Los ciegos que no quieren ver

Por Arthur González.

Cuba lleva 56 años de guerra mediática diseñada por Estados Unidos, en un vano intento porque su modelo no sea imitado por otros países del área, pero a pesar de los miles de millones gastados sin resultado alguno, la Revolución cubana irradia más ejemplo de humanismo que los Estados Unidos y sus principales aliados europeos.

En ridículo intento por desinformar a su pueblo, la Cámara de Diputados de Chile acaba de aprobar un acuerdo presentado por la bancada de la Democracia Cristiana, solicitándole al Gobierno de la presidenta Michelle Bachelet, condenar las “violaciones” a los derechos humanos cometidos en Cuba por el régimen dictatorial de los hermanos Castro.

¿Conocerán los que se han prestado a tal payasada que son realmente lo derechos humanos?

Cuba es uno de los países de Latinoamérica con la tasa de mortalidad infantil más baja y una de las altas en cuanto a longevidad de sus habitantes. La causa es el sistema de salud gratuito totalmente para todos, algo que ojalá Chile tuviera algún día.

La Revolución cubana eliminó en solo 12 meses el analfabetismo que dejaron los gobiernos “democráticos” por yanquis desde 1902 y abrió la educación sin costo alguno para sus ciudadanos, sin distinción de razas, sexos o ideología.

Los hijos de la contrarrevolucionarios y ellos mismos, disfrutan de todas las bondades alcanzadas por la Revolución en materia de educación, salud, deportes, cultura y seguridad social, a pesar de ser asalariados de los Estados Unidos y desarrollar acciones subversivas contra del sistema.

¿En qué país se puede observar hoy esas políticas?

Mucho se pudiera decir en materia de derechos humanos alcanzada por los cubanos, algo que irrita y retuerce los intestinos de aquellos que no han podido doblegarlos.

Sin embargo, la Cámara de Diputados de Chile no se ha pronunciado contra las acciones cuasi fascistas que está llevando a cabo el flamante presidente de Argentina, con el despido masivo de cerca de tres mil empleados públicos en apenas 3 meses, los ataques contra la libertad de prensa, mediante el cierre de agencias al servicio de la información y la cesantía de destacados periodistas.

El silencio cómplice de los que no quieren ver los salvajes actos represivos, contra pacíficos manifestantes que reclaman sus puestos laborales para poder alimentar a sus familiares, atacados con balas de goma y gases lacrimógenos, es repulsivo.

Esas verdaderas represiones y otras violaciones de los derechos humanos, jamás se han visto en esa Cuba que desean condenar los demócratas que se dicen cristianos, siguiendo órdenes de Washington para satanizar a la Revolución.

Mucha vergüenza debe sentir los diputados que levantaron sus manos para intentar condenar al único país del mundo bloqueado económica, comercial y financieramente por Estados Unidos, en su intento baldío por matar de hambre y enfermedades a los cubanos.

No hay peor ciego que el que no quiere ver y en vez de mirar hacia el Caribe, los señores diputados deberían mirar hacia su vecino más cercano y levantar sus voces para condenar lo que si son brutales violaciones de los derechos humanos.

Los pueblos ya no pueden ser engañados tan fácilmente y los señores de la Cámara chilena deberían recordar lo que señaló José Martí, cuando dijo:

“…ni la misión de diputado es tal que permita en su ejercicio ignorancia y tibieza”.