¿Para qué sirve la OEA?


Por Arthur González.

La Organización de Estados Americanos, OEA, se fundó el 30 de abril de 1948, con el objetivo de “ser un foro político para la toma de decisiones, el diálogo multilateral y la integración de América”. En realidad, es solo un instrumento de dominación e injerencia política de Estados Unidos en Latinoamérica.

Un ejemplo de la manipulación de la OEA por parte de Estados Unidos fue la expulsión de Cuba en 1962, junto a otras sanciones para ahogar económicamente y aislar a su naciente Revolución, solo por decidir su rumbo sin las órdenes yanquis.

Aquella medida contra Cuba fue una asquerosa maniobra de Washington, con el fin de rendir a la Revolución, tal y como se afirma en el Proyecto Cuba, aprobado por el presidente J. F. Kennedy, el 18 de enero de 1962:

“El Departamento de Estado está concentrando sus esfuerzos en la Reunión de Ministros de Relaciones Exteriores de la OEA, la cual comenzará el 22 de enero, esperando obtener amplio respaldo del Hemisferio Occidental para las resoluciones de la OEA que condenen a Cuba y la aíslen del resto del HemisferioName=n1070; HotwordStyle=BookDefault; … La reunión de la OEA será apoyada por demostraciones públicas en América Latina, generadas por la CIA y las campañas psicológicas asistidas por USIA. La mayor tarea para nuestra hábil diplomacia es alentar a los líderes latinoamericanos a desarrollar operaciones independientes, similares a este Proyecto, buscando una rebelión interna del pueblo cubano contra el régimen comunista”.

Esos esfuerzos del Departamento de Estado contra Cuba se mantienen y a pesar de que la Isla no es miembro de la OEA, insisten en utilizar esa plataforma para sus permanentes campañas, con el objetivo de crear matrices de opinión contra la Revolución.

Por esa razón el actual secretario general, Luis Almagro, añejo agente de la CIA, cumple las indicaciones del Departamento de Estado y la CIA contra Cuba, Venezuela y Nicaragua, ya que estas no se doblegan ante las presiones yanquis.

Prueba de esto fue la sesión de la OEA efectuada el pasado 26 de junio 2019, para analizar la nueva Constitución cubana, algo fuera de contexto por no ser Cuba miembro de la organización, pero el fin era continuar la campaña de acusaciones contra un pueblo que continua su curso soberano e independiente.

Para ese show mediático, invitaron a la más reciente asalariada de Estados Unidos, Rosa María Paya Acevedo, e incluso pretendieron presentar a otros mercenarios desconocidos en la Isla, para cambiar el elenco de su espectáculo, pues ya Berta Soler, Guillermo Fariñas, Marta Beatriz Roque, Elizardo Sánchez-Santa Cruz, e incluso la bloguera Yoani Sánchez, quedaron sin credibilidad ante la prensa, los gobiernos latinoamericanos, e incluso para los funcionarios yanquis que los apoyaban en el pasado.

Rosa María, subordinada al senador Marco Rubio y a otros miembros de la mafia terrorista de Miami, fue llevada a Medellín, Colombia, donde se efectuó la , para hablar sobre la supuesta falta de legitimidad de la Ley fundamental de la República de Cuba, algo risible porque en la Isla se llevó a cabo un proceso de consulta popular, en cada barrio del país, centros de trabajo y de estudios, como no ha hecho ningún otro estado en el mundo.

De los debates del proyecto de Ley, salió el texto final que fue votado en referendo popular, ofreciéndole una fuerza extraordinaria al contemplar las opiniones, sugerencias y desacuerdos de los cubanos y cubanas, demostrando un proceso verdaderamente democrático.

En su intervención, confeccionada por la mafia terrorista de Miami, Rosa María expresó: “El texto de reforma constitucional, concluido recientemente en Cuba, no cumplió las garantías y estándares necesarios de un proceso libre, justo y transparente”.

Cualquier persona inteligente se percata que esa afirmación es falsa, pues ningún país de la región somete a discusión y referendo popular a su Constitución.

Lo que realmente les duele profundamente a los yanquis, es que el pueblo mayoritariamente aprobó mantener su sistema político socialista, al Partido Comunista de Cuba como fuerza dirigente superior de la sociedad y ratificó al comunismo como máxima aspiración, pese a los 60 años de guerra económica, comercial y financiera, sostenida por Estados Unidos para tratar de rendirlo por hambre y desesperación, con el propósito de derrocar al gobierno, mediante el desencanto y el desaliento de la población, y que responsabilicen al socialismo de sus penurias.

El discurso de Rosa María Payá, fue una copia fiel de las acusaciones de Donald Trump, Mike Pompeo y John Bolton contra Cuba, imputándole “ser una influencia directa e indirecta en las crisis de Nicaragua y Venezuela, donde sus ciudadanos son víctimas de violencia gubernamental, detenciones arbitrarias, acoso, prisión política, deportaciones forzosas y restricción del movimiento; además de tener presencia de los servicios de inteligencia y militares cubanos en las unidades militares venezolanas”.

Al circo convocado por Almagro, bajo las órdenes de Washington, invitaron a otras personas para intentar darle cierta credibilidad al evento, en el que se trataron además los crímenes en Colombia contra los líderes sociales, algo verdadero pero que Estados Unidos no condena.

Ni una sola palabra se dijo de la represión contra el pueblo de Honduras, ese que protesta desde hace varias semanas por alcanzar mejoras de vida. Tampoco hubo mención a la represión en Chile y Argentina, ni a los desaparecidos en Guatemala y México, ni a las políticas económicas que empobrecen a los pueblos latinoamericanos.

De la criminal política anti inmigrante de Donald Trump, de la separación forzosa de niños de sus padres, el actual descontrol de las autoridades yanquis en la frontera que aseguran desconocer el paradero de esos menores, el encarcelamiento a que son sometidos y las muertes por falta de asistencia médica durante su retención forzosa, nada se dijo.

Al final, el montaje era para condenar a Cuba, Venezuela y Nicaragua, satanizados por Estados Unidos por mantenerse firme contra sus actividades subversivas, a pesar de los daños y muertes causadas.

Por eso José Martí expresó:

“A un banquete se sientan los tiranos, pero cuando las manos ensangrentadas hunden en el majar, del mártir muerto surge una luz que los aterra”.