Quién aguó la fiesta


Arthur González

Forum: Health and education as drivers for economic growthHace pocos días “El Nuevo Herald” de Miami publicó un artículo del periodista Andrés Oppenheimer, el mismo que hace tres décadas pronosticaba “Los últimos días de Fidel Castro”, donde culpa al gobierno venezolano de aguarle la supuesta fiesta de un encuentro entre el presidente de Estados Unidos, Barack Obama y el de Cuba, Raúl Castro.Quizás Oppenheimer en su afán de ser oráculo, pretenda ver el futuro antes que los demás pero evidentemente sin conocer de Cuba, a pesar de los meses que residió en la Isla, las entrevistas que logró con actores principales de la Revolución y los paseos por calles y avenidas donde vio y escuchó a su pueblo.

Es posible que su larga estancia en Miami lo tenga embriagado con el veneno que destila la mafia terrorista anticubana y eso le reste la objetividad necesaria.

En una total tergiversación de la realidad Oppenheimer no pone las cosas en su justo lugar, probablemente porque de hacerlo se quede sin empleo, ya que la mafia exige libertad de palabras y de pensamiento a los demás pero para ellos es todo lo contrario, nadie puede atreverse a decir o a pensar libremente y menos si discrepan de las pautas que establecen sobre los temas cubanos.

No fue el gobierno de Venezuela quien inició las agresiones físicas contra los que se oponen a la revolución bolivariana ni la que incendió universidades, construyó barricadas en barrios y ciudades en alteración del orden público, ni la que asesinó e hirió a jóvenes inocentes ni la que entrega millones de dólares a los universitarios para realizar provocaciones callejeras ni la que acapara productos alimenticios para causar malestar entre los consumidores y no satisfacer sus necesidades básicas y menos aun quien traslada ilegalmente hacia Colombia mercancías vitales para ser revendidas.

Esas acciones las lleva a cabo el gobierno norteamericano con apoyo de la oposición venezolana, primero para derrocar al presidente Hugo Chávez y ahora a Nicolás Maduro, incluido el golpe de estado y secuestro de Chávez y los planes de otro golpe contra Maduro.

Quien firmó el 9 de marzo una orden ejecutiva con nuevas
sanciones financieras contra siete funcionarios venezolanos y declaró falsamente que Venezuela es «una amenaza inusual y extraordinaria» a la Seguridad Nacional de Estados Unidos, fue Estados Unidos.

Nadie sabe quien asesora al presidente Obama, pero la intensión es ponerlo en una situación bien difícil ante América Latina durante la próxima Cumbre de las Américas a celebrarse en Panamá, algo que había tratado de revertir con su inesperado anuncio del restablecimiento de relaciones diplomáticas con Cuba.

El comunicado oficial la Casa Blanca expresa con transparencia y sinceridad que: “… En determinados momentos, esa política de larga data de los Estados Unidos en relación con Cuba, provocó un aislamiento regional e internacional de nuestro país y restringió nuestra capacidad para influenciar el curso de los acontecimientos en el hemisferio occidental…”

¿Si habían reconocido el descalabro de una vieja y frustrada política anticubana, cómo es posible que a solo tres meses hagan todo lo contrario para buscarse más problemas con América Latina en el marco de una cumbre continental?

Venezuela tiene el respaldo total de los países latinoamericanos, sus programas de ayuda en petróleo, preparación de profesionales mediante el otorgamiento de becas, préstamos financieros y respaldo político, la hacen hoy un paradigma para muchos.

Estos pasos solo se justificarían sí el partido republicano desea acusar a los demócratas de desarrollar política erradas en el orden internacional, para recuperar la Casa Blanca.

Algo por el estilo hicieron en las elecciones de 1980 cuando acusaron al presidente demócrata James Carter de haber actuado incorrectamente con su política de derechos humanos, la que permitió el avance del comunismo en Latinoamérica y el Caribe, tal y como se plasmó en el documento de Santa Fe del partido republicano, donde y además afirmaron que: “América Latina fue excluida del interés estratégico de Estados Unidos, y los regímenes latinoamericanos independientes fueron abandonados frente a los ataques extra continentales por parte del movimiento comunista internacional”.

El mencionado documento añade: “…Estados Unidos está cosechando las consecuencias de dos décadas de negligencia, miopía y auto engaño. Ahora la administración Carter se enfrenta a una Unión Soviética instalada vigorosamente en el Caribe y una Centroamérica posiblemente marxista con una orientación pro cubana”.

La similitud no es casual, es la misma política republicana para recuperar la Casa Blanca y las políticas de guerra contra todo lo que huela a libertad, independencia y soberanía.

Los republicanos harán pagar muy caro a los demócratas el reconocimiento del fracaso de la política contra Cuba, el restablecimiento de relaciones diplomáticas y aun más si finalmente es sacada de la lista de países que promueven el terrorismo.

El acuerdo nuclear con Irán, el no haber podido torcerle el brazo a Rusia con la situación de Ucrania, y el descalabro político-militar ante Siria, serán temas que servirán para las campañas electorales por la presidencia en los próximos dos años.

Esos temas deberá tenerlos muy en cuenta Oppenheimer y solo después esclarecer con total objetividad quién le aguó la supuesta fiesta a Obama con Castro.

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