Estados Unidos y su política estancada contra Cuba.


Por Arthur González.

La enfermiza obsesión de los yanquis por destruir a la Revolución cubana, los ha empantanado en su política hacia Cuba. Ninguna iniciativa novedosa para cambiar su loca carrera de cercarla económicamente, aparece en el escenario estadounidense, ni siquiera bajo la administración de Barack Obama, a pesar del cambio de táctica que introdujo con el restablecimiento de relaciones diplomáticas.

El desarrollo de programas subversivos para debilitar la ideología socialista se mantiene desde hace 60 años, junto a sus permanentes fracasos de fabricar una “oposición”, financiada, instruida y abastecida con cientos de millones de dólares, que al final enriquecen a la mafia terrorista anticubana de Miami y sostienen a una escuálida disidencia interna, que lejos de aumentar decrece y se fragmenta, ante las pugnas por obtener la mejor parte del dinero.

Las cruzadas mediáticas contra la Revolución no cesan de inventar falacias, con el sueño de hacerle creer al mundo que Cuba es un infierno y el socialismo un fracaso económico, cuando la realidad es bien conocida, la criminal guerra económica, comercial, financiera y biológica que impone Estados Unidos hace más de medio siglo, son las únicas responsables de las penurias.

La actual administración republicana de Donald Trump, repite fielmente la actuación de sus antecesores, tanto republicanos como demócratas, ya que fue bajo la presidencia del demócrata J.F. Kennedy, que se le dio cuerpo legal a la guerra económica, se impuso el Acta de Comercio con el Enemigo, y denominaron “refugiados políticos” a los que arribaban a territorio yanqui, incluidos los asesinos, torturadores y ladrones del gobierno del dictador Fulgencio Batista.

Con la apertura en 1977 de la Sección de Intereses de Estados Unidos en La Habana, bajo el gobierno del demócrata James Carter, se inició una nueva etapa donde el espionaje y la subversión política primaron, en vez de fortalecer las relaciones diplomáticas, culturales, y comerciales.

Aprovechando la presencia de decenas de “diplomáticos” yanquis en la Isla, abastecieron con equipos de comunicaciones de alta tecnología y dinero a sus agentes, además de crear centros ilegales para preparar a la contrarrevolución interna.

Mediante el empleo de su valija diplomática, introdujeron literatura subversiva, radios para la escucha de la emisora anticubana, alimentos, ropas y medicinas para atraer a la “disidencia”, e incluso el cartel lumínico que colocaron en los ventanales del edificio de la misión diplomática, todo en violación flagrante de la Convención de Viena de 1961 que norma las relaciones diplomáticas, entre ellas el uso de los locales de la Misión, las valijas diplomáticas y la no injerencia en los asuntos internos del Estado acreditante, entre otras cuestiones.

Hoy los yanquis acometen las mismas violaciones con actitudes provocativas y desafiantes hacia las autoridades cubanas. Sin embargo, expulsan a diplomáticos cubanos aduciendo falsamente actos que “afectan” su seguridad nacional, como si los que ellos ejecutan en territorio cubano, no fuesen en verdad los que atentan contra la estabilidad del estado cubano.

Dando un vistazo a la historia y a las declaraciones de Fidel Castro, ante los actos provocativos de diplomáticos yanquis, se puede palpar que la política de Estados Unidos hacia Cuba, se mantiene estancada en un laberinto sin salida.

El 25 de abril 2003, durante su presencia televisiva en el programa Mesa Redonda, decía Fidel Castro que Otto Reich, nombrado provisionalmente como Secretario Asistente de Estado para el Hemisferio Occidental, trazó pautas de la política del Departamento de Estado contra Cuba, entre ellas acusaciones de que Cuba preparaba una guerra electrónica contra las comunicaciones de Estados Unidos y otras denuncias falsas semejantes, que jamás existieron.

Y agregaba Fidel:

“Entre mentiras disparatadas de este tipo, la acusación más pérfida: Cuba desarrolla un programa de investigación para producir armas biológicas. Todas las acusaciones fueron desmentidas y ridiculizadas”.

En los momentos actuales la mentira reiterada son los “ataques acústicos” que “afectaron” solo a ciertos diplomáticos estadounidenses, a lo que se sumó Canadá con similar invención.

Ni ataques ni enfermos, lo que buscan es alejar de la Isla a los turistas extranjeros, por ser una de las fuentes de entrada de dinero al país y la guerra económica hay que arreciarla, como dijo el actual Secretario del Tesoro: “Se trabaja para cortar todas las entradas de dinero a Cuba”.

En esa propia intervención, el Presidente Fidel Castro denunciaba las acciones provocativas desarrolladas por el entonces jefe de la Sección de Intereses, James Cason, en sus reuniones con elementos contrarrevolucionarios y el abastecimiento de propaganda anticubana que entregaba durante sus visitas a otras provincias de la Isla, en su residencia y locales de la Misión diplomática en La Habana.

Explicaba Fidel:

Entre los días 19 y 25 de enero del 2003 James Cason y Ricardo Zúñiga, durante seis días realizaron un recorrido por las provincias de Las Tunas, Holguín, Granma, Santiago de Cuba y Guantánamo, solicitado para realizar visitas privadas, dedicándose al abastecimiento material de los grupúsculos contrarrevolucionarios, en función de potenciar y unificar a la llamada “oposición” y establecer contactos con el medio religioso”.

En el 2019 se observa como la actual Encargada de Negocios de Washington, Mara Tekach, tampoco cesa de inmiscuirse en los asuntos internos cubanos,  reuniéndose con elementos contrarrevolucionarios, prepararlos para las provocaciones y estimulándolos a continuar por ese camino.

En ese sentido, en reunión efectuada dentro de la sede diplomática con los organizadores de la Marcha Gay, los preparó para fomentar desórdenes públicos que sería apoyados por campañas de prensa, como en efecto sucedió.

Igualmente, durante una supuesta visita de familiarización a la provincia de Guantánamo, se entrevistó con elementos contrarrevolucionarios y posteriormente publicó en la página oficial en Facebook de la Embajada:

“Las medidas legales aplicadas al opositor reflejan la crueldad e injusticia del gobierno cubano, el que continúa violando los derechos humanos y libertades de sus ciudadanos”.

Mara Tekach, en su accionar provocativo y desafiante, el 13 de septiembre 2019 lanzó una convocatoria haciendo un llamado a todos los jóvenes emprendedores cubanos, para participar en la llamada Iniciativa de Jóvenes Líderes de América, con el viejo anhelo de fabricar líderes contrarrevolucionarios dentro de Cuba, empeño que iniciaron en 2009.

Ante aquellas actitudes asumidas por Cason, semejantes a las que realiza hoy la Encargada de Negocios yanquis, expresó Fidel Castro:

Cuba se tomará toda la calma necesaria para decidir la conducta a seguir con este extraño funcionario. Tal vez los numerosos miembros de la Inteligencia norteamericana que trabajan en esa Oficina de Intereses, le expliquen que Cuba puede prescindir tranquilamente de tal Oficina, incubadora de contrarrevolucionarios y puesto de mando de las acciones subversivas más groseras contra nuestro país. Los funcionarios suizos que los representaron largo tiempo, realizaron durante años un excelente trabajo y no hacían labores de espionaje ni organizaban la subversión. Si eso es realmente lo que desean, provocar con tan insolentes declaraciones, es mejor que tengan la vergüenza y el valor de decirlo”. 

El 26 de julio de 2005, Fidel le explicaba al pueblo cubano:

“…Los meses que precedieron al 52 aniversario del inicio de nuestra lucha armada por la definitiva independencia de Cuba, se caracterizaron por una especial agresividad por parte de la administración Bush contra Cuba.  La extrema derecha nazi-fascista que se apoderó de la dirección del imperio, no ha cesado de rumiar su odio impotente contra nuestra Patria”.

“W. Bush y su camarilla no han cesado un instante de adoptar medidas crueles y llenas de odio a lo largo de más de cuatro años para desestabilizar, golpear y tratar de barrer de la faz de la Tierra la independencia de Cuba y el derecho de su pueblo a un sistema político y económico verdaderamente humano y justo”. 

“Resoluciones grotescas fueron aplicadas para endurecer el bloqueo y asfixiar la economía del país…Se multiplicaron las calumnias; se calificaba a Cuba de país terrorista; se inventaban descabelladas mentiras sobre la fabricación de armas biológicas, planes de guerra electrónica con el propósito de interferir las comunicaciones del gobierno de Estados Unidos y otras por el estilo, con el objetivo de buscar pretextos para una agresión genocida contra nuestro pueblo”.

“La administración Bush encarna el más repugnante y siniestro odio contra un pueblo digno y heroico que no se doblega, ni puede ser intimidado por las amenazas y las agresiones del poderoso imperio”.

El presidente Donald Trump, repite agresiones y errores de sus antecesores, sin lograr un solo triunfo contra el pueblo cubano que defiende una Revolución autentica, y jamás permitirá regresar a un pasado lleno de desigualdades, discriminación y sin los beneficios sociales que pretenden destruir con sus guerras económica, comercial y financiera, porque como aseguró José Martí:

“La Revolución en Cuba es el aire que se respira. Nada puede vencerla”.

 

¿Para que han servido las relaciones con Estados Unidos?


Por Arthur González.

Estados Unidos nunca tuvo buenos ojos hacia Fidel Castro, algo que expusieron en 1958 el presidente Dwight Eisenhower y el director de la CIA, Allen Dulles. Ambos estaban convencidos que no era el hombre que necesitaban para gobernar en Cuba; su autodefensa durante el juicio por su participación en el asalto al Cuartel Moncada, así lo demostraba.

Al no poder impedir el triunfo del movimiento revolucionario de 1959, de inmediato tomaron medidas para frustrar sus planes de desarrollar un proceso nacionalista, independiente y soberano, sin injerencia yanqui.

Por esa razón, a solo 11 meses de la victoria la CIA propuso eliminarlo físicamente, según documentos oficiales.

En enero de 1961 Eisenhower rompía las relaciones diplomáticas, iniciándose más de medio siglo de acciones terroristas, planes de asesinatos, invasión mercenaria, guerra económica, financiera, biológica y mediática, unido a programas subversivos elaborados por la CIA y el Departamento de Estado, respaldados por presupuestos de miles de millones de dólares, pero ninguna de esas acciones ha tenido éxito.

A pesar de esa posición contra la Revolución, Cuba siempre intentó mejorar las relaciones con Estados Unidos y en ocasiones buscó y en otras aceptó las propuestas de establecer conversaciones secretas, pero siempre las presiones y exigencias yanquis lo malograban.

Washington ponía como condición previa, que Cuba se alejara de Moscú y el bloque socialista europeo, eliminara sus relaciones militares con ellos; no apoyara los movimientos revolucionarios, incluida la independencia de Puerto Rico, y se retirara de África, donde los cubanos ayudaban a salvaguardar la independencia de Angola, a petición de su gobierno, por estar asediada militarmente por Sudáfrica, viejo aliado de Estados Unidos, quien apoyaba a la contrarrevolución angolana.

Posterior a la desaparición del socialismo en Europa del Este y la desintegración de la URSS, el presidente George W. Bush, puso como condición que Cuba abandonara el sistema socialista y restaurara el capitalismo, petición idílica y trasnochada.

Barack Obama tomó el mismo rumbo que las 10 administraciones antecesoras, pero en su segundo mandato optó por aceptar las propuestas que había hecho el Council on Foreign Relation durante el gobierno de Bill Clinton y tomó la decisión de entablar negociaciones secretas, sin condicionamientos previos, para lo cual debió excluir al Departamento de Estado y Defensa, evitando que la mafia terrorista anticubana se enterara.

Esa decisión no fue festinada. Estados Unidos estaba perdiendo influencia en Latinoamérica, tenía el repudio mundial por la guerra económica contra Cuba, que sentaba a su país en el banquillo anualmente, unido a las presiones por las campañas internacionales para liberar a los Cinco Héroes cubanos, más las internas por el judío norteamericano Alan Gross, preso en la Habana.

De no dar ese paso, dejaría pasar la oportunidad excepcional de poder influir a su favor en la sociedad cubana, especialmente a la juventud y los trabajares no estatales, antes del traspaso de la presidencia de Raúl Castro a un hombre que no es de la generación histórica de la Revolución.

Ante ese escenario, en diciembre del 2014 ambos gobiernos acuerdan el restablecimiento de relaciones diplomáticas y la posterior apertura de embajadas. Sin embargo, la pretensión de destruir el socialismo fue recalcado en todas las intervenciones de Obama, y la guerra económica, financiera y mediática para las campañas contra la Revolución y el apoyo total a la subversión, quedaron intactas.

Obama impuso records de persecución a la banca internacional, para ahogar financieramente a Cuba; aprobó el mayor presupuesto anual hasta ese momento para los planes subversivos con 20 millones de dólares, el apoyo económico y moral a la “oposición” interna; la radio y TV Martí continuaron, al igual que la prohibición del turismo estadounidense a la Isla y el comercio bilateral, excepto la venta alimentos acordada en época de G.W. Bush, después del paso de un destructor huracán que azotó la Isla, siempre mediante el pago adelantado de cada compra.

La Ley de Ajuste, la Torricelli, Helms-Burton y el acta de prohibición de Comercio con el Enemigo, quedaron intactas, al igual que el uso de dólar. También prohibió conversar sobre la devolución del territorio que ocupa su

Su política fue edulcorada y engañosa, pues persiguió los mismos objetivos de sus antecesores, aunque con métodos más sutiles e inteligentes.

No obstante, aprobó algunos memorandos de entendimiento en cuestiones no cruciales para el mejoramiento de la economía de Cuba y que no le creaban mayores dificultades con la mafia anticubana, como fueron el tema de las misiones de búsqueda y rescate de embarcaciones; el combate al tráfico de drogas que mayormente va hacia Estados Unidos; cooperación medio ambiental; programa de capacitación de profesores de idioma inglés; cooperación  en la esfera de la seguridad de los viajeros; el uso de vuelos directos pero solo de empresas norteamericanas; cooperación en la esfera de la Salud y el restablecimiento del correo postal directo.

Amplió las licencias que otorga el Departamento de Estado para los viajes a Cuba, y expresó que con ellos buscaba “promover los valores yanquis entre el pueblo cubano, potenciar aún más su objetivo de empoderar al pueblo cubano, fomentar mayores contactos personales, respaldar con mayor fuerza a la sociedad civil en Cuba, con el marcado interés de promocionar la independencia de los cubanos para que no tengan que depender del Estado cubano”.

Con el arribo de Donald Trump a la Casa Blanca, esa política regresó a los tiempos de la guerra fría, pues según argumentaron Obama no logró sus objetivos, por tanto, había que mantener las presiones buscando que el pueblo se lance a las calles a protestar por las carencias económicas acumuladas.

Para no quedarse atrás, Trump inventó el show de las mentiras de los ruidos acústicos y las falsas enfermedades, solo para afectar el turismo internacional a Cuba y las visitas de norteamericanos, incrementadas notablemente con la política de pueblo a pueblo. Con eso dejó inoperante a su embajada en La Habana.

Buscando el respaldo de los votos de la mafia terrorista anticubana, el Congreso acaba de aprobar un presupuesto ascendente a 35 millones de dólares, para fabricar la “democracia” en Cuba y Venezuela, pagar a los “disidentes” y las campañas mediáticas sobre las inventadas violaciones de los derechos humanos.

Para la radio y TV Martí, emisoras que desde 1985 ni se escuchan ni se ven en la Isla, se aprobaron 29 millones de dólares.

Vale penal resaltar que esos 35 millones, es una cifra inferior a la que solicitó Obama al Congreso en 2015, ascendente a 2 mil millones de dólares para Latinoamérica, y de esa suma 53,5 millones fueron destinadas a la “Iniciativa Regional de Seguridad” (CBSI) y una buena cantidad para programas de promoción de “la libertad de prensa y los derechos humanos” en Cuba, Venezuela, Ecuador, Nicaragua.

Al sacar cuentas, ¿de que sirvieron las relaciones diplomáticas?

Lúcido fue José Martí cuando dijo:

“De esa tierra no espero nada…más que males”

 

 

 

 

 

Olvidar los rencores y los odios


Por Arthur González.

Desde que se iniciaron las conversaciones entre Cuba y los Estados Unidos, se ha desatado una corriente en determinados sectores de la Isla y en el exterior, con propuestas de que los cubanos deben olvidar el pasado y hacer cuentas nuevas.

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Para quienes proponen que los cubanos borren de su memoria lo acontecido en los últimos 60 años, contando la etapa final de la dictadura de Fulgencio Batista apoyada por Estados Unidos, consideran necesario “olvidar los rencores y los odios en la Isla para mirar hacia delante, partir de cero y decir de aquí, del presente, en adelante, porque pasar cuentas y facturas es la historia de nunca terminar”, como aseguró recientemente a la agencia española EFE, el escritor Pedro Juan Gutiérrez.

Este fue el mismo libreto que le escribieron al presidente Barack Obama, con el objetivo de convencer al pueblo cubano.

Decirlo resulta fácil, pero lograr vaciar los corazones de millones de personas que han sufrido la pérdida o mutilaciones de sus seres más queridos, es otra cosa.

Ningún país que ha sido sometido a guerras militares, económicas mediáticas y biológicas, unidas acciones subversivas permanentes, puede dejar en blanco su memoria histórica.

El pueblo judío nunca ha olvidado el holocausto que sufrió y aun cuando el ejército hitleriano fue derrocado y sus principales responsables sancionados, permanecen los recuerdos, las conmemoraciones, los museos que guardan celosamente la crueldad de los nazis y cada cierto tiempo ven la luz nuevas novelas, filmes y relatos de lo sucedido hace 71 años. Sigue leyendo