Los pasos perdidos

Arthur González

Tras el anuncio del presidente Barack Obama el pasado 17 de diciembre sobre el restablecimiento de relaciones diplomáticas con Cuba, la Unión Europea se quedó sin argumentos para el mantenimiento de la llamada “Posición Común” y sus respectivas sanciones contra La Habana.En 1997 el entonces presidente de España, José María Aznar, siguiendo orientaciones de sus padrinos de la mafia terrorista anticubana radicada en Miami, proponía esas sanciones con el objetivo de ahogar la mal trecha economía de la isla a causa del Bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por Washington, unido a la pérdida de más del 80 % de sus relaciones comerciales con el extinto campo socialista europeo.

Para la política anticubana de Estados Unidos y sus aliados europeos, la “Posición Común” estaba hecha a la medida, con la pretensión de cerrar aún más el lazo en el cuello de los cubanos; pero la vida les dio la sorpresa de que Cuba resistió estoicamente, el pueblo se mantuvo unido y poco a poco su economía encontró resquicios para mantenerse a flote.

Esa resistencia a los múltiples planes diseñados desde el Norte para derrocar el socialismo caribeño, ha sido la razón para que el propio presidente de Estados Unidos haya reconocido el fracaso de la estrategia, sostenida por 11 administraciones, y de conjunto con su Consejo de Seguridad Nacional, decidiera cambiar de método en un nuevo y rejuvenecido intento de encontrar la fórmula prodigiosa que les permita alcanzar su viejo sueño: reconvertir a la mayor de las Antillas en un país capitalista.

Ante ese escenario no le queda más remedio a la Unión Europea que recomponer a la carrera sus relaciones con Cuba, para no quedarse fuera de las posibilidades de alcanzar buenos negocios, antes de que Obama se decida a levantar determinadas prohibiciones que como presidente puede ejecutar, sin ser aprobadas por el Congreso.

Parte de ese “sprint” se observa en Francia, al confirmar el actual Presidente una visita oficial a la isla, la primera de la historia, con el propósito de ganarse un puesto antes que los estadounidenses desembarquen.

Francia tiene lazos históricos con Cuba, pues en 1819 un grupo de colonos franceses procedentes de Luisiana, fundaron la ciudad Fernandina de Jagua, actual provincia de Cienfuegos, en el centro sur de la isla; además de la presencia en la zona más oriental cubana de agricultores franceses dedicados al negocio del café, asentados tras la revolución de Haití.

Ahora no hay otro paso que no sea el de eliminar las sanciones que ya nadie respeta y por ese motivo la jefa de la diplomacia europea, Federica Mogherini, realizó una visita oficial a La Habana y en días pasados el canciller cubano, Bruno Rodríguez, se entrevistó con ella en Bruselas, diálogo político que no se producía desde el 2011.

La única retórica que intentan mantener es el gastado tema de los derechos humanos, algo que la propia Europa no puede sacar como bandera, al pisotear diariamente los derechos de millones de ciudadanos con un creciente desempleo, aumento de la pobreza, especialmente la infantil y la pérdida de atención médica, a lo que se le suma la salvaje represión policial sobre miles de manifestantes, incluidas las detenciones arbitrarias apoyadas en el caso de España por la llamada “Ley Mordaza”.

No hay más salida para la Unión Europea que formalizar un acuerdo con Cuba y el marco más adecuado pudiera ser la próxima Cumbre UE-Celac (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños) del 10 y 11 de junio en Bruselas, con la asistencia de los jefes de Estado y Gobierno de las dos regiones.

Al final la vida le dio la razón a los cubanos y tal como expresó José Martí:

“Puesto que tenemos la razón, no puede existir nada contrario a ella”.