Maniobra palpable


Arthur Gónzalez

89153002-AD74-4667-BBBA-2416D4228BB0_mw1024_n_sPara cualquier neófito en materia de propaganda negra, resulta evidente que detrás de las acciones divulgativas sobre Rosa María Payá Acevedo, hija del difunto contrarrevolucionario cubano Oswaldo Payá Sardiñas, hay mucho dinero y un fuerte andamiaje en su respaldo, lo que solo puede llevarse a cabo por medio de una Agencia Federal de Inteligencia norteamericana.
Casos como el de ella se han visto en otros momentos y países; recientemente el diario Washington Post divulgó el monto del presupuesto de las 16 Agencias de Inteligencia norteamericanas, que asciende a 52 mil 600 millones de dólares en el año fiscal 2013, dinero que puede respaldar cualquier tipo de actividad de subversión política como la que llevan a cabo con Rosa María.
Sus acciones encajan perfectamente con las regulaciones de la directiva 10/2 del 18 de junio de 1948 del Consejo de Seguridad para el trabajo de la CIA, en la que se define el término de Operaciones Encubiertas, al expresar que: “bajo este término se sobre entiende todo tipo de actividades aprobadas por el Gobierno estadounidense contra Estados o grupos extranjeros hostiles o en apoyo de Estados o grupos extranjeros amistosos….Incluyen propaganda, subversión, ayuda a movimientos de resistencia, apoyo a grupos anticomunistas”….
De igual forma, se enmarca también en la directiva 4/A del Consejo de Seguridad Nacional del 14 de diciembre de 1947, donde se le confería a la CIA: “realizar propaganda en publicaciones, acciones políticas por personas sin ciudadanía, traidores y apoyo de partidos políticos”….
A partir de este respaldo legal, la CIA ha desarrollado múltiples operaciones encubiertas contra Cuba y otros países considerados hostiles.
Desde hace varias semanas se lleva una campaña en los medios digitales sobre la gira que le organizaron por América latina, después del fracaso que tuvo su viaje a España ante la negativa del gobierno ibérico de dejarse involucrar en la falacia de que las autoridades cubanas fueron las causantes del accidente fatal de Payá Sardiñas y no el líder de las juventudes del Partido Popular Ángel Corromero.
Su actual periplo latinoamericano tiene pleno respaldo de las embajadas norteamericanas, las que presionan y le facilitan entrevistas con personalidades políticas, algo que no lograría por sí misma, por ser una persona totalmente desconocida, incluso dentro de la llamada “disidencia interna de Cuba”.
Intentando sacar ventajas de la participación contrarrevolucionaria de su padre, ella despliega un discurso tomado por los pelos y aprendido a toda carrera en las clases que recibió en Miami, sobre el posible futuro de Cuba, pero al no tener elementos que la sustenten, sus palabras se vuelven huecas, como cuando quiso hacer un análisis de la situación actual cubana y los cambios que se están produciendo.
En sus disertaciones asegura que “la gente en Cuba no quiere un cambio del comunismo salvaje al capitalismo salvaje, ni quiere un cambio a lo chino o a lo ruso. Queremos participar en la construcción de nuestro futuro y ser felices». Ese indudable que ella no tiene una idea de qué proponer y solo afirma que el futuro que desea es ser felices, lenguaje muy parecido al empleado por el famoso personaje de Cantinflas.
Como sus palabras no tienen un fundamento teórico está corriendo el peligro de disgustar a sus patrocinadores en los Estados Unidos, pues ha calificado al sistema norteamericano como “capitalismo salvaje”  y si esas son sus consideraciones ¿para qué solicitó su refugio en ese lugar?
Sin la menor duda, Rosa María quiere jugar a la política pero el traje le queda demasiado grande como para que la juventud cubana de la Isla se motive con su vago discurso.
Esta situación prueba una vez más que la disidencia cubana es virtual, creada por los yanquis y enfocada solo hacia el exterior, donde el financiamiento está asegurado y por tanto se convierte en un modo de vida.  Vivir para ver.

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