Contra Cuba vale todo.


Por Arthur González.

La guerra mediática contra la Revolución cubana es tal que no hay tema que se escape con tal de conformar una imagen diabólica, precio que debe pagar la Mayor de las Antillas por enfrentarse al imperio más poderoso y despiadado de la historia, los Estados Unidos de América.

A Cuba no le perdonan su rebeldía y el propósito de defender a ultranza su independencia y soberanía, frente al país que siempre soñó con sumarla a sus estrellas, deseos expresados en 1805 por el presidente Thomas Jefferson, al embajador del Reino Unido de Gran Bretaña, a quien planteó: “En caso de una guerra con España, Estados Unidos se apoderará de Cuba por razones estratégicas, relacionadas con la defensa de su territorio”.

Años posteriores recogen múltiples intentos de apropiarse de la Isla, como fue el anuncio de lo que sería la Doctrina Monroe y la teoría de la Fruta Madura en 1823, y así sucesivamente hasta que el 1ro de enero de 1959, triunfó la Revolución encabezada por Fidel Castro, quien cortó de raíz esas aspiraciones yanquis, hecho que trataron de impedir desde 1958 cuando el director de la CIA, Allen Dulles, afirmó en la reunión del Consejo de Seguridad de diciembre de ese año: “Tenemos que evitar la victoria de Castro”.

Desde aquel momento iniciaron las campañas de mentiras y acusaciones falsas para impedir que el ejemplo de Cuba fuese imitado.

Se aprobaron Planes de Acciones Encubiertas de la CIA, presiones a países de Latinoamérica y Europa para que rompieran relaciones diplomáticas, estructuraron las guerras económica, comercial, financiera y biológica con el fin de ahogar la economía, unido con acciones de propaganda y guerra psicológica para lograr el resentimiento del pueblo, sumándole planes de terrorismo de Estado y los de asesinato a Fidel Castro; pero nada ha tenido el resultado esperado.

En los últimos meses, desesperados por aplicar nuevas medidas de igual formato, Estados Unidos despliega una feroz cruzada contra la colaboración médica cubana, que tantas vidas ha salvado en zonas donde jamás hubo presencia de un médico, con el objetivo principal de cortar la entrada de dinero a Cuba.

Similares acciones se tomaron contra la entrada de visitantes a la Isla, impidiendo los arribos de cruceros y de norteamericanos con licencia, aunque esas, según declaró el presidente Barack Obama eran para:

Potenciar aún más nuestro objetivo de empoderar al pueblo cubano”.

Ahora pretenden fomentar la idea de que las misiones diplomáticas cubanas son “verdaderos centros de inteligencia para el espionaje y la subversión”, cuando son las embajadas yanquis quienes reparten dinero y utilizan el chantaje para que los gobiernos se sometan a sus políticas injerencistas.

A través de estaciones radiales y medios de prensa, creados por la CIA con el empleo de periodistas a su servicio, trasmiten noticias falsas para presionar a gobernantes a fin de expulsen a los diplomáticos cubanos, acusándolos de ser oficiales de inteligencia encubiertos, al estilo de lo que hace la CIA en todas sus embajadas.

Sin embargo, para amedrentar a quienes denuncian a sus oficiales CIA bajo la cobertura diplomática, Estados Unidos aprueba leyes que sancionan a quienes revelen los nombres de sus oficiales, como la aprobada por el Departamento de Defensa que expone:

“La divulgación de información clasificada que revele cualquier información que identifique a un agente encubierto, cuando se hace intencionalmente por una persona con acceso autorizado a dicha información de identificación, se castiga con prisión de hasta 15 años”.“Una divulgación similar por parte de alguien que se entera de la identidad de un agente encubierto, como resultado de tener acceso autorizado a información clasificada, se castiga con no más de 10 años de prisión”.

Esa y otras leyes similares vigentes en los Estados Unidos, se soslayan cuando personas mal intencionadas y financiadas por sus servicios de inteligencia, pretenden acusar a diplomáticos cubanos de ser “oficiales de inteligencia”, como hace en estos días la prensa en Colombia y Chile.

Reportes publicados por ciertos “analistas e investigadores” acusan a Cuba de tener en Colombia, un poderoso entramado de espionaje y agentes de inteligencia desplegados desde la Embajada de Cuba”.

Luis Domínguez, auto calificado “investigador”, divulgó que:

La estrategia cubana parece cumplir el objetivo de influir en los acontecimientos políticos a favor de los intereses regionales del régimen. También, al igual que en el resto del mundo, ha usado al país suramericano como plataforma para socavar todos los intereses de Estados Unidos, en lo que resulta clave el reclutamiento de ciudadanos colombianos, ya sean funcionarios o simples ciudadanos”.

“En los años 80 y 90 el centro de la inteligencia cubana en la Embajada en Colombia, se clasificó entre los más importantes de la región después de México y Perú. Humberto Cachón Gacita (Hermes), Rubén Darío Ibáñez Fajardo (Dalio), Rolando Sarraf Elías (El Moro), Francisco González García (Frank), Tomas Díaz Acosta (Tomasito) y Juan Roberto Loforte (Ramón, recientemente relevado), han sido algunos de los jefes y oficiales de ese centro que, en diferentes épocas, han dirigido el trabajo de la inteligencia cubana en ese país, usando coberturas diplomáticas o periodísticas.”

No hay dudas que es una cruzada para demonizar a Cuba, similar a la que despliegan contra los médicos cubanos, acusados de ser “miembros de la inteligencia” comunista.

Para ponerle más sal al asunto, el susodicho “investigador” agregó en su artículo:

“Hoy, en la pequeña Embajada del barrio bogotano del Chicó, laboran al menos tres experimentados altos oficiales de la DI cubana: el Embajador, el Primer Secretario y el Consejero de Prensa…José Luis Ponce Caraballo, Embajador desde el 18 de diciembre del 2015, es realmente un Coronel de la Dirección de Inteligencia cubana, que usó la fachada de periodista de la agencia cubana Prensa Latina, desde los años 70”.

“Luis Gilberto Beatón Fonseca, desarrolla sus actividades de inteligencia bajo la fachada de jefe de la oficina de Prensa Latina en Venezuela, donde presumiblemente es jefe o segundo jefe del Centro de la inteligencia cubana en ese país. Es también Coronel de la DI.

Noticias similares aparecen en la prensa de Chile, donde arremeten contra los diplomáticos cubanos, lo mismo que desde hace años dicen de los que trabajan en Venezuela.

A los yanquis les duele la solidaridad que recibe Cuba en el mundo, por su resistencia ante las criminales acciones que lleva a cabo el gobierno de Estados Unidos desde hace 60 años. Por eso, intentan amedrentar a los que mantienen relaciones de verdadera amistad con las embajadas cubanas y alejarlos de los diplomáticos para no ser acusados de “agentes” de la inteligencia comunista.

Esa vieja táctica nunca ha funcionado, porque los amigos de Cuba y su Revolución han sufrido persecución y hostigamiento por Estados Unidos desde 1959 y jamás han renunciado a darle su apoyo a quienes están sometidos a una vigilancia permanente.

En vez de mentir contra Cuba, sería conveniente que le informaran a la opinión pública internacional, lo que realizan los oficiales de la CIA desde las misiones diplomáticas de Estados Unidos en el mundo, como en La Habana desde el mismo año 1959.

¿Por qué el “investigador” no explica que, según documentos oficiales desclasificados, el 18 de enero de 1960 la CIA creó la primera estructura para enfrentar a la Revolución cubana, denominada Rama WH-4, dentro de la División del Hemisferio Occidental del Directorio de Planes, y que la misma contaba con 20 oficiales en la Embajada en La Habana y dos en el Consulado radicado en Santiago de Cuba?

Bien les valdría a los latinos conocer que, desde la Embajada yanqui en Cuba, la CIA ejecutó una importante operación en 1960, contra lo que ellos pensaron serían los locales de la embajada soviética, dirigida por el oficial Melvin Beck, especialista en temas soviéticos y jefe del equipo de América Latina en la División de la Unión Soviética del Directorio de Planes de la CIA,

Beck llegó a La Habana en mayo de 1960, por tercera ocasión desde 1959, pero acreditado como diplomático. Su objetivo era instalar micrófonos de alta tecnología en el que, a su entender, sería el despacho del embajador soviético.

En esa riesgosa tarea organizada y ejecutada entre julio y agosto de 1960, contó con el apoyo de Robert D. Wiecha, uno de los oficiales de la CIA más activos en la actividad de espionaje y subversión contra Cuba, quien se desempeñaba como diplomático en la Isla; y de Phillip H. Klepak, agregado naval auxiliar en la embajada yanqui.

El imaginario local de la embajada soviética era el Pent house del entonces Hotel Rosita, hoy edificio Sierra Maestra en Miramar.

Melvin Beck, narró los detalles en su libro “Contendientes Secretos”, donde explica que su apoyo para entrar en el Pent house, fue el cubano Alfredo Izaguirre de la Riva, sobrino nieto del ex propietario del Hotel Rosita, reclutado por “diplomáticos” yanquis a principio de 1959.

Para esa injerencista operación, violadora de todas las normas internacionales y la soberanía de Cuba, la CIA envió también a dos especialistas de su División de Servicios Técnicos, quienes llegaron a instalar dos micrófonos con dos transmisores, en el techo de uno de los locales del segundo piso del Pent house, con diferentes frecuencias de transmisión. La recepción de las informaciones estaba prevista en el apartamento del cubano, en el edificio Rio Mar, colindante con el Hotel.

Otra de las violaciones que la CIA acostumbra ejecutar con sus “diplomáticos”, fue la instalación de micrófonos de la más avanzada tecnología, en las oficinas de la agencia de prensa China SINJUA, situada en el apartamento 172 del Edificio del Retiro Médico, en la zona de la Rampa, en la capital cubana.

Para dirigir esa tarea, en agosto de 1960 arribó a La Habana el oficial CIA Robert L. Neet, bajo la fachada de “agregado consular” en tránsito.

Otra vez el oficial CIA Robert Wiecha, recibió instrucciones de participar en la operación, con la misión de observar clandestinamente dicha agencia de prensa y recolectar la información necesaria que facilitaría la instalación de los micrófonos.

La embajada yanqui alquiló dos apartamentos, uno en los altos y otro debajo de la SINJUA, donde residirían dos secretarias de la misión diplomática, pero Wiecha tuvo que alquilar un tercer apartamento, a nombre de un norteamericano de origen italiano, propietario de una academia de baile en La Habana, reclutado por el oficial CIA para apoyar esa operación de espionaje.

La CIA dio máxima prioridad a ese trabajo y envió a La Habana como “diplomáticos”, a varios técnicos y también empleó la fachada de turistas con otros, entre estos David Lemar Christ, jefe de la Rama de Operaciones de Audio de la División de Servicios Técnicos de la CIA, fundador de la Rama de Física Aplicada en la mencionada División.

Para instalar los micrófonos, perforaron el piso del apartamento ubicado encima de la SINJUA y empotaron en la pared del baño el transmisor. El micrófono trasladado hacia el piso de abajo, era tan pequeño como un alfiler. La operación fue detectada por la Seguridad cubana y todos fueron detenidos in fraganti.

La conducta de los “diplomáticos” yanquis se mantiene y en 1987 la CIA fue denunciada por el gobierno cubano por sus acciones de espionaje en la Isla, publicándose las imágenes de decenas de operaciones de inteligencia, ejecutadas por 22 oficiales CIA acreditados como diplomáticos, más otros 51 que visitaban La Habana como “diplomáticos en tránsito”, para trabajos en la entonces Sección de Intereses.

Jamás una embajada cubana ha realizado tales actos injerencistas, pero esas historias cometidas por la CIA no las divulgan en los Estados Unidos y menos en países latinoamericanos.

Cuba tiene suficiente moral y se defiende de las agresiones permanentes que Estados Unidos desarrolla contra su pueblo, para destruir su proceso revolucionario, lo cual no han podido ni podrán hacer, porque como afirmó José Martí:

“La Revolución en Cuba es el aire que se respira, el pañuelo que la novia regala, el saludo continuo de los amigos y el recuerdo que venga y que promete”.

Las campañas de la CIA contra Cuba, ya no engañan a nadie.


Por Arthur González.

Durante 60 años, funcionarios de la CIA y del Departamento de Estado, han elaborado miles de argumentos falsos para acusar a Cuba de cuantos males existen en este mundo y satanizar a la Revolución cubana, algo que en las décadas de los años 60 y 70 del siglo XX tuvo cierto efecto, por el aislamiento que impusieron a la Isla mediante sus planes macabros, pero hoy todo es diferente.

La apertura de Cuba al mundo y del mundo a Cuba, como pidió el Papa Juan Pablo II durante su visita en 1998, unido al acceso a Internet, permiten conocer en tiempo real lo que sucede dentro y fuera del país, por tanto, las mentiras o Fake News se esclarecen rápidamente.

Para los yanquis el arma más empleada contra la Revolución es la guerra económica, comercial, financiera y biológica, en su desesperado deseo de ahogar a los cubanos, sumada a las campañas mediáticas para sembrar el criterio de que el socialismo es culpable de sus penurias.

Donald Trump, complaciendo peticiones del senador Marco Rubio, en representación de la mafia terrorista de Miami, sueña con ser el presidente que destruya la Revolución socialista y para eso impone nuevas sanciones contra todos los que comercian con Cuba, inviertan en su desarrollo, realicen transacciones bancarias y cualquier exportación cubana que permita obtener dinero para mejorar su economía.

Por eso es violenta la guerra mediática emprendida por Estados Unidos contra las misiones médicas cubanas en el mundo, llegando a ofrecer hasta tres millones de dólares, a organizaciones que busquen información e investiguen a las misiones médicas cubanas en el exterior, dinero que pagarán de los fondos destinados a la CIA, bajo fachada pública de la USAID.

El motivo real de esa persecución, es que la colaboración médica cubana representa hoy la principal fuente de ingresos, porque los más de 50 mil médicos y paramédicos que laboran en casi 60 países del mundo, aportaron en 2018 unos 6 mil 400 millones de dólares.

Por esa razón, la batalla desarrollada va precisamente a cortar dicha entrada de dinero, con el propósito de arreciar la guerra económica contra Cuba.

El 26 de julio 2019, Mike Pompeo, ex director de la CIA y actual secretario de Estado, expresó:

Estados Unidos sancionará a los funcionarios cubanos que explotan y coaccionan a los médicos cubanos, desplegados en más de 65 países en las llamadas misiones internacionalistas. El régimen cubano explota a sus profesionales médicos, maestros y otros trabajadores, usándolos para comprar apoyo financiero y político internacional y mantener a flote su ajustada economía, mientras se embolsa la mayoría de los salarios”.

Evidentemente, Donald Trump y su camarilla neo nazi, integrada por Mike Pompeo, Elliott Abram y Marco Rubio, se han propuesto cortar toda entrada de divisas a Cuba y para eso el 6 de septiembre 2019 el Departamento del Tesoro, modificó el Reglamento de Control de Activos de Cuba, a fin de imponer nuevas sanciones a la Isla, argumentando que: “las nuevas sanciones incluyen medidas para evitar que Cuba tenga acceso a divisas”.

Las misiones de colaboración médica cubana las pretenden acabar a todo costo, iniciando tal propósito con el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, quien, al tomar posición del cargo y siguiendo instrucciones de Washington, inició sus ataques al personal de la salud de Cuba y en su reciente intervención ante la Asamblea General de la ONU, declaró: “el trabajo de los médicos cubanos era de esclavos y el sistema socialista es un peligro”.

La cruzada es total, por eso Carlos Trujillo, embajador yanqui ante la Organización de los Estados Americanos, dijo:

“Otros países continúan con estas misiones, y las historias que escuchamos hoy no deberían continuar. Estados Unidos tiene el deber de detener esa situación”.

Por su parte, Carrie Filipetti, sub secretaria del Departamento de Estado para el Hemisferio Occidental, declaró:

“Cuba tiene misiones médicas en 66 países y Estados Unidos busca identificarlas, conocer el tipo de contrato que tienen y alertar a las autoridades de esos países de que pueden estar en medio de un caso de tráfico humano”.

Lo que ocurre hoy con las misiones de colaboración médica cubana en Ecuador y Bolivia, es parte del plan diseñado por la CIA y el Departamento de Estado, que pretende cerrar toda entrada de dinero a Cuba y para ello fabrican mentiras que ya nadie cree, pues los millones de pacientes receptores de la atención médica de Cuba, agradecen eternamente la sanación de sus enfermedades, con un trato humano muy diferente al de otros profesionales que ven en la medicina una fuente de dinero.

Las mentiras construidas son tan burdas que pretenden acusar a los médicos, enfermeras y técnicos de la salud de ser la “tapadera a las operaciones encubiertas en América Latina”, falacia iniciada en Venezuela y ahora repiten en Bolivia, para justificar las orientaciones yanquis de cerrar esas misiones y con ello cortarle a Cuba la entrada de divisas.

El engaño de los yanquis se desvanece, pues sus propios documentos desclasificados se encargan de denunciar sus planes y operaciones encubiertas, como el memorando elaborado por el subdirector de la Agencia de Información de estados Unidos (USIA), Donald Wilson, fechado el 20 de julio 1962 y dirigido al General Edward Lansdale, jefe de operaciones de la Operación Mangosta, donde afirma:

Nuestros objetivos en este período fueron utilizar todos los medios para movilizar a la opinión pública en América Latina, centrada en la dominación comunista de Castro sobre el pueblo cubano, demostrando la incapacidad de satisfacer las aspiraciones del pueblo…”

Un día antes, el 19 de julio, Robert Hurwitch, funcionario de Asuntos Cubanos del Buró de Asuntos Internacionales del Departamento de Estado, informaba al General Lansdale:

“El Departamento preside un Comité de Guerra Psicológica en un nivel de trabajo interagencias…que coordina las actividades de propaganda de las agencias involucradas, determina los temas y asigna responsabilidades operativas. Entre los temas principales están:

Los fracasos y promesas traicionadas por el régimen de Castro, la supresión de los derechos humanos, el deterioro económico y la injusticia social, los intentos subversivos cubanos en otras partes del Hemisferio” […]

“En lo económico, un Comité interagencias conformado por representantes de los Departamentos de Estado, Comercio, Tesoro y la CIA, explora las posibilidades de acciones económicas contra Cuba […] Si la posición de la moneda convertible en Cuba continúa deteriorándose…podemos observar una decadencia continuada del comercio entre Cuba y el mundo libre, reduciendo así sus oportunidades […]

Los planes de la CIA y el Departamento de Estado no cambian, a pesar de 60 años de fracasos, y ya no engañan a nadie. Se resisten a comprender que los principios del pueblo cubano de mantener su independencia y soberanía nacional, continúan intactos, porque como aseveró José Martí:

Una vez gozada la libertad, ya no se puede vivir sin ella”

Contra Cuba todo, hay que ahogarla económicamente.


Por Arthur González.

Estrangular económicamente a la Revolución cubana ha sido y es el propósito de Estados Unidos, al no permitir que un país tan cercano decidiera, soberamente, cortar de raíz la subordinación a ellos.

Por esa razón se diseñó contra Cuba la guerra económica, esa que persigue todas las entradas de dinero fresco, su comercio con terceros, la inversión extranjera, el uso del dólar estadounidense y las transacciones bancarias.

Como esas medidas no han podido derrocar el socialismo en la Mayor de las Antillas, en un arrebato de histerismo del actual mandatario yanqui y sus más cercanos colaboradores, John Bolton, Elliott Abram y Mike Pompeo, se lanzaron contra la entrada de turistas para cerrar esa fuente de dinero, que además permite constatar una realidad bien diferente a la que cuentan en Estados Unidos.

Para lograrlo, redujeron el alcance de las licencias que posibilitaban viajar a Cuba y cortaron de raíz la entrada de cruceros, y además con la aplicación del Título III de la Ley Helms-Burton, permitieron que esas compañías sean acusadas de utilizar un muelle en La Habana, exigiéndoles compensaciones millonarias.

A renglón seguido arremeten contra otra de las entradas de dinero al país, la exportación de los servicios médicos, iniciando una cruzada mediática para presionar a los países que mantienen relaciones contractuales con La Habana, a fin de que cierren sus negocios y de esa forma cortarle los ingresos monetarios.

El primero en reaccionar a favor de los yanquis fue el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, acusando a los profesionales cubanos de incapaces y otra sarta de falsedades, unido a la estimulación al abandono de la misión para desgajarle médicos a Cuba.

Seguidamente comenzó la campaña de que el estado cubano “trafica” con sus médicos, dando lugar a que el Departamento de Estado incluyera a Cuba en su espuria lista de país que trafica con personas, todo eso para crear condiciones para nuevas sanciones, al ver que el socialismo se mantiene apoyado por la mayoría del pueblo, que resiste estoicamente las limitaciones que impone la criminal guerra económica desde hace 60 años.

En una muestra de su desfachatez e impunidad, Estados Unidos declaró públicamente que ofrece hasta tres millones de dólares a organizaciones que busquen información e investiguen a las misiones médicas cubanas en el exterior, dinero que pagarán de los fondos destinados a la CIA, utilizando como fachada pública a la USAID.

El argumento para ese espionaje legalizado, es obtener información sobre inventadas violaciones de los derechos humanos del personal de salud cubano, durante su labor en el extranjero, ocultando que esos médicos y enfermeros cubanos son los únicos que salvan vidas en los lugares más intricados del planeta, a donde los médicos nativos no acuden, y menos los yanquis que tienen a la medicina como un mercado inalcanzable para los pobres.

La convocatoria para esa acción pretende que grupos con experiencia en Cuba o en países similares puedan desarrollar herramientas para tal actividad, e incluso sin exigirle a grupos dentro de la Isla, revelar que el Gobierno norteamericano financia ese trabajo.

El objetivo real de Washington no son las inventadas violaciones a los derechos humanos, sino impedir la entrada de dinero fresco, como afirman sus declaraciones oficiales, al decir:

“El régimen cubano explota a sus profesionales médicos, maestros y otros trabajadores, usándolos para comprar apoyo financiero y político internacional y mantener a flote su ajustada economía, mientras se embolsa la mayoría de los salarios”.

La irritación de los yanquis es la cifra que oficialmente informan las autoridades cubanas, cuando aseguran:

“Las misiones médicas cubanas, que constituyen la principal fuente de ingresos para la isla, comenzaron a desplegarse en los primeros años de la Revolución liderada por Fidel Castro en 1959. En la actualidad tienen a más de 50 mil médicos y paramédicos en más de 60 países de todo el mundo, y en la mayoría de los casos trabajan en zonas desfavorecidas y apartadas. En 2018, las misiones aportaron casi 6 mil 400 millones de dólares a la isla, donde la formación universitaria es gratuita”.

Esto es un ejemplo del por qué José Martí afirmaba:

“En silencio ha tenido que ser, porque hay cosas que para lograrlas han de andar ocultas”.

El libro, “Los Escudos Invisibles, un Martí desconocido”, del historiador cubano Raúl Rodríguez, permite ahondar en el pensamiento del Apóstol, cuando al preparar la guerra de 1895 alertaba:

“En Revolución los métodos han de ser callados, y los fines, públicos”. “Me he estado callado evitando toda publicidad, puesto que la actividad esta vez consistía en no tenerla”. “Ocultar nuestro contento, acabar callados, que no haya la menor razón, ni en nuestros rostros, para que se crea que no estamos tan adelantados como estamos”. “No me faltarán la cautela, la desconfianza extrema y necesaria…”

Mientras Cuba padezca una persecución implacable por parte de Estados Unidos y sus agencias de espionaje, está obligada a seguir esos principios martianos.

El seguimiento que hace la CIA sobre los ingresos e inversiones de Cuba, requieren de una sólida estrategia del silencio para evitar sanciones.

No hay razones para exponer a diario la cantidad de la entrada de turistas a la Isla, ni los ingresos obtenidos como expone la ONEI, que son rastreados permanentemente por los enemigos de Cuba, y despues se reflejan en algunos de sus informes:

“En el 2017 la ONEI reportó que Cuba había exportado servicios por valor de 11 mil 379 millones de dólares. Obviamente, esa cifra no corresponde única y exclusivamente a la exportación de servicios médicos.” […] “aún es cuestionable la estadística reciente de 6 mil 400 millones aportados por la medicina cubana desde el exterior”.

Hay que convencerse que la búsqueda sobre los ingresos obtenidos por Cuba es total y global, su fin es uno solo: cortarle todas las entradas para que la economía agonice.

Un ejemplo es otra información publicada recientemente donde se afirma:

“Una investigación de la Universidad de Pensilvania concluye que el gobierno cubano recibió 11 mil millones de dólares en 2015 por exportar el trabajo de 37 mil médicos cubanos a 77 países, la mayor parte en Centroamérica, Brasil y Venezuela”.

Obligada está Cuba a cumplir con las alertas de José Martí, cuando escribió:

“Es licito callar, cuando del silencio se sale más útil y mejor”.

Miami critica la colaboración médica cubana


Por Arthur González.

El libelo miamense el Nuevo Herald por hablar mal de Cuba, criticó el costo de la colaboración médica cubana, obviando la labor humanitaria que médicos, enfermeros y personal paramédico realiza en favor de la vida de millones de personas, algo que ningún otro país realiza en este mundo neoliberal donde solo el dinero mueve a las personas y los enfermos son visto como simples sujetos que generan altas sumas, que enriquecen a las agencias de seguro e instituciones hospitalarias.

En Estados Unidos el ser humano no importa, lo primero es recaudar dólares, salvar una vida está en segundo plano y bien lo conocen las decenas de millones de estadounidenses que no pueden pagar el medicare u otro de los seguros médicos.

Cuba tiene cerca de 50 mil profesionales de la Salud trabajando en 60 países de América Latina y el Caribe, África, Medio Oriente, Asia Oriental y el Pacífico, en Rusia y Portugal, de los que casi la mitad son médicos y especialistas, y han operado de la vista a 8 millones de personas gratuitamente, aplicadas más de 12 millones de vacunas, más de tres millones de partos y ofrecido dos millones y medio de consultas, muchas de ellas en intricados montes y selvas.

Por supuesto Cuba recibe una suma alta de dinero por esos servicios que son destinados a sostener el sistema de salud cubano, que como se sabe es totalmente gratuito, desde 13 vacunas para los niños desde que nacen, hasta trasplantes de pulmón corazón, hígado y riñones; garantizando la atención médica en las comunidades y los Institutos especializados creados por la Revolución.

En 1959 solo existía un solo hospital rural en el país con 10 camas y sin médicos, situación que cambió radicalmente a partir de la política gubernamental de que nada es más importante que salvar una vida, por eso hoy todos los nacimientos se reciben en hospitales por profesionales y no por mujeres comadronas como sucede en otros países del tercer mundo.

Ante tanto apoyo solidario cubano que desmoraliza a los señores del imperio incapaces de una obra semejante, la mafia terrorista anticubana fabricó el programa Solidaridad Sin Fronteras, para estimular las deserciones de los médicos cubanos y afectar la labor humanitaria de Cuba en esos países, con plena complicidad del Departamento de Estado de Estados Unidos, quien instauró el llamado Cuban Medical Professional Parole (CMPP) para acoger a los profesionales, bajo la artimaña de que “escapaban” de las misiones médicas.

¿Por qué el Nuevo Herald no se preocupa de los altísimos gastos en seguridad del controvertido presidente Donald Trump, que si afecta a los contribuyentes de Estados Unidos?

Es bien conocido que los viajes del Presidente a su fastuosa residencia en la Florida, cuestan tres millones por cada fin de semana.

Por otra parte, la protección de Trump y su familia en New York asciende a más de un millón de dólares diarios que salen del presupuesto de esa ciudad, y no se invierten en mejorar la vida de los neoyorquinos, ni en programas sociales para ellos.

A la fabulosa cifra que gasta New York, súmensele el costo de los policías de seguridad destinados al servicio secreto para cuidar a los hijos y nietos del flamante Presidente, algo inaudito que lo convertirá en el mandatario de Estados Unidos que más recursos emplea en protección y seguridad.

Ni una sola preocupación ha mostrado Miami por los 54 billones de dólares que solicitó Donald Trump para el presupuesto militar, que solo sirven para mantener guerras iniciadas bajo la mentira y la manipulación de informaciones que justifican su intromisión en el Medio Oriente, en vez de emplearlos en construir un sistema de salud pública gratuito como tiene Cuba.

Los 59 misiles que autorizó para atacar el aeropuerto militar sirio, que significaron para el presupuesto estatal más de 85,5 millones de dólares, pues el valor calculado de cada uno de ellos es de 1,45 millones, dinero malgastado que solo sirvió para mejorar la imagen del Presidente, ante tantas críticas en su contra por parte del establishment.

El libelo de Miami tampoco reprochó el derroche ascendente a 15,7 millones de dólares que hizo el Gobierno con el lanzamiento de la “Madre de Todas las Bombas”, sin sumarle el vuelo del avión C-130 que la trasportó, más el salario de los pilotos y técnicos, ejercicio propagandistico que no acabará con los terroristas y mucho menos el retiro de las tropas yanquis acantonadas en Afganistán por tiempo indefinido, sin que se vislumbre su final.

Que decir de los millones botados en la Radio y TV Martí que jamás se han podido escuchar o ver en Cuba, unidos a los 20 millones de dólares anuales asignados para la actividad subversiva, incluido el salario de los denominados “disidentes”, sus giras turísticas al exterior, ropas, calzado y cambio de imagen, sin que en 58 años hayan tenido éxito alguno y más de la mitad de ellos resultaron ser agentes de la Seguridad Cubana.

Si el Nuevo Herald desea hablar de gastos tendrá que mirar hacia su propio país, porque la labor humanitaria de los galenos cubanos que salvan vidas de seres humanos no tiene precio, pues como señaló José Martí:

“La más noble de las ocupaciones y quién sabe si la más grata, es la del personal de la salud”.