En política nada es casualidad.


Por Arthur González.

En días pasados, el recién electo presidente de Brasil, Luis Ignacio Lulada Silva, convocó una reunión de presidentes suramericanos con el objetivo de unir a los países de la región para trabajar por el bienestar de los pueblos y la paz. Aspecto significativo fue la invitación al presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, para reinsertar a esa gran nación en el bloque suramericano, excluida por las presiones y sanciones de Washington, debido a la posición vertical de no someterse a los dictados del régimen yanqui.

El retroceso en la región estuvo marcado por la llegada al poder de los presidentes derechistas de Ecuador, Argentina, Brasil, Bolivia y Uruguay, piezas claves empleadas por Estados Unidos para impedir el avance de la izquierda, que había asumido posiciones de unidad en contra su política neoliberal.

El liderazgo del presidente Lula permitió la presencia en Brasilia de 11 presidentes, incluidos algunos que mantienen enfoques pro norteamericano y que evidentemente asistieron con indicaciones precisas de Estados Unidos, expuestas en ese foro sin decoro.

Evidentemente la orientación de Washington fue la de rechazar la presencia de Nicolás Maduro y acusarlo de violar los derechos humanos, algo que hicieron el uruguayo Luis Lacalle Pou y el chileno Gabriel Boric, este último a pesar de tener el cartelito de “izquierdista”.

La posición pro yanqui de Lacalle Pou es conocida y lo hace en cada foro latinoamericano con sus ataques a Cuba, bajo el libreto que le envían del Departamento de Estado, a través de su embajada en Montevideo, pero la del “izquierdista” Boric, puso al descubierto la estrategia yanqui empleada en Chile, para evitar que el partido comunista llegara al poder, lo que recuerda la utilizada en España en la década de los años 70 del siglo XX.

Si repasamos lo que hizo la CIA en España, durante el proceso previo a la muerte del dictador fascista Francisco Franco, encontramos muchas similitudes con el ascenso del chileno Gabriel Boric.

La CIA organizó toda la transición con apoyo de Franco, incluida la aceptación de restaurar la monarquía con Juan Carlos de Borbón, el apoyo del ejército y los órganos de seguridad, para evitar puntos de oposición a sus planes.

El caso del chileno Boric, tiene aspectos análogos a los que hicieron en España, para impedir a toda costa que los líderes históricos del Partido Comunista asumieran la dirección del país.

La pieza fundamental en España fue Felipe González, principal producto del proceso de transición, elegido presidente del Partido Socialista Obrero Español en 1974, durante una reunión celebrada en Francia, a donde acudió protegido por oficiales de la inteligencia española y con pasaporte facilitado por ese servicio.

Por instrucciones de la CIA, en 1979 durante el 28 Congreso del PSOE, Felipe González impuso la desaparición del término marxista de los estatutos del partido y cumplió obedientemente la orden de hundir al Partido Comunista Español.

La postura asumida por el presidente chileno en Brasilia, coincide exactamente con la del Departamento de Estado yanqui, para mantener la imagen de que “Maduro viola los derechos humanos”. Sin embargo, no criticó las sanciones contra el pueblo venezolano, ni las acciones terroristas financiadas por la CIA en las centrales eléctricas y las refinerías de petróleo, el bloqueo a las importaciones para alimentar la población y otros productos, causa de la emigración.

Tampoco se pronunció contra el reconocimiento del títere Juan Guaidó y las maniobras yanquis para desconocer al gobierno electo venezolano, lo que prueba su subordinación a la política injerencista de Estados Unidos, poniéndo en evidencia que cumple órdenes de quienes lo respaldan políticamente.

Esas agresiones yanquis contra Venezuela no pueden meterse debajo de la alfombra o hacerse de la vista gorda.

La coincidencia de posiciones políticas entre el “izquierdista” Gabriel Boric y el derechista Luis Lacalle Pou, de responsabilizar al chavismo de la situación que sufren los venezolanos no es casualidad, es una orden de Estados Unidos, que por su obstinación y prepotencia han puesto en evidencias la colaboración del chileno con Washington y al parecer con el cuartel general de Langley, como el caso del español Felipe González, que dé socialista solo le quedaron los botones de la camisa.

Igual postura asume para acusar a Cuba y a Nicaragua de violar los derechos humanos, incluso apoya a la marioneta yanqui, Rosa María Paya Acevedo, quien llegó a Chile el pasado 31 de mayo 2023 y, como su fuera una personalidad política, fue recibida por Juan Antonio Coloma, presidente del Senado de Chile, a quien expuso el guión yanqui para cambiar el sistema socialista en Cuba y exhortó a Gabriel Boric, a pronunciarse sobre la situación de Cuba y a tomar medidas en favor de la defensa de los derechos humanos en la isla.

Boric da serias señales de su falso izquierdismo, en particular por su viraje en el caso de los reclamos de las comunidades mapuches por sus tierras ancestrales, al aprobar el estado de excepción y autorizar a los militares, a custodiar las carreteras en la región de La Araucanía y en las vecinas provincias de Arauco y Biobío, epicentro de las protestas populares, a lo que hasta ahora era un férreo detractor.

El empleo de las fuerzas militares es considerado en Chile como una política que atenta contra la democracia y el respeto a las libertades individuales.

En varios eventos internacionales ha denunciado las supuestas violaciones a los derechos humanos cometidas en Cuba, Nicaragua y Venezuela, tal como ordenan los yanquis.

La acusación de que en Cuba hay presos por pensar diferente, la hizo en junio del 2022 a su llegada a Estados Unidos, para asistir a la Cumbre de las Américas, en la ciudad de Los Ángeles, en coincidencia con las declaraciones de Brian Nichols, subsecretario de Estado para Asuntos del hemisferio occidental.

Boric logró su primer gran triunfo político en 2011, al derrotar a la comunista Camila Vallejo, en las elecciones por la presidencia de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile. En aquel momento se definía como un joven de izquierda “con ganas de cambiar el país”.

Hasta el 2016 Boric no se ocultaba para exponer su admiración hacia el gobierno cubano e incluso rindió homenaje a Fidel Castro en un tuit, pero al mes de mes de asumir la presidencia, declaró que “imaginaba unespacio progresista sin Venezuela ni Cuba”.

La interrogante de sus verdaderas posiciones de izquierda se encuentra en las luchas estudiantiles y después en una izquierda con énfasis en las “cuestiones ambientales y de género”, a pesar de los graves problemas sociales que persisten en Chile, heredados de la dictadura de Pinochet, impuesta por Estados Unidos.

Su trayectoria es zigzagueante, porque en 2009 después de egresar de la carrera de derecho, no se tituló como abogado, al suspender en 2011 el examen de grado, dedicándose a la vida política. En las elecciones realizadas el 5 y 6 de diciembre de 2011, su agrupación Creando Izquierda, obtuvo el 30,52 % de los votos, y obtuvo el cargo de presidente de la Federación, superando a Camila Vallejo, candidata a la reelección por la lista de las Juventudes Comunistas de Chile.

En julio de 2018, Gabriel Boric había dicho: “no me quiero dedicar a ser abogado, ni tampoco a ser político, porque deseo dedicarme durante dos años a escribir una novela de ficción”.

En octubre de ese mismo año, se ausentó de su labor parlamentaria, internándose voluntariamente en el hospital psiquiátrico de la Universidad de Chile por dos semanas, producto a una crisis por trastorno obsesivo-compulsivo (TOC), diagnosticada a los doce años.

En las elecciones primarias del 18 de julio de 2021, se impuso al candidato del Partido Comunista de Chile, Daniel Jadue, y fue nominado candidato presidencial del Pacto «Apruebo Dignidad» para las elecciones presidenciales de noviembre de 2021.

El 19 de diciembre de 2021, ganó en segunda vuelta las elecciones para presidente del país.

Para apuntalar su imagen, como hicieron con la contrarrevolucionaria cubana Yoany Sánchez, la Revista Times lo seleccionó como una de las 100 personas más influyentes de 2022 y en diciembre del mismo año es reconocido por la revista Bloomberg, como una de las personas más influyentes del mundo, vieja táctica yanqui para afianzar a sus colaboradores.

En una maniobra política nombró en marzo del 2022, a la comunista Camila Vallejo, como ministra del Ministerio Secretaría General de Gobierno y de esa forma evitar una opositora que pusiera en peligro su gobierno.

Boric enfrenta serios problemas internos de la sociedad que no ha resuelto, como los reclamos del Colegio de Profesoras y Profesores de Chile por el pago de la Deuda Histórica y el Bono de Retiro atrasados, el cambio en el sistema de financiamiento de la educación y de la jornada escolar completa, así como el cese del agobio laboral y la violencia contra los maestros, entre otras cuestiones.

Además, persiste la represión policial contra quienes reclaman sus derechos, como lo que acontece con el pueblo Mapuche, situaciones que violan los derechos humanos, algo que debe preocuparlo más que sumarse a las campañas mediáticas diseñadas por sus amigos del norte, contra Cuba, Venezuela y Nicaragua.

No se equivocó José Martí cuando afirmó:

“En política lo real es lo que no se ve”

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