La política de Estados Unidos sin cambios

Por Arthur González.

Para lo dan loas a Barack Obama por el supuesto cambio en relación a Cuba y las “flexibilizaciones” aprobadas, el nuevo programa de Ayudas para Iniciativas de los Derechos Humanos en Cuba, publicado el 6 de enero del 2016, afirma que sus acciones subversivas son inamovibles.

Como un regalo de Reyes Magos, el Gobierno estadounidense hizo pública una nueva convocatoria para sus programas subversivos relacionados con el tema de los Derechos Humanos en la Isla, como si ellos no fuesen los principales violadores de esos derechos en el mundo.

El fin que persiguen tales programas es el de desmontar el sistema socialista desde adentro, y para eso buscan a supuestas Organizaciones No Gubernamentales que trabajen en la alineación de la llamada sociedad civil, entiéndase los grupos contrarrevolucionarios y personas no vinculadas laboralmente con el estado, así como algunas instituciones religiosas.

Para alcanzarlo utilizan el manido pretexto de que “Estados Unidos tiene interés en mejorar la gestión esos grupos, la planificación estratégica y la colaboración con grupos civiles locales como sindicatos, grupos de derechos civiles y políticos, así como promotores de la libertad religiosa”, para lo cual continúan gastándose el dinero a manos llenas, con tal de ver destruida a la Revolución socialista que tanto aborrecen.

Otro de los programas que se empeñan en llevar a cabo son los relacionadas con el acceso a programas informáticos, los que podrían ser fácilmente accesibles en una sociedad “abierta”.

Sin el menor sonrojo afirman que mantienen el interés de eliminar el socialismo mediante estos planes subversivos, mal disfrazados de programas de ayuda.

Hasta la fecha no se conoce que Cuba le haya solicitado a Estados Unidos que la ayude en tales “programas”, situación que reafirma la injerencia en los asuntos internos de la Isla.

Es seguro que la Casa Blanca no admitiría que La Habana desarrollara, en ningún estado de la Unión, programas similares pues los considerarían como “una exportación de la Revolución”.

Sería interesante saber cómo reaccionaría el Departamento de Estado, si organizaciones sociales cubanas prepararan programas para ayudar a los negros, mujeres, latinoamericanos residentes y a otras minorías étnicas, que sufren discriminación, mal trato, desempleo y no tienen acceso a los sistemas de salud y educación que tanto necesitan.

Washington no se decide a levantar la Guerra económica y psicológica que ejecuta desde hace más de 55 años contra Cuba, algo que, si beneficiaría a todo el pueblo y no solo a un grupúsculo, pero para la subversión no duda en aprobar presupuestos millonarios, con la esperanza de que la gente se lance a las calles cansada de tantas penurias económicas, la mayoría provocadas por esa injusta y criminal política.

El triunfo de la derecha en Argentina y Venezuela los tiene eufóricos y embriagados de tal manera que no les permite analizar que con los cubanos es todo distinto y aunque busquen una salida temporal a sus dificultades económicas viajando al exterior, ninguno apoya el Bloqueo y menos aún a sus asalariados de la Isla, ni a los de Miami.

En ese ambiente, sin el menor respeto para los cubanos y ausencia de ética profesional, continua el camino de las relaciones entre ambos países, pero la resistencia ante las adversidades impuestas por Estados Unidos, será la que decida el triunfo, pues como expresó José Martí:

“…el triunfo es de los que sacrifican”.