El eco de Washington


Arthur González

Parlamento europeoNo por esperada deja de asombrar la aprobación de una resolución en el Parlamento Europeo condenando a la República Bolivariana de Venezuela, nada menos que por sancionar a los implicados en un golpe de estado preparado y financiado desde Estados Unidos.Nadie puede explicarse la actitud asumida por los señores que ocupan un escaño en el poder legislativo de la culta y democrática Europa, la cual transita en contra de los principios que ellos aseguran defender, posición que indica a todas luces quién es el que manda realmente en ese órgano: el gobierno norteamericano.

¿Cómo es posible que el Parlamento Europeo no se haya pronunciado condenando las acciones de terrorismo que ejecuta la oposición venezolana, financiada, entrenada y dirigida desde la embajada norteamericana en Caracas, que causante de muertos y cientos de heridos, más la destrucción de escuelas, universidades, centros comerciales y locales estatales, a la vez que aprueban resoluciones para sancionar a los que se ven obligados a tomar medidas legales para enfrentar a los que actúan como vulgares delincuentes al servicio de intereses mezquinos?

Cuba es otra de las víctimas de esas posiciones plegadas al poder yanqui, pues los parlamentarios, especialmente los vinculados al Partido Popular español, también han aprobado resoluciones en su contra sin bases legales.

Entre los actos llevados a cabo para congraciarse con las políticas de la Casa Blanca, están el recibimiento por todo lo alto de varios de los asalariados de Estados Unidos, como es el caso de la inculta y grosera Berta Soler, de las mal llamadas “Damas”, en consonancia con las matrices de opinión contra Cuba que Estados Unidos intenta sembrar en la mente de los pueblos de Europa.

Pero nada mejor que un día tras otro.

Ahora los que apoyaron a la España gobernada en 1996 por José María Aznar y aprobaron la vergonzosa “Posición Común” y las sanciones a Cuba, pasadas casi dos décadas tienen que reconocer que ambas fueron un fracaso total.

La Revolución cubana no se vino abajo como ficha de dominó, todo lo contrario, resistió estoicamente esas acciones con el apoyo mayoritario de sus ciudadanos y hoy recibe calurosamente la visita de varios ministros de exteriores de la Unión Europea y espera pacientemente la del presidente francés en las próximas semanas, algo que jamás pudieron soñar los que pronosticaban el derrumbe inmediato del socialismo caribeño, al no poder soportar las medidas de guerra económica establecida por Washington desde 1962, más las sanciones de Europa en 1996.

Evidentemente ni los yanquis y menos los parlamentarios europeos, aprenden las lecciones.

Los pueblos son los que deciden el destino de sus países y no las acciones diseñadas desde el exterior. Los parlamentarios europeos deberían sacar experiencia de lo acontecido hace pocas semanas en Grecia, donde el pueblo fue el actor fundamental para sacar del poder a los que se rindieron a los pies de los que llevaron su economía a la ruina.

Portugal, España e Italia deberán poner sus barbas en remojo; sus pobladores no aguantan más hambre, desempleo, pobreza, represión a todas sus libertades y sin derechos como seres humanos.

En vez de ser el eco de Washington para atacar a gobiernos elegidos democráticamente que establecen medidas a favor de sus ciudadanos, los señores parlamentarios de Europa deberían condenar los actos que limitan el derecho a la vida, el desarrollo humano, la salud y la educación de los europeos, que bastantes problemas tienen.

Pues como expresara José Martí, apóstol de la independencia de Cuba:

“…la cesación de un hecho solo se determina por la cesación de las causas que lo produjeron”.

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