Carnavales en Bruselas y Oslo.


Por Arthur González.

A los enemigos de Cuba parece que 60 años de mentiras, manipulaciones mediáticas y el gasto de millones de dólares no es suficiente y continúan dilapidándolo, pero sin conseguir el sueño de conformar una Isla infernal.

El nuevo carnaval, repleto de máscaras y payasos, se conformó el 18 de febrero 2020 en Bruselas, Bélgica, durante el debate en la Subcomisión de Derechos Humanos del Parlamento Europeo. El otro lo celebraron el mismo día, también con la participación elementos contrarrevolucionarios financiados por Estados Unidos, en Oslo, Noruega, en la llamada Cumbre de Ginebra por los Derechos Humanos y la Democracia, Freedom Fórum.

En Bélgica estuvo al frente del show la española Elena Larrinaga, quien recibe un fuerte financiamiento de la NED y la USAID, (CIA) para llevar a cabo acciones de prensa contra Cuba, a través del subvencionado y farsante Observatorio Cubano de Derechos Humanos, nada menos que con sede en Madrid, España.

Larrinaga sin encomiendas del verdadero pueblo cubano, habló a nombre de la fabricada “oposición cubana”, entiéndase contrarrevolución made in USA, de la idílica “Red Femenina de Cuba”, la cual no tiene validez alguna por no representar a las mujeres cubanas que se enfrentan diariamente a las penurias causadas por la guerra económica, comercial y financiera impuesta por Estados Unidos para quebrar la voluntad popular, desde hace 60 años.

¿Quién del valeroso y estoico pueblo cubano le ha solicitado a esa mercenaria española que hable en su nombre y mienta sobre una realidad que ella no vive?

Antes de hablar mal de Cuba debería interesarse por la situación que padecen los españoles, especialmente de los jóvenes que no tienen muchas oportunidades de empleo y desarrollo futuro.

¿Por qué si es tan “preocupada por los derechos humanos, no acusa al gobierno chileno de asesinar y atacar a miles de jóvenes, que muchos de ellos han perdido un ojo por los disparos de los carabineros?

¿Y que ha dicho esa asalariada por la violación de los derechos humanos de los cientos de líderes sociales colombianos que son asesinados a diario, sin que ninguna de las organizaciones construidas por Estados Unidos, hayan condenado esos crímenes?

¿Dónde está la preocupación de Elena Larrinaga, que se tragó la lengua ante las violaciones cometidas contra el pueblo boliviano durante y después del golpe militar que pisoteó la democracia constitucional en Bolivia, para imponer por la fuerza y con el apoyo total de la CIA, al actual gobierno al servicio de Estados Unidos?

¿Qué voz levantó la súbdita española, que tanto habla de las mujeres cubanas, para defender a las mujeres argentinas durante el gobierno de Mauricio Macri, que las lanzó a las calles con sus hijos y demás familiares, a dormir en los portales sin trabajo ni seguridad pública?

Hay que ser muy cínico para criticar los derechos sociales de la Cuba socialista, donde todos los niños, adolescentes y jóvenes estudian de forma gratuita, desde el prescolar hasta la universidad, al igual que reciben la atención médica, incluidos los tratamientos contra el cáncer, los trasplantes de órganos, las 13 vacunas desde que nacen, sin distinción de raza, estatus social, creencias políticas o religiosas.

¿Sabrá ella que, en Estados Unidos, los “campeones” de los derechos humanos, hay más de 42 millones de pobres y el triple de estadounidenses que no tienen dinero para pagar un seguro médico?

¿Será sorda y ciega la añeja española que ahora pretende en erigirse en defensora de los cubanos?

Por esas y mil razones más, el Parlamento Europeo no condena el sistema cubano, porque en Honduras, Guatemala, Colombia, Argentina, Brasil, Salvador, Panamá, Haití y muchos países de la región, no logran niveles de vida, seguridad, salud, escolaridad, cultura, igualdad y derecho de las mujeres como los alcanzados por Cuba después de 1959.

Una simple visión del campesinado cubano antes de 1959 y la actual, bastan para conocer los cambios radicales logrados con la Revolución, algo que tampoco mencionó en Oslo, la asalariada cubana Laritza Diversent, denominada directora de Cubalex, otro engendro creado y financiado con la pantalla de la NED y la USAID, según consta en su sitio en la Web.

¿Quién les paga los viajes a esas reuniones, los hoteles, la alimentación y el transporte desde Madrid y La Habana?

Adivinaron. Los yanquis que intentan presionar a la Unión Europea para que suspenda el Acuerdo de Diálogo y Cooperación entre La Habana y Bruselas, por considerarlo “muy flojo”, cuando es público y notorio que la actual administración de Donald Trump pretende suspenderlo y cortar la cooperación económica, como expresara recientemente Steven Mnuchin, secretario del Tesoro:

“Las nuevas sanciones impuestas a Cuba por Estados Unidos, incluyen medidas para evitar que Cuba tenga acceso a divisas”.

Esa criminal e inhumana política si viola los derechos de once millones de cubanos, que se ven obligados a resistir la escasez de alimentos, medicinas, insumos para la industrial, el gas licuado para cocinar, el petróleo para el transporte y la generación de electricidad unido a otras que hacen la vida del pueblo bien difícil, con la trasnochada ilusión que culpen al socialismo, cuando todos conocer perfectamente la política de guerra, comercial y financiera diseñada por la CIA desde los años iniciales de la Revolución, según consta en sus documentos desclasificados.

Todos esos planes están archivados en la biblioteca Kennedy, Archivos de Seguridad Nacional, Serie de reuniones y memorandos, Grupo Especial Ampliado, Operación Mongoose, 7/62 y en el Volumen X, Foreign Relations, Cuba 1961-1962 páginas 857-862.

El criterio espurio de Elena Larrinaga sobre las mujeres cubanas, basta para conformarle un expediente judicial por acusación falsa, al que se le puede sumar el invento mal sano de las supuestas “detenciones arbitrarias”, y tendría que presentar ante el tribunal las pruebas reales, no la propaganda que hacen quienes reciben sumas cuantiosas de una potencia extranjera, empeñada en destruir un proceso revolucionario que permitió que Cuba sea hoy una potencia médica, biotecnológica, académica, cultural y deportiva, siempre acompañadas de sus mujeres, como jamás ocurrió durante los 58 años que estuvo atada a los Estados Unidos.

Esos son los vende patrias al servicio del amo imperial y por lo que expresó José Martí:

“La dignidad propia se levanta contra la falta de dignidad ajena”.

La OEA al servicio de los Estados Unidos.


Por Arthur González.

Cuando Cuba calificó a la Organización de Estados Americanos, OEA, como un ministerio de colonias yanquis, lo hizo con las evidencias de que Estados Unidos manipulaba a su conveniencia las resoluciones que se aprobaban en dicho organismo, siempre para respaldar su injerencia en los asuntos internos de los países latinoamericanos.

Lo que el mundo observa hoy en la OEA es lo mismo que siempre hicieron, aunque hay que reconocer que en estos tiempos lo hacen de forma abierta y descarnada, de ahí que Washington respalde totalmente a Luis Almagro, viejo agente de la CIA desde los años 70, cuando lo reclutaron para conocer los planes políticos que se diseñaban en Uruguay, por parte de José Mujica.

Almagro fue elegido en 2015 como Secretario General, a partir de las presiones ejercidas por el Departamento de Estado yanqui, sobre los dos candidatos a ese cargo, el ex vicepresidente guatemalteco Eduardo Stein y el jurista peruano Diego García-Sayán, quienes retiraron sus candidaturas.

Lo que hace la OEA contra Venezuela en estos tiempos es copia de lo ejecutado contra Cuba desde 1960, cuando Washington desplegó una serie de medidas para ahogar a la naciente Revolución cubana, que mostraba su camino de independencia y soberanía, separada de la sumisión mostrada por anteriores gobiernos desde 1902.

Valiosos documentos oficiales yanquis, desclasificados y publicados, dan cuenta de cómo Estados Unidos maneja a su antojo a la OEA, algo que realmente asombra a los más incrédulos, por la forma tan dictatorial empleada para presionar a los países miembros.

Un informe redactado por Robert A. Stevenson, de la reunión presidida por el Secretario de Estado, el 27 de junio de 1960, para debatir las cuestiones relacionadas con el Programa de Presiones Económicas contra Cuba, ilustra lo antes expuesto.

Al presentar las posibles acciones para ahogar la economía de la naciente Revolución, Gordon Gray, Asistente especial del presidente Dwight Eisenhower para Asuntos de la Seguridad Nacional, preguntó si no había ninguna duda respecto a lo que pudiéramos decir ante la OEA en privado y lo que debíamos decir ahora en público.

Ante la inquietud del Secretario del Tesoro, Robert B. Anderson, si Roy Rubottom, Secretario Ayudante del Departamento de Estado, creía que el gobierno de Estados Unidos podría lograr el apoyo de la OEA a las medidas contra Cuba y al este decirle que no, el Secretario de Estado, John Foster Dulles, expresó: “Estamos de acuerdo en eso, porque el apoyo de la OEA no es seguro para realizar una operación conjunta contra Cuba”.

En ese sentido, el Secretario de Estado planteó:

“Si Estados Unidos lo solicita y no lo obtiene, la OEA volará más alto que un papalote”.

Por su parte el Secretario del Tesoro apuntó:

“En caso de fracasar, algunos de nuestros amigos en la OEA, no solo serán expulsados de sus cargos, sino que algunos serán eliminados como resultado de esa maniobra”

En 1962 después de derrotada la invasión mercenaria organizada por la CIA y financiada por el gobierno de Estados Unidos, el presidente J.F. Kennedy aprobó nuevas y más amplias medidas para derrocar a la Revolución, entre ellas algunas para justificar una invasión con las fuerzas regulares del ejército yanqui.

Dentro del conjunto de acciones diplomáticas se le asignó al Departamento de Estado, concentrar sus esfuerzos para actuar sobre los participantes en la Reunión de Ministros de Relaciones Exteriores de la OEA, que iniciaba sus trabajos el 22 de enero 1962, con el propósito de buscar el respaldo mayoritario a las resoluciones que se presentarían para condenar a Cuba y la aislarla del resto del Hemisferio.

En esas acciones se le asignó a la CIA y a la Agencia de Información de Estados Unidos, USIA, la tarea de organizar en los países de América Latina, demostraciones públicas en apoyo a las decisiones tomadas en la OEA y campañas psicológicas en los medios masivos de comunicación para darle un mayor respaldo y crear el clima necesario, con la finalidad de que las masas condenaran a la Revolución cubana.

Así mismo apuntaron:

“La mayor tarea para nuestra hábil diplomacia es alentar a los líderes latinoamericanos a desarrollar operaciones independientes similares a este Proyecto, buscando una rebelión interna del pueblo cubano contra el régimen comunista”.

Es lo mismo que hacen hoy contra la República Bolivariana de Venezuela, en complicidad de la Unión Europea y países serviles a Estados Unidos.

Nada ha cambiado desde esa época, porque la esencia de la política yanqui contra la Revolución radica en lo expresado en 1961 por el General Maxwell D. Taylor, en aquel entonces Presidente del Grupo de Estudios sobre Cuba, hasta junio de ese año, al analizar las causas de la derrota en Bahía de Cochinos:

“Tenemos la impresión general de que no puede haber convivencia a largo plazo con Fidel Castro como vecino. Su continuada presencia en la comunidad hemisférica, como un exponente peligrosamente efectivo del comunismo y el antinorteamericanismo, constituye una amenaza real capaz de derrocar, con el tiempo, a los gobiernos electos en una o más repúblicas de América Latina” …

“Es recomendable que la situación cubana se reevalúe a la luz de todos los factores actualmente conocidos y se proporcione una nueva guía para la acción política, militar, económica y propagandística contra Castro”.

A diferencia de esas posiciones, que no admiten reconocer y aceptar la soberanía de Cuba a solo 90 millas de sus costas, la expuso el 27 de enero de 1960 el entonces presidente de la República de Cuba, Osvaldo Dorticós Torrado, en nota de respuesta a declaraciones del presidente Eisenhower, cuando le explicó la posición cubana, la misma que se mantiene hasta nuestros días:

“Nuestro gobierno declara que, en el pleno ejercicio de su soberanía, no concebirá ni admitiría política de intervención alguna. Las diferencias de opinión que pueden existir entre ambos gobiernos, como sujetos a negociaciones diplomáticas, pueden resolverse, efectivamente, mediante tales negociaciones.

El gobierno de Cuba está en la mejor disposición para discutir tales reservas y con absoluta amplitud todas las diferencias, y declara expresamente, que entiende que no existen obstáculos de clase alguna que impidan la realización de esas negociaciones, a través de cualquiera de los medios e instrumentos tradicionales adecuados a ese fin, sobre la base del respeto mutuo y reciproco beneficio, con el gobierno y el pueblo de los Estados Unidos.

Desea el gobierno de Cuba mantener e incrementar las relaciones diplomáticas y económicas, que sobre esa base es indestructible la amistad tradicional de los pueblos cubanos y norteamericano”.

La vida demuestra que Estados Unidos persiste en su principio de no aceptar en Cuba un gobierno que no se arrodille ante ellos y por eso no hay arreglos, porque para el pueblo cubano, como dijo José Martí:

“La independencia es condición de esencia de la vida”

 

 

Regresan los golpes militares en América Latina.


Por Arthur González.

Desesperados por eliminar de raíz todo vestigio de nacionalismo, soberanía y desobediencia ante sus órdenes, Estados Unidos no ha tenido otra opción que desempolvar los golpes militares, para intentar imponerse a la fuerza sobre gobiernos que levantan las banderas de la libertad e independencia en Latinoamérica.

Ante el fracaso de su política contra Venezuela, aplicaron la vieja y sangrienta fórmula contra el presidente constitucional Hugo Chávez, para lo cual contaron con el apoyo inmediato de algunos países europeos que se declaran “democráticos”, pero el tiro le salió por la culata, al no tomar en cuenta al pueblo que respaldó a su presidente, hasta regresarlo al palacio.

La OEA, desprestigiada y fiel servidora de su amo, ni habló para condenar el golpe militar, como tampoco lo hizo cuando Juan El Títere Guaidó, junto a Leopoldo López, sirvieron de pantalla al nuevo golpe militar contra el presidente Nicolás Maduro, electo por el voto popular. La Unión Europea no reprobó la acción, al contrario, arreció sus sanciones contra Venezuela, como muestra evidente de su subordinación a Washington.

La puñalada a la democracia popular la dio el presidente de Ecuador, Lenin Moreno, al enfrentar al ejército con el pueblo con una brutalidad descomunal, para acallar los reclamos de quienes sufren las consecuencias de la aplicación de una economía neoliberal, por mandato del Fondo Monetario Internacional, ídem Estados Unidos.

Los hechos que viven hoy los chilenos son idénticos a los que ejecutó la dictadura militar de Augusto Pinochet, quien derrocó al presidente Salvador Allende, mediante una Operación de la CIA y el Departamento de Estado yanqui, para impedir que un presidente socialista imitara las acciones de soberanía nacional de Cuba.

Los cientos de miles de asesinados, desaparecidos y torturados por esa tiranía, nunca recibieron el repudio de la Casa Blanca, no hubo ruptura de relaciones, ni guerras económicas, comerciales y financieras contra Pinochet, vivió felizmente e impuso una constitución al deseo de Washington

Hoy, Sebastián Piñera goza del apoyo pleno de los yanquis y no hay una sola declaración de la Unión Europea, la Comisión de Derechos Humanos ONU ni de la OEA, en contra de sus asesinatos, cientos de detención arbitrarias, adolescentes y jóvenes heridos por las balas del ejército que reprime con saña a pacíficos chilenos que piden una vida mejor.

La alta jerarquía de la Iglesia Católica ecuatoriana y chilena se ha quedado muda, sin embargo, para acusar a Venezuela y exigir libertades en Cuba tiene incontinencia verbal.

Ahora lo sucedido contra el mandatario Evo Morales, demuestra lo que alertaba Ernesto Che Guevara, que “al imperialismo no se le puede dar ni un tantico así”.

Ellos no respetan soberanía nacional, ni libertad de pensamiento y menos democracia. La de ellos es sobre la base de represión y sangre para amedrentar a los pueblos.

La Operación desarrollada por la CIA y el Departamento de Estado, contra el presidente Evo Morales, estaba avisada. La oposición ecuatoriana estuvo asesorada desde el inicio del proceso eleccionario, por oficiales de la CIA, bajo manto diplomático, desde la misión estadounidense en La Paz. Oficiales de esa Agencia, con diferentes coberturas, campearon a sus anchas por Bolivia, como realizan en todo el mundo los No Official Cover, NOC, para no evidenciar a sus “diplomáticos”.  

La OEA se relamió los bigotes al ser designada por Evo Morales, para ejecutar la auditoría de las elecciones, algo que bien pudo asesorarle algún agente CIA reclutado dentro de su equipo de trabajo, pues se sabe perfectamente que Luis Almagro es uno de los cientos de colaboradores secretos, que poseen en Latinoamérica para penetrar los movimientos sociales, como le orientaron cuando trabajaba con José Mujica, ex miembro del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros.

Sabiendo que Evo ganaría las elecciones a pesar de la cruzada mediática desarrollada por la prensa y las redes sociales, debido a los avances económicos y sociales alcanzados durante los años de sus mandatos, comenzaron el golpe militar con las declaraciones públicas de sus contrincantes de derecha, de: “no reconoceremos los resultados”.

Los altos mandos militares, formados en academias yanquis, fueron reclutados uno a uno, mediante dinero y ofertas jugosas, lo mismo que hicieron antes del golpe militar de Pinochet.

El mecanismo de la Operación CIA estaba listo para ejecutar cada tarea aprobada en Washington, algo muy parecido a la Operación Mangosta contra la Revolución cubana, aprobada por el Grupo Especial Ampliado del Consejo de Seguridad, en febrero de 1962, la cual incluida actos provocativos para justificar una invasión con el ejército norteamericano.

Carlos Mesa Gispert, ex presidente de Bolivia y Francisco Camacho, líder del Comité Cívico de Santa Cruz, son las caras visibles del golpe militar, pero quien gobierna hoy en el país es el alto mando militar, quienes colocaron la banda presidencial a la senadora opositora Jeanine Áñez, a pesar de no ser aprobada por la mayoría del legislativo, pero sí el visto bueno de la CIA.

Así funciona la democracia que imponen los yanquis ante su impotencia de no poder derrocar los deseos del pueblo.

Una imagen bien definida, evidentemente contemplada en la Operación CIA en Bolivia, la dio Stanislaw Dowlaszewicz, Obispo Auxiliar de Santa Cruz de la Sierra, polaco, nombrado por el Papa San Juan Pablo II, quien en su homilía calificó el 12 de noviembre 2019, como “un día histórico para el país, por ser la resurrección de una nueva Bolivia”; y añadió:

Gracias por recuperar la democracia. Gracias Santa Cruz por pacificar a nuestra nación y a nuestra ciudad. Gracias por el sacrificio a lo largo de los paros y los bloqueos. Gracias a los policías y a las fuerzas armadas, y gracias a los jóvenes de Santa Cruz y Bolivia. Gracias por su testimonio, fortaleza y valentía y por su entrega, porque ustedes luchaban por su presente y futuro”.

Todo encaja y por eso el Secretario General de la OEA, Luis Almagro, en el contexto de la Sesión Especial del Consejo Permanente, solicitó a la Conferencia Episcopal Boliviana, “guiar el proceso de pacificación constitucional en Bolivia”.

Significativo resultó que Francisco Camacho, sin ser molestado por el ejército, ingresó al Palacio de Gobierno de La Paz y depositó una Biblia, pocos minutos antes del anuncio de dimisión de Evo.

Una vez culminada esas etapas de la Operación, Mike Pompeo, ex director de la CIA y secretario de Estado, declaró que, con el fin de restaurar la credibilidad del proceso electoral, “todos los funcionarios del Gobierno y los funcionarios de cualquier organización política implicada en las elecciones defectuosas del 20 de octubre, deben hacerse a un lado del proceso electoral”.

Vergüenza histórica para los que apoyan a los yanquis en este nuevo golpe militar que pisotea la voluntad de los pueblos y mancha de sangre inocente a Latinoamérica, sin recibir la justa condena de aquellos que levantan su voz contra gobiernos verdaderamente democráticos y luchadores por el bien de sus ciudadanos.

Por esa razón, José Martí expresó:

“Ya estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi país y por mi deber, puesto que lo entiendo y tengo ánimos con que realizarlo, de impedir a tiempo con la independencia de Cuba, que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América”.

 

Los pobres que no se mencionan.


Por Arthur González.

Mucho se escribe y divulga de la pobreza en el tercer mundo y si es para desprestigiar a gobiernos no aceptables para Estados Unidos es peor. Para difamar a Cuba y a Venezuela han creado páginas completas, con el único fin de que nadie se atreva a imitar sus acciones en favor del pueblo.

Las imágenes de ambos países que parecen en la prensa, incluida la digital, son solo ruinas y caos, incluso premian fotografías y videos musicales en los que artistas famosos toman con escenarios edificios en ruinas, como si eso fuera toda una ciudad o el país.

Sin embargo, en la vieja y culta Europa, o el poderoso y opulento Estados Unidos, hay barrios pobres y destruidos a los que las autoridades gubernamentales no les brindan apoyo, pero de eso no se habla, y millones de personas desconocen de su existencia. Allí no se filman videos, ni se publican fotos para revistas de moda y tampoco son visitados por artistas famosos.

A pocos kilómetros del centro de París, la llamada Ciudad Luz, vitrina de la moda, el lujo y exuberancia, existen suburbios donde la igualdad y la solidaridad, esa que tanto habla Francia, no existe. Son barrios que muchos residentes le llaman “La frontera entre dos mundos” o “Los barrios olvidados”.

Bobigny, es uno de esos municipios de París donde impera la pobreza y la marginalidad, porque el gobierno no se preocupa por cambiar la realidad que tanto reclaman los conocidos Chalecos Amarillos.

Otro es el llamado 93, departamento situado al norte de París, donde residen los franceses más pobres y desfavorecidos por el sistema capitalista que dice preocuparse de los “derechos humanos” del mundo.

Ese departamento, a solo minutos del centro de la zona más glamurosa de París, muestra la verdadera segregación racial y pobreza que sufren sus habitantes, los que no tienen empleos fijos, ni recursos para tomar un transporte público, porque solo con escribir en una planilla de solicitud de empleo la dirección de dicho lugar, no son aceptados.

La zona de Clichy Sous Bois, es otra muestra de la pobreza y ausencia de oportunidades en París, de la que nunca se publica en la prensa occidental, a pesar de que en el 2005 fue el eje central de fuertes protestas y revueltas que llamaron la atención de Europa.

Allí las condiciones de vida son sumamente difíciles, edificios de 10 plantas con elevadores rotos, problemas con el agua, paredes con falta de repello y suciedad por doquier. Todo eso en una nación que nunca ha sufrido una guerra económica, comercial y financiera, como la que padecen Cuba y Venezuela.

Actualmente 116 millones de personas en la Unión Europea viven en la pobreza, una cuarta parte de su población vive amenazada por la pobreza y corren grave riesgo de exclusión social.

En Europa subsisten trabajadores que, aunque tienen empleo, su salario no les alcanza para terminar el mes, pero la propaganda no los señala como hacen contra Cuba que su sistema garantiza la educación y salud gratuita, a todos los niveles, además de una canasta alimenticia básica a precios subsidiados por el Estado y que, aunque no es mucho, ya quisieran numerosos trabajadores del mundo poder contar con algo similar, que ayuda a la alimentación de la familia.

La Unión Europea, esa que tanto se “preocupa” por la situación de los derechos humanos en Cuba y Venezuela, posee casi el 10% de su población en riesgo de exclusión social, motivo que dio origen a la creación de la Red Europea de Lucha contra la Pobreza, con el objetivo de combatir los bajos salarios, contratos de trabajo inestables, dificultades para acceder a una vivienda decorosa y el permanente aumento de precios en los alimentos, los altos costos de la atención médica, medicamentos y el pago de la energía eléctrica.

En Francia, el 13,1% de la población corre riesgo de exclusión social por falta de ingresos suficientes para acceder a los servicios básicos.  Alemania el 15,1%; España el 19,6%; Italia el 18,7%; y el Reino Unido el 18,8%.

La prensa yanqui no se refiere a estos fenómenos, al contrario de la matriz de opinión que pretenden sembrar contra Cuba y Venezuela, culpando al sistema económico socialista de los problemas que hoy enfrentan, omitiendo que la guerra económica, comercial y financiera a la que están sometidas, es la mayor responsable de las penurias.

Hoy en el mundo se dice que viven 1000 millones de personas en la pobreza extrema, cifra muy conservadora cuando se constata la realidad de muchos países que la ocultan oficialmente.

No se hacen campañas de prensa por los millones de personas que residen en naciones con economía capitalista y en la llamada “democracia representativa”, que no pueden pagar las facturas mensuales, nunca disfrutan de al menos una semana de vacaciones al año, no tienen suficiente dinero para una comida decente cada dos días, ni logran comprarse un teléfono móvil, un televisor, una lavadora, o simplemente pagar la calefacción, a pesar del frio.

Ante esa realidad, que aplasta a cientos de millones de personas, los grupos de derechos humanos que están siempre a la caza de Venezuela y Cuba, callan.

Cuba, que muestra niveles superiores de salud, educación, integración social, racial, de género, brinda atención diferenciada a las personas de la tercera edad y a niños, especialmente a los discapacitados y los que carecen de amparo familiar, es condenada permanentemente mediante cruzadas mediáticas financiadas por Estados Unidos, que pretenden distorsionar su realidad.

Una prueba de ella es la desprestigiada Comisión Interamericana de Derechos Humanos financiada por Estados Unidos, que jamás ha denunciado los crímenes contra los líderes sociales en Latinoamérica, los asesinatos a los periodistas en México, las desapariciones y asesinatos en Honduras, Guatemala y el propio México, ni el desamparo de los desposeídos.

Ante esto, los pueblos del mundo denuncian la pobreza que sufren a causa de políticas neoliberales y apoyan a Cuba y Venezuela, porque como expresó José Martí:

“La verdad no es más que una”

 

 

Por qué presionan a la Unión Europea por sus relaciones con Cuba.


Por Arthur González.

Cada vez que la Unión Europea avanza de forma positiva hacia Cuba, a los yanquis se les inflama el hígado al ver como su política es desoída.

La llamada Posición Común, que lograron imponerle a los europeos en 1996 cuando tenían al frente de España a su más fiel lacayo, José María Aznar, fracasó y no pudieron ahogar económicamente a Cuba como soñaron.

Después de 20 años la Unión Europea tuvo que reconocerlo y acercarse a La Habana nuevamente para establecer programas de cooperación, como tienen con países de Latinoamérica donde la vida no vale nada, un periodista es asesinado cada 48 horas, líderes comunitarios, sindicalistas con posiciones de izquierda y hasta políticos son vilmente masacrados, sin que ninguna de las organizaciones de derechos humanos creadas contra Cuba, condenen y propongan sanciones contra sus gobiernos.

Colombia, Honduras, México, Brasil, Guatemala, Chile y otros más, son vivos ejemplos y la Unión Europea siempre ha mantenido relaciones, como si la vida en esos países fuese una panacea, a pesar de las huelgas y protestas callejeras reprimidas brutalmente por las fuerzas policiales, situación que no sucede en Cuba.

Sin embargo, el llamado Observatorio Cubano, con sede en Madrid y financiado con parte de los millones que anualmente aprueba el gobierno de Estados Unidos para el accionar subversivo contra Cuba, acusa constantemente a La Habana de “violar” los derechos humanos, exigiéndole a la Unión Europea que sostenga una postura más exigente con la Isla.

¿Cuándo ese Observatorio extraterritorial reclamará a la Unión Europea una actitud fuerte y condenatoria contra Francia por violar sistemáticamente los derechos de ese pueblo?

Desde hace meses cada semana se constatan las protestas populares en varias ciudades francesas, de los llamados chalecos amarillos, las que son salvajemente reprimidas por la policía, lanzándole gases lacrimógenos, chorros de agua fría, bastonazos a diestra y siniestra que dejan decenas de heridos, unido a las detenciones arbitrarias, pero nada de eso es criticado y menos aún sancionado.

Sin embargo, cuando en Cuba se detiene alguno de los asalariados de los yanquis por ejecutar actos provocativos orientados por sus patrones, de inmediato se forma la alharaca de aquellos que desde Miami y Madrid viven del cuento de ser “luchadores por los derechos humanos”.

Por suerte con la llegada de Internet, Facebook, Instagram y Twitter, las mentiras se esfuman al observar las imágenes que los mismos “opositores” colocan en la red, pues la supuesta represión no se ve por ninguna parte, las detenciones que hace la policía no tiene la violencia y brutalidad de las de otros países “democráticos” y “libres”.

La policía cubana no se disfraza con cascos, chalecos antibalas, escudos y cuando artefacto existe para reprimir. No hay en Cuba fuerzas antimotines, ni carros para atacar con potentes chorros de agua, ni gases y menos aún armas largas.

Las fotos de las detenciones son una muestra contundente de la diferencia entre el actuar de las fuerzas del orden interno cubano y las de otros países del mundo.

La misma Marcha Gay le demostró al mundo como fueron las detenciones de los provocadores, orientados días antes dentro de la misión diplomática de Estados Unidos en La Habana. Ante la resistencia ostensible, fueron cargados en brazos, ni arrastrados y menos golpeados con bastones como se observa a diario en el mundo, y a pesar de las campañas mediáticas, muchos de los que actuaron fueron los mismos constructores del lujoso hotel Paseo Prado, que se levanta al inicio de esa popular avenida habanera.

La táctica enemiga es reforzar la matriz de opinión de que en Cuba “aumentan las detenciones arbitrarias y actos represivos”, para continuar sus acusaciones falsas, algo que los millones de visitantes extranjeros que arriban anualmente a la Isla comprueban, regresando a sus países con el criterio de que Cuba es un lugar alegre y seguro para pasar unas excelentes vacaciones.

Las actuales presiones a la Unión Europea contra La Habana, están dadas en que próximamente se iniciará una nueva legislatura en la Unión Europea y los yanquis pretenden que el tema de los Derechos Humanos sea tratado para condenar a Cuba, Venezuela y Nicaragua, por ser los países que resisten las acciones de guerra económica, comercial y financiera de Estados Unidos, en su intento por estrangular sus economías, a fin de que sus ciudadanos se lancen a las calles a protestar.

Esa vieja aspiración no la han logrado en Cuba en 60 años, y en Venezuela y Nicaragua, el verdadero pueblo se mantiene al lado de sus máximos dirigentes, resistiendo los embates imperiales que han provocado más unidad en torno a sus procesos revolucionarios.

Por esas razones es importante recordar lo que sabiamente alertaba José Martí:

“Estos tiempos no son para acostarse con el pañuelo a la cabeza, sino con las armas como almohada”