Por Arthur González.
Resulta significativo la insistencia que exhiben ciertas organizaciones “independientes”, algunas abiertamente contrarrevolucionarias y otras con posiciones más solapadas, por establecer un debate en Cuba para buscar “soluciones” a los problemas actuales.
No recuerdo en qué país del primer mundo o de los que están en vías de desarrollo, se encuentran más espacios para debatir realidades que en Cuba, pues en esos lugares las situaciones acuciantes que agobian a los trabajadores, estudiantes y profesionales no se debaten, ni el gobierno escucha los reclamos populares, porque a nadie le interesa.
Por ese motivo, salta la duda de las verdaderas pretensiones que busca el debate reclamado por la revista Cuba Posible, exhortando a los intelectuales cubanos para reflexionar sobre “la necesidad de hacerlo y sus mejores caminos, en el actual contexto nacional”.
¿Qué motivos reales persiguen los “preocupados” editores de esa revista, creada después que regresaron de España con financiamiento e instrucciones precisas para reunir a intelectuales y académicos en una suerte de concilio que busque “soluciones”, evidentemente dirigidas al cambio del sistema socialista?
Desde hace meses vienen trabajando en esa reclamación, bajo el argumento de:
“La necesidad del ensanchamiento de la participación ciudadana dentro de las coordenadas y las metas compartidas que deben resultar acordadas socialmente, lo cual debe aportar al proceso mayores cuotas de serenidad, estabilidad y legitimidad, que debe aceptar ahora la Revolución socialista”.
“Promover un espacio mucho más universal y profundo para el desarrollo de la espiritualidad, la cultura y la educación de toda la sociedad, para garantizar que el compromiso social de la ciudadanía se enrumbe hacia la consecución de un pueblo que, cada vez más, ame la libertad responsable y se comprometa en la construcción de la justicia”.
“Cincelar una estructura política –si se quiere socialista- que asegure a todos, y sobre todo a los más jóvenes, construir el país que desean”.
No hay que ser erudito para olfatear que eso huele a la actual línea de trabajo de Estados Unidos, para el desmontaje del sistema socialista desde adentro y por los propios cubanos.
Es a las claras una orientación foránea, y “coincidentemente” la fundación contrarrevolucionaria LOGOS, creada hace pocos meses, también quiere comenzar debates públicos sobre economía y sociedad. Sigue leyendo