentes en otras naciones, especialmente en aquellas que mantienen una posición soberana e independiente.

De los detenidos por las protestas de Haymarket Square, fueron enjuiciados 31 pero solo ocho condenados.

Desde el inicio, el juicio celebrado el 21 de junio de 1886, fue considerado una farsa política con total irrespeto a las normas procesales y pruebas carentes de valor.

Las autoridades y probablemente los oficiales de la agencia de seguridad Pinkerton, presionaron y reclutaron a algunos periodistas para desarrollar una fuerte campaña de prensa, con el objetivo de crear una matriz de opinión capaz de sembrar el rechazo de la población contra los obreros, quienes sólo reclamaban el derecho a no ser tratados como animales.

De inmediato, aquella prensa a su servicio empezó a publicar artículos donde culpaba a todos los acusados y exhortaba a que el tribunal los sancionara a la horca. Algunos de sus artículos decían:

“A la horca los brutos asesinos, rufianes rojos comunistas, monstruos sanguinarios, fabricantes de bombas, gentuza que no son otra cosa que el rezago de Europa, que buscó nuestras costas para abusar de nuestra hospitalidad y desafiar a la autoridad de nuestra nación”.

En el juicio no se pudo probar nada en su contra, pero los ocho fueron declarados culpables, acusados de ser enemigos de la sociedad estadounidense y del orden establecido. Tres de ellos fueron condenados a prisión y cinco a la horca, evidencia irrebatible que no perdonan a quienes se manifiesten en contra de su régimen.

Años más tarde el juicio fue calificado de ilegítimo y deliberadamente malintencionado, motivado solo por razones políticas y no por razones jurídicas. La verdad es que fueron juzgados por su orientación política libertaria y su condición de obreros rebeldes, no por el incidente.

John P. Altgeld, gobernador de Illinois, declaró:

“Los hombres ejecutados fueron víctimas de un complot de los empresarios, los tribunales y la policía. Las condenas y las ejecuciones fueron el resultado de la histeria, jurados empaquetados y un juez parcial. La acusación fiscal nunca descubrió quién había tirado la bomba que mató al policía y la evidencia no mostró ninguna conexión entre los acusados y el hombre que la lanzó”.

“Fue culpa del gobierno de la ciudad de Chicago, permitir que la agencia de seguridad Pinkerton, utilizara sistemáticamente armas de fuego para reprimir las huelgas”.

Nada ha cambiado en Estados Unidos, la CIA y el FBI emplean el mismo método utilizado por su antecesora del siglo XIX. Reclutan a periodistas y editores para desfigurar la verdad, entre ellos los llamados Influencer o Youtubers con el empleo de las nuevas tecnologías de la información, cuando planifican acusar a quienes no se venden.

Aquel crimen dio lugar a la conmemoración del 1ro de mayo por el movimiento obrero,en recordación a los Mártires de Chicago y se considera como el Día internacional de los trabajadores,excepto en los Estados Unidos y Canadá, para que los ciudadanos no recuerden aquel horrendo crimen, cometido solamente por reclamar la jornada laboral de 8 horas.

Ese es el régimen que pretende asfixiar y matar de hambre a pueblos enteros que no aceptan arrodillarse, financia las masacres de Israel contra los palestinos, apoya las violaciones de todas las normas legales de sus aliados, y después tiene la desvergüenza de confeccionar listas de supuestos violadores a los derechos humanos.

Por eso José Martí afirmó:

“Nada falso es duradero ni útil”.

Argentina se suma a la guerra económica.


Por Arthur González.

En enero del 2023 la compañía estatal Aerolíneas Argentinas informó que, a partir del mes de marzo, cancelaba sus vuelos a Cuba por no ser rentables, decisión que analistas afirmaron era por causas políticas, pues la ruta estaba combinada entre Buenos Aires, Cancún y La Habana, y solo eliminaron el tramo final, a pesar del flujo de pasajeros de otras nacionalidades hacia Cuba.

El 3 de mayo del 2023 la aerolínea Cubana de Aviación informó el reinicio de sus operaciones entre Argentina y Cuba, con un vuelo semanal directo al polo turístico de Cayo Coco, en la provincia de Ciego de Ávila. El vuelo contaba con una aeronave A340 de alto porte y capacidad para 275 plazas, 240 de ellas en clase económica.

Para los argentinos Cuba y sus polos turísticos de sol y playa, son altamente reconocidos y por eso su repitencia, dada la calidad de sus hoteles, la seguridad y la calidez de los cubanos.

Desde hace 65 años, los yanquis se empeñan con saña en destruir a la Revolución e incluso asesinar a sus líderes, porque no aceptan tener a solo 90 millas de sus costas a un país que decidió, soberanamente, cortar las cadenas que lo ataban al imperio desde 1898.

Para materializar su empeño ejecutan diferentes acciones y la más reciente es la negativa de abastecer con combustible a los aviones de Cubana de Aviación en Buenos Aires y según declaraciones oficiales, “es debido al cumplimiento de las sanciones que impone el bloqueo de Estados Unidos contra Cuba”.

Una prueba más del carácter sumiso de Milei y de la extraterritorialidad de las leyes yanquis, las que persiguen cortar la entrada de divisas mediante la limitación de turistas, sector principal de Cuba para adquirir dinero fresco.

La actitud sumisa del nuevo presidente de Argentina, Javier Milei, evidencia que desde Washington le impartieron órdenes para que se sume a la guerra económica, comercial y financiera, con el objetivo de estrangular a los cubanos y sembrar el desencanto y el desaliento, a partir de las penurias causadas por esa criminal política agobiante para el pueblo.

Para apretar más la soga al cuello del pueblo, la decisión abarca a otras aerolíneas que contrate Cubana de Aviación para no afectar a sus clientes. Eso obliga a la empresa a reembolsar el 100% del dinero de quienes se ven impedidos de volar.

Con esta medida, Milei se suma a la guerra económica contra Cuba y pudiera incluso votar en la ONU a favor de Estados Unidos, cuando la Habana presente su informe donde solicita el fin del llamado Bloqueo, el que, según documentos oficiales ya desclasificados es:

Una guerra económica que induzca al régimen comunista a fracasar en su esfuerzo por satisfacer las necesidades del país, unida a operaciones psicológicas que acrecentarán el resentimiento de la población contra el régimen, y las de tipo militar darán al movimiento popular un arma de acción para el sabotaje y la resistencia armada en apoyo a los objetivos políticos”.

El diseño de la estrategia de Estados Unidos, de acuerdo a sus propios documentos secretos, es preciso y claro: lograr una sublevación del pueblo cuando se canse de soportar las carencias materiales y de servicios. Por eso afirman:

El clímax del levantamiento saldrá de la reacción airada del pueblo ante un hecho gubernamental, producido por un incidente o de un resquebrajamiento en la dirección política del régimen, o de ambos incluso. Desencadenar esto debe constituir un objetivo primordial del proyecto. El movimiento popular aprovechará el momento del clímax para iniciar un levantamiento abierto. Se tomarán y se mantendrán ocupadas las áreas. En caso de ser necesario el movimiento popular pediría ayuda a los países libres del hemisferio occidental. De ser posible, Estados Unidos, en concierto con otras naciones, brindaría un apoyo abierto a la sublevación del pueblo cubano, y tal apoyo incluiría una fuerza militar, si fuera necesario”.      

Allá los que tengan dudas. Los yanquis persiguen apoderarse de Cuba nuevamente.

Ese es el objetivo de esas acciones de guerra económica y así lo expuso la CIA en su estimado de inteligencia elaborado en 1993, después de la caída de la URSS, cuando soñaban que la Revolución se iba a bajo:

“…Hay una directa relación entre graves privaciones económicas y la inestabilidad políticaLa economía cubana se ha contraído en más del 40 por ciento desde 1989 y probablemente continuará descendiendo. Virtualmente sin subsidios extranjeros, créditos o asistencia, Cuba enfrenta una escasez severa de combustible, alimentos y otros”.

“Con los alimentos y el petróleo constituyendo casi los dos tercios de los gastos de importación, sólo varios cientos de millones de dólares estarán disponibles para otras compras en el exterior. Las importaciones cortadas, de forma aguda, de piezas de repuesto para la industria, maquinarias y equipos; el transporte de mercancías, los insumos agrícolas y otras mercancías decisivas, minarán más las perspectivas de una recuperación económica”.

“Cuando las condiciones en la Isla se deterioren más, es muy probable que los incidentes violentos se extiendan, debido a la creciente frustración sobre los cortes en la electricidad, los transportes y los alimentos”.

Por eso cada día aprueban más sanciones y medidas para incrementar su guerra contra la Revolución, con la ayuda de ciertos peones que danzan al compás de su tambor, pero el pueblo cubano sabe que está en juego su libertad y soberanía nacional, porque como en 1898 volvería a ser tratado como una neocolonia y quizás hasta con otra despreciable Enmienda Platt, que entonces podría denominarse “Enmienda Rubio-Díaz Balart”.

Razón tuvo José Martí cuando afirmó:

“Es preciso que se sepa en nuestra América la verdad de los Estados Unidos”.

El asalto a la embajada mexicana en Ecuador tiene antecedentes.


Por Arthur González.

El asalto a la sede diplomática de México en Ecuador, el 5 de abril del 2024, para detener al ex vicepresidente Jorge Glas, quien estaba en calidad de asilado en esa misión, demostró el desprecio al respeto de las normas internacionales y a los derechos humanos, situación rechazada por todos los países del mundo, aunque por ser un gobierno de derecha y socio de Estados Unidos, no ha sido sancionado por la OEA, ONU ni por el Parlamento Europeo.

Algo muy diferente habría sucedido si el gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela, hubiera ordenado el asalto a la misión diplomática de España en Caracas, para detener al terrorista Leopoldo López, prófugo de la justicia, quien permanecía como invitado en esa legación, pues Estados Unidos, la OEA y la Unión Europea de inmediato aplicarían las más fuertes sanciones diplomáticas y económicas, acompañadas de una extensa campaña de prensa internacional.

En un desafío total a la Convención de Viena, Daniel Noboa, presidente de Ecuador, asegura estar convencido de haber actuado correctamente y no se arrepiente de su decisión.

¿Se imaginan si fuese Maduro quien hiciera tales declaraciones?

Nadie dude que sería el pretexto ideal para que el Comando Sur de Estados Unidos y algunos países aliados, invadieran a Venezuela para “restaurar el orden público y el derecho internacional pisoteado”.

México tiene un gobierno de posiciones nacionalistas contrarias a la política imperial de Washington y muestra sin temor sus simpatías por Cuba, Venezuela y Nicaragua, suficiente para que Estados Unidos y sus socios internacionales no respalden su condena contra Ecuador.

Esto demuestra que hoy el mundo está dirigido a base de la fuerza, sin el más mínimo respeto a las leyes y normas aprobadas después de la 2da Guerra Mundial. Prueba de eso es el apoyo incondicional que Estados Unidos brinda a Israel, a pesar del genocidio que ejecuta contra el pueblo palestino, mucho mayor que el holocausto que sufrieron a manos de Hitler los judíos, oponiéndose incluso a reconocer a Palestina como un Estado pleno de derechos en la ONU.

La actuación yanqui siempre ha sido igual con los gobiernos que se pliegan a sus órdenes y así ocurrió cuando el 29 de octubre de 1956, el Brigadier General Rafael Ángel Salas Cañizares, jefe de la Policía Nacional de Cuba durante la dictadura de Fulgencio Batista, irrumpió violentamente en la embajada de la República de Haití, ubicada en la 7ma avenida esquina a calle 20, reparto Miramar en La Habana, al conocer que en la misma se encontraban refugiados 10 jóvenes revolucionarios, opositores a la dictadura.

A diferencia de lo acontecido en Quito este año, Salas Cañizares y una decena de sus policías, ametrallaron a los jóvenes dentro de la misma sede diplomática, sin el menor respeto a los derechos humanos, acostumbrados a reprimir brutalmente cualquier manifestación revolucionaria de los estudiantes y otros revolucionarios.

La policía batistiana y otros órganos de represión de la época como el Buró de Investigaciones y el BRAC, contaban con asesores yanquis para reprimir a las organizaciones obreras y estudiantiles opuestas al régimen batistiano y recibían con frecuencia visitas de altos jefes de la CIA y el FBI.

Salas Cañizares murió durante el asalto, pues Secundino Martínez Sánchez, uno de los revolucionarios asilados en la sede diplomática, y el único que portaba un arma de fuego, en el piso y mortalmente herido, iba a ser rematado por Salas Cañizares con su pistola, pero Secundino desde el suelo le disparó, alcanzándolo en el bajo vientre por debajo del chaleco antibalas, porque el esbirro era un hombre muy obeso y el chaleco no lo cubría totalmente.

Salas Cañizares falleció el 31 de octubre de 1956 a consecuencia de las heridas y pagó con su vida tantos crímenes acumulados.

Fulgencio Batista no recibió una sola sanción o condena por ese crimen y la total violación de la embajada de Haití, porque para Estados Unidos sus aliados son intocables, aunque sean criminales.

Esa es la democracia y libertad que pretenden imponer al mundo y por eso alertaba José Martí:

“Ya salen a la luz sobre el modo peligroso y altanero con que los Estados Unidos se proponen tratar a nuestros pueblos”.

Orlando Gutiérrez Boronat pretende cambiar la historia.


Por Arthur González.

El 7 de abril del 2024, el terrorista connotado Orlando Gutiérrez Boronat, residente en Miami la capital del Odio, escribió un artículo para el Nuevo Herald, titulado “¿Por qué hay hambre en Cuba?, Manuel Artime tenía razón”, en el cual demuestra que de historia de Cuba no sabe nada.

Como es usual en Miami, el comunismo es el culpable de todos los males que sufre el pueblo de Cuba desde 1959, pero ocultan las verdaderas causas, a pesar de estar recogidas en los documentos oficiales del gobierno de Estados Unidos.

Para argumentar el desmontaje de la historia, este terrorista hace referencia a estadísticas de las Naciones Unidas, entre 1948 y 1953, donde dibujan un panorama edulcorado de la economía cubana, bien alejado de lo que arrojó la encuesta ejecutada entre 1956 y 1957, por la Agrupación Católica Universitaria cubana.

En su escrito, el terrorista se cuestiona ¿cómo llegamos a donde estamos, al colapso del aparato productivo cubano?

Según él, Cuba era un país próspero en 1959 y a partir de ese año todo ha ido mal, y hace referencia a Manuel Artime, quien escribió un libro titulado “Traición, Gritan 20,000 tumbas cubanas”, ex líder estudiantil en la Universidad Católica de Villanueva en La Habana, vinculado inicialmente al Movimiento 26 de Julio y después captado por la CIA. Fue sacado de Cuba en un barco hacia Guatemala y de ahí a Miami, donde lo atendió el oficial CIA Howard Hunt, quien años más tarde participó en el escándalo conocido como Watergate.

La CIA le orientó organizar una oposición política contra la Revolución en el extranjero y para ello creó el Movimiento de Recuperación Revolucionaria (MRR), donde reclutó y entrenó a mercenarios cubanos para ejecutar actos terroristas dentro de Cuba.

A fines de 1960 la CIA lo designó como Jefe Civil de la Brigada mercenaria 2506, derrocada en su intento de invadir a Cuba en 1961 por Bahía de Cochinos, siendo capturado por las milicias revolucionarias.

La CIA tenía muchas expectativas con Artime y bajo el seudónimo de AM/Biddy le orientó varias misiones, entre ellas el asesinato de Fidel Castro.

En 1963, durante su estancia en campamentos en Nicaragua para entrenar mercenarios para acciones contra el gobierno cubano, se relacionó con el dictador Somoza en el tráfico de plasma sanguíneo y drogas hacia Miami. En esos campamentos recibió a varios cubanos involucrados posteriormente en el asesinato a John F. Kennedy.

Evidentemente Gutiérrez Boronat nunca se ha leído los resultados de la encuesta de la Agrupación Católica Universitaria, que puso al descubierto las verdaderas penurias que sufrían en Cuba los campesinos, bien distintas a la vida que disfrutaban las clases altas y los yanquis dueños de las mejores tierras, industrias y empresas de servicios de la Isla, los casinos de juego, hoteles, prostíbulos y el tráfico de drogas.

Antes de 1959 la economía cubana dependía del capital de Estados Unidos y de acuerdo con los estudios publicados por el académico Jorge I. Domínguez, profesor de Universidades estadounidenses, la corrupción estaba institucionalizada mediante negocios privados de la clase dominante, entre ellos el dictador Fulgencio Batista, quien de simple hijo de una campesina lavandera llegó a ser el hombre más rico del país.

La banca en Cuba estaba controlada por instituciones yanquis, y en el Banco Nacional, uno de los cinco miembros de su equipo de dirección era un norteamericano.

Por qué en vez de mencionar el libro de Artime, no expone lo que dijo el Dr. José Ignacio Lasaga, respecto a la encuesta de los jóvenes católicos en 1957, quien apuntó:

“La ciudad de La Habana está viviendo una época de extraordinaria prosperidad, mientras en el campo y especialmente los trabajadores agrícolas, viven en condiciones de estancamiento, miseria y desesperación difíciles de creer. En todos mis recorridos por Europa, América y África, pocas veces encontré campesinos que vivieran más miserablemente que los trabajadores agrícolas cubanos”.

Para Artime, y para Boronat, “el comunismo es el único responsable de lo que sufren hoy los cubanos, por la combinación de doctrinas “malévolas y fallidas y hombres ineptos”, la que ha causado y causa el hambre en Cuba, por ser “un sistema anti natura”.

Sin embargo, omite lo que escribió Lester Mallory en abril de 1960, cuando era subsecretario de Estado:

“…el único medio previsible que tenemos hoy para enajenar el apoyo interno a la Revolución es a través del desencanto y el desaliento basado en la insatisfacción y las dificultades económicas. Debe utilizarse prontamente cualquier medio concebible para debilitar la vida económica de Cuba. Negarle dinero y suministros para disminuir los salarios reales y monetarios, a fin de causar hambre, desesperación y el derrocamiento del gobierno”.

Eso sí es una acción criminal y anti natura, pero no la menciona porque expone claramente quien es el responsable principal.

En 1957 la población agrícola, a pesar de constituir el 34 % de los cubanos, solo tenía el 10 % de los ingresos nacionales. Los resultados de la mencionada encuesta apuntaron:

“El trabajador agrícola cubano, engañado por los gobiernos y olvidado por los dirigentes de todos los sectores nacionales, se mantiene asombrosamente honesto, moral y humano, esperando con tristeza, pero con dignidad, que los más preparados y mejor dotados vengan a abrirle el camino y enseñarle a marchar hacia el desarrollo y el progreso.”

La educación en Cuba antes de 1959 era realmente preocupante. En las escuelas públicas, de cada 100 niños que ingresaban solo 6 llegaban al sexto grado y la enseñanza media y superior era para la minoría de la población. El 23,6 % de los mayores de 10 años no sabían leer ni escribir y el 45% de los niños de 6 a 14 años no asistían a la escuela. Había más de medio millón de niños sin escuelas y decenas de miles estaban obligados a trabajar para paliar el hambre en sus casas.

Por supuesto, a Artime, miembro de la burguesía cubana que le podían pagar las escuelas católicas privadas, incluida su carrera de medicina, no le importaba cómo vivía la mayoría del pueblo. Tampoco supo que, según la citada encuesta católica, solo el 4 % de los entrevistados consumía algún tipo de carne y menos del 1 % pescado. El 2,12 % de los trabajadores agrícolas podía comer huevos, y solo tomaba leche el 11,22 %, el pan solo lo comía el 3,36 %.

Entonces, ¿era el comunismo el que generaba hambre, el analfabetismo y las enfermedades en los 2, 500, 000 que habitaban los de campos cubanos antes de 1959?

Esa era la causa por la cual la talla promedio del trabajador agrícola cubano antes de la Revolución, era de 5 pies y 4 pulgadas los hombres y 5 pies 3 pulgadas las mujeres. El índice de desnutrición era del 91%.

Gutiérrez Boronat borró las leyes que conforman la guerra económica, comercial y financiera impuestas por Estados Unidos desde hace 65, que solo persiguen estrangular la economía y asfixiar al pueblo, unido a la inclusión de Cuba en la lista de países patrocinadores del terrorismo, la que aplica más medidas represivas para causar hambre.

Tampoco habla en su artículo sobre las acciones terroristas que la CIA ejecutó a lo largo de estos 65 años, como si las mismas no atacaban directamente al corazón de la economía de la Isla.

Un documento preparado por la CIA el 8 de junio de 1963, para el Grupo permanente del Consejo Nacional de Seguridad, expone sin tapujos los objetivos a alcanzar:

Solamente después que los efectos de la represalia económica y de las acciones de sabotaje, se sientan profundamente en la población y en los grupos de élite, puede uno esperar convertir la desafección en las fuerzas armadas y otros centros de poder del régimen, en revueltas activas contra el séquito Castro-comunista” […] “Para un impacto máximo en la economía cubana, este esfuerzo debe ser coordinado con las operaciones de sabotaje. Nosotros proponemos continuar e intensificar las operaciones de represalias económicas, las cuales serían grandemente mejoradas por un comité Interagencias, con un estatuto que las capacite para demandar de las agencias miembros una rápida acción”.

Antes de 1959, según la Agrupación Católica Universitaria, el 14 % de los campesinos entrevistados padecía o había padecido de tuberculosis. El país solo contaba con 98 hospitales ubicados en las capitales de provincias y uno solo era rural.

Lo que no soportan los yanquis y sus mercenarios es que la Revolución, el mismo año 1959, aprobó una ley para prohibir la mendicidad infantil (limpiabotas, vendedores ambulantes, limosneros).

Para eso, se crearon inicialmente 3 mil escuelas y los 69 cuarteles se convirtieron en centros escolares para recibir 40 mil niños. Se alfabetizó en solo un año a la casi totalidad de los cubanos. Estudiar hoy es un derecho de todos y totalmente gratuito hasta la Universidad.  La Revolución abrió centros de altos estudios en cada provincia del país.

Se creó el servicio médico rural y por eso todas las madres paren en un hospital y se eliminó la alta tasa de mortalidad infantil que antes de 1959 era de 60 por 1000 nacidos vivos. Solo en los primeros 10 años se construyeron 47 hospitales rurales y 56 dispensarios médicos, ampliados exponencialmente con la apertura del programa del médico de las familias en cada barrio, incluso en las montañas.

La cultura y el deporte llegaron a todos los cubanos, incluso el ballet, antes solo para la burguesía, es hoy tan popular como cualquiera de las manifestaciones artísticas. Se conformó el Instituto Cubano del Arte y la Industria Cinematográficos y la Universidad de las Artes. En cada municipio de la Isla existe una casa de la cultura. El deporte alcanzó lugares cimeros del primer mundo, hoy afectado por el robo de talentos, el tráfico de personas y la escasez de recursos que impone la guerra económica.

La lectura se introdujo para formar un hábito en la población, cuando en marzo de 1959 fue creada la Imprenta Nacional y más tarde las Ferias Internacionales del Libro.

La escasez de alimentos que sufren hoy los cubanos no es culpa del comunismo, como quieren hacer ver los mercenarios al servicio del gobierno yanqui con el despliegue de su guerra psicológica, la estrategia plasmada en sus planes desclasificados afirma:

“…las operaciones de propaganda están calculadas para crear una atmósfera psicológica dentro de Cuba”.

¿Por qué Boronat no explica la persecución a las transacciones bancarias cubanas y las sanciones impuestas a los bancos extranjeros, empresas de seguro, proveedores de servicios submarinos en la industria de petróleo y gas, plataforma de reservas turísticas y compañías especializadas en la gestión de patrimonios, entre muchas más?

Lo que buscan es impedir la compra de las mercancías necesarias para el pueblo, claramente explicado por altos funcionarios yanquis al afirmar: “El Departamento del Tesoro está negando el acceso de Cuba a las divisas y estamos frenando el mal comportamiento del gobierno cubano mientras continuamos apoyando al sufrido pueblo de Cuba”.

Basta de engañar a la opinión pública y hacerse los buenos de la historia. Quién tenga dudas puede preguntarle a la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC), para que conozca a los verdaderos responsables de la actual situación económica de Cuba.

Vista larga la de José Martí cuando apuntó:

“Los pueblos de América son más libres y prósperos a medida que más se apartan de los Estados Unidos”

Artimañas y falsedades de Estados Unidos sobre Cuba.


Por Arthur González.

El gobierno de Estados Unidos mantiene el engaño y la mentira respecto a su política contra la Revolución cubana, con la pretensión de que el mundo crea que los problemas económicos que sufre el pueblo cubano, son causados por el sistema socialista y no por sus leyes criminales que aspiran a matar de hambre y enfermedades a los cubanos, para que culpen al gobierno y se lancen a las calles.

Esa estrategia la diseñaron desde los años iniciales del triunfo de Fidel Castro, a quien intentaron asesinar en infinidad de oportunidades, como tuvieron que admitir en 1975 cuando la CIA se vio obligada a informar ante el Congreso algunos de sus planes.

Desde el año 1960 los yanquis comenzaron a aprobar leyes para entorpecer el desarrollo económico de Cuba, a fin de provocar una rebelión interna y así justificar una intervención directa del ejército de Estados Unidos para “controlar” la situación del país.

Documentos oficiales aprobados en 1962 por el presidente J.F. Kennedy, recogen esos planes:

La sublevación necesita un movimiento de acción política fuertemente motivado y arraigado en Cuba, capaz de generar la rebelión, de dirigirla hacia el objetivo perseguido y de aprovecharse de su momento clímax para iniciar un levantamiento abierto. Se tomarán y se mantendrán ocupadas las áreas. En caso de ser necesario el movimiento popular pediría ayuda a los países libres del hemisferio occidental. De ser posible, Estados Unidos, en concierto con otras naciones del hemisferio occidental, brindaría apoyo abierto a la sublevación del pueblo cubano. Tal apoyo incluiría una fuerza militar, si fuera necesario”.      

¿Por qué no dicen una sola palabra de esto a la opinión pública mundial?

Estados Unidos trata de minimizar el efecto de sus leyes que conforman la guerra económica, comercial y financiera, como mecanismo para destruir el proceso revolucionario y desmontar el sistema socialista que tanto les molesta. Sin embargo, mantienen y refuerzan sus leyes con más sanciones para rendir a los cubanos por hambre e insatisfacciones, lo mismo que aplicaron con éxito en Europa oriental y a la URSS.

Ronald Reagan, al ganar las elecciones en 1980 organizó un programa denominado Democracia, el cual fue apoyado por los países de la OTAN y el Vaticano, e iniciaron sus acciones subversivas en Polonia, al crear, financiar y dirigir la contrarrevolución interna con la creación del Sindicato de Solidaridad.

Una vez derrotado el socialismo allí, siguieron con Checoslovaquia, Bulgaria y los demás países socialistas europeos hasta llegar a Berlín. Quedaban en pie la URSS y Cuba.

Contra la URSS trabajaron para afectar su economía, a la vez que realizaban influencia ideológica directa sobre el primer secretario del PCUS Mijail Gorbachov, quien años después de fragmentada la URSS, declaró con total desvergüenza al Diario Sovietskaya Rossia:

“El objetivo de mi vida fue aniquilar el comunismo, la dictadura insoportable sobre la gente. Mi esposa me apoyó plenamente. […] Logré encontrar compañeros de lucha en la realización de esos objetivos, entre ellos A.N. Yakovlev y E.A. Schevardnze, cuyo mérito en la tarea común fue sencillamente incalculable”.       

Informaciones aportadas por el presidente del Instituto de Responsabilidad Gubernamental de Estados Unidos, indican que, a principios de 1984 la CIA y el Pentágono, iniciaron un programa secreto de desinformación para entorpecer la economía soviética.

El blanco principal fue el núcleo de la economía soviética y su dependencia de la tecnología y el know-how occidentales. Ese amplio programa contemplaba información tecnológica alterada o fabricada, en el área civil y la militar. Utilizaron intermediarios para hacerle llegar a los técnicos soviéticos la información falsa o distorsionada, para inducir a los soviéticos a tomar decisiones tecnológicas equivocadas.

Según el experto, el programa de desinformación diseñado incrementó las ineficiencias y deficiencias de la economía soviética. Informes muy secretos obtenidos por la CIA, indicaban las vías por las cuales la Unión Soviética podía ser “exprimida”. Ante esas informaciones los servicios de inteligencia yanqui aseguraron que “Moscú era económicamente muy vulnerable y tenían que jugar con esas vulnerabilidades para quienes determinaban la política supieran dónde eran débiles los soviéticos, de manera que pudieran aprovecharlo”.

La CIA coordinaba la divulgación de datos técnicos incompletos o desorientados, mediante diferentes canales y varias compañías falsas creadas en el exterior. Vendieron a los funcionarios soviéticos, informaciones distorsionadas, una mezcla de verdad y ficción, incluidos proyectos para turbinas de gas, tecnologías para perforación de petróleo, chips de computadoras y compuestos químicos. El objetivo era reducir la captación de divisas.

Cuba, por su parte, recibió nuevas leyes e incluso fue incluida por primera vez en la lista de países patrocinadores del terrorismo, con el sueño de ver a su pueblo rendido.

Quienes le restan importancia a dicha lista, que fue nuevamente aplicada por Donald Trump poco antes de marcharse de la Casa Blanca, deben saber que las sanciones son las siguientes:

1-Prohibición de exportaciones y ventas de productos manufacturados, materias primas, tecnología o servicios, relacionados con armamentos.

2-Controles sobre exportaciones de entes multipropósitos (incluye tecnologías médicas).

3-Prohibición de ayuda económica.

4-Restricciones financieras y de otro tipo, incluido:

El veto estadounidense ante posibles créditos de instituciones como el Banco Mundial y otras instituciones financieras internacionales; denegación de créditos fiscales a personas naturales o corporaciones por ingresos obtenidos en países clasificados como promotores de terrorismo; denegación del tratamiento de “libre de impuesto” a productos exportados a Estados Unidos y la prohibición a todos los ciudadanos estadounidenses y entidades extranjeras, de involucrarse en transacciones financieras con Cuba, sin una licencia específica del Departamento de Tesoro.

En el año 2024, los yanquis aplican nuevas medidas para hacer estallar a la economía cubana, la que pasa por la crisis más fuerte de los 65 años de Revolución.

Ante este escenario, el subsecretario de Estado para Asuntos del hemisferio occidental, Brian Nichols, declaró en Madrid el 4 de abril del 2014: “Cuba está en un momento clave y la solución es la democracia”.

Ese viejo sueño lo plasmó la CIA en su estimado de inteligencia de agosto de 1993:

“…cuando las condiciones en Cuba se deterioren más, es probable que los incidentes violentos se extiendan por la creciente frustración de los cortes de electricidad, la falta de transporte y de alimentos…”

Ese es el plan de los yanquis para entrar con sus tropas, “a salvar al pueblo cubano”, como hicieron bajo el derecho que les dio la execrable Enmienda Platt.    

No le bastan 65 años de fracasos y sueños trasnochados, para insistir con más de lo mismo.

Los yanquis deberían tener presente a José Martí cuando expresó:

“Con la resolución indudable del pueblo de Cuba, es imposible la derrota”.