Por Arthur González.
Las organizaciones creadas y/o financiadas por Estados Unidos en su guerra no convencional contra la Revolución cubana, se han tenido que tragar su veneno al ver como la Unión Europea fortalece sus relaciones con Cuba, después del fracaso de la llamada Posición Común, aplicada en 1996 a propuestas del lacayo de Miami, el ex presidente español José María Aznar, como parte de las acciones que impusieron los yanquis para estrangular económicamente a Cuba.
La resistencia y unidad del pueblo cubano entorno a su Revolución, demostró con creces la manipulación mediática con la que pretendían fabricar una falsa imagen de violaciones de los derechos humanos en la Isla, algo que el gobierno estadounidense intenta manejar para justificar sus actos criminales contra el pueblo cubano, como son las guerras económica, comercial, financiera y biológica, las presiones y el chantaje político contra otros gobiernos que tienen relaciones con Cuba y los actos de terrorismo ejecutados por la CIA, incluidos los planes de asesinato a Fidel Castro, en violación total de los derechos humanos.
Al no poder destruir el sistema socialista en Cuba y constatar el avance de la Revolución, el bloque europeo reconoció tácitamente el fracaso de su Posición Común y en 2016 firmó con La Habana el primer pacto bilateral que entró en vigor provisionalmente en noviembre de 2017, hecho que provocó los chillidos de quienes se oponen a que Cuba se iguale al resto de los países latinoamericanos, donde las violaciones de los derechos humanos son cotidianas.
A pesar de las calumnias de la prensa extranjera, sufragadas con parte de los 20 millones de dólares que aprueba anualmente la Casa Blanca para la subversión contra Cuba, en la Isla no hay un solo desaparecido, ni periodistas asesinados, ni fosas comunes con cadáveres no identificados, ni sacerdotes acribillados a balazos y otros crímenes, como que suceden a diario en otros lugares del mundo.
En Cuba los derechos de los seres humanos se materializan en el derecho a la vida, la educación y la medicina gratuita para todos, sin importar creencias o posiciones ideológicas, razas, preferencias sexuales o limitaciones físicas. A eso se suman el derecho a la práctica sana del deporte, la cultura, la maternidad sustentable con licencias pagadas a las madres por 12 meses, el derecho a que sus familiares, dígase esposo, padres, abuelos o suegros, asuman el cuidado del bebé con una pensión monetaria por un año, algo impensable en países desarrollados.
Mucho se difama a la Revolución para satanizarla e impedir que su ejemplo se propague, pero la verdad se impone porque a pesar de las mentiras fabricadas por los yanquis, en Cuba se respira un aire de seguridad, protección al ser humano y respeto por la vida que no existe en muchos lugares del mundo, incluidos los Estados Unidos donde la medicina es un negocio que no respeta los derechos humanos.
Los cubanos tienen derecho a proponer los candidatos a las asambleas del Poder Popular, sin que estos soliciten dinero para campañas electorales como sucede en estados llamados “democráticos”.
Cubanas y cubanos cobran similares salarios por ocupar idénticos puesto laborales, todos tienen derecho a ingresar en los sindicatos y realizar los planteamientos que deseen y no como dicen los yanquis que en Cuba no hay sindicatos “libres”.
Lo que no pueden los cubanos y cubanas es conspirar contra el Estado por orientaciones financiadas por los yanquis, para crear desórdenes, algo que la embajada de Estados Unidos en La Habana instruye permanentemente.
Esos grupúsculos contrarrevolucionarios creados por Estados Unidos y sus agencias de inteligencia, que no tienen respaldo de la sociedad cubana, son los que quieren ser escuchados por la Unión Europea en sus reuniones con el gobierno cubano, impulsados por sus amos para que algunos ignorantes se crean que en la Isla existe una “oposición”, algo que los propios diplomáticos yanquis niegan en sus informes secretos.
Basta recordar el cable confidencial No. 09HAVANA221, ID: 02438, del 15 de abril del 2015, confeccionado por el Jefe de la Sección de Intereses de Washington en La Habana y enviado al Departamento de Estado y a la CIA, donde afirma:
“Vemos poca evidencia de que las organizaciones disidentes principales tengan mucho impacto en los cubanos de a pie. Las encuestas informales que hemos hecho entre solicitantes de visas y refugiados muestran que las personalidades disidentes o sus agendas son prácticamente desconocidas” […] “Están más preocupados por tener mayores oportunidades para viajar libremente y vivir de manera confortable”.
Es por eso que los altos funcionarios de la Unión Europea no se reúnen con esos grupúsculos, porque ni representan al pueblo cubano, ni tienen futuro dentro de la sociedad de la Isla.
Organizaciones de “derechos humanos” construidas para atacar a países que tienen gobiernos no aceptables para Estados Unidos, como Civil Rights Defenders y el Observatorio Cubano de Derechos Humanos, organizado en España, dan gritos porque no se escuchan los “reclamos” de un puñado de elementos, que solo de verlos cualquiera se percata la baja calaña que poseen.
Sin embargo, no condenan la guerra económica que aspira a matar por hambre y enfermedades a todo un país.
No por gusto los diplomáticos de Estados Unidos en La Habana en secreto plantean a sus jefes:
“No vemos plataformas diseñadas para llegar a amplios sectores de la sociedad cubana, sino que más bien dirigen sus mayores esfuerzos a obtener recursos suficientes para solventar las necesidades del día a día de los principales organizadores y sus seguidores”. […] Es preciso que busquemos en otra parte, incluso dentro del propio gobierno, para identificar a los más probables sucesores del régimen de Castro”.
Si los que les pagan tienen esos criterios, ¿por qué los funcionarios de la Unión Europea, van a perder su tiempo en escuchar mentiras de personas sufragadas por Estados Unidos, que carecen de prestigio y autoridad, a diferencia de un gobierno establecido y reconocido por cientos de países del Mundo?
Cuba es un país con altos niveles académicos, la educación es obligatoria hasta 9no grado y el pueblo está totalmente informado de los sucesos más relevantes, por tanto, es falso de que no tengan acceso a la información pues son millones los que poseen las vías para leer lo que pasa en este mundo, donde los yanquis invaden a otros países sin razón, o los asesinatos que se producen por el libre acceso a las armas que tienen los estadounidenses, el encarcelamiento de niños por ser inmigrantes, la represión contra los negros en muchas ciudades norteamericanas, los más de 40 millones de estadounidenses que viven en la pobreza y los millones que no cuentan con seguro médico.
Cualquier cubano tiene derecho a expresar sus criterios en las asambleas a nivel de barrio, acudir a la fiscalía para realizar denuncias y exponer sus quejas en oficinas de atención a la ciudadanía, e incluso escribir a la prensa oficial para encontrar una respuesta a sus inquietudes.
Pero eso no es lo que desean los yanquis, pretenden conformar grupos contrarrevolucionarios y convertirlos en partidos políticos como hicieron en Polonia, para destruir el socialismo.
Mejor que se preocupen ellos por resolver los acuciantes problemas de corrupción y violaciones de los derechos de sus ciudadanos, intentar ponerle freno al actual presidente, que hace y deshace a sus anchas, recluye a los inmigrantes en cárceles como animales, separa a padres de sus hijos, sin el menor respeto a los derechos de los niños, algo que ninguna de las organizaciones que se “preocupan” por los derechos humanos de Cuba, condenan.
60 años de argumentaciones falsas contra la Revolución no han logrado destruir el apoyo internacional, porque los pueblos saben diferenciar la mentira de la verdad, y como expresó José Martí:
“La retórica sueña a careta de cómico en la oratoria funeraria”.