El que juega con candela…

Arthur Gónzalez.

Instigada por diplomáticos norteamericanos acreditados en la Habana, Rosa María Payá Acevedo, hija del contrarrevolucionario Oswaldo Payá Sardiñas, muerto en un accidente automovilístico junto a otro cubano, debido a la irresponsabilidad del español Ángel Carromero, dirigente de las juventudes del Partido Popular,  intenta crear una matriz de opinión internacional de que fueron las autoridades cubanas las responsables de esas muertes.

 Carromero fue juzgado por homicidio en Cuba y sancionado a 4 años de prisión pero por convenios vigentes entre Cuba y España fue enviado a Madrid para cumplir su condena, siendo puesto en libertad condicional casi de inmediato ante las fuertes presiones de la extrema derecha del Partido Popular, encabezada por Esperanza Aguirre, a pesar de su responsabilidad comprobada en la muerte de dos seres humanos.

 La presencia del español en Cuba respondía a tareas de su Partido en la que debía repartir financiamiento a elementos contrarrevolucionarios para acciones subversivas contra el gobierno revolucionario, actos sancionados por el código penal cubano y sin embargo no se le añadieron al delito de homicidio.

 El juicio contó con todas las garantías procesales y la presencia del embajador de España y el Cónsul General, además de la prensa extranjera acreditada, los que comprobaron la responsabilidad de Carromero por conducir a exceso de velocidad sin prestar la debida atención, algo por lo que fue sancionado en su país a la suspensión de su licencia de conducción en esa misma etapa.

 No conforme con las pruebas mostradas, la hija y la viuda de Payá solicitaron un visado norteamericano como refugiadas políticas, al exponer que la vida de la familia “corría graves peligros” en Cuba. Al igual que la inmensa mayoría de los apodados “disidentes”, la familia pretende residir definitivamente en los Estados Unidos y la única forma de lograrlo es haciéndose las “víctimas del comunismo”,  pretexto gastado pero que le ofrece la posibilidad a los yanquis y a la Mafia anticubana de Miami para continuar su propaganda anticubana.

 Rosa María  ha desafiado al gobierno español por este asunto, por lo que el Canciller José Manuel García Margallo, le recordó a ella y a Carromero que este tuvo toda las posibilidades de hacer una declaración respecto a su versión del hecho, sin embargo reconoció su culpabilidad no solo en el acto del juicio oral, sino dentro de la propia embajada española donde gozaba de total protección e incluso a su regreso a Madrid. Sin embargo pasados más de seis meses ya en España cambió su posición, algo que huele a presiones y por supuesto a dinero, al ser actualmente empleado público.

 La respuesta del Canciller ha sido bien enfática, si quieren reclamar que acudan a los tribunales, no a la prensa, esta no es la vía apropiada para resolver estos casos.

Rosa María acudió a sus protectores en busca de orientaciones y de inmediato el Departamento de Estado de los Estados Unidos respondió que apoyaba su propuesta de solicitar una investigación internacional, en contra incluso de la posición de España que si reconoce la limpieza del juicio en Cuba y las pruebas presentadas por los peritos.

 Ahora bien, si ella se siente con el derecho de acusar al gobierno cubano de ser causante de la muerte del padre, quien era empleado del Ministerio de Salud Pública a pesar su posición contrarrevolucionaria, las autoridades cubanas también pudieran acusarla a ella por Denuncia o Acusación falsa, delito recogido en el artículo 154 del Código Penal cubano, sancionado a privación de libertad de seis meses a dos años, o multas de doscientas a quinientas cuotas.

 Igualmente, se le pudiera aplicar el artículo 204 respecto a la Difamación de las Instituciones de la República, con un marco sancionador de privación de libertad de tres meses a un año o multa de hasta cien cuotas.

Por tanto, que no se sienta Rosa María y su madre Ofelia Acevedo con plena impunidad para acusar y difamar al Estado cubano, las Instituciones de Cuba también pueden ejercer su derecho y presentar sus acusaciones.

 Quien juega con candela se quema, sino que prueben.