Por Arthur González.
Desde hace meses se perciben nuevas Operaciones de guerra psicológica contra Cuba, muy similares a las ejecutadas por la CIA a inicios de 1959, con el propósito de crear la ilusión de que la Isla vive una catástrofe en derechos humanos para obligar al presidente Donald Trump, a regresar a la vieja y fracasada política de enfrentamiento que no pudo en 58 años derrotar el proceso socialista.
El concepto estadounidense expresa:
“Es el empleo planificado de la propaganda y de la acción psicológica orientadas a direccionar conductas, en la búsqueda de objetivos de control social, político o militar, sin recurrir al uso de la armas”.
Contra la Revolución cubana se han tejido incontables mentiras por parte del gobierno de Estados Unidos, desde el mismo instante en que Fidel Castro asumió las riendas de la nación.
Documentos desclasificados permiten conocer hoy como fueron diseñadas operaciones dirigidas a la destrucción de la imagen popular de Fidel Castro, como parte de la guerra psicológica, según consta en el Programa de acción encubierta dirigido a debilitar al régimen de Castro, de fecha 19.05.1961, publicado por el Departamento de Estado en el volumen X del Foreign Relations, 1961-63, paginas 554-560.
Repitiendo la misma táctica, quienes acceden hoy a diferentes noticias divulgadas en la prensa y en sitios de Internet, pueden pensar que en Cuba la violencia y la represión por solo pensar diferente, es algo cotidiano, cuando en realidad los tres millones de visitantes que arriban anualmente a la Isla comprueban que es todo lo contrario, incluso el presidente Obama y su familia lo verificaron in situ.
Siguiendo la estrategia hitleriana de que una mentira repetida llega a convertirse en verdad, divulgan informaciones falsas con una virulencia que no se constataba desde hacía algunos años.
Pruebas de esa línea de acción son un grupo de provocaciones como la efectuada con el empleo de Kimberley Motley, abogada estadounidense en derechos humanos, enviada a La Habana a finales de diciembre, y el “Premio” otorgado a Luis Almagro, secretario general de la OEA y a la ex ministra chilena de educación, Mariana Aylwin, con la participación de la asalariada Rosa María Payá, a la cual le asignaron la tarea de conformar el show y la reiteración de la supuesta responsabilidad del Gobierno de Cuba en la muerte de su padre, Oswaldo Paya Sardiñas.
A pesar del desmoronamiento de esa historia, la cual no le fue aceptada por la justicia de España, ni contó el apoyo del Gobierno de ese país, ahora vuelve nuevamente a revivir la mentira que nunca ha podido demostrar, pues el verdadero responsable del homicidio es el representante de las juventudes del Partido Popular de España, Ángel Carromero, por conducir a exceso de velocidad por las carreteras cubanas repartiendo dinero a elementos contrarrevolucionarios.
Una de las organizaciones al servicio de las operaciones de la CIA es Amnistía Internacional, la cual en su informe anual 2016 afirma que “en Cuba persiste la retórica de Guerra Fría y los activistas políticos y los defensores y defensoras de los derechos humanos son tachados públicamente de mercenarios anticubanos, contrarrevolucionarios y subversivos”.
Evidentemente esa organización no tomó en cuenta los informes del jefe de la Misión diplomática de Estados Unidos en La Habana, donde califica y describe a los supuestos “disidentes”, como buscadores de dinero para disfrutar la vida sin trabajar, que no tienen ningún programa político alternativo, no son conocidos, ni tienen apoyo popular.
Públicamente la Casa Blanca asigna 20 millones de dólares anuales para el sustento de los planes subversivos contra Cuba, y con una parte de ese dinero se le paga el salario a cada “disidente”, como son las llamadas “Damas” de Blanco, las que no realizan sus provocaciones sin no se les entregan los dólares acordados, situación visualizada en el sitio You Tube. Sigue leyendo