Estados Unidos el torturador mayor

Arthur González

El empleo de métodos inhumanos de tortura es algo cotidiano utilizado por carceleros, policías, oficiales de los servicios de inteligencia y miembros del ejército estadounidense.

En los años 60 y 70 durante la criminal e injusta guerra contra Vietnam, fueron múltiples los casos de tortura ejecutados contra su valiente y aguerrido pueblo, lo que fue expuesto en varios documentales que se filmaron en ese época, en los que el mundo conoció de la brutalidad de las tortura.Serpientes para introducirlas por la vagina de las vietnamitas detenidas, la tristemente célebre picana eléctrica aplicada en los genitales de hombres y mujeres, la colocación en los pies de latas con corte de serrucho para que se le encajaran a los presos y muchos inventos más de terror que no lograron doblegar el estoicismo del pueblo de los anamitas, como los denominó José Martí en sus cuadernos de la Edad de Oro, fueron ejecutados por los norteamericanos.

Después llegaría la terrible “Operación Cóndor” de la CIA contra los movimientos revolucionarios en toda América del Sur, con torturas parecidas a las aplicadas en Vietnam pero con mayor crueldad, como fue la introducción de personas vivas dentro de tanques y arrojarlos al mar, lanzarlos desde aviones o helicópteros al vacío, sacarle las uñas y quemarlos en sus partes más sensibles.

Más tarde las invasiones a Panamá, Granada, República Dominicana, Haití y los casos recientes de Afganistán, Irak y en la cárcel de la base naval en Guantánamo, donde los intentos de ahogamiento, la amenaza con perros, la sodomía y la violación de hombres y mujeres por los soldados norteamericanos, eran y aún son hechos cotidianos.

Por esas prácticas criminales, funcionarios del Departamento de Estado asistieron este año a una sesión de declaraciones ante la Comisión contra la Tortura de las Naciones Unidas, donde reconocieron esos actos de salvajismo, similares a los practicados por la “Santa Inquisición”.

En días pasados el ex agente de la CIA John Kiriakou, condenado a prisión por sacar a la luz el programa de torturas bajo la presidencia de George W. Bush, declaró a la prensa que “La CIA no tortura por iniciativa propia, sino que es una política oficial de Estado”, lo cual fue publicado por la agencia británica Reuters.

Si cualquier país del mundo de los que no son del agrado de Estados Unidos, comete acciones de tortura semejantes, nadie dude la inmediata condena internacional.

La alta comisionada para los derechos humanos, el parlamento europeo, el Consejo de Seguridad de la ONU, la OEA y todos los mecanismos habidos y por haber se pronunciarían para condenar al criminal, algo bien opuesto al silencio que todas estas organizaciones hicieron, hacen y harán en el caso de Estados Unidos.

Así funciona este mundo lleno de hipocresía y servilismo hacia el amo imperial.

Es por eso que ante esta inacción contra el torturador mayor del mundo, tenemos que recordar una vez más a José Martí cuando dijo:

“Todo aquel que no mira por el derecho ajeno como el propio, merece perder el suyo”.