Nueva lista de países violadores de los Derechos Humanos.


Por Arthur González.

Estados Unidos se apropió el derecho de confeccionar listados de países que, para ellos, violan los derechos humanos, apoyan el terrorismo, limitan la libertad de prensa, pensamiento, religión y cuantas falsedades inventan, con tal de condenar a los que defienden su independencia y soberanía nacional, pero ya es hora que los pueblos del mundo hagan su lista, de quienes verdaderamente no respetan ningún derecho en este mundo.

Estados Unidos tiene que encabezar ese listado por ser el máximo violador y cometer tantos crímenes.

Señalaremos algunos como pruebas de sus permanentes y graves violaciones, por las que deberían ser juzgados por un tribunal internacional.

Entre los años 1932 y 1972, Estados Unidos ejecutó un conjunto de experimentos en la ciudad de Tuskegee, estado de Alabama, con 400 estadounidenses de raza negra, pobres, analfabetos y contagiados con sífilis, muchos de los cuales desconocían de su enfermedad.

La finalidad fue observar la progresión natural del padecimiento sin ser tratados. Ninguno fue informado de su diagnóstico y engañados, al decirles que tenían la sangre mala. Se les ofreció tratamiento médico gratuito, transporte a la clínica, comidas y un seguro para el sepelio, en caso de fallecimiento.

En 1997, la verdad sobre el macabro experimento fue reconocida por el presidente Bill Clinton, quien públicamente pidió disculpas a ocho supervivientes.

Ni Cuba, Venezuela, Irán o Siria realizan actos similares y son condenados por Estados Unidos.

Ensayos del mismo corte fueron realizados por médicos estadounidenses con ciudadanos de Guatemala, entre 1946 y 1948, infectados con sífilis y gonorrea, para verificar la efectividad de nuevos antibióticos.

En 2010, Hillary Clinton, entonces secretaria del Estado, se disculpó públicamente con el pueblo guatemalteco, pero esas violaciones no fueron condenadas por la OEA, el Parlamento Europeo ni la Comisión de Derechos Humanos de la ONU. Tampoco fueron sancionados con medidas económicas, como acostumbran a hacer los yanquis con otros países.

Una comisión presidencial conocida como Rockefeller Commission, dio a conocer en 1975, el Proyecto MK Ultra, programa secreto diseñado por la CIA para buscar métodos de control de la mente humana y mejorar sus capacidades de obtener información en personas resistentes a los interrogatorios, algo considerado por especialistas como “nuevos y eficaces métodos de tortura”.

En dicho Proyecto se emplearon señales eléctricas, drogas, sustancias psicotrópicas y mensajes subliminales, todo en violación de los derechos humanos.

La historia de los crímenes yanquis es amplia pero poco divulgada, después acusan a otros cuando realmente son ellos los máximos violadores.

Entre los años 1960 y 1970, científicos y religiosos estadounidenses, bajo la fachada del Instituto Lingüístico de Verano, creado por la CIA usando a la Fundación Rockefeller como supuesto financista, pusieron sus ojos en los yacimientos de petróleo de la Amazonía, en zonas de Brasil y Perú. Para deshacerse de las tribus nativas ocupantes de las tierras, propagaron diferentes virus, mediante el envenenamiento de las aguas, los alimentos y suministrándoles sábanas, frazadas y ropas infestadas con el virus de Viruela.

Como resultado del genocidio físico y biológico, en 1968 perecieron más del 50% de los nativos de la Amazonía brasileña, de esa forma las corporaciones yanquis accedieron a los yacimientos de petróleo, oro, diamantes y otros minerales raros. El conocido como Padre Smith, uno de los misioneros estadounidenses, escribió: “…Como los indígenas no querían abandonar sus ricas tierras, había que usar la fuerza”.

Parece ciencia ficción, pero todo es cierto. Esos son los yanquis que se auto titulan “paladines” de los derechos humanos.

La prestigiosa publicación Whiteout Press, aseguró que el gobierno estadounidense ha realizado experimentos secretos con armas biológicas, contra sus propios ciudadanos y uno de ellos fue en 1931, cuando el Rockefeller Institute for Medical Investigations, usó a norteamericanos como conejillos de Indias, infectándolos con células cancerosas.

El estadounidense Leonard Cole, autor del libro Clouds of Secrecy: The Army’s Germ Warfare Tests Over Population Areas, asegura que:

“Entre 1949 y 1969 fueron realizadas más de 239 pruebas de armas biológicas al aire libre en Washington, Nueva York, Key West y en otras ciudades estadounidenses”.

No fue hasta 1970 que los norteamericanos se enteraron que, por décadas, varias agencias y departamentos gubernamentales, en especial el Pentágono, los explotaron como animales de laboratorio.

En 1999 el libro “Anthrax: The Investigation of a Deadly Outbreak”, del autor Jeanne Guillemin, dio a conocer la ‘Operation Whitecoat’, realizada por el Pentágono entre 1954 y 1973, donde emplearon a ciegas a más de 2 mil 300 soldados, fieles de la Iglesia Adventista del Séptimo Día.

La Operación consistió en infectarlos con fiebre Q, fiebre amarilla, peste bubónica y encefalitis equina venezolana, para estudiar su evolución en seres humanos.

Cuba es víctima de actos similares e incluso con cientos de planes de asesinato a sus líderes y actos terroristas para afectar su economía, plasmados en documentos de la CIA y del Departamento de Estado, desclasificados y publicados, con más de mil muertos y cientos de mutilados, casi todos cubanos.

La fiebre porcina africana fue introducida en la Isla en 1971,desde Fort Gullick, base militar yanqui en el Canal de Panamá. Por ese motivo Cuba se vio obligada a sacrificar e incinerar 45 mil 706 cerdos, y procesar industrialmente 424 mil 848 cerdos en las zonas de peligro.

El Dengue Hemorrágico fue introducido en Cuba en 1981, a través del mosquito Aedes Aegyiptis, causándole la muerte a 158 cubanos, de ellos 101 niños, enfermándose 344 mil 205 personas. (The 1981 Cuba Dengue Epidemic, Covert Action, Summer 1982).

Esto sin contar guerras genocidas, torturas a detenidos y asesinatos a ciudadanos norteamericanos, especialmente de raza negra, como el reciente caso de George Floyd, asfixiado por el agente de policía Derek Chauvin, al aprisionarle el cuello con su rodilla, a pesar de estar en el suelo y esposado.

A lo antes expuesto, súmesele el mal trato a los inmigrantes, el espionaje y la persecución a ciudadanos por sus ideas, más las presiones a la prensa para que no publiquen informaciones que afecten la imagen de Estados Unidos, hechos suficientes para que ese país esté en el primer párrafo de cualquier informe o resolución condenatoria, por sus violaciones a los derechos de la humanidad. 

Los pueblos deben unirse para acusarlos, porque como dijo José Martí:

“Las cosas han de decirse descarnadamente para que resulten como son”.

¿Por qué tanto pánico mundial ante el Coronavirus?


Por Arthur González.

La salud es lo más preciado que tienen los seres humanos, sin ella no hay horizontes de felicidad, de ahí el cuidado para no perderla.

Hoy el mundo está en pánico por la aparición repentina en China del Coronavirus o Fiebre de Wuhan, lo que obligó al gigante asiático a tomar medidas extremas que afectan grandemente su economía, situación que favorece a Estados Unidos en su guerra sucia contra ese país, al que consideran su enemigo económico número uno.

Por eso el presidente Donald Trump le aplica medidas coercitivas, con el marcado propósito de que no sean superiores a la economía yanqui.

China para Estados Unidos es su principal enemigo estratégico en el escenario mundial, de ahí la sospecha de que sus laboratorios de armas biológicas pudieran estar detrás de dicho virus.

Si analizamos los datos del Coronavirus, su letalidad y difusión a nivel mundial, podemos constatar que es muchísimo menor que el Dengue con sus cinco serotipos y sin embargo las campañas sensacionalistas de los yanquis son muy diferentes a las desatadas por la llamada Fiebre de Wuhan, algo que huele a guerra psicológica.

Estadísticas oficiales de la Organización Mundial de la Salud aseguran que “El Dengue es la arbovirosis con mayor frecuencia e impacto en la salud pública del mundo”.

Hoy el 40% de la población mundial vive en zonas de riesgo al Dengue, y se detecta en más de 125 países, con cerca de 90 millones de enfermos sintomáticos y 20 mil muertes anuales, siendo las Américas la de mayor incidencia con 18 países, de los 30 del mundo que padecen esa pandemia.

Más de 13 millones de casos se registraron en los últimos años, pero no existen acciones de prensa similares a la desatada contra el Coronavirus en China, que, si bien puede causar la muerte, el Dengue, además del deceso del paciente, acarrea otras dolencias peligrosas como:

La disminución de las plaquetas; Hemorragias en orina, transvaginal, por la nariz y encías; Gastritis con dolor abdominal; Estreñimiento; Complicaciones renales; Complicaciones hepáticas; Inflamación del bazo; Náuseas, vómitos y diarreas; así como percepción distorsionada del sabor de los alimentos.

Ocasionalmente, puede afectar varios órganos y generar descenso del nivel de conciencia, atribuido a la encefalitis, o indirectamente como resultado de la afectación de otros órganos, y desórdenes neurológicos como el Síndrome de Guillain-Barré.

Entonces, ¿por qué no se ha creado similar pánico para evitar el traslado de personas procedentes de países de América latina y otros del mundo, donde el Dengue es endémico?

Hasta noviembre del 2019 se reportaron, solo en Latinoamérica, 3 millones 139 mil 335 casos de Dengue, con mil 538 defunciones, el mayor número registrado en las Américas.

En las primeras 5 semanas del 2020 se reportan 155 mil 343 casos, incluidas 28 defunciones.

Ante esta realidad no hay un tratamiento alarmista de la prensa como se ejecuta contra China, a pesar de que el Dengue también mata y produce daños altamente peligrosos para la salud humana, sumados a los que provocan el Zika y el Chikungunya, transmitidos por el mismo vector, el mosquito Aedes Aegyiptis, presente en casi todos los continentes.

Hasta la fecha, el Coronavirus ha infestado a 74 mil 576 personas en China, de ellas murieron 2 mil 118 y en otros países ocho personas, (dos en Hong Kong e Irán. Taiwán, Japón, Filipinas y Francia reportaron una muerte).

Sin embargo, el pasado 2019 la OPS reportó más de 3 millones de enfermos por Dengue en América Latina y de ellos mil 500 fallecidos, pero no se suspendieron los vuelos internacionales, visitas de turistas, hombres de negocios, artistas, ni se cancelaron eventos deportivos.

Colombia activó la alerta amarilla en la ciudad de Cali, debido a la cantidad de personas que llegan a sus hospitales diariamente, donde los muertos suman varias docenas.

México, Honduras, Bolivia, Brasil, Guatemala, Salvador, Panamá, Costa Rica, Belice, Nicaragua, Venezuela, Paraguay, República Dominicana, Haití, Perú, Estados Unidos y las islas del Caribe, reportan miles de casos, y centenares de muertes, pero no se conforma el pánico sobre dimensionado que hacen hoy contra China, donde, ante la campaña insidiosa y el pánico creado en el mundo, han cerrado temporalmente restaurantes y tiendas en los barrios chinos en países de Europa, con altas pérdidas económicas para sus propietarios de origen chino.

La fobia anti china es sembrada a diario por la prensa occidental como parte de ese fabricado rechazo, pero llama la atención que Estados Unidos no ha cerrado una sola instalación ni suspendido un evento internacional.

¿Por qué razones no existe la misma publicidad alarmista por el Dengue, si ese virus enferma y mata a más personas que el Coronavirus?

En lo que va de 2020, Paraguay y Honduras encabezan los brotes de Dengue. Paraguay declaró más de 20 mil infestados, incluido al presidente Maro Abdo Benítez. El 29 de enero pasado, la capital, Asunción, declaró emergencia ambiental y sanitaria por 90 días, pero el tratamiento mediático no habla de esa emergencia.

Brasil, en 2019 reportó 2 millones 241 mil 974 casos, el 70% del total de la región, pero no suspendieron los carnavales de Sao Pablo y Rio de Janeiro, en febrero 2020.

La OPS asegura que siete de cada diez habitantes de América Latina están expuestos al Dengue y la Organización Mundial de la Salud afirma que la mitad de la población mundial ahora está en riesgo de padecer Dengue”, pero no se ha sembrado el terror de visitar ninguno de los128 países donde ya es endémico y afecta a unos 96 millones de personas cada año.

No hay dudas, las evidencias exponen que la cruzada contra China es total, a pesar de los esfuerzos que realiza para enfrentar el Coronavirus, incluso con la construcción en tiempo récord de dos hospitales para aislar a los enfermos y evitar el contagio de la población, pero el pueblo chino saldrá adelante con su tesón y perseverancia, porque como aseguró José Martí:

“Un pueblo está hecho de hombres que resisten y hombres que empujan”.

 

 

 

Estados Unidos y las armas biológicas.


Por Arthur González.

Para quienes se declaren incrédulos ante las evidencias de que Estados Unidos puede ser responsable de la epidemia de la Neumonía de Wuhan o Coronavirus, con la malsana intensión de afectar la economía e imagen de China, es necesario exponerles algunos antecedentes sobre ese tema.

Según lo publicado por la revista estadounidense Whiteout Press, y otras, en 1931 el Rockefeller Institute for Medical Investigations, usó como “conejillos de laboratorio” a ciudadanos norteamericanos, al ser infectados con células cancerosas, sin ellos saberlo.

En la misma fecha, el Pentágono abrió un Centro de Guerra Biológica en Panamá para realizar trabajos de laboratorio con gérmenes patógenos.

La doble moral de los yanquis es tal que después de la Segunda Guerra Mundial, otorgaron total inmunidad a alemanes y japoneses especialistas en guerra biológica, incorporándolos en el centro ubicado en Fort Detrick, para estudiar y desarrollar armas biológicas.

A inicios de los años 50 del siglo XX, el Departamento de Defensa realizó pruebas al aire libre, utilizando bacterias y virus generadores de enfermedades.

En esa fecha un buque de guerra yanqui empleó una enorme manguera, para rociar el aire con la bacteria Serratia Marcescens, causante de Neumonía entre los habitantes de la zona costera de San Francisco, California, según alegó el estudioso Leonard Cole, en su libro “Clouds of Secrecy: The Army’s Germ Warfare Tests Over Population Areas”.

En dicho material se describe que entre 1949 y 1969, se ejecutaron más de 239 pruebas de armas biológicas al aire libre en Washington, Nueva York, Key West y otras ciudades densamente pobladas.

No fue hasta 1970, que los ciudadanos se enteraron que fueron utilizados como animales de laboratorio, en los experimentos realizados por varias agencias y departamentos gubernamentales, principalmente el Pentágono.

Al divulgarse la “Operation Whitecoat”, ejecutada entre 1954 y 1973, la población conoció los detalles de aquel estudio del Departamento de Defensa, donde utilizaron creyentes de la Iglesia Adventista del Séptimo Día y a más de 2 mil 300 soldados, quienes ignoraban que fueron infestados con la fiebre Q, la fiebre amarilla, peste bubónica, tularemia y encefalitis equina venezolana, todo documentado en el libro “Anthrax: The Investigation of a Deadly Outbreak”,(1999), del escritor Jeanne Guillemin.  

En los años 90 se probaron nuevos virus biológicos con prisioneros del Departamento Correccional de Texas, que posteriormente se usaron durante la invasión a Irak, acción relatada por el bioquímico estadounidense Garth L. Nicolson, en testimonio por escrito para el Congreso, donde afirmó: “Miles de veteranos norteamericanos de la Guerra del Golfo sufren de las consecuencias de haber estado expuestos a las armas radiológicas, químicas y biológicas”, (Written Testimony of Dr. Garth L. Nicolson, Committee on Veterans Affairs, United States House of Representatives, enero 2002).

Francis Boyle, profesor de derecho internacional de la Universidad de Illinois, afirma que el actual virus Zika, es un arma biológica patentada en 1947 por la Fundación Rockefeller.

Terroristas cubanos fueron entrenados por la CIA y el Pentágono en la base militar de Fort Gulick, en Panamá, para introducir en Cuba, en 1971, el virus de la Fiebre Porcina Africana.

El investigador William H. Schaap, asegura que el Dengue y otros arbovirus, son armas biológicas ideales.  El Dengue Hemorrágico es altamente incapacitante y lo trasmite el mosquito Aedes Aegyiptis, virus introducido en Cuba en 1981, publicado en “The 1981 Cuba Dengue Epidemic, Covert Action, Summer 1982”.

Se sabe que en 1981 biólogos militares norteamericanos realizaron pruebas con el Aedes Aegyiptis, en el laboratorio de Fort Detrick, Maryland, para introducir el Dengue Hemorrágico.

Ese laboratorio, denominado oficialmente “Instituto de Investigaciones Médicas en enfermedades infecciosas del Ejército de los Estados Unidos”, produce agentes biológicos como parte de las investigaciones de “armas de defensa”.

Estados Unidos tiene un programa ofensivo de armas biológicas, aprobado en octubre de 1941 por el presidente Franklin Roosevelt y el Secretario de Guerra.

Para eso construyeron inicialmente una planta de producción en Terre Haute, Indiana, pero al no tener las condiciones de seguridad, fue trasladada en 1954 a Pine Bluff, Arkansas, que comenzó a producir agentes biológicos.

Hoy Fort Detrick es el centro de investigación y producción de armas biológicas antipersonales y contra los cultivos, para infestar objetivos seleccionados, mediante tanques de aspersión aérea, latas de aerosol, granadas, cohetes y bombas de racimo.

Posterior a la construcción de cuatro laboratorios biológicos del Pentágono en Georgia, ex república de la URRS, se detectó un brote de neumonía atípica en el país.

A respecto, la revista estadounidense Veterans Today (06-10-2013), publicó que el Pentágono invirtió 300 millones de dólares en un programa secreto de guerra biológica, en el Central Reference Laboratory, de Tiflis, Georgia, donde los militares yanquis controlan las vacunas para animales, reemplazando a los veterinarios.

En Georgia también opera el “Walter Reed US Army Medical Research Institute”, y en Kazajstán, otra ex república soviética, funcionan dos laboratorios biológicos del Pentágono.

Gerald Colby y Charlotte Dennet, describieron en su libro, “They Will Be Done. The Conquest of the Amazon: Nelson Rockefeller and Evangelism in the Age of Oil” (1996), de los experimentos yanquis de armas biológicas en Latinoamérica, empleando científicos y religiosos estadounidenses al servicio de Instituto Lingüístico de Verano (ISL), creado por la Fundación Rockefeller.

En los años 1960-1970 la CIA asesinó a miembros de tribus nativas de la Amazonía, mediante la propagación de diferentes virus para apoderarse de sus tierras ricas en yacimientos de petróleo.

Las técnicas aplicadas en Brasil y Perú fue el envenenamiento del agua, la comida y regalarle a los nativos ropas, sábanas y frazadas, infectadas con el virus de la viruela.

Con ese crimen las corporaciones de Rockefeller obtuvieron el acceso al oro, petróleo, diamantes y metales raros, porque los indígenas se negaban a abandonar sus ricas tierras; el método empleado fue el “uso de la fuerza”, según escribió uno de los misioneros estadounidenses, conocido como “el padre Smith”.

Sobran elementos para señalar a los verdaderos responsables del Coronavirus y sus muertos, y como aseguró José Martí:

“Callar un crimen, es cometer otro”

 

 

 

 

 

 

 

La ignorancia de la Subsecretaria de Estado, Carrie Filipetti.


Por Arthur González.

Cuando se escucha a un alto funcionario de cualquier país del mundo, esperamos encontrar a una persona culta, preparada para el cargo que ocupa y sobre todo que no mienta.

Pero ese no es el caso de la joven Carrie Filipetti, nueva Subsecretaria de Estado adjunta para Cuba y Venezuela, en la Oficina de Asuntos del Hemisferio Occidental del Departamento de Estado, quien demostró una total ignorancia de los temas de la región latinoamericana, e incluso de la participación histórica de Estados Unidos en la región, durante una entrevista concedida a Radio y Tv Martí el pasado 16 de septiembre de 2019.

Las respuestas que ofreció pusieron en evidencia su falta de conocimientos, lo que pudiera estar basado en que es graduada de Estudios Religiosos, cursados en la Universidad de Virginia en 2011.

Su currículo carece de avales para ocupar una plaza tan importante dentro del Departamento de Estado y menos en momentos tan complejos como los que vive la zona.

Según ella, el régimen cubano tiene que rendir cuentas por el comportamiento que está perpetuando en el Hemisferio y en el desmantelamiento de la democracia en Venezuela”.

Repitiendo el mismo lenguaje de los halcones, Carrie Filipetti, aseguró: “desde que se instauró la Revolución, hemos visto cómo vienen minando continuamente las libertades fundamentales del pueblo cubano, y ahora, además de socavar las libertades de los cubanos, están exportando su dictadura a Venezuela, lo cual afecta a toda la región”.

Si no fuese por el cargo que ocupa, sus declaraciones causarían risa, pues la historia expone las atrocidades y violaciones de la libertad y los derechos humanos que los Estados Unidos ejecutan en Latinoamérica y en el resto del mundo.

¿Sabrá la joven funcionaria como vivían los cubanos antes de 1959, cuando Cuba era una neo colonia yanqui, con la mafia italo- norteamericana gobernando tras las mesas de juego, las drogas y la prostitución?

Si quiere trabajar adecuadamente debe leer un poco de historia en vez de temas religiosos, pues a partir de 1960 Estados Unidos engendró un poderoso y cruento accionar contra los países latinoamericanos, basado en Operaciones Encubiertas de la CIA.

En esa época, Estados Unidos impuso las dictaduras militares, diseñó y organizó golpes militares que ensangrentaron el hemisferio, llevando a cabo millares de detenciones extrajudiciales, torturas macabras, desapariciones de personas y el asesinato de todos los que resultaban contrarios a sus posiciones ideológicas.

Fueron miles los que se vieron obligados a emigrar para salvar la vida, porque los asesinatos y desapariciones eran cotidianos, bajo el asesoramiento de militares yanquis formados en la Escuela de las Américas, ubicada en la zona del Canal de Panamá.

La joven y mal preparada en historia, Carrie Filipetti, debería leerse algunos de los programas de la CIA contra Cuba, para que conociera realmente quien pretendió socavar la libertad de los cubanos y quién es el que tendrá que responder por sus crímenes, que no es precisamente el gobierno revolucionario, sino los propios gobernantes yanquis.

La política de terrorismo de Estado ejecutada por Estados Unidos contra el pueblo cubano, según sus propios planes subversivos hoy desclasificados, han causado desde 1959 hasta la actualidad, 3 mil 478 muertos e incapacitado de por vida a 2 mil 99 personas, entre ellos hay 120 niños muertos, a lo que debe sumársele los 158 cubanos, de ellos 101 niños, que murieron durante la epidemia del Dengue Hemorrágico, introducida por primera vez en Cuba por agentes pagados por la CIA.

Por supuesto que la ignorancia de ella no le permite analizar esos datos y menos después de pasarse casi cinco años en Israel, donde se aniquilan miles de palestinos, entre ellos niños, mujeres y ancianos, lo que seguramente justifica.

Si desea trabajar como Subsecretaria de Estado para este continente, antes de blasfemar a Cuba sin elementos probatorios, es importante que conozca que fue la Operación Cóndor, responsable de la tortura y asesinato de miles de jóvenes latinoamericanos, por las que hasta la fecha su gobierno no ha sido sancionado.

Igualmente, debe saber que en 1964 el ejército yanqui reprimió salvajemente las manifestaciones de estudiantes panameños que reclamaban la soberanía de la zona del Canal. Ese mismo año Washington propició golpes militares en Brasil y Guyana, con un elevado saldo de muertos y heridos.

No fue el gobierno socialista cubano quien ensangrentó a esos países, sino Estados Unidos.

En 1965 cerca de 42 mil militares yanquis, apoyados por la OEA y efectivos del ejército de Brasil, invadieron a la República Dominicana, dejando miles de civiles muertos.

Al año siguiente, en 1966, la CIA organizó el golpe militar en Argentina, derrocando al presidente constitucional Arturo Illia.

Su ineptitud no le permite tener presente que en 1967 el gobierno norteamericano propició el golpe militar que depuso al presidente constitucional de Uruguay, imponiendo a un general al frente de ese país, sembrado muerte y violación de los derechos humanos.

¿Le habrán enseñado en la universidad de Virginia, donde ella estudió religión, que asesinar es un pecado insalvable?

Pues si no se lo dijeron, debe saber que la CIA organizó cientos de planes para asesinar a Fidel Castro, reconocido en 1975 ante el Comité Selecto del Senado yanqui, bajo la investigación efectuada por la Comisión Church.

En 1973 la CIA, por órdenes de la Casa Blanca, ejecutó un sanguinario golpe de Estado en Chile, para derrocar al presidente Salvador Allende, apresando injustificadamente a ciento de miles de ciudadanos, asesinándolos brutalmente e incluso al cantautor Víctor Jara, antes de matarlo le cortaron las dos manos.

La lista es demasiado larga, sin contar las intervenciones militares en Vietnam, Laos, Cambodia, Irak, Afganistán, Libia y Siria, más el apoyo a la UNITA en Angola y la invasión a Sudán, donde la estela de sangre y destrucción resulta incontable.

Cuba se presenta ante el mundo como víctima, porque es una verdad rotunda e incuestionable, y además de las acciones terroristas sufridas, plasmadas en documentos hoy desclasificados, también padece las criminales guerras económica, comercial, financiera y biológica, desencadenadas por Washington para matar de hambre a todo un pueblo.

Para atenuar su incultura política la Sra. Filipetti, podría leerse algunos documentos archivados en su Departamento, como el memorando de su antecesor Lester Mallory, de abril 1960, para que aprenda como Estados Unidos viola y pisotea todos los derechos de los cubanos, y así evitar hablar tantas mentiras, que la dejan muy mal parada ante miles de millones de latinoamericanos que sufren, en carne propia, las atrocidades que ejecutan los gobernantes yanquis.

Evidentemente el traje de Subsecretaria de Estado le queda muy grande y su breve paso por la Misión de los Estados Unidos ante las Naciones Unidas (USUN), cuando fue asesora principal de la embajadora de los Estados Unidos, Nikki R. Haley, no enriquecieron su bagaje en política internacional.

Quizás pudiera ser más efectiva en el Departamento de Bomberos Voluntarios de Silver Spring, donde se capacita para convertirse en bombero, pues evidentemente la historia ni política son su fuerte.

Genial fue José Martí cuando sentenció:

“La ignorancia es la garantía de los extravíos políticos”.

Los oráculos de la economía cubana.


Por Arthur González.

No hay dudas que nadar fuera del agua o boxear desde las gradas, es mucho más fácil que estar dentro de las problemáticas reales de la vida, y así pasa con aquellos “eruditos” que sueñan fórmulas para que Cuba salga de la crisis y auguran la caída del socialismo por “ineficiente”.

Cuba es un país del tercer mundo, no favorecida con grandes recursos naturales, pero además con una guerra económica, económica, financiera y biológica por 60 años, como no ha sufrido ningún otro país del mundo.

¿Se pueden analizar los resultados económicos de Cuba sin tener presente la persecución implacable sobre aquellos que pretenden invertir en la Isla o realizar alguna transacción financiera, como sí pueden hacer China y Vietnam?

Recientemente la empresa The Havana Consulting Group, afirmó que “Cuba vive una de las crisis más profundas de su historia”, a la vez que avizora que “el segundo año de mandato de Díaz-Canel, será peor”. Sin embargo, en su diatriba no dice una sola palabra de las recientes sanciones impuestas por la administración de Donald Trump, quien declaró públicamente que acabaría con el socialismo cubano y para eso todas las variantes serán aplicadas.

¿Qué estado del planeta puede mantener un sistema de educación y de salud gratuitas, seguridad social, la cultura, el deporte, su pequeña industria y los programas de investigación y producción científica, soportando tantas sanciones?

Resulta muy fácil proponer recetas que nunca serían viables por esas mismas sanciones impuestas por los yanquis, que desean a todo costo derrocar el socialismo y demostrar su inviabilidad para que nadie lo imite.

Para cualquier análisis objetivo y profesional, hay que tener en cuenta lo que realmente sucede desde que, en 1960, el subsecretario de Estado de Estados Unidos, Lester Mallory, expuso las bases de esa criminal guerra económica:

El único medio previsible que tenemos hoy para enajenar el apoyo interno a la Revolución es a través del desencanto y el desaliento, basado en la insatisfacción y las dificultades económicas. Debe utilizarse prontamente cualquier medio concebible para debilitar la vida económica de Cuba; negarle dinero y suministros para disminuir los salarios reales y monetarios, a fin de causar hambre, desesperación y el derrocamiento del gobierno”.

Esa propuesta tomó cuerpo el 18 de enero 1962, cuando el presidente J, F. Kennedy, amargado por la aplastante derrota del ejército mercenario que envió a invadir Cuba en abril de 1961, aprobó el Plan Mangosta para destruir a la Revolución mediante una guerra económica.

Dicho Plan, que no escatimó dinero ni esfuerzos, expone textualmente:

La acción política será apoyada por una guerra económica que induzca al régimen comunista a fracasar en su esfuerzo por satisfacer las necesidades del país y las operaciones psicológicas acrecentarán el resentimiento de la población contra el régimen…”  

Paralelamente, para darle validez legal a ese tenebroso plan, el 6 de febrero de 1962 firmó el decreto No. 3447, Resolución federal No.1085, bajo el nombre de: “Embargo sobre el comercio con Cuba”.

¿Olvidan los oráculos las medidas que bajo ese “embargo” se toman contra la económica de la Isla?

Todos los activos cubanos en Estados Unidos fueron robados, incluidas las cuentas bancarias de las que han repartidos dinero a cuantas reclamaciones se han hecho, incluidas las amorosas; ejemplos sobran.

En 1992, con su alucinación de ver caer el socialismo cubano tras la desaparición del europeo oriental, el Congreso aprobó la “Ley para la Democracia en Cuba”, conocida como Ley Torricelli, que incluye más sanciones económicas.

A esa le siguió en 1996 la “Ley para la Libertad y la Solidaridad Democrática cubanas, llamada Ley Libertad o Helms-Burton, de la que recientemente el presidente Trump, liberó la aplicación del Título III, con el fin de sancionar a los inversionistas extranjeros.

Nada de eso los súper analistas toman en cuenta en sus fórmulas mágicas para sacar adelante la economía cubana. Tampoco mencionan la guerra biológica ejecutada por Estados Unidos para afectar la agricultura y la salud animal y humana.

¿Acaso la introducción de la Fiebre Porcina Africana, por agentes de la CIA en 1971, no afectó a cientos de miles de cerdos destinados a la alimentación del pueblo?  Qué dicen los adivinadores del daño causado por el Carbón de la caña azúcar, la Roya de la caña, la Seudodermatosis nodular bovina, el New Castle desplegado en Cuba y contaminado con un virus de Bronquitis infecciosa preparado en laboratorios yanquis, provocando cuantiosas pérdidas en la producción de huevos y aves.

A eso súmenle la Sigatoka Negra que atacó los cultivos de plátanos, la Tristeza de los Cítricos, la Broca del Café, el Moho Azul del tabaco, el Thrips-Palmi-Karmy, y más recientemente el Caracol Africano, que acaba con todos los cultivos y puede trasmitir enfermedades graves al ser humano, que se unieron a las epidemias de Meningitis y el Dengue Hemorrágico, matando a cientos de personas entre ellas niños.

En su informe The Havana Consulting Group, dice que Cuba no aprovechó las oportunidades que brindó el presidente Barack Obama, pero omiten que ese mismo presidente es el que más persecución ha desatado contra la banca internacional, por atreverse a ejecutar alguna transacción financiera con Cuba.

Antes de decir tal barbaridad, deberían saber que Obama impuso multas a los bancos por un valor de 14 mil 404 millones 358 mil 605 dólares, además autorizar la más alta cantidad de dinero para subvertir a la Revolución desde adentro, con 160 millones de dólares.

Esa guerra abierta de los yanquis aspira a la ruina de la economía cubana, por eso el informe de marras dice que existe hoy una disminución de las exportaciones, déficit creciente de inversiones de capital extranjero, incumplimientos sostenidos de los pagos de la deuda externa y con los suministradores habituales, unido a la disminución de la cifra total de entrada de turistas al país, excluyendo las sanciones recientes de Trump para afectar el turismo, el corte de la entrada de los cruceros, una profunda modificación de las licencias de viajes a la Isla y la amenaza de aquellos que consuman productos elaborados por empresas cubanas, señaladas en una larga lista negra.

Los entendidos de The Havana Consulting Group deberían leerse algunos informes elaborados por la CIA, Agencia que no se pueden tildar de comunista, ni favorable a la Revolución, donde se afirma claramente:

“…el principal objetivo de los programas encubiertos de EEUU contra Castro, es completar el aislamiento económico, político y psicológico de Cuba…Estas medidas han sido en buena parte responsables de las actuales dificultades económicas, pero pudieran adoptarse nuevas y eficaces medidas de guerra económica”.

A otros con el cuento de la economía neoliberal, pues el ejemplo de Argentina, Brasil, Chile y Ecuador es suficiente para saber lo que le esperaría a Cuba si aplicase tales recetas.

Ante petulantes como esos que proponen cambios en Cuba, sin evaluar la política hostil de Estados Unidos, José Martí respondió:

“Una cosa es predicar y otra es poner por obra”