Por Arthur González.
Michael G. Kozak, actual Secretario Adjunto de Estado interino para Asuntos del Hemisferio Occidental del Departamento de Estado, representa los más reaccionario de la política yanqui, especialmente para América Latina, por su participación en hechos que recoge la historia, como fue su visita al presidente de la República de Panamá, General Manuel Noriega, donde lo presionó y amenazó para que abandonara el país.
Kozak había participado en el equipo de negociación de Estados Unidos en los Tratados del Canal de Panamá, bajo las administraciones de Nixon, Ford y Carter, donde ganó en experiencias como “negociador” al mejor estilo yanqui, mediante el empleo del chantaje diplomático.
También fue enviado como “mediador” en el conflicto de Nicaragua, cuando Estados Unidos organizaba, armaba y financiada a la contrarrevolución para derrocar a la Revolución sandinista; a Haití previo a la invasión yanqui, a Egipto durante las reuniones para el Tratado de Paz con Israel, en la guerra civil libanesa y otros temas similares, por tanto, su pericia acumulada en defender los intereses imperiales es amplia.
Quizás esa fue la razón para su designación como Jefe de la Sección de Intereses de Estados Unidos en La Habana, entre 1996 y 1999, donde apoyó todas las acciones subversivas que diseña la CIA y el Departamento de Estado contra Cuba, entre ellas la orientación y el abastecimiento material y financiero a la contrarrevolución, pero en la Isla pudo comprobar las mentiras que sus jefes le expusieron durante su preparación para ese cargo.
La participación popular para recibir el Papa Juan Pablo II, le dio la verdadera magnitud que tenía la Revolución socialista, la educación del pueblo y del apoyo con el que contaba.
Así conoció a los llamados “disidentes” fabricados por su Gobierno y aquilató que sus únicas motivaciones son las de obtener dinero fácil, ganar avales de la Sección de Intereses y finalmente emigrar a Miami, pues carecen de programas políticos para una idílica Cuba post Castro y menos aún seguidores en el pueblo.
Especializado en los temas de Derechos Humanos a la manipulada visión yanqui, ahora pretende, desde su actual posición en el Departamento de Estado, transformar por arte de magia las salvajes y crueles represiones cometidas por los gobernantes de Ecuador, Chile, Bolivia y Colombia, al afirmar:
“A pesar de que Estados Unidos defiende el derecho de reunión, no podemos apoyar ciegamente la tiranía de las protestas callejeras violentas, en lugares donde existen vías democráticas legítimas para la expresión política”.
Sínicamente califica de violentas las protestas de los ciudadanos, cansados de la explotación que sufren por la aplicación de políticas neoliberales, impuestas por los ideólogos del capitalismo salvaje, como bien describió Juan Pablo II.
Sin embargo, no critica los abusos cometidos por las fuerzas militares que dejan sin visión a jóvenes inocentes, las detenciones violentas y arbitrarias de miles de personas golpeadas brutalmente, torturadas y ultrajadas al estilo nazi.
Con total desvergüenza asegura que: “Estados Unidos respeta el derecho de auto determinación democrática”, a la vez que desconocen las elecciones de Venezuela, fabricaron al títere Juan Guaidó, en un hecho insólito violatorio de las más elementales normas democráticas, y organizaron el golpe militar en Bolivia para eliminar al presidente nacionalista Evo Morales, desatando una represión militar semejante a las peores dictaduras de los años 70 del siglo XX, bendecidas por Washington.
En recientes diatribas aberrantes, Kozak afirmó: “Cuando actores autoritarios subvierten el Estado de derecho democrático para aferrarse al poder o al lucro ilegítimo, como comunidad, tenemos la obligación de unirnos a nuestros vecinos y apoyar a quienes responden a través de las instituciones constitucionales democráticas”.
Esa es la libertad y democracia imperial, que denomina de esa forma a los gobiernos que se arrodillan ante los yanquis y cumplen, sin protestar, todas sus órdenes, aunque estas afecten a millones de ciudadanos, como sucedió en Argentina con Macri y en Chile bajo el gobierno del agente CIA, Sebastián Piñera.
Si los pueblos eligen a un presidente no aceptado por la Casa Blanca, Estados Unidos inicia campañas acusatorias de fraude, como hicieron contra Venezuela y Bolivia, a la vez que organizaron el golpe militar en Bolivia, y que intentaron antes en Caracas.
En total deformación de la realidad para engañar a los norteamericanos, dijo con insolencia: “El pueblo boliviano y las instituciones se unieron en defensa de su constitución y en contra de esta captura de poder, y Morales abandonó su cargo y se fue de Bolivia”.
¿Pensará Michael Kozak que el mundo es el mismo de hace 20 años atrás? ¿No sabe que, con el uso de Internet, los pueblos ven con inmediatez lo que los diarios oficialistas ocultan por órdenes de las embajadas estadounidense?
El mundo observó con rabia como Evo Morales, fue despojado de la victoria electoral por los militares comprados con cientos de miles de dólares aportados por la CIA, desde la misión diplomática en La Paz, e incluso se sabe que el jefe golpista recibió como pago un millón de dólares y ahora viaja a Estados Unidos.
Esa es la “democracia” que el señor Kozak defiende, pero los pueblos que padecen la falta de empleos, bajos salarios, pensiones insuficientes, elevados costos de salud, educación, transporte, vivienda, alimentación y otros, han dicho basta y como dijo Che Guevara, han echado andar, y no hay represión que los detenga.
En Francia, miembro de la OTAN y aliado de Estados Unidos, los trabajadores protestan hace casi medio año, desafían los gases lacrimógenos, las balas de goma y los potentes chorros de agua fría, pero su gobernante nunca ha sido sancionado por los yanquis, porque según Kozak:
“La política exterior de los Estados Unidos consiste en trabajar con todos los líderes políticos que apoyan la democracia, el Estado de derecho y el respeto de los derechos humanos”.
Actualmente, Estados Unidos retoma su política de golpes militares, detenciones, secuestros y tortura, contra los que reclaman una vida mejor, tal y como ejecutaron en respaldo a la execrable y criminal Operación Cóndor, que tantas vidas costó sin que sancionaran ninguno de los gobiernos ejecutores.
Para esos no hay guerras económicas, comerciales y financieras como las aplicadas contra Cuba y Venezuela, por el contrario, hubo y hay total respaldo político y económico, sin que organismos internacionales como la OEA, el Parlamento Europeo y la Unión Europea denuncien sus crímenes e impongan sanciones.
Viejo zorro de la política injerencista yanqui, Kozak acumula vasta experiencia, de más de 10 años, en el distorsionado tema de los Derechos Humanos que defiende Estados Unidos a su conveniencia y antojo, pero hoy es otro el escenario mundial y especialmente en América Latina, por eso los pueblos se enfrentan al neoliberalismo, la desigualdad y el abuso cometido por gobiernos al servicio de Washington.
Kozak debería tener presente a José Martí cuando expresó:
“El que se sienta sobre los hombros del pueblo, de una sacudida de ese pueblo viene abajo”.