Andrés Oppenheimer y sus horóscopos.


Por Arthur González.

Nadie sabe que misterios encierran las profecías del laureado periodista Andrés Oppenheimer, pero las escritas sobre la Revolución cubana han sido un fracaso total.

Después de puesto en marcha el Programa Democracia, aprobado en 1983 por el presidente Ronald Reagan, que devino en el reclutamiento sentimental del líder soviético Mijaíl Gorbachov, quien confesó en el 2000 que, para lograr el desmoronamiento del socialismo en Europa, “tuve que sustituir a toda la dirección del PCUS y de la URSS, así como a la dirección de todos los países socialistas europeos”; solo quedaba en pie Cuba, como la pieza más ambicionada de Estados Unidos.

Por aquellos años, países aliados de Washington se sumaron a la ofensiva ideológica, con el fin de “ayudar a la caída” del socialismo cubano.

Entre las iniciativas iniciadas en 1990, estimularon las entradas ilegales en varias embajadas, las salidas ilegales del país, reorganizaron y financiaron asociaciones de ciudadanos extranjeros asentados en la Isla, moribundas por falta de apoyo de sus gobiernos, conmemoración de fiestas patronales y hasta la celebración de algunas romerías, que no se efectuaban hacía medio siglo.

En ese contexto llegó a La Habana el periodista y escritor argentino radicado en Miami, Andrés Oppenheimer, ganador del Premio Pulitzer en 1987, con el interés de hacer una investigación sobre la Revolución cubana y el papel jugado por sus líderes históricos.

Para ello, recibió todas las facilidades para sus entrevistas, incluidas a Fidel Castro y “opositores” creados, entrenados y financiados por el gobierno de Estados Unidos, algunos de ellos agentes encubiertos de la Seguridad cubana. Todos respondieron sus preguntas y brindaron mucha información, que le sirvieron al periodista para escribir su libro “La hora final de Castro”, publicado en 1993, en el cual vaticinó la caída inminente del gobierno socialista.

Para disgusto de los yanquis, el horóscopo de Oppenheimer fue un rotundo fracaso, nada de lo pronosticado sucedió.

Fidel logró sacar el país adelante, estabilizó la economía y la llamada “Opción Cero” no fracasó, como auguraba Oppenheimer en su libro.

Transcurrido un cuarto de siglo de aquellos vaticinios infundados, la Revolución socialista se mantiene, incluso rejuvenecida con un nuevo presidente que no es parte de la generación histórica.

La falla del pronóstico radicó en su ceguera política, quizás orientado por autoridades estadounidenses para pintar un panorama sombrío y sin futuro, desconociendo la histórica entereza, resistencia y unidad del pueblo cubano, en torno a la defensa de su soberanía.

De nada le valieron los 6 meses en Cuba y las más de 500 entrevistas realizadas, su idea fija era el deseo de ver caer a la Revolución. Actualmente solo destila frustración por sus fallidas profecías.

Olvidando esa mal experiencia en su vida literaria, Oppenheimer vuelve por la picada, ahora con el tema de la nueva Constitución de Cuba, algo que pone en ridículo a Estados Unidos porque el texto propuesto es estudiado y discutido libremente por toda la nación, incluidos los cubanos residentes en el exterior, situación sin precedentes en América y Europa, que refleja el carácter democrático y popular del proceso cubano, verdadera piedra filosofal que ha permitido resistir las guerras económica, financiera, mediática y subversiva.

Según ha dicho el argentino, se tomó el trabajo de leer el documento y le resultó “espantoso” y un “gran paso atrás”. ¿Será más humana la de su país de origen? Ni la de Estados Unidos recoge tantos derechos a los ciudadanos como a propuesta cubana, pero hay que desprestigiarla a toda costa.

Otro error cometido por el múlti premiado periodista, fue tomar en cuenta las opiniones de Rosa María Paya Acevedo, devenida en politiquera gracias al dinero de la mafia terrorista de Miami y de su mentor el senador Marco Rubio.

Ella le aseguró que: “esta Constitución es peor que la anterior, porque al agregar que el Partido Comunista será el único dirigente superior de la sociedad y el Estado, le cerró las puertas a cualquier posibilidad de multipartidismo”.

Quienes sueñen en tener en Cuba partidos políticos diseñados por la CIA, con “disidentes” pagados con millones de dólares aprobados por la Casa Blanca para intentar destruir a la Revolución, seguirán el mismo camino que los mafiosos miamenses, que se han vuelto ancianos sin obtener una sola victoria.

La Revolución cubana no fue impuesta por los tanques soviéticos, la hizo el pueblo luchando en las calles y montañas de la Isla, contra la tiranía de Fulgencio Batista, apadrinado por Estados Unidos a pesar de llegar al poder mediante un golpe militar que pisoteó la Constitución y todas las leyes del país.

Los cubanos no desean regresar a aquella farsa de tener 25 partidos políticos que todos defendían lo mismo, el capitalismo, la corrupción, el maltrato al pueblo y la desigualdad social.

Ninguno resolvió el analfabetismo, la discriminación racial y de género, la ausencia de un sistema popular de salud, la educación, la cultura y el deporte como un derecho del pueblo.

Ese es el error original de Estados Unidos cegado ante una realidad aplastante, malgastando cientos de miles de millones de dólares para derrocar a la Revolución popular cubana.

Por eso son sus equivocaciones: la invasión mercenaria por Bahía de Cochinos, los cientos de planes terroristas que sembraron muerte y destrucción, su guerra económica para matar de hambre y enfermedades a los cubanos, unido al asesinato de decenas de seres humanos que no serán olvidados nunca por sus familiares, amigos y vecinos.

El traspié de Andrés Oppenheimer es pensar que el gobierno de Cuba necesita de la policía secreta, para enfrentarse a los enemigos de la Revolución.

Quienes se opondrán a cualquier intento que afecte su libertad y soberanía, son los propios cubanos y cubanas que dominan la historia de su patria, para que jamás vuelva a existir un Apéndice Constitucional, como el impuesto en 1901 por el Congreso yanqui, conocido por el nombre de Enmienda Platt, esa que permitió la invasión del ejército de Estados Unidos, cada vez que lo desearon, para pisotear la dignidad de todo el pueblo.

Les duele ver el referendo popular en Cuba porque se le acaban las mentiras y la deformación de la realidad.

Allá los yanquis con su condena y frustraciones, porque en Cuba como aseguró José Martí:

“Dos cosas hay que son gloriosas: el sol en el cielo y la libertad en la tierra”.

 

 

 

 

 

 

 

Donald Trump, el continuador


Por Arthur González.

Cuando se mira hacia atrás en el tiempo, se puede constatar que Donald Trump es un continuador coherente de la política exterior de los Estados Unidos, aunque su personalidad acentúa aún más el carácter imperialista, ante la falta del edulcorante que otros presidentes han empleado.

La década de los años 80 del pasado siglo, marcó un nuevo rumbo del imperio yanqui hacia América Latina y desempolvó la llamada Doctrina Monroe, lo que se constata en los postulados del Programa Santa Fe, puesto en marcha bajo la administración de Ronald Reagan. En dicho texto se afirma:

“Históricamente la política de Estados Unidos hacia América Latina nunca ha estado separada de la distribución global de poder. […] América Latina, tanto como Europa Occidental y Japón, es parte de la base de poder de Estados Unidos. No podemos permitir que se desmorone ninguna base de poder de Norteamérica…”

Lo que sucede hoy en la región es exactamente lo que ese Programa diseñó y ejecutó.

Respecto a Cuba, fue tácita la proyección del trabajo para destruir el proceso revolucionario, al exponer que:

“Estados Unidos ya no puede aceptar el estatus de Cuba […] El precio que La Habana debe pagar por sus actividades no debe ser un precio bajo… Los primeros pasos deben ser francamente punitivos. Los diplomáticos cubanos deben irse de Washington… Hay que cortar los dólares de los turistas norteamericanos… Debe quedarle absolutamente claro al gobierno cubano, que si siguen como en el pasado se tomaran otras medidas apropiadas.”

Trump y sus asesores retomaron ese camino, a pesar de que el presidente Barack Obama comprendió que no les había permitido obtener los resultados esperados y de ahí el viraje en su política hacia la isla, trasladando una imagen diferente con el acercamiento diplomático, pero dejó intactas todas las medidas aprobadas por sus antecesores para impedir el desarrollo del país, entre ellas la guerra económica, el financiamiento y apoyo a la subversión interna, la Radio y TV Martí, las Leyes Torricelli, Helms-Burton y Ajuste Cubano, las campañas de prensa para satanizar el socialismo, unido a una feroz persecución financiera hacia la banca extranjera, como nunca antes.

Entre las acciones para subvertir el orden interno, Obama dio su visto bueno al empleo de Internet con fines subversivos, con la creación del twitter Zunzuneo y el wifi Conmotion para crear redes inalámbricas sin necesidad de Internet, ensayado con efectividad en Túnez; el envío a Cuba del “contratista” Allan Gross para estructurar redes que transmitieran información a través de Internet, con la introducción del potente equipo de comunicaciones Bgan, unido al abastecimiento ilegal de varias antenas parabólicas camufladas como tablas de surf, para la formación de redes por el sistema Wifi, que evidentemente trasmitirían hacia el lugar donde se instalara el Bgan.

En sus azucarados mensajes al pueblo cubano, Obama no dejó de recalcar sus propósitos de desmontar el socialismo y al igual que pretende ejecutar hoy Trump, su punto de mira fue la llamada sociedad civil y los jóvenes cubanos, por eso expresó:

Podemos hacer más para apoyar al pueblo cubano y promover nuestros valores a través del compromiso […] Los ciudadanos deben tener la libertad de participar en los procesos políticos…Insistiremos en que la sociedad civil se nos una para que sean los ciudadanos, y no solo los líderes, los que conformen nuestro futuro”.        

“Podremos aumentar considerablemente nuestro contacto con el pueblo cubano […] Nadie espera que Cuba se transforme de la noche a la mañana, pero creo que el compromiso estadounidense, mediante nuestra embajada, empresas y ante todo nuestro pueblo, es la mejor manera de representar nuestros intereses y apoyar la democracia y los derechos humanos”.

“Nuestras políticas en materia de viajes y remesas están ayudando a los cubanos, al brindarles nuevas fuentes de información, oportunidades de trabajar como autónomos y acceso a bienes de propiedad privada, además de fortalecer a la sociedad civil independiente. Estas medidas servirán para fomentar aún más los contactos personales, respaldar con mayor fuerza a la sociedad civil en Cuba”.

En los últimos años, las acciones yanquis contra gobiernos con ideas socialistas han dado como resultado el retorno a políticas neoliberales, apoyadas con millones de dólares para desplegar compañas mediáticas contra líderes revolucionarios, movilizar a la derecha y financiar actos provocativos para desestabilizar la economía y el orden interno en países como Venezuela, Brasil, Argentina, Ecuador, Bolivia y Nicaragua.

De ahí que Estados Unidos cumpla al pie de la letra el diseño del Programa de Santa Fe, el que sin el menor sonrojo señaló:

“América Latina es vital para Estados Unidos, la proyección del poder mundial de Estados Unidos siempre ha descansado en un Caribe cooperativo y en una América Latina que ha brindado apoyo”.

Ese es el motivo del odio visceral hacia Cuba y Venezuela, porque sus programas sociales cortaron el monopolio imperialista y ha repartido las riquezas entre los desposeídos, algo que los yanquis no perdonan y por tanto “el precio que La Habana debe pagar no debe ser un precio bajo”.

Una vez más se equivocan, los pueblos latinoamericanos y caribeños han crecido y no se dejan confundir por palabras engañosas y como concluyó José Martí:

“Con nuestra sangre estamos cegando, de la anexión de los pueblos de nuestra América, al Norte revuelto y brutal que los desprecia”

“Es la hora del recuento y de la marca unida, y hemos de andar en cuadro apretado, como la plata en las raíces de los Andes”.

 

 

Cuba y los retos para mantener el socialismo


Por Arthur González.

El 2018 se presenta como un año complejo para Cuba, tanto económica como políticamente.

Por una parte, se fortalece la guerra económica, comercial y financiera impuesta desde hace 58 años por Estados Unidos, con el objetivo de hacerle creer al pueblo que el sistema socialista es ineficiente e incapaz de satisfacer sus necesidades; por la otra, se avecina un cambio de la generación histórica de la Revolución, dándole paso a actores más jóvenes.

Cuando en 1962 la CIA diseñó esa guerra económica, pretendía que el pueblo cansado de las penurias se alzara contra el gobierno; por tales razones no la eliminan, a pesar de la votación favorable en la Asamblea General de Naciones Unidas contra ese criminal bloqueo.

Barack Obama, con su abierta política subversiva tampoco la eliminó, las frágiles medidas que aprobó fueron encaminadas al sector del trabajo no estatal; a pesar de sus anuncios nunca el Estado cubano pudo hacer transacciones financieras con el empleo del dólar, y fue el presidente que más multas impuso a los bancos que osaron aceptar alguna operación hacia o desde Cuba.

Lo mismo hacen contra Venezuela, con la pretensión de ahogar su economía y que su efecto repercuta en la cubana, algo que ya se siente en la isla.

Pero el mayor reto que hoy afronta Cuba es, entre otros problemas, la corrupción que cual enfermedad infecciosa afecta a la sociedad en general, algo reconocido por los máximos dirigentes de la Revolución y aprovechado por los yanquis en sus planes y operaciones para desmontar el socialismo.

La experiencia obtenida por Estados Unidos en su accionar contra el socialismo en Europa del Este, está presente en el actual diseño estratégico contra Cuba y otros países con gobiernos no aceptables para Washington, situación que nunca debe menospreciarse.

Fidel Castro lo analizaba con toda objetividad el 17 de noviembre del 2005 en el Aula Magna de la Universidad de la Habana, cuando explicaba a los estudiantes los complejos problemas que enfrentaba el mundo y Cuba, al reflexionar las causas del derrumbe del socialismo, preguntándoles:

“¿Es que las revoluciones están llamadas a derrumbarse, o es que los hombres pueden hacer que las revoluciones se derrumben? ¿Pueden o no impedirlo los hombres, puede o no impedir la sociedad que las revoluciones se derrumben? ¿Creen ustedes que este proceso revolucionario, socialista, puede o no derrumbarse?”

Al referirse al tema de la corrupción reflexionaba con entera franqueza:

“¿Cuántas formas de robo hay en este país?

¿Puede ser o no irreversible un proceso revolucionario? ¿Cuáles serían las ideas o el grado de conciencia que harían imposible la reversión de un proceso revolucionario? Cuando los que fueron los primeros, los veteranos, se vayan desapareciendo y dando lugar a nuevas generaciones de líderes, ¿Qué hacer y cómo hacerlo? Si nosotros hemos sido, al fin y al cabo, testigos de muchos errores, y ni cuenta nos dimos”.

Más adelante sentenciaba:

“Este país puede autodestruirse por sí mismo; esta Revolución puede destruirse, los que no pueden destruirla hoy son ellos; nosotros sí, nosotros podemos destruirla, y sería culpa nuestra”.

La CIA no está ajena a esta situación y dada su experiencia trabaja por aprovechar cada brecha; no en balde su ex director Allen Dulles, al explicar la estrategia contra la URSS en la 2da mitad del siglo XX, afirmaba:

“Pronto llegará el día en que tendremos que funcionar con conceptos directos de poder […] Sembrando el caos en la Unión Soviética, sin que sea percibido, sustituiremos sus valores por otros falsos y les obligaremos a creer en ellos”. […] En la dirección del Estado crearemos el caos y la confusión. De una manera imperceptible, pero activa y constante, propiciaremos el despotismo de los funcionarios, el soborno, la corrupción, la falta de principios. La honradez y la honestidad serán ridiculizadas como innecesarias y convertidas en un vestigio del pasado”.

Con la llegada a la Casa Blanca del presidente Ronald Reagan, sus ideólogos retomaron esa línea de acción, naciendo el denominado Programa Democracia, dado a conocer el 09.06.1982 en su discurso ante el Parlamento Británico.

En aquella intervención Reagan explicó:

Entre todos tenemos que emprender acciones para una campaña por la democracia, nutrir la estructura de la democracia, el sistema de la prensa libre, sindicatos, partidos políticos, universidades, todo lo que permita a los pueblos escoger su propio camino. […] No seamos tímidos por más tiempo, vayamos con nuestro poderío y ofrezcamos esperanza. Digámosle al mundo que una nueva era es factible”.

El propósito era transformarlo todo en las sociedades socialistas desde adentro, desencajar el orden interno, fabricar y estimular una contrarrevolución con la fachada de la defensa de los derechos humanos y corromper a todo el que pudieran, con el fin de imponer el sistema capitalista.

En ese sentido, Caspar Weinberger, su ministro de Defensa, confesó:

“Adoptamos una estrategia abarcadora que incluía la guerra económica…una campaña silenciosa, trabajando a través de nuestros aliados y utilizando otras medidas…” 

La Revolución cubana tiene que tomar fuertes e inmediatas medidas para sanear la compleja situación que tiene hoy la economía, lastrada por hechos de corrupción y robo en esferas importantes como el combustible, los alimentos y los medicamentos, entre otras, porque el malestar se generaliza en la población y es un factor que los yanquis aprovechan para sus campañas subversivas.

No por gusto Obama expresaba el 17.12.2014:

“Continuaremos abordando los temas relacionados con la democracia y los derechos humanos en Cuba […] podemos hacer más para apoyar al pueblo cubano y promover nuestros valores a través del compromiso…Continuamos pensando que los trabajadores cubanos deben tener la libertad de crear sus sindicatos, así como los ciudadanos deben tener la libertad de participar en los procesos políticos … insistiremos en que la sociedad civil se nos una para que sean los ciudadanos, y no solo los líderes, los que conformen nuestro futuro”.        

El socialismo se construye sobre bases morales y éticas socialistas y si estas se debilitan puede suceder lo que alertaba Fidel.

Ante estos retos el combate es de todos y solo así se alcanzará la victoria, pues como dijo José Martí:

“Vence el que insiste”

 

 

Cuba le salvo la vida a Ronald Reagan


 

Cuba le salvo la vida a Ronald Reagan

Por Carlos Rafael Diéguez

30 noviembre, 2017

No hay dudas, la seguridad cubana salvó la vida en 1984 al ex presidente norteamericano Ronald Reagan, cuando alertó a los servicios secretos de Estados Unidos de la preparación de un atentado al gobernante por extremistas de Carolina del Norte, tres años después de ser herido de bala.

Fidel Castro, hace algunos años contó en una de sus reflexiones como un diplomático cubano en la ONU informó al entonces jefe de seguridad de la misión estadounidense que un grupo de extrema derecha planeaba asesinar a Ronald Reagan durante un viaje a Carolina del Norte.

“Una información entregada muy confidencialmente en el verano de 1984 a un oficial responsable de la seguridad de los representantes cubanos en ONU alertaba sobre un plan de atentado contra el presidente Ronald Reagan, por parte de un grupo de extrema derecha en Carolina del Norte. Al conocerla, decidimos informar de inmediato a las autoridades norteamericanas. Nuestro oficial sugirió entregarla a través de Robert C. Muller, jefe de seguridad de la misión de Estados Unidos ante las Naciones Unidas, con el cual se tenía contacto para la protección de delegaciones cubanas que visitaban al organismo internacional.”

“El atentado se produciría en fecha muy próxima cuando Reagan visitara Carolina del Norte, como parte de la campaña para reelegirse en el cargo.”

“La información estaba completa; daba nombres de los implicados en el plan; día, hora y lugar donde sería el magnicidio; tipo de armamento que poseían los terroristas y dónde guardaban las armas; además de todo eso, el centro de reunión de los elementos que estaban planificando la acción y un breve relato de lo que habían conversado en dicha reunión.”

“La entrega de la información se realizó en un encuentro con Muller en un edificio situado en la calle 37 y la Tercera Avenida, a dos cuadras del edificio de la misión cubana.”

“Se le trasladaron todos los detalles conocidos, garantizando quedara bien claro lo más importante, como era los nombres de los involucrados, lugar, hora y tipo de armamento que se utilizaría por estos.”

“Al final del intercambio, nuestro oficial le comunicó que había recibido instrucciones del gobierno de Cuba de hacerlo con urgencia, y que lo habíamos seleccionado por conocer que era un profesional en los problemas de seguridad.”

“Muller leyó lo que había escrito para asegurarse de que no había alterado nada y que estaban todos los elementos importantes.”

“Preguntó por la fuente, se le dijo era segura. Planteó que el servicio secreto tendría necesidad de entrevistarse con los funcionarios cubanos. Se le contestó no había inconveniente en hacerlo.”

“Aproximadamente a las cuatro y media de la tarde de ese día, los agentes del Servicio Secreto se reunieron con la representación cubana.”

“La entrevista se llevó a cabo en el apartamento 34-F, situado en el piso 34 de un complejo de edificios nombrado Ruppert Towers, que se encuentra en la calle 92 entre Tercera y Segunda Avenida, en la parte alta de Manhattan.”

“Los agentes eran dos hombres jóvenes, blancos, pelados bien bajo, vestidos de traje. Su objetivo era principalmente chequear lo que Muller les había trasladado, pues traían en sus manos copia del cable que este les había enviado. Al comprobar el contenido del cable se les aseguró no faltaba nada.”

“Los agentes del Servicio Secreto querían conocer quién había dado la información y cómo esta había llegado a nuestro poder. Se les respondió lo mismo que se le había dicho a Muller. También se interesaron en saber si era posible alguna ampliación, y se les dijo que si llegaba algo nuevo se les trasladaría de inmediato.”

“Ellos dieron su tarjeta y pidieron se les llamara directamente si se conocían otros datos adicionales, plantearon no era necesario hacerlo por medio de Muller.”

“El lunes siguiente pudimos conocer que el Buró Federal de Investigaciones había detenido a un grupo de personas en Carolina del Norte a las que se les hacían varias acusaciones, ninguna de ellas —como es de suponer— relacionadas con un atentado al Presidente Reagan, quien viajó a dicho Estado poco después como parte de la campaña por la reelección al cargo de Presidente.”

“Antes de que transcurrieran cuatro o cinco días de la detención, a fines de esa propia semana, Muller llamó por teléfono a la Misión para invitar al funcionario cubano a almorzar, lo cual hicieron en el restaurante para Delegados de las Naciones Unidas. Lo primero que hizo fue pedir se trasladara al gobierno de Cuba el agradecimiento del gobierno de Estados Unidos por la información brindada, y confirmó que habían operado contra el grupo de involucrados. ¡Un luchador antiterrorista cubano salvó la vida de un Presidente de Estados Unidos!”. Así contó Fidel Castro en una de sus reflexiones de como Cuba, le salva la vida a Ronald Reagan.

El 20 de mayo de 2015 desde Radio Miami, nos comunicamos con la persona que cumplió la tarea de informar a las autoridades norteamericanas, sobre el atentado que se preparaba al presidente, se trata de Néstor García Iturbe quien fue diplomático en New York.

Recuerda el entrevistado que un sábado en la tarde recibió una llamada desde Cuba de sus superiores, para que localizara a una persona de su confianza y trasladarle una importante información. Tal como explicó Fidel Castro, García Iturbe nos ofreció todos los detalles de su intercambio con Robert C. Muller, jefe de seguridad de la misión de Estados Unidos ante las Naciones Unidas.

Un testimonio que el lector podrá encontrar en www.youtube.com/watch?v=WqfqYZgLfKI bajo el título “Cuba, le salvo la vida a Ronald Reagan”

García Iturbe Nació en (Ciudad de La Habana, el 26 de febrero de 1940). Es graduado de Licenciatura en Ciencias políticas en la universidad de La Habana.  Es Contador Profesional y Doctor en Ciencias Históricas, profesor Titular e Investigador. Es miembro de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, del Consejo Científico del Instituto Superior de Relaciones Internacionales y miembro adjunto de la Asociación Cubana de Derecho Internacional. Escribe en periódicos y revistas nacionales y extranjeras y participa como conferencista en distintas Universidades y Centros de estudios de cuba, Estados Unidos y otros países.

Proponen recortar fondos para embajada yanqui en La Habana


Por Arthur González.

Compulsada por mafiosos anticubanos en el Congreso de Estados Unidos, la Cámara de Representantes propuso un proyecto para recordar los fondos a su embajada en la Habana, hasta que Cuba devuelva algunos ciudadanos considerados como «terroristas» refugiados en la Isla.

Estados Unidos no reconoce como disidentes u opositores a los integrantes del extinto grupo Las Panteras Negras, sin embargo, así califican a los contrarrevolucionarios que ellos crearon, entrenan y sostienen financieramente en Cuba y en Venezuela.

Una de las personas reclamadas es Joanne Chesimard, única mujer que aparece como uno de los 10 terroristas más buscados por el Buró Federal de Investigaciones, FBI, acusada de matar en 1973 a un policía de Nueva Jersey, durante un enfrentamiento entre una patrulla y varios disidentes.

Si ella hubiese sido la víctima, al culpable nunca lo juzgarían por asesinar a una mujer que luchaba por los derechos civiles de los negros norteamericanos.

En Venezuela, la derecha estimulada por Washington asesina a mansalva a jóvenes chavistas quemándolos vivos, pero no son considerados asesinos, sino “opositores que luchan por la libertad”.

Si de reclamaciones se trata, el Senador por el estado de New Jersey, Bob Menéndez, acusado de corrupción, debe tener presente que la lista de asesinos prófugos de la justicia cubana es mucho más extensa que la de los que reclama Estados Unidos, e incluye a esbirros de la tiranía de Fulgencio Batista, que encontraron abrigo y apoyo desde 1959, a pesar de las reclamaciones oficiales de Cuba.

Si la refugiada Joanne Chesimard, está acusada de matar un policía, Menéndez, quien integra la mafia terrorista anticubana, debería saber que solo entre Esteban Ventura Novo, Rolando Masferrer Rojas, Julio Laurent Rodríguez y Conrado Carratalá Ugalde, tienen mucho más de 100 asesinados cada uno, y fueron reclamados por delitos comunes y jamás el gobierno de Estados Unidos los devolvió a Cuba.

Orlando Bosch, Luis Posada Carriles, Pedro Remón, Guillermo Novo Sampoll, Gaspar Jiménez, más otros asesinos y autores de actos terroristas contra el pueblo cubano, disfrutan la vida en las calles de Estados Unidos bajo el estatus de “refugiados políticos”, e incluso muchos fueron aceptados en ese país a partir de la solicitud que hiciera la representante republicana Ileana Ros-Lehtinen, a los presidentes Ronald Reagan y George Bush.

No hay moral para hacer reclamaciones de una disidente que buscaba la igualdad para los negros estadounidenses, mientras goza de total libertad Luis Posada Carriles, autor de la voladura de un avión civil cubano donde perdieron la vida 73 personas, más un turista italiano muerto a causa de las bombas colocadas en hoteles de La Habana, jactándose posteriormente ante la TV de Miami que ese joven italiano “estaba en el lugar y momento equivocado”.

¿Qué tratamiento recibirían Posada, Bosch, Remón, Novo y Jiménez, si los asesinatos cometidos fuesen en Estados Unidos contra ciudadanos de ese país? ¿Los considerarían disidentes? Por supuesto que no y las condenas serían de pena de muerte.

Mucha manipulación existe en la política de Estados Unidos, mientras consideran “luchadores por la libertad” a vulgares delincuentes, a los que verdaderamente batallan por los derechos civiles y humanos, los persiguen y condenan sin piedad.

La historia pasa factura y por eso Estados Unidos es repudiado por millones de hombres y mujeres en el mundo, sus embajadas tienen que ser fuertemente protegidas, sus presidentes circulan en autos blindados como ningún otro estadista y la policía reprime sin misericordia a todo aquel que intente reclamar sus derechos.

Los mafiosos son tan brutos que no analizan que el recorte presupuestario solo perjudicará a los propios Estados Unidos, y sin dinero los diplomáticos en La Habana se verán restringidos de llevar acabo las acciones de subversión política que realizan sobre los cubanos, especialmente los jóvenes, a los que pretenden emplearlos para su añorado cambio del sistema socialista, a fin de instaurar nuevamente el capitalismo que no eliminó la pobreza, el analfabetismo, la falta de atención médica para los pobres, la discriminación racial y de género, más las diferencias sociales.

Después del restablecimiento de relaciones el 17.12.2014 el Buró de Asuntos del Hemisferio Occidental del Departamento de Estado, solicitó un incremento del presupuesto en más de 6 millones de dólares para la Misión en La Habana, el que hoy asciende a  11 millones 92 mil dólares, más un aumento adicional de otros 528 mil dólares.

Esta última partida fue destinada a programas diseñados por el Departamento de Estado  en su trabajo “pueblo a pueblo”, que tiene como objetivo el traslado de los valores de la sociedad norteamericana entre los cubanos, para ir horadando el sistema socialista desde adentro, mediante proyectos de educación e intercambio cultural, y según sus propias palabras “desarrollar contactos con nuevos públicos e instituciones, fortaleciendo las conexiones con instituciones e individuos de los Estados Unidos, que actualmente están en contacto con organizaciones cubanas”.

Al respecto Barack Obama declaró el 01.07.2015:

“…Podremos aumentar considerablemente nuestro contacto con el pueblo cubano. Tendremos más personal y nuestros diplomáticos podrán participar de manera más extensa en toda la isla…incluida la sociedad civil y con los cubanos que buscan alcanzar una vida mejor. […] Nadie espera que Cuba se transforme de la noche a la mañana, pero creo que el compromiso estadounidense, mediante nuestra embajada, empresas y ante todo nuestro pueblo, es la mejor manera de representar nuestros intereses, y apoyar la democracia y los derechos humanos”.

Los gastos aprobados el pasado 26.07.2017 por el Comité de Asignaciones para su embajada en Cuba, impedirá construir en esa Misión nuevas instalaciones o contratar personal adicional, excepto los imprescindibles para la seguridad y salud de los funcionarios, e impone las mismas restricciones a la de Cuba en Washington, algo que no es preocupante para los cubanos, todo lo contrario, pues como bien afirmó José Martí:

“Con la resolución indudable del pueblo de Cuba, es imposible la derrota”.