Beatifican a oficial CIA

Arthur González

El pasado sábado 25 de enero, el libelo The Miami Herald, publicó un artículo sobre William Alexander Morgan, oficial CIA infiltrado en el ejército rebelde comandado por Fidel Castro Ruz, quien luchaba contra el dictador Fulgencio Batista, un apadrinado por el gobierno norteamericano desde que diera su primer golpe de estado en la década del 40 del siglo XX y repitiera en 1952. En el escrito el Comandante Morgan es dibujado como un “santo inocente” y fusilado “injustamente”, obviando que cumplió importantes tareas para la CIA, la que pretendían impedir el triunfo revolucionario. Dada su condición de militar sus actos se consideran como alta traición.

A pesar de sus numerosos crímenes, despotismo y violaciones permanentes a los derechos humanos del pueblo cubano, Batista gozó siempre de la confianza de varios presidentes estadounidenses, pues les permitió importantes inversiones en la macroeconomía de la isla, convertirla en un casino gigante, lujurioso prostíbulo y laboratorio a pequeña escala para nuevos inventos de su flamante industria.

Por ese motivo la Casa Blanca le solicita a la CIA impedir el triunfo de los rebeldes, para lo cual crearon el “2do Frente Nacional del Escambray”, en las montañas de la zona central de Cuba, con el propósito de evitar la unidad de las fuerzas revolucionarias.

Para alcanzar su fin, la CIA logró infiltrar al oficial William Morgan, estadounidense nacido en Ohio, quien tenía una personalidad controvertida; por lo que ante el peligro de que pudiera incumplir la misión encomendada de crear una fuerza de choque de derecha, para contrarrestar las tendencias de izquierda que Estados Unidos percibía en los líderes del 26 de Julio y del Directorio Revolucionario, la Agencia decide en agosto de 1958 enviar a un experimentado oficial para controlar a Morgan.

Ese otro oficial CIA fue el californiano John Mac Meckpkles Spiritto, poseedor de una amplia hoja de servicios dada su participación en la “Operación Diablo”,   consistente en la invasión a Guatemala en junio de 1954, para derrocar al presidente Jacobo Arbenz. Esa acción fue repetida contra Cuba en 1961 por Bahía de Cochinos, con un resultado desfavorable para Estados Unidos.

Spiritto ya tenía conocimientos del trabajo contra el movimiento 26 de Julio, pues en 1956 la CIA lo envió a México para el control de Fidel Castro, quien se le escapó a los oficiales norteamericanos y logró arribar a las costas cubanas con 82 hombres armados a bordo del pequeño yate Granma.

En las montañas del Escambray esos oficiales reclutaron a algunos miembros del ejército rebelde, como fueron el Comandante Eloy Gutiérrez Menoyo, Nazario Sargén y Armando Fleites.

John Spiritto fue ascendido a capitán por Menoyo, siendo descubierto varios años después del triunfo revolucionario, condenado a prisión y posteriormente expulsado de Cuba.

Antes de regresar a Estados Unidos relató a la prensa detalles de sus misiones en Cuba y las de su compañero de tareas, William Morgan.

Su testimonio quedó para la historia como una prueba fehaciente del trabajo de la CIA contra la Revolución cubana, incluso mucho antes de que Fidel Castro lograra vencer al poderoso ejército batistiano, asesorado por experimentados militares norteamericanos.

Ninguno de los dos fue santo y ante estos hechos la CIA debería recordar al apóstol de Cuba, José Martí, cuando aseguró:

“Ha de pagarse con el malestar de toda la vida la vanidad de no querer confesar un error”.