¿Hacia dónde van las relaciones entre EE.UU. y Cuba?


Por Arthur González.

banderas eeu y cubaDesde que se restablecieron las relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Cuba, rotas por los primeros al no soportar que la isla tomara un rumbo diferente al trazado por ellos desde 1898, Cuba ha demostrado sus intenciones de hacer todo lo posible por lograr un clima de trasparencia y respeto mutuo, pero Washington demuestra todo lo contrario.

La diplomacia cubana da ejemplo de alto nivel profesional en cada encuentro sostenido con sus homólogos estadounidenses, al soportar la prepotencia imperial que mientras declara que desean empezar una nueva etapa olvidando el pasado, defienden todas las acciones subversivas que desde hace 58 años ejecutan para intentar derrocar el proceso revolucionario.

Al acercarse al 2do aniversario del restablecimiento de esas relaciones, el balance deja un sabor muy amargo para los cubanos, pues el arma principal de Estados Unidos para hacer fracasar a la Revolución se mantiene inalterable.
Nos referimos a la guerra económica, diseñada por el Grupo Ampliado del Consejo Nacional de Seguridad y aprobada por el presidente J.F. Kennedy, el 18 de enero de 1962, para “impedir la satisfacción de las necesidades del pueblo por parte del régimen comunista, apoyada por una guerra psicológica que hará que el resentimiento de la población contra el gobierno sea cada día mayor”.

Los demás aspectos de la política anticubana están en idéntica situación, como es la Ley de Ajuste Cubano para manipular subversivamente el tema migratorio; la Ley Helms-Burton; el apoyo financiero y material a la fabricada oposición interna que cada año recibe parte de los 20 millones aprobados por el presidente Barack Obama para la subversión; la Radio y TV Martí, y la Base Naval en el territorio de Guantánamo, tema que Estados Unidos se niega a tratar en las conversaciones.

Los aspectos que han alcanzado algún paso hacia adelante no son medulares para las penurias que sufren a diario los cubanos, son más bien intereses yanquis y para dar algo a cambio de lo que ellos desean: empoderar al pueblo con sus valores y de esa forma desmontar el socialismo desde adentro, tal y como declaró en agosto del 2015 en Miami, la ahora aspirante a ser candidata a la presidencia Hillary Clinton.

El 14 de julio de los 2016 representantes del Gobierno cubano y de Estados Unidos efectuaron una nueva ronda de negociaciones sobre temas comerciales y financieros, algo que parece una suerte de prestidigitación, porque a pesar de que Obama anunció el levantamiento de la prohibición del uso del dólar por Cuba, en la práctica no se ha ejecutado.

En esta oportunidad la delegación norteamericana estuvo presidida por Mark Wells, coordinador de la Oficina de Asuntos Cubanos del Departamento de Estado, y la cubana por la viceministra de Comercio Exterior y la Inversión Extranjera, Ileana Núñez, el nivel más alto hasta la fecha representado por Cuba, lo que evidencia la voluntad de avanzar.

Sin embargo, mientras esto sucedía, el 13 de julio la Cámara de Representante de Estados Unidos aprobó nuevas sanciones contra Cuba que refuerzan la guerra económica, propuestas por los integrantes de la mafia anticubana que presiona y extorsiona a otros representantes para que voten a favor del aumento de presiones contra La Habana.

En medio de las nuevas relaciones diplomáticas fueron aprobadas un grupo de cláusulas, incluidas en el proyecto de Ley del Presupuesto de servicios financieros, para prohibir los viajes a Cuba en ciertos intercambios educativos; importar bienes confiscados por el Gobierno cubano, así como impedir que se ejecuten transacciones fi¬nancieras que involucren a militares cubanos, ya que actualmente el grupo económico de las fuerzas armadas revolucionaria, administra importantes hoteles en el país, casi todos los centros comerciales, el desarrollo del puerto del Mariel y otras instituciones económicas y financieras.

No conformes con estas nuevas penalidades, también aprobaron la prohibición de emplear fondos de Estados Unidos para la concesión de licencias de marca, nombre co¬mercial o denominación comercial que hayan sido confiscada por el Gobierno cubano, sin expreso consentimiento de Estados Unidos, en clara referencia a la marca Havana Club, entre otras.

Esas cláusulas sustituyeron las enmiendas propuestas, y retiradas posteriormente, por los congresistas Rick Crawford y Mark Sanford, que favorecían la eliminación de las restricciones a los viajes a Cuba y la venta de alimentos con mejores condiciones de pago.

Realmente la parte estadounidense deja sin margen alguno a la cubana para las futuras rondas de negociaciones, pues ante ese escenario alcanzar una normalización en las relaciones entre ambos países, resulta una quimera muy difícil de alcanzar, aunque el deseo del gobierno de Cuba sea el de mantener respeto y profesionalidad en sus conversaciones.

Una vez más la mafia anticubana demuestra el poder de presión que aún posee dentro del Congreso, respaldado por los sectores más reaccionarios dentro del Consejo de Seguridad Nacional, que opinan que ante la nueva crisis económica que vive Cuba, como resultado del Bloqueo y de las acciones de guerra a la que está sometida la República Bolivariana de Venezuela, no es el momento de ejecutar flexibilizaciones ni cambios en su política contra la Isla, al soñar con que los días de la Revolución están contados.

Esa falsa percepción los hace equivocarse durante 58 años, por no querer reconocer que la revolución cubana es auténtica y no fue impuesta por ejércitos extranjeros, pues como afirmara José Martí:

“La virtud de los revolucionarios se iguala a la posibilidad práctica de la Revolución”.

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