La negación plausible.


Por Arthur González.

Acostumbrados a mentir y manipular la opinión pública, el Presidente  Donald Trump y su jefe del Departamento de Estado, Mike Pompeo, negaron que Estados Unidos tuviera participación en la frustrada acción militar contra el gobierno constitucional de Venezuela, en días pasados.

A pesar de las contundentes pruebas mostradas y las declaraciones de los detenidos, entre ellos norteamericanos vinculados a la seguridad personal de Trump, ambos funcionarios se empeñan en negar su vinculación directa con la llamada Operación Gedeón.

Nada extraño en la conducta histórica de los yanquis, cuando se ven desenmascarados ante la opinión pública internacional.

¿Quién no recuerda aquel 15 de abril de 1961, cuando el representante de Estados Unidos ante la ONU, embajador Adlai Stevenson, negó rotundamente que aviones de su país hubieran bombardearon instalaciones militares cubanas esa mañana?

El canciller cubano Raúl Roa, denunció con vehemencia la acción terrorista, ante la sesión de emergencia del Comité Ejecutivo de la Asamblea General de la ONU y alertó que era el preludio de una invasión organizada por Estados Unidos.

Funcionarios del Departamento de Estado le habían entregado a su embajador, una foto trucada de un supuesto desertor cubano que piloteaba un B-26, con insignias de la fuerza aérea de Cuba, impactado por supuestos disparos de la artillería revolucionaria.

Más tarde, Adlai Stevenson declaró: “Esa fue la experiencia más humillante de mi vida política, me sentí deliberadamente manipulado por mi propio gobierno.

La verdad historia, ya conocida, es que los B-26 salieron de bases en Nicaragua aquel 15 de abril 1961, con pilotos pagados por la CIA.

Al amanecer del siguiente día, se producía la invasión mercenaria por Bahía de Cochinos, confirmándose las acusaciones de Cuba, a pesar de la negación plausible del embajador yanqui.

Los múltiples intentos de asesinato al líder cubano Fidel Castro, también fueron negados por Estados Unidos durante muchos años, a pesar de las continuadas denuncias de Cuba.

El 4 de enero de 1975, el presidente Gerald Ford estableció un panel especial (Blue Ribbon), para investigar acusaciones contra la CIA, por las denuncias de sus actividades de espionaje dentro de Estados Unidos, algo ilegal según su reglamento. Además, autorizó que la Comisión Rockefeller examinara el papel de la CIA en los planes de asesinatos a líderes extranjeros, entre ellos contra Fidel Castro.

Las mentiras de la CIA empezaron a desmoronarse y el 27 de enero de ese año, el Senado estableció la denominada Comisión Church, para investigar las operaciones a nivel nacional e internacional, incluidas las del FBI.

Como resultado, la CIA reconoció su participación en casi una decena de planes de asesinato contra Castro. Nadie fue enjuiciado por ese delito y los intentos para eliminarlo continuaron.

Esa ha sido y es la política de Estados Unidos en el mundo. Engañan y mienten para invadir a países que tienen gobernantes inadmisibles para ellos. Así invadieron Irak, acusándolo de poseer armas químicas que nunca encontraron, pero se apoderaron de su petróleo y principales industrias.

Durante esa invasión, asesinaron y torturaron a miles de personas justificando sus métodos, sin ser sancionados por la ONU, la OEA y la Unión Europea.

Otro tanto pasó antes en Afganistán, abriendo cárceles ilegales, donde se tortura, y los presos no tienen derecho a juicio ni visitas familiares. Libia es un espejo de esa metodología imperial, basada en las invenciones de la CIA.

Por eso no es de extrañar que, ante el fracaso de la intentona de invadir a Venezuela, secuestrar y asesinar al presidente Nicolás Maduro, y a pesar de las contundentes pruebas mostradas a la prensa mundial, el presidente Donald Trump, declarara el pasado 5 de mayo 2020:

“No tenemos nada que ver con las dos incursiones marítimas en Venezuela”.

En la acción mercenaria fallecieron ocho personas y fueron detenidos dos ciudadanos estadounidenses, los que han participado como parte del dispositivo de seguridad del presidente Trump, según filmaciones públicas exhibidas en Internet.

Idéntica conducta asumió Mike Pompeo, al afirmar ante la prensa:

“Estados Unidos no tuvo nada que ver con el incidente en Venezuela, si así fuera, hubiera sido diferente”.

Respuesta prepotente de quien ha recibido una derrota como nunca imaginaron, pues al parecer la CIA volvió a engañar al Gobierno asegurándole, como hicieron antes de la invasión por Bahía de Cochinos, “que el pueblo estaba deseoso de ver desembarcar a los marines yanquis para salvarlos del socialismo”.

Podrán negar y renegar su participación en la llamada Operación Gedeón, pero las declaraciones previas de ambos funcionarios, ponen en evidencias que Estados Unidos está implicado hasta el cuello, en el intento de derrocamiento del presidente Maduro, tal como sucedió antes con Cuba, pero la vida demostrará quien tiene la razón.

Ante situaciones similares expresó José Martí:

“Para todo hay en este mundo imbéciles y viles”.

 

 

El verdadero eje del mal.


Por Arthur González.

Manipulando la realidad del mundo en que vivimos, Estados Unidos y sus más allegados aliados, acusan a Cuba, Venezuela y Nicaragua de ser integrantes del eje del mal en América, cuando el verdadero y único eje maléfico y terrorista lo encabezan ellos.

¿Quién diseñó y ejecutó la Operación Cóndor en Latinoamérica, responsable del asesinato, desaparición y tortura de todos los que no respaldaban las políticas hegemónicas yanquis?

¿Quién llevó a cabo los golpes militares más sangrientos del siglo XX, para imponer a títeres que respondieran fielmente a los intereses de Estados Unidos?

La CIA y otras agencias de inteligencia del imperio yanqui. Chile, Argentina, Uruguay y Paraguay pusieron las mayores cifras de muertos y desaparecidos y Estados Unidos nunca ha pagado por esos crímenes.

¿Quién ha impulsado las guerras sangrientas en el mundo desde el siglo XX hasta la actualidad? Estados Unidos.

Vivos están en el recuerdo las atrocidades cometidas contra el valeroso pueblo de Vietnam, donde eran quemados vivos por el lanzamiento de bombas de Napalm, aldeas enteras de campesinos, además de sufrir el riego de productos químicos como el agente naranja, que aún mantienen las secuelas en los vietnamitas.

¿Quién invadió Afganistán e Irak bajo falsos pretextos, asesinando y saqueando riquezas arqueológicas de alto valor para la humanidad y apoderándose de sus recursos naturales? Estados Unidos.

¿Quién organizó la invasión a Libia y el asesinato del presidente Gadafi, con el único fin robarse sus ricos depósitos de petróleo? Estados Unidos con el apoyo de sus más cercanos aliados europeos.

¿Quién diseña y finanza las acciones subversivas y terroristas contra Cuba, Venezuela y Nicaragua para derrocar a gobiernos electos democráticamente? Estados Unidos que con toda desfachatez aprueba anualmente cientos de millones de dólares para alcanzar sus propósitos imperiales y dominar la región como si América Latina fuera de su propiedad.

La lista es infinita, pero lo peor son las nuevas armas que han probado contra Venezuela, en lo que puede ser el preludio de la próxima guerra, con el empleo de la cibernética como actor fundamental.

Los recientes ataques contra la Central Hidroeléctrica Simón Bolívar de Guri, en Venezuela, definen abiertamente la nueva característica que tendrán las próximas acciones de guerra que ejecute Estados Unidos, demostrando que son el único eje del mal del planeta.

Esos ataques cibernéticos al sistema eléctrico venezolano, puso en evidencia la falta de humanidad de los yanquis, que con tal de incrementar las penurias del pueblo para que se lance a las calles a rechazar al presidente Nicolás Maduro, dejó sin servicio eléctrico a hospitales, laboratorios de sangre, centros de producción alimentaria, bancos, escuelas y demás centros de servicios, sin importarle que pudieran morir cientos de personas.

Evidentemente sus especialistas cibernéticos se han concentrado para hackear los softwares de los principales centros de generación de electricidad, agua y las comunicaciones de todo tipo, incluidas la radio, televisión y prensa, con el propósito de paralizar todo un país, sin necesidad de destruir totalmente sus infraestructuras, aviso que hay que tomar en cuenta para evitar dichos ataques.

No por gusto el presidente Barack Obama aprobó sin miramientos la apertura de Internet en Cuba, dado que eso la conecta con el mundo a través de ellos, algo que apoyó Donald Trump durante sus discursos de campaña electoral en 2016, al afirmar:

Reclamamos una plataforma aérea para las transmisiones de Radio y TV Martí, y la promoción del acceso a Internet como herramienta tecnológica para fortalecer el movimiento pro democracia en Cuba.”

No hay que oponerse al empleo de Internet en la Isla, es solo estar consciente del riesgo que eso conlleva en las actuales y futuras circunstancias del país, para preparar a los miles de expertos cubanos en seguridad informática y evitar ser víctima de ataques similares como los acontecidos en Venezuela, pues Cuba al estar sometida a una criminal y creciente guerra económica, comercial y financiera, sufriría graves daños, no solucionables en corto tiempo.

Un artículo divulgado por la revista Forbes, alerta que los ataques cibernéticos como los ejecutados contra el sistema eléctrico en Venezuela, sería la nueva táctica ejecutada contra países donde se desea acelerar los conflictos internos y forzar un cambio de gobierno, al provocar graves daños a las infraestructuras y servicios críticos de la sociedad.

Esta nueva modalidad del terrorismo de estado empleado por Estados Unidos, demuestra fehacientemente quien es el verdadero miembro del llamado eje del mal, ese que no le importan ni los derechos humanos y menos aún la vida de las personas, con tal de alcanzar sus objetivos de destruir aquellos gobiernos que no se le subordinan y luchan por mantener su independencia y soberanía.

El asesor de Seguridad Nacional, el anciano maléfico John Bolton, afirmó en septiembre de 2018 durante una conferencia de prensa:

“Es muy importante el ciberespacio para la disuasión geopolítica y militar de los adversarios de Estados Unidos y con ese fin autorizamos operaciones cibernéticas ofensivas […] para demostrar que el costo de su participación en operaciones contra nosotros es más alto de lo que quieren soportar”.

Así piensan y actúan los yanquis, en los que jamás se puede confiar porque carecen de ética y respeto para el resto de los seres humanos.

Visionario fue José Martí cuando en noviembre de 1884 expresó:

“De Estados Unidos no espero nada, más que males”.

 

 

Washington mueve sus peones contra Cuba y Venezuela.


Por Arthur González.

Los yanquis desesperados ante la resistencia de los pueblos de Venezuela y Cuba, orienta a sus peones a fin de deformar la realidad y conformar matrices de opinión contra ambos procesos revolucionarios.

Un escenario donde salieron a relucir sus asalariados fue la Subcomisión de Derechos Humanos de la Eurocámara, reunida en la capital belga el pasado 3 de abril de 2019, donde una de las más viejas marionetas de la Estación local de la CIA en dicho conclave, la cubana nacionalizada española, Elena Larrinaga, proclamada representante del grupúsculo contrarrevolucionario Damas de Blanco en la península ibérica, expuso que “la situación en Cuba sigue igual, pese a la aprobación de la nueva Constitución”, la que calificó como una “operación de lavado de cara del régimen”.

Ese mismo concepto lo manejan contra Cuba, el senador yanqui Marco Rubio, miembro de la mafia terrorista anticubana, el ex director de la CIA y actual secretario de Estado, Mike Pompeo, y Elliott Abrams y John Bolton, prueba de las órdenes que recibe la asalariada nacida en La Habana.

Sus posiciones son bien conocidas en ese medio, entre ellas el apoyo que brinda a mercenarios como Guillermo Fariñas, Berta Soler y otros más, fabricados y pagados por Estados Unidos para sus campañas contra Cuba.

Las instrucciones que recibe Elena Larrinaga son precisas: entorpecer todo diálogo de la Unión Europea con la Habana y dificultar la colaboración económica.

Para intentarlo, ella propuso “no darle recursos al Gobierno cubano, porque no cree en los valores de la democracia”, por supuesto al estilo de los imperialistas, pues para ellos democracia es no tener programas sociales para el pueblo, abandonar a su suerte a los que carecen de recursos económicos para pagar seguros médicos, dejar sin viviendas a los que no pueden liquidar sus hipotecas, discriminar a las mujeres y a los negros, permitir la compra de armas de alto poder de fuego que causan la muerte de cientos de jóvenes en las escuelas, no enfrentar el consumo de drogas, estimular una industria pornográfica, incluso con niños y otras más que en Cuba socialista no existen.

Entre otros argumentos sin base alguna, la discípula de los yanquis acusó a Cuba de “haber detenido a 150 jóvenes detenidos que pretendían ingresar ilegalmente en la ilegal Base Naval de Estados Unidos en la provincia de Guantánamo”, según ella, por querer “escapar” de la Isla, acusación ridícula y desconocedora de las leyes internacionales que obligan a Cuba a no permitir la entrada ilegal en ese enclave militar.

El Gobierno cubano tiene que cuidar celosamente su frontera con esa Base yanqui, porque el 13 de marzo 1962 el entonces jefe de la Junta de jefes del Estado Mayor del ejército de Estados Unidos, General L. L. Lemnitzer, propuso al Secretario de Defensa un plan para justificar una invasión a Cuba con las tropas de su país y derrocar a la Revolución.

Entre las medidas de aquel plan estaba: “Organizar una serie de incidentes relacionados con la Base Naval en Guantánamo, de forma tal que diera la apariencia de haber sido realizados por fuerzas cubanas”.

Sin embargo, Larrinaga no hace la menor denuncia de los crímenes que ejecuta Estados Unidos en su frontera con México, entre ellos separar por la fuerza a los padres de sus hijos menores, el encarcelamiento de centenares de centroamericanos que buscan trabajo y huyen de la violencia y el hambre en sus países, por cierto, ninguno con sistema socialista.

Menos aún acusa al Gobierno español y al marroquí, por los abusos y la represión en la frontera con Melilla y Ceuta, donde miles de africanos abandonan sus países capitalistas y son apresados y salvajemente reprimidos.

Siguiendo la línea actual de Washington de arreciar la guerra económica contra el pueblo cubano, Elena Larrinaga, cuestionó fuertemente a las empresas extranjeras que trabajan en Cuba, con los mismos argumentos que emplea Marco Rubio y otros mafiosos de Miami, de que no trabajan por “empoderar al pueblo cubano”.

Para no dejar dudas de la misión que le encomendaron a la activista de la CIA, arremetió contra Venezuela siguiendo la misma cartilla que fabricaron los yanquis, de que “Cuba ha invadido a ese país por su propia supervivencia, ya que la inteligencia cubana controla la seguridad venezolana”.

Otra de las fichas de la CIA en la Subcomisión de Derechos Humanos de la Eurocámara, puestas al descubierto por la desesperación de lograr una condena a Cuba, es la eurodiputada liberal “independiente”, Teresa Giménez Barbat, quien reprodujo el mismo libreto que le entregaron a Larrinaga, apuntando que “Cuba continúa estando como estaba y en la Isla sigue habiendo un problema con el derecho a reunión y la libertad de expresión”.

También arremetió contra la izquierda española y al partido socialista por “tratar de silencia la intervención cubana en Venezuela” y recalcó que ofrece su apoyo al ya desfallecido grupúsculo Damas de Blanco.

Siguiendo el destape de los “amigos” de la embajada yanqui, habló el eurodiputado “socialista” portugués Francisco Assis, quien atacó a Cuba, calificando a su gobierno como “una dictadura”, condenando la inventada “falta de libertad y la miseria”, pero no denunció la guerra económica, comercial y financiera, impuesta por Estados Unidos para matar de hambre a los cubanos.

El diputado portugués debería leer un poco de la historia de Cuba, a fin de no hablar tantas sandeces. Bastaría con estudiarse un memorando de la CIA, ya desclasificado, donde se afirma:

“La actual política de los Estados Unidos respecto a Cuba tiene por objetivo aislarla del hemisferio occidental y del resto del mundo libre, y ejercer la mayor presión posible…para evitar la consolidación y estabilización del régimen Castro-Comunista. […] El programa de Acciones Encubiertas de la CIA ha sido diseñado para apoyar otras medidas gubernamentales, con el fin de incrementar e intensificar las presiones contra Castro […] Estas medidas han sido en buena parte responsables de las actuales dificultades económicas de Castro, pero pudieran adoptarse nuevas y eficaces medidas de Guerra Económica”.

Estos momentos son interesantes porque se revelan los colaboradores de la CIA y las orientaciones que reciben, quedando en evidencia sus fines, mientras Cuba continua su camino soberana e independiente.

Ante marionetas que estas José Martí expresó:

“La dignidad propia se levanta contra la falta de dignidad ajena”.

 

Quién tiene la culpa, el socialismo o el capitalismo.


Por Arthur González

Diariamente la prensa del llamado “mundo libre”, controlado por poderosas corporaciones, acusa al sistema socialista de ser responsable del empobrecimiento y poco desarrollo de aquellos países que lo adoptaron.

A todos, Estados Unidos les impone medidas para entorpecer el desarrollo de sus economías, como le hacen a Cuba desde hace 60 años, con el fin de que su modelo no sea imitado por otros, según afirmó el Council on Foreign Relation:

“La oposición de EE.UU. a la Revolución cubana y el apoyo a la democracia y al desarrollo en este hemisferio, lograron frustrar las ambiciones cubanas de expandir su modelo económico e influencia política”.

Al triunfar Hugo Chávez en Venezuela y destinar fondos para misiones sociales como la alfabetización, estudios de nivel medio y superior, cultura, deporte, construcción de viviendas y asistencia médica gratuita con el apoyo solidario de Cuba, Estado Unidos le impuso una guerra económica y financiera, con el propósito de impedirle su desarrollo y evitar que brindara petróleo a precios justos a otros países del área.

Recientemente Donald Trump firmó un grupo de medidas contra Nicaragua, para tratar ahogar su economía, y al igual que hacen con Cuba y Venezuela, sembrar el desencanto y el desaliento en su pueblo, para que culpe mediante campañas de prensa, al gobierno revolucionario de la escasez y limitaciones financieras.

Sin embargo, la realidad en muchos países que tienen gobiernos capitalistas, con políticas económicas neoliberales impuestas por el Fondo Monetario Internacional, es mucho peor que en los tres países denominados por Estados Unidos como el “eje del mal”.

Argentina con el gobierno de Kirchner y de Cristina, vivieron momentos luminosos, aunque no exentos de problemas, pero los beneficios sociales eran palpables. Al tomar el poder el actual presidente pro yanqui, Mauricio Macri, las medidas adoptadas han llevado a la clase trabajadora a una crisis económica increíble, lanzando a la calle a miles de personas que no tienen dinero para pagar la renta de una vivienda; despidos masivos y recortes sociales de todo tipo, volviendo a endeudar al país con préstamos del FMI.

Datos oficiales de la Universidad Católica Argentina, UCA, afirman que la pobreza urbana en Argentina subió más de cinco puntos en 2018, elevándose entre el tercer trimestre de 2017 y 2018 del 28,2% al 33,6%, y ahora uno de cada tres argentinos es pobre, a pesar de que Macri prometió trabajar por llevar a cero la pobreza.

Actualmente Argentina tiene 2,1 millones de nuevos pobres, sobre un total de 13,6 millones, en un país que nada tiene de socialista.

Un estudio culminado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), relativo al panorama laboral latinoamericano de 2018, reveló que jóvenes y mujeres son los más perjudicados laboralmente, pues uno de cada cinco jóvenes de 15 a 24 años de la región, -que son el 19,6%-, no encuentra trabajo, cifra que casi triplicaba a la tasa de desempleo entre los mayores de 25 años (6,3%).

Dicha investigación expone que el porciento de desocupación juvenil en la región se mantuvo en el 14% entre 2012 y 2014, disparándose en cinco puntos porcentuales desde entonces, en buena medida por la ralentización de muchas de las grandes economías capitalistas de América Latina y el Caribe.

En esto no tiene responsabilidad el sistema socialista, toda es del capitalismo salvaje que no ve al ser humano como el objetivo principal del desarrollo, ni se preocupa por ejecutar programas sociales como los aplicados por Cuba y Venezuela, a pesar de la cruel guerra económica y financiera impuesta por Washington, unido a las acciones de subversión política ideológica, diseñadas por la CIA.

A diferencia de la economía socialista cubana, el resto de los países latinoamericanos con un sistema capitalista como paradigma del “desarrollo y la abundancia”, en 2018 una de cada diez mujeres no encontró trabajo, tasa mayor a la de los hombres en el mismo período (10% frente al 7,5%). La participación laboral femenina es igualmente menor: más de 20 puntos porcentuales por debajo de la de los hombres.

Tal situación no sucede en la Cuba socialista demonizada por la propaganda yanqui, quienes ocultan que las mujeres cubanas gozan de los mismos derechos que los hombres, con leyes que les aseguran sus derechos, como el de proteger su reproducción y sexualidad, la planificación familiar, salud, educación, seguridad, asistencia social, vivienda, empleo e igualdad de salarios, superación técnica y cultural, capacitación laboral y aprendizaje, más la posibilidad de acceder a todos los cargos del Estado, sin ningún tipo de discriminación.

Por su parte, la economía capitalista argentina exhibe un aumento de la indigencia de 0,4%, afectando a 2,47 millones de personas, que no ganan ni para comprar sus alimentos.

El informe de la UCA expone que los jóvenes sufren más la pobreza y casi el 52% de los menores de 17 años están por debajo del umbral de pobreza, siendo Buenos Aires la zona más golpeada del país, con un 43,4% de pobres.

¿Por qué la prensa yanqui y europea no denuncian esa realidad del capitalismo, como le hacen a Venezuela y a Cuba?

El capitalismo en Europa también hace de las suyas, siendo España un vivo ejemplo, donde se ha producido una fuerte emigración de jóvenes ante la crisis iniciada en 2010, no precisamente por “huir del comunismo”, sino del capitalismo que no les ofrecía oportunidades de desarrollo ni seguridad social para subsistir, cuando la tasa de paro juvenil en el país superaba el 40%.

En los últimos 10 años la población española en el exterior aumentó un 64%. Alemania y el Reino Unido, son los países a donde fueron a recalar los españoles, jóvenes en su mayoría, donde radica el 14% y el 27,7% de los emigrantes.

Otros países de la culta Europa, como Portugal y Grecia, también presentan escenarios similares a los de España en cuanto a la emigración, pero para ellos no hay Ley de Ajuste, porque dejan sus tierras para buscar mejoras económicas y no se politiza la emigración, como hace Estados Unidos contra Cuba y Venezuela.

Esa es la verdad que ocultan y tergiversan los yanquis, pero como dijo José Martí:

“La razón ha de entrar en lo que la razón ha de sostener”

 

Estados unidos utiliza sus peones contra Venezuela.


Por Arthur González.

Como si fuera una vuelta atrás en el tiempo, Estados Unidos aplica contra Venezuela las mismas políticas ejecutadas contra la Revolución cubana, en los primeros años del 60 del pasado siglo. Actualmente, al no encontrar la forma de derrotar al presidente Nicolás Maduro, dirigen a un grupo de países para intentar cercarlo.

Hace solo días, el actual canciller chileno, Roberto Ampuero, siguiendo los dictados de Washington, hizo declaraciones en las que calificó la situación en Venezuela como una “tragedia”, algo que forma parte de la campaña mediática creada para deformar la realidad y satanizar a Maduro.

Ese personaje, quien fuera militante comunista y se pasó de la noche a la mañana a la ultraderecha, tal y como hizo el secretario general de la OEA, Luis Almagro, intenta lograr consenso para que los países latinoamericanos rompan relaciones con Venezuela, copiando las acciones desarrolladas en 1962 contra Cuba, cuando Estados Unidos presionó fuertemente para que los integrantes de la OEA, rompieran relaciones y la expulsaran de esa organización regional, dirigida totalmente por el Departamento de Estado yanqui.

Al releer documentos del gobierno de Estados Unidos de esa época, ya desclasificados, se puede apreciar lo que le hicieron a Cuba, al afirmar:

El Departamento de Estado está concentrando sus esfuerzos en la Reunión de Ministros de Relaciones Exteriores de la OEA, la cual comenzará el 22 de enero 1962, esperando obtener amplio respaldo del Hemisferio Occidental para las resoluciones de la OEA que condenen a Cuba y la aíslen del resto del HemisferioName=n1070; HotwordStyle=BookDefault; . Se está considerando una resolución solidaria, mediante la cual OEA ofrezca alivio directo al angustiado pueblo cubano (similar a la de EE.UU. para Rusia, de 1919-20), como un medio para lograr la simpatía del pueblo cubano, sin tener que reconocer al gobierno comunista. La reunión de la OEA será apoyada por demostraciones públicas en América Latina, generadas por la CIA y las campañas psicológicas asistidas por USIA”.

“La mayor tarea para nuestra hábil diplomacia es alentar a los líderes latinoamericanos a desarrollar operaciones independientes similares a este Proyecto, buscando una rebelión interna del pueblo cubano contra el régimen comunista”.

El resultado obtenido fue el que Estados Unidos diseñó, excepto México que decidió no romper relaciones con la Isla, en un aparente acto de rebeldía contra el imperio yanqui.

Tristemente, hace algunos años documentos desclasificados permitieron conocer que, en verdad, todo fue un acto de sumisión del presidente mexicano Adolfo López Mateo, quien decidió colaborar en secreto con el gobierno de los Estados Unidos.

Contra Venezuela despliegan campañas de prensa muy negativas, idénticas a las fabricadas contra Cuba; estimulan la emigración, igual lo que hacen contra la Revolución cubana cuando aceptaron a asesinos, torturadores y ladrones del gobierno del dictador Fulgencio Batista, otorgándoles estatus de “refugiados políticos”, además de estimular las salidas ilegales que obligaron al presidente Lyndon Johnson, a firmar la llamada Ley de Ajuste Cubano en 1966.

Los actos callejeros, acciones terroristas y la creación de la oposición contrarrevolucionaria, también la copiaron de los planes anticubanos, pero ahora Estados Unidos cuenta, además de la CIA, con las organizaciones USAID y NED, encargadas de desarrollar programas subversivos más sofisticados, respaldados con presupuestos millonarios que aprueba el Congreso yanqui.

Al no poder derrocar en las urnas a Maduro y demás dirigentes que alcanzaron posiciones en la mayoría de los estados del país, ni consolidar una oposición respaldada por el pueblo venezolano, y ante la posibilidad casi segura de una nueva victoria electoral en el próximo año, cocinan una conjura para intentar nuevamente sacar del poder a ese presidente, elegido democráticamente.

Cuando surgen dirigentes políticos que no son del agrado de Washington, de inmediato germinan campañas de prensa y acciones de todo tipo para destituirlo. Ejemplos sobran en América Latina y los casos más recientes son los de Honduras, Paraguay y Brasil.

¿Por qué no se hizo lo mismo contra el golpe militar en Honduras, cuando sacaron al presidente de su residencia en ropa de dormir y lo trasladaron a la fuerza a México?

Estados Unidos organizó, financió y apoyó ese acto antidemocrático y violador de los derechos humanos. Congresistas yanquis de origen cubano viajaron a Tegucigalpa para respaldar a los golpistas.

En Paraguay suavizaron la acción con un golpe generado en el Congreso y aceptaron gustosamente su resultado.

A ningún país donde se violan constantemente los derechos humanos, como México, Guatemala, Honduras, Argentina y Chile, se le aplican medidas de guerra económica y financiera como hacen contra Cuba y Venezuela, con el objetivo de que el pueblo se canse de la carencia de productos de primera necesidad, pierda fe en el futuro de su proceso revolucionario, y caiga finalmente en brazos de los yanquis.

Contra Venezuela se ha sumado la Unión Europea, evidentemente presionada por su aliado más fuerte, Estados Unidos, ayudando a mantener parte de la guerra económica y financiera impuesta por los yanquis.

Lo contrario se ve ahora con lo sucedido en Francia, donde las revueltas callejeras han sido más grandes y violentas que las pagadas por la CIA en Venezuela. Sin embargo, no hay declaraciones del Departamento de Estado yanqui contra el presidente francés, ni campañas mediáticas exigiendo su destitución. El Parlamento Europeo no respalda ni premia a los líderes obreros que se exponen a las balas y gases lacrimógenos de los órganos represivos franceses.

El canciller chileno tampoco ha condenado la represión de la policía francesa, ni propone medidas sancionadoras, porque desde Washington no se lo han ordenado.

Emmanuel Macron no tiene apoyo en Francia, dirige con un 19 % de aceptación, muy diferente al respaldo que obtuvo Maduro en las elecciones, pero contra Macron no existen sanciones, al final es un político neoliberal que no toma medidas a favor del pueblo.

Exacto fue José Martí cuando escribió:

“La vergüenza se ha de poner de moda y fuera de moda la desvergüenza”.