Estados Unidos y sus listas negras.


Por Arthur González.

Estados Unidos se toma el derecho de confeccionar listas espurias, donde anota a los países que tienen gobiernos no aceptables para ellos, sin que ningún organismo de las Naciones Unidas les dieran tal atribución.

Lo triste del asunto es que el resto del mundo se arrodilla y cumplen al pie de la letra las sanciones que los yanquis imponen, algo que los hace perder soberanía e independencia en sus decisiones políticas internacionales.

Así sucede con el tema de Venezuela y la presión de la Casa Blanca, para que reconocieran al títere Juan Guaidó, situación que puso en ridículo a la Unión Europea, al comprobar que no tiene seguidores y solo cumple las órdenes de Donald Trump y Mike Pompeo, obsesionados por destituir e incluso asesinar, al presidente constitucional Nicolás Maduro, una copia de los planes que desplegaron contra Cuba y su líder Fidel Castro, sin alcanzar sus propósitos.

El más reciente hecho protagonizado por los yanquis es la inclusión de Cuba en la lista de países que “no cooperaron con los esfuerzos antiterroristas” en 2019, según informó el 13 de mayo 2020 el Departamento de Estado, hecho que representa una antesala de la probable recolocación en la lista de países “patrocinadores del terrorismo”.

Hay diferencias entre la lista de países “patrocinadores del terrorismo”, cuya inclusión es designada por el Secretario de Estado y aprobada por el Presidente, y la de naciones que “no cooperan con la lucha antiterrorista”, hecho aclarado por un portavoz del Departamento de Estado.

Pero ambas traen aparejadas fuertes sanciones, con el fin de ahogar económicamente a las naciones incluidas, pues desde hace más de medio siglo Estados Unidos tiene como arma, las represalias económicas para arrodillar a los gobiernos, método que aplican contra Cuba, Irán, Corea del Norte, Siria y Venezuela, todos con políticas de soberanía nacional que no aceptan someterse a los dictados de Washington.

La calificación de país “patrocinador del terrorismo” fue creada por el Departamento de Estado de Estados Unidos, bajo la administración del presidente Ronald Reagan, y por supuesto, en 1982, Cuba fue inscrita en dicha lista con todas las sanciones económicas previstas.

En el 2015 la administración de Barack Obama sacó del listado a Cuba, aunque la mantuvo entre los “países observados”, hecho que tuvo más repercusión mediática que un levantamiento real de sanciones, de acuerdo con declaraciones emitidas por tres funcionarios del Departamento de Estado, el 17 de abril 2015, quienes explicaron el significado del retiro de Cuba de la lista de “países patrocinadores del terrorismo”, al afirmar:

“Rescindir a Cuba de esa lista no flexibiliza el Bloqueo, porque existen muchas otras regulaciones y prohibiciones, como parte de la política del Bloqueo, que son independientes de las sanciones que implica estar en ella”.

Las sanciones que impone Estados Unidos a los incluidos en su lista negra son:

Cancelación de la exportación de armas; vigilancia de las exportaciones con doble objeto: restricciones en la ayuda económica y restricciones financieras; bloqueo de créditos en el Banco Mundial e instituciones similares; permitir denuncias contra ellos en tribunales estadounidenses por daños civiles a las familias de víctimas del terrorismo; denegación de deducciones fiscales para sueldos cobrados en esos países; eliminación impuestos a importaciones de esos países; posibilidad de prohibir a ciudadanos estadounidenses entablar relaciones financieras con esos países y prohibición al Departamento de Defensa de contratar por más de 100,000 dólares con compañías controladas por los países de la lista.

Todas estas sanciones las sufre Cuba desde que en 1962 cuando se aprobó la guerra económica, comercial y financiera impuesta bajo la administración Kennedy, con el eufemismo de “Embargo”, incrementadas además por las Leyes Torricelli y Helms-Burton. Por tanto, estar fuera de la lista de marras no cambia en nada la situación.

Cuba no teme ninguna de las acciones yanquis y ellos lo saben perfectamente. Volver a estar en la espuria lista de países “patrocinadores del terrorismo”, no incrementará las sanciones, porque como se sabe, ya no hay más nada que aplicarle.

Lo que no soportan en Washington es que el pueblo cubano decidiera andar sin amos que le dictaran su camino, asumir un proceso socialista a solo 90 millas de sus costas y resistir unidos, las penurias que causan las acciones de la guerra económica, comercial y financiera desde hace 60 años.

A pesar de eso, Cuba salva vidas por el mundo en medio de una de las pandemias más terribles que se conozcan y envía solidariamente a sus médicos, enfermeros y técnicos para ayudar a los necesitados, mientras los yanquis despachan barcos y aviones de guerra para matar inocentes.

Estados Unidos podrá incorporar a Cuba en cuantas listas fabriquen, que la actitud del pueblo seguirá siendo la misma, la de condenar las políticas imperiales y aumentar el sentimiento de repudio, a esos que se auto titulan “campeones” de los derechos humanos, a la vez que ejecutan actos terroristas en el mundo.

Lo peor es que los yanquis dan refugio a todos los asesinos terroristas que ejecutan sus instrucciones.

Asesinos y torturadores del gobierno del dictador Fulgencio Batista, fueron acogidos como “refugiados políticos” en Estados Unidos, ninguno fue extraditado a Cuba a pesar de estar vigente el tratado entre los dos países.

Planes de terrorismo de Estado aprobados por los presidentes estadounidenses, comprueban que el único patrocinador del terrorismo es Estados Unidos.

Ellos crearon y financiaron múltiples organizaciones terroristas para atacar a la Revolución cubana y lo sabía el FBI sin hacer nada contra los participantes.

Todos conocen la execrable organización Omega 7, de corte terrorista, que entrenó a muchos de los autores de acciones contra Cuba, tanto en la Isla como en el exterior.

Otra de esas bandas de asesinos a sueldo fue Alfa 66, autora de decenas de actos terroristas en Cuba.

¿Se les olvidó a los que ahora infunden calumnias contra la Revolución, que ellos construyeron las organizaciones terroristas Comandos F-4 y Comandos L, ambas con una larga hoja de crímenes?

Esas bandas de asesinos fueron fabricadas en la Florida, armadas y entrenadas por oficiales de la CIA, ante los ojos del FBI.

Acciones terroristas llegaron a ejecutarse en el propio territorio de Estados Unidos y de eso el canal Discovery hizo un documental que lo prueba. Sus asesinos vivieron y aún viven en la Florida sin ser molestados, como los casos de Luis Posada Carriles y Orlando Bosch, entre muchos.

El reciente ataque terrorista contra la misión diplomática cubana en Washington, por un cubano con fuertes vínculos a la mafia terrorista anticubana de Miami, no ha recibido el rechazo del Departamento de Estado yanqui, prueba de su aceptación y complicidad.

Falta total de moral tienen los yanquis para pretender condenar a otros; por eso José Martí, que bien los conoció, afirmó:

“Nación que no cuida de ennoblecer a sus masas, las cría para los chacales”.

 

Cuba de Isla pequeña y bloqueada pasa a ser potencia de Inteligencia.


Por Arthur González.

Los yanquis ya no saben que más inventar para acusar a Cuba y ahora de pequeña, pobre y bloqueada económica y financieramente, la han convertido con sus campañas mediáticas en una potencia en materia de Inteligencia, al mismo nivel de Rusia, el Reino Unido, China, y los propios Estados Unidos, según declaraciones de Elliott Abrams, enviado especial para Venezuela.

De acuerdo con criterios vertidos durante una entrevista, el pasado 9 de enero 2020, a la cadena Telemundo, para el señor Abrams todo el ejército venezolano es vigilado por “espías cubanos”, igualando a los Servicios de Inteligencia de la Isla con la labor que realiza la CIA en Colombia, Brasil, Bolivia, Ecuador, Chile y muchos países más, donde tienen penetradas a sus fuerzas armadas, situación puesta en evidencias en Bolivia, con el diseño elaborado para darle un golpe militar a Evo Morales, el apoyo al ejército de Sebastián Piñera, de Lenin Moreno, Iván Duque y Jair Bolsonaro.

Para el enviado especial yanqui, el gobierno de Nicolás Maduro se mantiene no por el apoyo mayoritario de los venezolanos, sino por los oficiales de la Inteligencia cubana, lo que demuestra el por qué fracasan en sus planes subversivos, al no reconocer el arrastre que tiene la Revolución Bolivariana en ese pueblo, debido a los beneficios que recibe el pueblo, algo que jamás hicieron los gobiernos antecesores a Hugo Chávez.

La ceguera política es tan elevada que ahora arremeten contra una parte de la oposición venezolana, financiada por años por Estados Unidos, por rechazar al Títere Juan Guaidó al frente de la Asamblea Nacional en desacato, porque este no ha hecho nada por el país y solo se dedica a disfrutar de los cientos de millones de dólares que Washington le roba a Venezuela.

Por haber desafiado las órdenes yanquis de continuar apoyando al Títere y “obstaculizar” su reelección como jefe de la Asamblea Nacional, Elliott adelantó las sanciones a los nuevos líderes opositores de la Asamblea, confirmado el 13 de enero por el Departamento del Tesoro de Estados Unidos, como si fuesen los amos del mundo que multan y sancionan a todos aquellos que se les rebelan.

Hace un año que Juan El Títere Guaidó, se auto nombró presidente de Venezuela y por las presiones de Washington fue reconocido por 50 países como presidente interino, incluida la Unión Europea, mancha que quedará recogida en la historia para vergüenza de los que se sometieron a los dictados yanquis.

Sin embargo, El Títere carece de apoyo popular y no ha hecho nada para mejorar la situación que sufren los venezolanos, a causa de la guerra económica desplegada por Estados Unidos, idéntica a la que le aplican a Cuba hace 60 años.

Obcecados con el tema cubano, Abrams achaca a “los miles de agentes de Inteligencia de Castro”, la fidelidad del ejército venezolano hacia el presidente Maduro y la Revolución Bolivariana, y en su desvarío afirmó que “esos oficiales de la inteligencia de Cuba tienen vigilados y amedrentados a los oficiales venezolanos, limitando su comportamiento”.

Además, dijo que: “los altos mandos militares están asustados porque saben que los están espiando y constantemente muestran miedo de hablar, miedo de hacer llamadas telefónicas y de enviar correos electrónicos”.

Lo que sucede realmente es que Elliott sabe que esa es la actuación de la CIA en América Latina, donde sus oficiales radicados en la embajada de Estados Unidos, controlan todas las llamadas telefónicas, las plantas de radios de los autos, los correos electrónicos, Facebook y Twitter, como denunció el ex analista de la CIA, Edward Snowden, y se comprobó en los cables secretos que envían desde sus misiones diplomáticas, expuesto al mundo en el sitio WikiLeaks.

Lo que está comprobado es el respaldo político y financiero de Estados Unidos a su Títere Guaidó, quien conversa a diario con sus jefes, validado por el propio Elliott Abrams al reconocerle al periodista de Telemundo que:

“Estuve en contacto con él, creo que el lunes 6 de enero 2020, para hablar sobre lo ocurrido el domingo. Y, luego, estuve en contacto con él para felicitarle después de que fuera elegido (como presidente de la AN) por cien diputados. Así que tenemos un contacto razonablemente frecuente”.

Entonces, ¿quién es el que verdaderamente está vigilado y controlado? 

A buen entendedor pocas palabras, por eso el pueblo venezolano no respalda a Guaidó y sí a Nicolás Maduro, porque para todos está bien claro que el primero es un monigote al servicio del imperio yanqui.

Por esa razón, Elliott y sus jefes deberían conocer lo que al respecto expresó José Martí:

“Se aborrece a los viles y se ama con las todas entrañas, a los hombres pudorosos y bravos”

Regresan los golpes militares en América Latina.


Por Arthur González.

Desesperados por eliminar de raíz todo vestigio de nacionalismo, soberanía y desobediencia ante sus órdenes, Estados Unidos no ha tenido otra opción que desempolvar los golpes militares, para intentar imponerse a la fuerza sobre gobiernos que levantan las banderas de la libertad e independencia en Latinoamérica.

Ante el fracaso de su política contra Venezuela, aplicaron la vieja y sangrienta fórmula contra el presidente constitucional Hugo Chávez, para lo cual contaron con el apoyo inmediato de algunos países europeos que se declaran “democráticos”, pero el tiro le salió por la culata, al no tomar en cuenta al pueblo que respaldó a su presidente, hasta regresarlo al palacio.

La OEA, desprestigiada y fiel servidora de su amo, ni habló para condenar el golpe militar, como tampoco lo hizo cuando Juan El Títere Guaidó, junto a Leopoldo López, sirvieron de pantalla al nuevo golpe militar contra el presidente Nicolás Maduro, electo por el voto popular. La Unión Europea no reprobó la acción, al contrario, arreció sus sanciones contra Venezuela, como muestra evidente de su subordinación a Washington.

La puñalada a la democracia popular la dio el presidente de Ecuador, Lenin Moreno, al enfrentar al ejército con el pueblo con una brutalidad descomunal, para acallar los reclamos de quienes sufren las consecuencias de la aplicación de una economía neoliberal, por mandato del Fondo Monetario Internacional, ídem Estados Unidos.

Los hechos que viven hoy los chilenos son idénticos a los que ejecutó la dictadura militar de Augusto Pinochet, quien derrocó al presidente Salvador Allende, mediante una Operación de la CIA y el Departamento de Estado yanqui, para impedir que un presidente socialista imitara las acciones de soberanía nacional de Cuba.

Los cientos de miles de asesinados, desaparecidos y torturados por esa tiranía, nunca recibieron el repudio de la Casa Blanca, no hubo ruptura de relaciones, ni guerras económicas, comerciales y financieras contra Pinochet, vivió felizmente e impuso una constitución al deseo de Washington

Hoy, Sebastián Piñera goza del apoyo pleno de los yanquis y no hay una sola declaración de la Unión Europea, la Comisión de Derechos Humanos ONU ni de la OEA, en contra de sus asesinatos, cientos de detención arbitrarias, adolescentes y jóvenes heridos por las balas del ejército que reprime con saña a pacíficos chilenos que piden una vida mejor.

La alta jerarquía de la Iglesia Católica ecuatoriana y chilena se ha quedado muda, sin embargo, para acusar a Venezuela y exigir libertades en Cuba tiene incontinencia verbal.

Ahora lo sucedido contra el mandatario Evo Morales, demuestra lo que alertaba Ernesto Che Guevara, que “al imperialismo no se le puede dar ni un tantico así”.

Ellos no respetan soberanía nacional, ni libertad de pensamiento y menos democracia. La de ellos es sobre la base de represión y sangre para amedrentar a los pueblos.

La Operación desarrollada por la CIA y el Departamento de Estado, contra el presidente Evo Morales, estaba avisada. La oposición ecuatoriana estuvo asesorada desde el inicio del proceso eleccionario, por oficiales de la CIA, bajo manto diplomático, desde la misión estadounidense en La Paz. Oficiales de esa Agencia, con diferentes coberturas, campearon a sus anchas por Bolivia, como realizan en todo el mundo los No Official Cover, NOC, para no evidenciar a sus “diplomáticos”.  

La OEA se relamió los bigotes al ser designada por Evo Morales, para ejecutar la auditoría de las elecciones, algo que bien pudo asesorarle algún agente CIA reclutado dentro de su equipo de trabajo, pues se sabe perfectamente que Luis Almagro es uno de los cientos de colaboradores secretos, que poseen en Latinoamérica para penetrar los movimientos sociales, como le orientaron cuando trabajaba con José Mujica, ex miembro del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros.

Sabiendo que Evo ganaría las elecciones a pesar de la cruzada mediática desarrollada por la prensa y las redes sociales, debido a los avances económicos y sociales alcanzados durante los años de sus mandatos, comenzaron el golpe militar con las declaraciones públicas de sus contrincantes de derecha, de: “no reconoceremos los resultados”.

Los altos mandos militares, formados en academias yanquis, fueron reclutados uno a uno, mediante dinero y ofertas jugosas, lo mismo que hicieron antes del golpe militar de Pinochet.

El mecanismo de la Operación CIA estaba listo para ejecutar cada tarea aprobada en Washington, algo muy parecido a la Operación Mangosta contra la Revolución cubana, aprobada por el Grupo Especial Ampliado del Consejo de Seguridad, en febrero de 1962, la cual incluida actos provocativos para justificar una invasión con el ejército norteamericano.

Carlos Mesa Gispert, ex presidente de Bolivia y Francisco Camacho, líder del Comité Cívico de Santa Cruz, son las caras visibles del golpe militar, pero quien gobierna hoy en el país es el alto mando militar, quienes colocaron la banda presidencial a la senadora opositora Jeanine Áñez, a pesar de no ser aprobada por la mayoría del legislativo, pero sí el visto bueno de la CIA.

Así funciona la democracia que imponen los yanquis ante su impotencia de no poder derrocar los deseos del pueblo.

Una imagen bien definida, evidentemente contemplada en la Operación CIA en Bolivia, la dio Stanislaw Dowlaszewicz, Obispo Auxiliar de Santa Cruz de la Sierra, polaco, nombrado por el Papa San Juan Pablo II, quien en su homilía calificó el 12 de noviembre 2019, como “un día histórico para el país, por ser la resurrección de una nueva Bolivia”; y añadió:

Gracias por recuperar la democracia. Gracias Santa Cruz por pacificar a nuestra nación y a nuestra ciudad. Gracias por el sacrificio a lo largo de los paros y los bloqueos. Gracias a los policías y a las fuerzas armadas, y gracias a los jóvenes de Santa Cruz y Bolivia. Gracias por su testimonio, fortaleza y valentía y por su entrega, porque ustedes luchaban por su presente y futuro”.

Todo encaja y por eso el Secretario General de la OEA, Luis Almagro, en el contexto de la Sesión Especial del Consejo Permanente, solicitó a la Conferencia Episcopal Boliviana, “guiar el proceso de pacificación constitucional en Bolivia”.

Significativo resultó que Francisco Camacho, sin ser molestado por el ejército, ingresó al Palacio de Gobierno de La Paz y depositó una Biblia, pocos minutos antes del anuncio de dimisión de Evo.

Una vez culminada esas etapas de la Operación, Mike Pompeo, ex director de la CIA y secretario de Estado, declaró que, con el fin de restaurar la credibilidad del proceso electoral, “todos los funcionarios del Gobierno y los funcionarios de cualquier organización política implicada en las elecciones defectuosas del 20 de octubre, deben hacerse a un lado del proceso electoral”.

Vergüenza histórica para los que apoyan a los yanquis en este nuevo golpe militar que pisotea la voluntad de los pueblos y mancha de sangre inocente a Latinoamérica, sin recibir la justa condena de aquellos que levantan su voz contra gobiernos verdaderamente democráticos y luchadores por el bien de sus ciudadanos.

Por esa razón, José Martí expresó:

“Ya estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi país y por mi deber, puesto que lo entiendo y tengo ánimos con que realizarlo, de impedir a tiempo con la independencia de Cuba, que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América”.

 

Dónde quedaron la libertad de prensa y los Derechos Humanos.


Por Arthur González

 

¿Alguien pudiera imaginar lo que sucedería si las actuales protestas masivas en Ecuador fuesen en Venezuela?

De inmediato la OEA, el TIAR, el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, el Parlamento Europeo y por su puesto la Casa Blanca, condenarían al presidente Nicolás Maduro por la represión contra el pueblo, y la invasión militar con las tropas yanquis, colombianas y brasileñas, ya estarían bombardeando a Venezuela para invadirla y restablecer la seguridad ciudadana y los Derechos Humanos.

Sin embargo, después de 10 días de manifestaciones populares en Ecuador en contra de las medidas neoliberales, tomadas por el presidente Lenin Moreno, declarar toque de queda y aprobar la brutal y salvaje represión contra los miles de ciudadanos que protestan pacíficamente, ninguno de los organismos antes mencionados, lo ha condenado por sus actos.

El lenguaje empleado por las cadenas internacionales de TV y de prensa, es muy diferente al usado cuando un mínimo grupo de opositores venezolanos, realizaba actos vandálicos y terroristas en su intento por desestabilizar el orden interno, con la intensión de destituir al presidente constitucional Nicolás Maduro.

Durante el fallido golpe de Estado presidido por Juan El Títere Guaidó, auto proclamado presidente con el apoyo de la Casa Blanca y la CIA, las noticias publicadas por la prensa al servicio de los yanquis eran muy diferentes a las que ocurren en Ecuador, a pesar de las mil 70 personas detenidas desde el 3 de octubre hasta el 10 de octubre de 2019, los más de 554 heridos, 5 muertos y otros tantos desaparecidos, por estar opuestos al decreto 883 firmado por Lenin Moreno y que afecta económicamente a todos los ecuatorianos.

Las protestas están encabezadas por la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador y la brutalidad demostrada por las Fuerzas Armadas contra la población, no tienen paralelo con la actitud de las venezolanas, cuando se enfrentaron a los grupos terroristas en las llamadas Guarimbas, que llegaron a quemar vivos a simpatizantes de Nicolás Maduro.

Las noticias transmitidas por los medios al servicio de las clases poderosas, no respetan la libertad de prensa, manipulan la verdad y acusan a los que protestan de ser culpables de la situación existente. Las fotos publicadas muestras a los indignados en las calles y evitan plasmar las fuerzas represivas, que más que policías parecen hombres de la Guerra de las Galaxias, por los cascos, escudos, protectores de piernas y las porras que portan.

Son informaciones tergiversadas para satanizar al pueblo, afirmando que son los protestantes los que lanzan gases lacrimógenos, cuando son las fuerzas represivas quienes disponen de ellos y los emplean contra la población civil.

En ese sentido el Nuevo Herald de Miami publicaba:

“Manifestantes y uniformados chocaron entre sí. Las imágenes mostraban a hombres cojeando, cubriéndose las cabezas y las bocas para protegerse de los gases y levantando los brazos en alto para fracturar piedras contra el piso y lanzarlas a la policía”.

“Los indígenas de Ecuador protestan desde el lunes en ese sector, donde la confrontación dejó un saldo de personas con problemas de asfixia, contusiones y heridas de diversa magnitud que recibieron atención por parte de personal de asistencia médica de las universidades y de la Cruz Roja”.

“El gobierno ha señalado que se han registrado más de 900 detenidos y que muchos ya fueron liberados”.  Manifestantes arrojan gases lacrimógenos a la policía cerca del Palacio Legislativo de Ecuador en Quito”.

De los periodistas que reportan para sus medios y han sido heridos por las balas de goma lanzadas por los operativos policiales, ni una sola palabra de condena. Bien distinta es la redacción que hacen para acusar con mentiras a Cuba, al publicar ese mismo libelo de Miami noticias falsas como la siguiente:

“En medio de una nueva oleada represiva contra periodistas independientes, artistas, opositores y defensores de los Derechos Humanos en Cuba, la Unión Europea dialogó en Bruselas con representantes de la sociedad civil cubana”.

O las informaciones divulgadas contra la Revolución Bolivariana de Venezuela, durante el fracaso golpe de Estado hace unos meses, en la que dieron un tono totalmente diferente al utilizado ahora para relatar los hechos de Ecuador, como esta:

“Al menos cuatro personas han fallecido, más de 200 resultaron heridas y 205 han sido detenidas, durante la represión estatal de diversas protestas que han tenido lugar en toda Venezuela desde el 30 de abril, ha confirmado Amnistía Internacional”.

“Las fuerzas de seguridad bajo el mando de Nicolás Maduro y los grupos de civiles armados que lo apoyan, insisten en reprimir las protestas de las personas que demandan una salida a la grave crisis política y de Derechos Humanos que aqueja al país desde hace varios años”, dijo Erika Guevara Rosas, directora para las Américas de Amnistía Internacional. 

“Los crímenes de derecho internacional que están cometiendo engrosarán el ya largo expediente ante la justicia internacional. Maduro debe poner fin a su política de represión de inmediato”. Amnistía Internacional ha estado documentando las graves violaciones a los Derechos Humanos y crímenes de derecho internacional que están sucediendo en Venezuela desde el agravamiento de la crisis en enero de 2019. La organización ha documentado ejecuciones extrajudiciales, uso ilegitimo de la fuerza letal, detenciones arbitrarias masivas y malos tratos contra personas que manifiestan su opinión en contra del gobierno de Maduro”.

Nada parecido está autorizado a publicar para describir la actual situación de represión que viven los ecuatorianos, la llamada “libertad de prensa” no lo permite, porque el presidente Moreno es un lacayo de los yanquis.

El sacrosanto Parlamento Europeo que tanta “preocupación” muestra por los Derechos Humanos en Cuba y Venezuela, se ha quedado mudo, y espera las instrucciones de Washington; pero cuando el golpe de Estado made in USA en Caracas, se pronunciaron de inmediato y en su declaración oficial condenaron “la violencia y la impunidad” en Venezuela, llamaron al diálogo y el respeto de los Derechos Humanos y solicitaron que una comisión parlamentaria adhoc de verificación, visitara el país.

En resolución lamentaron las “muertes y los actos violentos”, recordaron que “velar por la seguridad y los derechos y la libertad de expresión de todos sus ciudadanos, no importa cuál sea su ideología, es tarea del Gobierno nacional”. Exigieron la liberación de los detenidos durante las manifestaciones y el respeto de la labor periodística, texto aprobado por 463 votos a favor, 45 en contra y 37 abstenciones.

La Alta Representante de la Política Exterior de la UE, Catherine Ashton, presionó para la búsqueda del diálogo y el respeto de las libertades civiles y los Derechos Humanos, pero ahora con la situación dramática que vive el pueblo ecuatoriano no se pronuncia, a pesar de que son cientos de miles los que protestan y no un puñado financiado por la CIA, como sucedió en Caracas.

Después de la visita a Venezuela de la Alta comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, emitió un informe desbalanceado que repitió las mismas acusaciones falsas de la Casa Blanca y sus lacayos; omitió la obra social ejecutada por la Revolución, y los daños causados al pueblo de la guerra económica, comercial y financiera que lleva a cabo el imperio norteamericano.

Coincidiendo con el texto de la resolución del Parlamento Europeo, condenó “la represión y violencia, el uso de las detenciones arbitrarias, la tortura y los asesinatos extrajudiciales” y por supuesto, señaló “la responsabilidad directa de Nicolás Maduro, así como de las Fuerzas Armadas y del servicio de Inteligencia” en el uso indiscriminado de la violencia para reprimir el proceso de transición democrática y el restablecimiento del Estado de Derecho en el país y exigido el cese inmediato de las violaciones de Derechos Humanos.

El informe de Bachelet afirma, sin pruebas, la cifra 7 mil ejecuciones extrajudiciales en operaciones de seguridad en Venezuela, en los últimos 18 meses, y que se emplea el recurso a la tortura por parte de los aparatos de Seguridad e Inteligencia del régimen, así como la persecución política a la oposición.

Esperemos que el Parlamento Europeo asuma una fuerte condena a Lenin Moreno, porque en Ecuador la represión es real y no inventada como hacen contra Venezuela, se viola los más elementales Derechos Humanos contra todo un pueblo, que reclama la destitución del presidente por su entrega al Fondo Monetario Internacional.

¿Solicitaran los parlamentarios europeos la imposición de sanciones contra las autoridades responsables de violaciones de los Derechos Humanos y la represión, la congelación de sus activos y prohibirles los visados a la Unión Europea y a sus familiares más cercanos, como pidieron para Venezuela?

Mucha demagogia existe en ese Parlamento, en la OEA, el Grupo de Lima y en el Departamento de Estado yanqui, porque cuando se trata de sancionar las verdaderas represiones y violaciones a los Derechos Humanos de sus aliados, la cosa es bien diferente, lo que demuestra la falsedad de sus preocupaciones.

Por eso José Martí afirmó:

«Hay pocas cosas que en el mundo sean tan odiadas como los hipócritas»

Informe de Bachelet sobre Venezuela al gusto de los yanquis.


Por Arthur González.

Ni sorpresas ni casualidades, todo estaba preconcebido por los yanquis desde que Nicolás Maduro aceptó el desafío de invitar a la alta Comisionada de los Derechos Humanos de la ONU, Michelle Bachelet.

El propósito era justificar las sanciones contra el gobierno constitucional y mantener las campañas de mentiras para que Europa continúe sus posiciones a favor del títere Juan Guaidó.

En los años 80 del siglo XX, a Cuba le hicieron algo similar y después que la Comisión de las Naciones Unidas visitó la Isla, el informe fue igualmente manipulado a favor de los dictados de Washington.

Si los yanquis dieron su visto bueno para que la chilena ocupara ese alto cargo en la ONU, era porque todo estaba arreglado para que ella bailara al compás del tamboril de Washington, de ahí que el informe de su visita sea una copia de lo que desean quienes mandan en este mundo.

Dicho informe no podía contener otra cosa que las mismas acusaciones que se generan en el Departamento de Estado y la Casa Blanca, tales como que:

“Maduro debe adoptar medidas urgentes para detener y remediar las graves vulneraciones de los derechos básicos del pueblo; que en los últimos 10 años en Venezuela “el gobierno ha puesto en marcha una estrategia orientada a neutralizar, reprimir y criminalizar a la oposición política”; “un conjunto de leyes, políticas y prácticas aprobadas han reducido el ámbito democrático y desmontado el sistema de control institucional sobre el poder ejecutivo”.

Siguiendo al pie de la letra las inventadas acusaciones que hace el gobierno de Estados Unidos, la Sra. Bachelet afirma en su informe que:

“Tanto a las fuerzas civiles como las militares, se les atribuye la responsabilidad de detenciones arbitrarias, malos tratos y torturas a críticos del Gobierno”, y señala sin pruebas documentales que: “existen 66 muertes de opositores durante las protestas realizadas de enero a mayo de 2019, de las cuales 52 son atribuibles a los colectivos de grupos armados civiles progubernamentales”.

Como dato de interés se señala que las informaciones se basaron en “558 entrevistas con víctimas y testigos en Venezuela y otros ocho países, así como en otras fuentes, y abarca el período entre enero de 2018 y mayo de 2019”; sin embargo, no se tomaron en cuenta las declaraciones de las víctimas y familiares de los muertos y heridos durante las revueltas ejecutadas por la oposición, con financiamiento de organizaciones de Estados Unidos.

De las acciones de guerra económica, comercial y financiera que ejecuta Estados Unidos para ahogar a Venezuela y la repercusión directa en la salud y bienestar del pueblo, ni una condena, solo se menciona: “la profunda crisis económica ha privado a la población de los medios necesarios para satisfacer sus derechos en materia de alimentación y salud”, sin apuntar claramente quien es el verdadero responsable.

Del robo de 2,562,455 millones de usd de que es víctima Venezuela, por las sanciones yanquis para afectar su capacidad financiera e impedir adquirir alimentos, medicinas y artículos de consumo, más piezas de repuesto para la industria, nada, como si esas acciones punitivas no fueran la causa verdadera de las penurias que sufren hoy los venezolanos.

El informe se hace eco de las campañas de mentiras fabricadas por Estados Unidos, como que “el gobierno viola los derechos humanos de forma sostenida, método adoptado para tratar de someter a los disidentes”, y miente al afirmar que:

Aunque la economía de Venezuela estaba en crisis mucho antes de que se les impusieran sanciones, las últimas sanciones económicas vinculadas a la exportación de petróleo están agravando la crisis, y el Estado incumple su obligación de garantizar los derechos a la alimentación y la atención sanitaria”.

Solo con revisar la lista de sanciones económicas impuestas a Venezuela por Estados Unidos y sus fechas, puede derrumbarse ese señalamiento, pues antes de las penalidades yanquis en Venezuela no existía crisis de abastecimiento, todo comenzó a partir de querer satanizar a la Revolución para culparla de los males, idéntica estrategia a la aplicada contra Cuba, que según los documentos de la CIA lo que se pretende: “es aplicar una guerra económica que induzca al régimen comunista a fracasar en su esfuerzo por satisfacer las necesidades del país”.

La Bachelet sabe perfectamente que su informe no dice la verdad, pues no reconoce ni uno solo de los planes y misiones sociales estructuradas por la Revolución Bolivariana para ayudar a las capas más pobres de la población, algo que jamás hicieron los gobiernos anteriores y a los que nunca Estados Unidos impuso sanciones, porque todos se plegaron a sus órdenes, siendo dueños de parte de los recursos naturales que tanto ambicionan.

¿Cuándo un gobierno venezolano envió médicos a las zonas selváticas, y a los barrios marginales y pobres de ese país?

¿Cuándo un gobierno venezolano antes del presidente Hugo Chávez, se preocupó por enseñar a leer y a escribir a los pobres, brindarles la oportunidad de estudiar en las universidades, practicar deportes y hacer de la cultura una necesidad de enriquecer el espíritu de los desposeídos y hacerle casas decentes?

De los hechos de intento de asesinato al Presidente Maduro, los golpes de Estado cocinados por la CIA, las manifestaciones violentas en las calles ejecutadas por los opositores, el incendio a locales estatales, universidades y los millones de dólares suministrados por la USAID, la NED y el Departamento de Estado para los actos subversivos que pretenden destruir a la Revolución, no se mencionan en el informe. 

Elementos que demuestran la manipulación del texto, cumpliendo indicaciones de Estados Unidos, se pueden señalar que:

  • El 82% de las entrevistas referidas en el informe, fueron realizadas a personas radicadas fuera de Venezuela.
  • Se expone que el gobierno venezolano reconoció la “crisis humanitaria”, cuando se le explicó claramente que el impacto negativo en la situación venezolana es producto de la guerra económica y financiera que desarrolla Estados Unidos.
  • Omite que el 75% del presupuesto de la nación, es destinado por el gobierno para el área social venezolana, información que le presentó el Ministro de Educación Aristóbulo Isturiz, a Bachelet.
  • Miente deliberadamente la Comisión cuando expresa en su informe que: “el Estado no ha demostrado usar todos los recursos a su disposición para asegurar el derecho a la alimentación”, a pesar de que recibieron información sobre las medidas aplicadas por el gobierno para garantizar el derecho a la alimentación del pueblo, a través de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP), y en el área de salud.

La Sra. Bachelet se encargó de asegurar que en su informe no apareciera una condena a Estados Unidos por su guerra económica, comercial y financiera contra Venezuela, ni le exige su levantamiento inmediato por constituir una violación de los derechos humanos de todo el pueblo.

Tampoco rechaza el llamado a la intervención militar extranjera que hace a diario la oposición, especialmente el auto proclamado presidente, Juan El títere Guaidó, hecho que viola los derechos de la mayoría de los venezolanos que eligieron en las urnas a Nicolás Maduro.

Para no dejar dudas de que el informe fue elaborado según las directivas yanquis, el títere Guaidó, lo celebró y apuntó que el mismo “recoge ampliamente el sufrimiento de los venezolanos. Es un logro, producto del sacrificio y trabajo de muchas ONG, de víctimas, familiares, dirigentes y diputados que han hecho todo para visibilizar los abusos de un régimen corrupto y asesino”.

La pretensión de Estados Unidos con ese documento es validar sus acusaciones contra el presidente Maduro y continuar aislando a Venezuela, con el propósito de que el pueblo se lance a las calles a culparlo por sus penurias; por eso Guaidó al conocerlo declaró a la prensa:

“Celebró que en estos momentos esa versión recorra el mundo y por eso he recibido llamadas de presidentes y líderes que se han escandalizado al leerlo”.

Los pueblos rechazarán esas mentiras porque como afirmó José Martí:

“Contra la verdad, nada dura”