Por Arthur González.
Muchos en el mundo se preguntan ¿Cómo Estados Unidos no ha podido derrocar a la Revolución cubana en 60 años, a pesar de los miles de millones de dólares destinados a ese empeño?
Muy simple, la fortaleza radica en la ideología que defienden los cubanos para mantener su independencia y soberanía nacional, ante la ausencia de estas razones en los asalariados que ellos han fabricado a lo largo de esos años.
Una de las “disidentes” construidas en los últimos años es Rosa María Paya Acevedo, quien, durante entrevista privada con diplomáticos estadounidenses acreditados en la Habana, aceptó orquestar una campaña contra Cuba, a cambio de que se les otorgaran visas de “refugiados políticos” para ella, su madre y dos hermanos, procesadas con inmediatez inusual, por considerar que “sus vidas peligraban” en la Isla.
Al llegar a Miami, Rosa fue recibida por la entonces representante Ileana Ros Lehtinen y el senador Marco Rubio, quienes ante la ausencia de una figura joven que pudiera venderse como “disidente”, le ofrecieron convertirla en una “opositora política” y viajar por el mundo con todos los gastos pagados.
A partir de ese momento Rosa María visitó decenas de países, siendo recibida por ministros y hasta expresidentes de gobiernos latinoamericanos y europeos, el secretario general de la OEA, parlamentarios europeos y otros dirigentes, todo gracias a las gestiones de los políticos yanquis, pues ella carece de antecedentes en esa esfera y de personalidad jurídica para que le dispensen ese tratamiento.
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