La llave del candado.

Arthur Gónzalez.

Para asombro de algunos románticos soñadores, la noticia de que las autoridades estadounidenses negaron visas al menos a cuatro intelectuales cubanos que planeaban asistir a una próxima conferencia de estudios académicos en Washington, les resultó insólita, como si esto no fuera una vieja norma americana.

El asombro de estos románticos se basa en que en los últimos meses el Departamento de Estado otorgó visas a un grupo de personas que ni trabajan ni estudian, aunque se dedican por completo a ejecutar acciones provocativas pagadas desde Miami y a inundar el ciber espacio con noticias falsas y distorsionadas de la realidad cubana. Sin embargo, a personas con un amplio currículo académico, y reconocidos como profesionales a carta cabal se les niega la participación en Congresos que se organizan en los Estados Unidos.

¿El motivo? Que no van a desprestigiar a su patria, sino a exponer sus puntos de vista sobre el desarrollo social y cultural de Cuba, lo que se contrapone seguramente con lo que el Departamento de Estado desea que se diga, en la misma línea de acción que están siguiendo un grupito de contrarrevolucionarios que si han recibido las visas e incluso le han pagado todos los gastos de transporte, alojamiento y alimentación, con tal de que dibujen una situación catastrófica e irracional sobre el proceso revolucionario y alimenten las campañas anticubanas que se planifican en el cuartel general de la CIA y en el propio Departamento de Estado.

Esa es la doble moral de las autoridades norteamericanas, impiden que sus ciudadanos puedan constatar personalmente las mentiras que dicen sobre Cuba y además le niegan el visado a aquellos cubanos que pueden desbaratar con verdades irrefutables las campañas mediáticas que intentan crear matrices de opinión contra la Revolución.

Esta estrategia imperial no es nueva, la han mantenido desde el mismo año 1959 y así está plasmada en un despacho oficial ya desclasificado, de la embajada norteamericana en Cuba al Departamento de Estado. El título del documento es “Crecimiento del comunismo en Cuba”. Sus autores fueron Daniel M. Braddock, ministro consejero en la embajada norteamericana, y James A. Noel, en ese entonces Jefe de la Estación Local de la CIA que allí funcionaba. 

 Entre el conjunto de medidas que proponían para impedir el desarrollo del proceso revolucionario, contemplaron la de “Ayudar a los anticomunistas cubanos a obtener visas para viajar a los Estados Unidos”.

 Con la poca creatividad que los caracteriza, los norteamericanos repiten sus añejas acciones y por eso se constata la facilidad de visas que tienen sus asalariados en la Habana.

Al final son ellos los que tienen la llave del candado y lo abren solo a su conveniencia.