El Bloqueo viola los derechos humanos


Arthur González

Bloque económicoNinguna persona honesta y digna puede apoyar la decisión del gobierno de Estados Unidos de aplicar un Bloqueo económico, comercial y financiero contra otro país, con el propósito de matar por hambre a sus ciudadanos.Cuba es víctima de esa cruel medida tomada oficialmente desde 1962, por un Decreto presidencial de John F. Kennedy.

A pesar de que la Casa Blanca en sus campañas desinformativas, asegura que es un “embargo”, sus documentos oficiales afirman otra cosa.

En el desclasificado Proyecto Cuba, conocido también como Plan Mangosta de enero de 1962, se afirma:

El objetivo de EE.UU. es ayudar a los cubanos a derrocar al régimen comunista en Cuba e instaurar un nuevo gobierno con el cual Estados Unidos pueda vivir en paz”.

Para alcanzarlo se trazaron varias líneas de acción, entre ellas:

La acción política será apoyada por una guerra económica que induzca al régimen comunista a fracasar en su esfuerzo por satisfacer las necesidades del país.

Operaciones psicológicas para acrecentar el resentimiento de la población contra el régimen.

Operaciones de tipo militar darán al movimiento popular un arma de acción para el sabotaje y la resistencia armada en apoyo a los objetivos políticos.

En ese documento oficial no se menciona la palabra Embargo y todos los preceptos establecidos son violaciones de los derechos humanos.

Los “disidentes” asalariados que Washington alimenta en Cuba para ejecutar acciones subversivas con el sueño de derrocar el socialismo, apoyan esa Guerra Económica que persigue exterminar al pueblo, simpatice o no con el gobierno, sea un niño, un incapacitado, una mujer embarazada o un anciano.

En declaraciones a la prensa internacional muchos de esos serviles personajes, colocados al frente de grupúsculos creados y mantenidos con parte de los 20 millones de dólares que destina anualmente la Casa Blanca contra Cuba, afirman que “el Bloqueo no puede eliminarse”.

Entre los más fieles asalariados de los norteamericanos se encuentra la inculta y grosera Berta Soler, autoritaria y déspota presidenta de las “Obesas de Blanco”, quien le solicitó personalmente al vicepresidente de Estados Unidos Joe Biden, que no podían eliminar esa medida, reiterándoselo al propio Barack Obama.

La lista de personajillos que vociferan la misma petición, la integran entre otros: Guillermo Fariñas, Elizardo Sánchez Santacruz Pacheco, Martha Beatriz Roque, José Daniel Ferrer, Manuel Cuesta Morua, Yoani Sánchez, Miriam Celaya, José Luís Antúnez y una docena de lacayos más.

Para esos asalariados oficialistas de Washington el Bloqueo o la Guerra Económica, no constituye una violación de los derechos humanos.

Desde Miami similar pedido lo encabezan los integrantes de la mafia terrorista anticubana, como Ileana Ros-Lehtinen, hija de un testaferro del tirano Fulgencio Batista, Lincoln y Mario Díaz-Balart, hijos del ministro de gobernación del tirano, vinculado a la tortura y asesinato de más de 20 mil cubanos antes de 1958.

En un comunicado conjunto confeccionado hace pocas semanas por los congresistas republicanos Ileana Ros, David Rivera y Mario Díaz Balart, al que se sumó el demócrata Albio Sires, insistieron en mantener la política estadounidense dirigida a dificultar la vida de los cubanos, con el fin de derrocar al gobierno socialista.

Sin el menor respeto por los derechos humanos, Mario Díaz Balart atacó al presidente Obama, acusándolo de ofrecer concesiones unilaterales a Cuba y le exigió la aplicación de nuevas sanciones contra la Isla, para estrangular financieramente al gobierno cubano.

La Guerra económica impuesta a Cuba por Estados Unidos viola la Declaración Universal de los Derechos Humanos de la ONU, siendo rechazada por 188 países en votación abierta en su Asamblea General.

Los artículos pisoteados por esa criminal política son el 2, 3, 5, 18, 19 y 25.

Por tanto, los que pretenden condenar a Cuba por haber escogido un sistema social, político y económico diferente al impuesto desde 1902 por el gobierno norteamericano, deben estar sentados una vez más en el banco de los acusados.

Razón tenía José Martí, cuando el 13 de noviembre de 1884 le escribió desde New York a su amigo mexicano Manuel Mercado:

“…De esta tierra no espero nada ni para Uds. ni para nosotros, más que males”.

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