A vivir del muerto

Arthur González

No hay dudas que para que el mundo sea mundo tiene que haber de todo, de ahí la existencia de algunos personajes que hacen hasta malabares en el aire, con tal de recibir dinero sin sudar la camisa.Otros coexisten a base de cuentos e inventos, sin descontar los que viven hasta de sus muertos, ese es el caso de Ángel Carromero, ciudadano español sancionado por homicidio, al ser responsable de la muerte de Oswaldo Payá Sardiñas, cubano asalariado de Estados Unidos y de la derecha española.

Está más que probado que Carromero conducía a exceso de velocidad el auto en que viaja junto a Payá y a Harold Cepero, siendo esa la única causa por la cual se estrelló contra un árbol al lado de la vía.

Las deformaciones sobre ese caso para inculpar al Gobierno cubano, salen de Miami y de la derecha española representada por Esperanza Aguirre del Partido Popular, quien envió a Carromero a Cuba con la encomienda de entregarle su mesada de euros, con la cual se sufragaban parte de las actividades contrarrevolucionarias que Payá llevaba a cabo.

Es sabido que el convicto español fue entregado por Cuba a las autoridades de su país para que terminara de cumplir su condena, como parte de un acuerdo entre ambas naciones, y una vez en Madrid solicitó un recurso ante las Cortes judiciales que fue rechazado, al igual que la acusación impuesta por la viuda e hija del difunto, ante la ausencia de pruebas. El Gobierno de España tampoco aceptó esas acusaciones.

Múltiples son las acciones realizadas para tratar de acusar a la Revolución cubana con ese caso, ninguna ha fructificado. No obstante, los yanquis insisten en repetir la mentira como estrategia para conformar una matriz de opinión internacional, a lo que ha contribuido la hija del finado, a partir del pacto establecido con diplomáticos norteamericanos acreditados en La Habana, a cambio de obtener un visado como refugiada política en Estados Unidos para su madre y hermanos.

Carromero, a pesar de sus fracasos legales, fue obligado a escribir un panfleto, revisado previamente por su Gobierno, donde miente a diestra y siniestra, contradiciéndose de anteriores declaraciones a su embajador y el cónsul general en La Habana.

Ahora como parte de esa campaña mediática de guerra sicológica diseñada en Washington, anuncia que asistirá a un seminario que organiza la ONG internacional UN Watch, previo a la próxima reunión del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, en Ginebra.

Lo más interesante y excepcional del asunto es que el convicto logró salir de España, gracias a un permiso de tres días otorgado por Instituciones Penitenciarias, según explicó él mismo a la agencia española de prensa, EFE, por teléfono.

¿Por qué ese permiso especial a favor de un homicida reconocido por la propia justicia española?

¿Si las cortes de España rechazaron su solicitud de revisar la causa y se negó a un indulto, que razones motivan esa autorización para repetir mentiras ante un organismo de Naciones Unidas?

Muy sencillo, detrás de todo ese andamiaje está la mano de los norteamericanos presionando al Gobierno Español, nadie se llame a engaño.

Todo es parte del complejo entramado que se viene tejiendo desde hace semanas para acusar a Cuba de “violadora” de los Derechos Humanos, donde se repite que se incrementan las “detenciones arbitrarias” y la “represión” a los asalariados de Washington. La misma historia de hace más de medio siglo.

España podrá tener jueces y fiscales imparciales, con alto nivel profesional y ética, pero en política carecen de moral y valores, lo que ha quedado demostrado en los eventos de corrupción dentro del partido gobernante, PP; por tanto hay que seguirle el juego a los yanquis; para eso son estrechos y serviles aliados.

Mientras tanto Carromero, Ofelia Acevedo, viuda de Payá y su hija Rosa Maria, seguirán viviendo del muerto como si este fuera la gallina de los huevos de oro.

De Harold Cepero, el otro difunto, poco o nada se habla, el motivo es que su familia no se prestó al juego de sacarle lascas a su fallecimiento.

Evidentemente no son de la misma baja calaña de los Payá Acevedo y se niegan a vivir del muerto.