Campeones del pretexto


Arthur González

maineDesde hace muchos años, millones de personas conocen los pretextos empleados por Estados Unidos para justificar su agresiones militares, pero pocos recuerdan que uno de los más despreciables fue el utilizado en 1898 para declararle la guerra a España y poderse apoderar de Cuba, sueño que aún perdura en la mente torcida de algunos funcionarios yanquis.Aún se mantienen latentes las imágenes cinematográficas de los dos aviones comerciales impactando a las Torres Gemelas de New York, fotografía que nadie ha podido explicar de qué cámaras fueron tomadas, pues la calidad dista mucho de ser de las empleadas en los sistemas de seguridad.

Ese golpe “terrorista” fue el pretexto para la guerra contra Afganistán, país que aún sufre la invasión norteamericana, a pesar de que el fin de los militares era solamente la captura y muerte del ideólogo de esas acciones terroristas, Bin Laden, algo ya logrado, y de su lugar teniente el Mulá Omar, de quien jamás se ha vuelto a hablar.

Otro de los pretextos recientes es recordado como “la gran mentira de Bush”, al acusar a Irak de tener armas químicas, arrastrando en su aventura guerrerista a sus aliados de la OTAN. El final es conocido y silenciado: todo era un invento para invadir a uno de los principales productores de petróleo del mundo.

Libia y la fantaseada represión que llevaba a cabo contra su población el presidente Muhamar el Kadafi, se suman a la larga lista de pretextos.

Ese presidente gozaba del apoyo popular, logró unir a un país compuesto por múltiples tribus y en los últimos años de su vida fue un aliado de occidente.

El asesinato del presidente libio no fue condenado por nadie, y mucho menos por los que defienden los derechos humanos y atacan con fiereza los juicios justos que se llevan a cabo contra los “opositores o disidentes” pagados por la Casa Blanca.

La crisis provocada en Siria, y la más cercana en Ucrania, se suman a la larga lista de pretextos empleados por Washington.

En relación a Cuba, el 15 de febrero del 2014 se cumplieron 117 años del criminal pretexto ideado para justificar la declaración de guerra contra España, e ingresar en el conflicto de la lucha de los cubanos contra los peninsulares por alcanzar su libertad.

Para lograrlo, Estados Unidos ideó una visita “amistosa” a La Habana del acorazado Maine, con 354 tripulantes a bordo, el 25 de enero de 1898.

El 15 de febrero a las 21:40 horas una fuerte explosión estremeció la capital cubana; el lugar del hecho fue el acorazado norteamericano donde murieron 266 marineros y de ellos solo dos oficiales, el resto se encontraba en tierra en una cena ofrecida por los españoles.

Todo estaba previsto y de inmediato se acusó a España de colocar una mina submarina, iniciándose posiblemente la primera campaña mediática de la historia.

El 19 de abril de 1898 se aprobó por la Cámara de Representantes y el Senado de Estados Unidos, la resolución conjunta sobre Cuba, convertida en Ley al ser firmada por el presidente William Mckinley.

Dos días después ordenaba el bloqueo naval a Cuba y bloquear sus principales puertos. Se iniciaba la intromisión en los asuntos cubanos para apoderarse de su añorada Perla de las Antillas.

La cruzada seguida por la prensa amarilla trató de sembrar la idea de la culpabilidad de España y varios historiadores han seguido la misma senda, acogidos a los resultados de la comisión investigadora, pero la verdad no puede ser ocultada y como el sol siempre sale.

El 13 de marzo de 1961, 63 años después del horrendo crimen, el General Lyman L. Lemnitzer, Presidente de la Junta de Jefes de Estado Mayor Conjunto de Estados Unidos, le propuso al Secretario de Defensa, Robert S. McNamara, un grupo de acciones para justificar una invasión del ejército norteamericano a Cuba.

El documento clasificado como “Top Secret Special Handlin Noforn” proponía entre otras tareas, una que aclara el dilema.

Bajo el numeral 3, propuso textualmente lo siguiente:

“3.- Organizar una operación similar a la del acorazado Maine. Para esto pudiera volarse un barco norteamericano en la Bahía de Guantánamo y acusar a Cuba de la acción”.

Este memorando fue desclasificado el 21 de mayo de 1984 y se titula: “Justificaciones para una intervención militar a Cuba”.

No es propaganda pro castrista, es la verdad muchas veces desconocida que demuestra una vez más de lo que son capaces con tal de lograr sus propósitos.

Ante esto recordamos al Apóstol José Martí, cuando sabiamente afirmó:

“Hallar una verdad regocija tanto como ver nacer a un hijo”.

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