Por Arthur González.
Cuando el actual presidente de Estados Unidos abandone este mundo, no será aceptado en el reino del Señor por ser un pecador consuetudinario que incumple con los 10 mandamientos, y comete a diario los 7 pecados capitales. Por tanto, irá al infierno directo y sin escalas.
Su accionar contra el pueblo de Cuba, con la malsana pretensión de matarlo por hambre y enfermedades, a partir de incrementar la guerra económica, comercial y financiera iniciada por J.F. Kennedy, y sostenida por todos sus antecesores, es una prueba de sus pecados, unido a sus actos impuros, mentir de formar permanente para lograr sus objetivos hegemónicos, robar, tener deseos viciados y codiciar los bienes de otros países.
Por eso, el día del juicio final pagará por sus crímenes, porque como en cualquier restaurante, nadie se va sin pagar.
La conducta de Trump es totalmente pecadora, en él se unen la lujuria, la avaricia, la gula, la pereza, la ira, la envidia y la soberbia, algo puesto de manifiesto en las sanciones que desde 2017 impone al pueblo de Cuba, solo por no someterse a sus órdenes y mantener a todo costo, su independencia y soberanía.
De forma reiterada expresa que Estados Unidos se ha propuesto cortar toda entrada de divisas y de petróleo a la Isla para ahogar a los cubanos, so pretexto de ser “contra el gobierno”, pero realmente son los niños, las mujeres, ancianos y hombres quienes padecen los resultados de su criminal guerra económica.
Para satanizar a la Revolución, que en 61 años no han podido doblegar, vuelven a mentir con el invento de las “detenciones arbitrarias”, situación que no pueden comprobar ni siquiera con videos caseros, ni declaraciones de las iglesias, de los representantes de agencias de prensa extranjera, ni tampoco de los diplomáticos acreditados en La Habana.
En días recientes uno de los engendros fabricados y financiados por Washington para sus campañas anticubanas, el llamado “Observatorio Cubano de Derechos Humanos”, con sede oficial en Madrid, España, y un financiamiento anual de la Fundación Nacional para la Democracia (NED), de más de 125 mil dólares, sumado a otras cifras que reciben de la USAID, divulgó la falsa noticia de que en el 2019 hubo “3 mil 157 detenciones en Cuba”, algo que causa risa porque nadie las vio ni comprobó fílmicamente, a diferencia de lo que ocurre en Ecuador, Bolivia, Chile, Colombia e incluso en Estados Unidos, que a pesar de los videos mostrando las brutales golpizas, las detenciones y la persecución implacable contra el pueblo, no condenan a esos gobiernos por ser lacayos de los yanquis.
Para que nadie se deje engañar de quien está detrás de las campañas del Observatorio Cubano de Derechos Humanos, para infestar a la opinión pública mundial, basta recordar que la NED inició sus funciones a principios de 1984, como una Organización “No Gubernamental”, cuya misión es “asistir al desarrollo de las instituciones, procedimientos y valores democráticos en otros países, a través del apoyo financiero de proyectos dirigidos a expandir la libertad económica y política en estos.”
Falso argumento desmentido por Allen Weinstein, historiador y su primer presidente, quien declaró públicamente en 1991: “Mucho de lo que hoy hacemos, ya lo hacía la CIA hace 25 años de manera encubierta”.
A Cuba pretenden demonizarla con campañas de prensa pagadas por Estados Unidos, mientras a los gobiernos que sí detienen y asesinan a líderes sociales para que no puedan ser una fuerza opositora real, como suceden en Colombia donde tropas paramilitares, solo en los 10 días primeros del 2020, asesinaron a 13 líderes sociales y defensores de derechos humanos, unidos al caso de un excombatiente de las FARC-EP.
El tema más relevante de violaciones de los derechos humanos y que no es sancionado ni criticado por Estados Unidos, ni por las organizaciones que atacan a Cuba, es el de Chile, donde se reportan mil 800 detenidos desde que se iniciaron las protestas populares, divulgadas por las redes sociales y televisoras no gubernamentales chilenas, en las que el mundo pudo comprobarlas; no como en el caso cubano que afirman detenciones inventadas para desprestigiar al sistema socialista.
Además de esas detenciones, se reportan denuncias de apresamientos irregulares por los carabineros, confirmándose el secuestro de un joven, obligado a subir a un vehículo sin placas, método ejecutado durante la dictadura de Augusto Pinochet.
Para esas acciones no hay cruzadas mediáticas, ni Observatorio de los Derechos Humanos financiados por Estados Unidos.
Los yanquis que se auto proclaman “campeones de los derechos humanos”, silencian las violaciones en sus cárceles, como fue recientemente denunciado por más de 30 hombres y mujeres quienes presentaron este mes de enero 2020, una demanda colectiva ante el Tribunal Superior del Condado de Merrimack, Nuevo Hampshire, por abusos físicos, sexuales y emocionales en un centro de detención de menores en ese estado norteamericano, durante las últimas tres décadas.
Sobre tal demanda la prensa yanqui hace silencio total, para que no se conozca que dos ex asesores violaban de forma reiterada a un adolescente en el Centro de Desarrollo Juvenil en Manchester, a finales de la década de 1990, donde otras 35 personas afirman haber sufrido abusos entre 1982 y 2014, cuando tenían entre 11 y 17 años, siendo los funcionarios agresores hombres y también mujeres.
Contra Cuba si hay cruzadas mediáticas permanentes desde 1959 cuando triunfó una Revolución, que no estaba dispuesta a seguir de rodillas ante el gobierno yanqui.
¿Por qué no se acusa al presidente de Chile por sus violaciones de los derechos humanos y la actuación criminal de los carabineros disparándole al pueblo, por lo que cientos los chilenos han perdido un ojo por las balas de goma disparadas con esa intención?
¿Sucede algo parecido en Cuba para que le fabriquen esas falsas detenciones?
Todos los contrarrevolucionarios pagados con parte de los 20 millones de dólares anuales que destina la Casa Blanca para el accionar subversivo contra la Revolución cubana, gozan de excelente salud y reciben la misma atención médica gratuita que la población que apoya el sistema socialista.
Estados Unidos y sus aliados podrán acusar lo que quieran, pero la realidad se impone, pues los cabecillas contrarrevolucionarios cubanos que reciben un salario mensual procedente de los Estados Unidos, viven tranquilamente, viajan al exterior para recibir preparación impartida por especialistas en temas subversivos, sin que ninguno sea detenido o sancionado por ser agentes de una potencia extranjera.
Si alguno de ellos, como el caso de José Daniel Ferrer, comete un delito común, entonces es juzgado y sancionado, tal y como establece el código penal vigente, sin importar los reclamos de quienes le pagan y dirigen desde los Estados Unidos.
Los cubanos tienen limpia la conciencia porque actúan con transparencia y humanidad. Allá Trump con su condena que tendrá que rendir cuentas por tantos muertos, heridos y hambrientos en sus guerras fratricidas contra pueblos inocentes, unido al robo de los recursos naturales de los países invadidos y las mentiras que dice cotidianamente, porque como aseguró José Martí:
“La culpa no es excusada ni por el mismo que de ella se aprovecha”