San Leopoldo


Por Arthur González

Todo hace indicar que los analistas de la CIA se han creído ciertamente que pueden seguir engañando al mundo con sus mentiras.

Un vivo ejemplo es la manipulación que ejecutan con Leopoldo López, contrarrevolucionarleoploodo lopezio venezolano entrenado por la CIA e incluso preparado en el instituto del polaco Lech Walesa, en técnicas para llevar a cabo desórdenes callejeros, bajo el principio que siguió en Polonia cuando encabezaba el llamado Sindicato de Solidaridad, junto a los asalariados cubanos Yoani Sánchez, la inculta y grosera Berta Soler, Antonio Enrique González-Rodiles y Eliecer Ávila.

De regreso a Caracas, Leopoldo inició acciones subversivas bajo el asesoramiento y control de los “diplomáticos” de la embajada yanqui, y el apoyo de los partidos de derecha venezolanos.


Actos terroristas contra instalaciones públicas y estatales se ejecutaron durante semanas en toda Venezuela, como fue el incendio a universidades, centros comerciales e incluso el edificio que ocupa la Fiscalía General de la República.
Ante esos hechos probados, el contrarrevolucionario fue sancionado y condenado a 13 años, 9 meses, 7 días y 12 horas de prisión, por los delitos de instigación pública, asociación para delinquir, daños a la propiedad e incendio, relacionados con los actos violentos instigados por él, el 12 de febrero del 2014.

Como si la impunidad estuviera diseñada para los “opositores” al servicio de Estados Unidos, la prensa pagada por la CIA y la derecha venezolana, intentan ejecutar una campaña internacional a favor de “San Leopoldo”, con el apoyo de algunos funcionarios de otros países, presionados desde Washington y Virginia.

Documentos desclasificados de la propia CIA, demuestran que similares campañas fueron desarrolladas contra la Revolución cubana, donde obligaron a países latinoamericanos a votar una resolución de la OEA hecha en Estados Unidos, algo que ahora repiten contra Venezuela.

La prueba de eso consta en el conocido Plan Mangosta de enero de 1962, el cual dice textualmente:

“El Departamento de Estado está concentrando sus esfuerzos en la Reunión de Ministros de Relaciones Exteriores de la OEA…, esperando obtener amplio respaldo del Hemisferio Occidental para las resoluciones que condenen a Cuba y la aíslen del resto del Hemisferio. […] La reunión será apoyada por demostraciones públicas en América Latina, generadas por la CIA y las campañas psicológicas asistidas por USIA”. “La mayor tarea para nuestra hábil diplomacia es alentar a los líderes latinoamericanos a desarrollar operaciones independientes similares a este Proyecto, buscando una rebelión interna del pueblo cubano contra el régimen comunista”.

El apoyo a la cruzada mediática a favor del sedicioso al servicio de la CIA, ponen al descubierto quienes se han dejado presionar y chantajear por el Departamento de Estado, entre ellos el expresidente del Gobierno español Felipe González, la vicepresidenta y canciller de Panamá, Isabel De Saint Malo, los Gobiernos de Chile, Perú, Costa Rica y Paraguay, quienes en varias formas y términos expresaron oficialmente su “preocupación” por la situación interna de Venezuela e instaron a que se respete el debido proceso jurídico.

La vicepresidenta y canciller de Panamá fue más lejos, al pedir que “se cree un entorno propicio para unas elecciones libres y transparentes”.

En México, la senadora Laura Rojas, presidenta de la Comisión de Relaciones Exteriores-Organismos Internacionales, solicitó al Gobierno que abandone su silencio respecto a Venezuela y añadió: “Ya basta del silencio cómplice, ya basta de una prudencia disfrazada de omisión, que es lo que ha caracterizado a este Gobierno mexicano desde el principio en relación a la violación sistemática de los derechos humanos en Venezuela”.

Gusto sería escuchar a dicha senadora hablar con la misma pasión para solucionar el caso de los 43 estudiantes desaparecidos en su país y los cientos de periodistas asesinados anualmente, por solo reflejar las violaciones a los derechos humanos allí.

Es lo mismo que le hicieron a Cuba en la OEA para aislarla, con el fin de causar hambre y desesperación en su pueblo, para provocar una rebelión interna que sería apoyada por el ejército norteamericano.

Sin embargo, ninguno de esos “preocupados” le exigen a Estados Unidos que extradite al asesino terrorista, Luis Posada Carriles, responsable de la voladura de un avión cubano, donde perecieron 73 personas el 6 de octubre de 1976, que se encuentra refugiado y protegido en Miami.

Menos aún le reclaman la libertad del portorriqueño Oscar López Rivera, preso desde hace 34 años en cárceles estadounidenses, acusado de sedición por el solo hecho de pensar de forma diferente.
Hay demasiada demagogia y subordinación a Estados Unidos por el dinero que prestan y también por la coincidencia ideológica de sus funcionarios, muchos de ellos graduados de Universidades yanquis donde pudieron haber sido reclutados por la CIA.

La vida se encargará de poner al descubierto la verdad, como ha sido en el caso cubano. Mientras Venezuela sigue orgullosa con su proyecto social de ayudar a los desposeídos.
No por gusto José Martí sentenció:

“…a Venezuela, como a toda nuestra América desinteresada, hemos de quererla y admirar sin límites, porque la sangre que dio por conquistar la libertad ha continuado dándola para conservarla!”.

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