Cómo pudo cambiar la política de Estados Unidos hacia Cuba.


Por Arthur González.

Cuando el presidente Barack Obama y el presidente de Cuba Raúl Castro, anunciaron el restablecimiento de relaciones diplomáticas el 17 de diciembre del 2014, sorprendieron al mundo con algo inesperado después de 52 años, cuando el 3 de enero 1961 Estados Unidos tomó la decisión unilateral del rompimiento, imaginando en que, en abril de ese año, la invasión mercenaria contra Cuba retrotraería la historia, pero fue derrotada por el pueblo en sólo 67 horas.

La intrépida decisión tomada durante el 2do período presidencial de Obama, no fue un hecho festinado. Esa política había sido estudiada en 1967 para subvertir a la Revolución, a través del “magnetismo económico y cultural” de Estados Unidos, con el impulso de promesas de beneficios económicos y políticos que podría obtener Cuba, con un comportamiento yanqui más racional. En la misma participaron la CIA, los Departamento de Defensa y Estado, más la USAID, pero finalmente en 1968 no se aprobó.

En 1999 el poderoso equipo de analistas y directivos del Council on Foreign Relations (CFR), propuso darle un enfoque político diferente al seguido por administraciones anteriores, basado en el trabajo ideológico sobre la sociedad cubana desde adentro, mediante la promoción en Cuba de intereses y valores estadounidenses; el apoyo, aliento y reforzamiento de la sociedad civil; unido al trabajo priorizado en crear condiciones para materializar la transición pacífica y el surgimiento de una Cuba “libre, próspera y democrática”.

El equipo de dirección del presidente Barack Obama, acordó que ese nuevo camino podría ser más efectivo para alcanzar el objetivo deseado de destruir el socialismo, ya que 50 años de bloqueo y distanciamiento político no habían dado resultados.

Tal decisión contó con el apoyo del CFR, organización poco conocida pero muy influyente en los asuntos internacionales, con poder y prestigio, considerada por muchos como el verdadero cerebro político.

Sigue leyendo

Los cambios de sistema que le exigen a Cuba.


Por Arthur González.

Niños cubanos

Recientemente el presidente Donald Trump declaró que hace todo lo posible por erradicar el socialismo de America Latina, específicamente en Cuba, Venezuela y Nicaragua, vieja pesadilla que impide el sueño de todos los mandatarios yanquis, pero a pesar de sus leyes y operaciones encubiertas, no han podido lograrlo.

Sus campañas van dirigidas a satanizar al sistema socialista, en especial a su economía, con repeticiones de que “es ineficiente y no da resultados”.

Sin embargo, no hablan de las zancadillas que ponen a los países que adoptaron el socialismo, con el objetivo de impedir su desarrollo para que no sea imitado por otros.

Analistas del Council on Foreign Relation de Estados Unidos así lo afirman, al expresar en 1999:

“La oposición de EE.UU. a la Revolución cubana y el apoyo a la democracia y al desarrollo en este hemisferio, lograron frustrar las ambiciones cubanas de expandir su modelo económico e influencia política”.

Son innegables las dificultades económicas que sufre la economía cubana desde 1960, no por su sistema socialista como los yanquis y sus aliados quieren hacerle creer al mundo, sino, por las medidas coercitivas que le impusieron desde instrumentó medidas para favorecer al pueblo y defender su soberanía nacional frente la dominación que tenía Estados Unidos.

La primera medida contra la Revolución, fue la negativa a venderle petróleo, seguida de la eliminación de la cuota azucarera, situación muy difícil de resistir en un país subdesarrollado y absolutamente dependiente de la economía yanqui.

Los que exigen cambios, parece olvidar la despiadada guerra económica, comercial y financiera que impuso Estados Unidos, para provocar una rebelión del pueblo cubano contra la Revolución, a partir de la insatisfacción de sus necesidades, algo expuesto claramente en la Operación Mangosta, desarrollada por el Grupo Especial Ampliado del Consejo de Seguridad Nacional, para el trabajo contra Cuba.

Un informe del gobierno de Estados Unidos del 4 de mayo de 1961, publicado en el FRUS del Departamento de Estado, Volumen X, 1961-1963, expone entre otras cuestiones:

“Los puntos económicos vulnerables del régimen de Castro incluyen su posición de intercambio foráneo, la escasez de piezas de repuesto y materias primas, la falta de técnicos y personal de dirección, la decadencia del ingreso per cápita y la escasez de consumo. […] La imposición del Acta de Comercio con el Enemigo contra Cuba, reducirá las ganancias del intercambio extranjero de Cuba con Estados Unidos y que extendería el embargo de exportaciones estadounidenses a todos los productos y la campaña de sabotajes limitados contra las industrias e instalaciones cubanas, lo que agravarían estos problemas…

A pesar de esos planes, Cuba logró alfabetizar a todo su pueblo, abrió la enseñanza gratuita; ofreció servicios de salud a la población citadina y rural sin costo alguno; organizó programas de educación cultural en escuelas especializadas; el deporte se constituyó en un derecho del pueblo, lo que le permitió avanzar en la producción industrial y agrícola para resistir la guerra económica impuesta.

Por supuesto que las penurias se sintieron en la población, de ahí la organización de una cartilla de alimentos racionados para que nadie se quedara desamparado, algo que se mantiene con precios subsidiados, que, si bien no satisfacen todas las necesidades, permiten una canasta básica que no poseen los millones de pobres en América Latina.

Los que culpan de todos los males al sistema socialista no toman en cuenta que ningún otro país, sin apoyo popular, ni consiente de quien es el verdadero responsable de sus penurias, hubiese resistido 60 años de cruel bloqueo comercial y financiero impuesto por Estados Unidos.

Existen cuestiones internas que Cuba debe transformar y de hecho lo hace, pero no con el diseño que prefieren los yanquis para volver a apoderarse de la Isla, y aunque se ejecuten medidas en la economía, no se puede pasar por alto lo que afirma la CIA en uno de sus informes:

“El principal objetivo de los programas encubiertos contra Castro es completar el aislamiento económico, político y psicológico de Cuba respecto a América Latina y el mundo libre…. estas medidas han sido en buena parte responsables de las actuales dificultades económicas de Castro, pero pudieran adoptarse nuevas y eficaces medidas de Guerra Económica”.

¿Qué país del mundo es sometido a la guerra financiera que soporta Cuba, que se le impide utilizar la banca internacional para el pago de sus importaciones y el cobro de sus exportaciones?

Recientemente el economista de origen cubano, Carmelo Mesa Lago, afirmaba en una entrevista:

“El sistema de planificación central que tiene Cuba ha fracasado en todo el mundo, ese es el principal culpable de todas estas cosas […] Yo aspiro a un modelo que permita un crecimiento económico, y que a su vez incremente las exportaciones para que financie las importaciones, porque lo que ha ocurrido en Cuba es una reducción de las exportaciones…”

Cuba subsiste por la ingeniosidad de sus profesionales y el apoyo valiente de amigos, porque la persecución financiera es total para ahogar su economía.

Barack Obama desató una feroz cacería a la banca internacional, e impuso record de multas a quienes ejecutaron transacciones con Cuba, algo que continúa Trump, al implementar nuevas medidas de guerra económica.

Entre los años 2009 y 2016, las 49 multas aplicadas a prestigiosos bancos extranjeros alcanzaron una cifra de 14 mil 397 millones 416 mil 827 dólares.

¿Cuáles serían las soluciones del profesor Mesa Lago ante este panorama? ¿Pensará él y otros, que ampliando el trabajo no estatal en Cuba se puedan aumentar las importaciones, la inversión extranjera y las exportaciones, y violar la guerra económica y comercial aplicada desde 1962?

No por gusto Donald Trump acaba de autorizar la implementación del Título III de la Ley Helms-Burton, buscando atemorizar a los inversionistas extranjeros.

Es fácil idealizar soluciones detrás de una mesa, pero comprar todo lo que requiere un país, producir con equipos obsoletos sin piezas de repuesto, pagar las deudas y satisfacer las necesidades crecientes del pueblo sin financiamiento, es otra cosa.

¿Qué cambios tendrán que hacer los países latinoamericanos con un sistema político y económico capitalista, que hoy acumulan 246 millones de personas en pobreza y pobreza extrema?, (cuatro de cada diez ciudadanos) según informe presentado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe.

De acuerdo con ese estudio, Argentina, Brasil, Costa Rica, Ecuador, Panamá, Paraguay y Perú, alcanzan una taza de pobreza entre el 15% y el 25%; República Dominicana y Colombia, se encuentran entre el 25% y el 35%; y en Bolivia, El Salvador y México, la pobreza supera el 35% de su población.

En Cuba, a pesar de las limitaciones, no se acuesta un solo niño sin comer, ni deja de asistir a la escuela o recibir atención media gratuita, incluidas 13 vacunas; todas las mujeres paren a sus hijos en hospitales y tienen el mismo derecho que los hombres al trabajo, y recibir igual salario por el mismo cargo. Además, el estado le ofrece un año de licencia de maternidad pagada.

Esas y muchas otras ventajas solo las ofrecen un sistema socialista, razones por las que Estados Unidos no lo tolera, por ser un mal ejemplo, incluso para los norteamericanos donde millones de ellos carecen de seguro médico.

Un estudio reciente arrojó “un panorama desolador de la desigualdad económica en la zona metropolitana de Miami, donde 30 personas con un patrimonio superior a los mil millones de dólares, ocupan lo más alto de la pirámide, sobre un nivel de pobreza amplia y profunda, una clase media pequeña y cada vez menor, y una fuerza de trabajo que depende de empleos mal pagados en los servicios”.

“Más de 14 por ciento de los vecinos de Miami-Dade viven en la pobreza, el noveno índice mayor entre las grandes zonas metropolitanas de EEUU. El mayor índice de pobreza está entre los adultos mayores; los negros tienen dos veces y media más probabilidades de vivir en la pobreza que los blancos y los latinos dos veces más”.

Entonces, ¿Quiénes tienen que cambiar para acabar con tanta desigualdad y pobreza?

Cuba hace los cambios que requiere, pero no renunciará al socialismo para caer en los brazos del capitalismo con sus cantos de sirena.

Preciso fue José Martí cuando dijo:

“Se puede afirmar que ni actividad, ni espíritu de invención, ni antes de comercio, ni campos para la mente, ni ideas originales, ni amor a la libertad siquiera, ni capacidad para entenderla, tenemos que aprender de los Estados Unidos”.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Retoma Estados Unidos la guerra fría para intimidar al mundo.


Por Arthur González.

Increíble pero cierto, Estados Unidos ha retomado con más fuerza sus conceptos de guerra fría, para intimidar a los países que no se le subordinan, especialmente contra Cuba, Venezuela y Nicaragua.

Otros países reciben iguales sanciones económicas y amenazas, pues para Donald Trump y sus halcones, no puede existir nadie en el mundo que se contraponga a sus dictados.

Ante las derrotas continuadas en su intento de derrocar a la Revolución cubana y al presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, el recurso más empleado por los yanquis son las medidas de guerra económica y financiera, con el viejo sueño de que el pueblo se canse de las penurias, añeja táctica diseñada por la CIA en 1962 contra Cuba, en su archiconocido Plan Mangosta, el cual expone textualmente:

La operación está dirigida a provocar una rebelión del pueblo cubano. Esta sublevación derrocará al régimen comunista e instaurará un nuevo gobierno con el cual Estados Unidos pueda vivir en paz. La sublevación necesita un movimiento de acción política fuertemente motivado y arraigado en Cuba, capaz de generar la rebelión, de dirigirla hacia el objetivo perseguido y de aprovecharse de su momento clímax. La acción política será apoyada por una guerra económica que induzca al régimen comunista a fracasar en su esfuerzo por satisfacer las necesidades del país, las operaciones psicológicas acrecentarán el resentimiento de la población contra el régimen, y las de tipo militar darán al movimiento popular un arma de acción para el sabotaje y la resistencia armada en apoyo a los objetivos políticos”.

Ese diseño, sostenido por 60 años contra Cuba, no les ha dado resultados, a pesar del incremento de sus sanciones en los últimos años, pero azuzados por los miembros de la mafia terrorista anticubana de Miami, Donald Trump y sus ancianos halcones, John Bolton y Elliott Abrams, creen que ese método desgastado y malogrado, ahora pudiera darles éxitos.

Desde hace décadas el mundo apoya a Cuba cuando presenta el documento en la ONU, Poner fin al Bloqueo económico, comercial y financiero de Estados Unidos, sin embargo, actualmente la Unión Europea observa en silencio cómplice la embestida yanqui contra Venezuela, mediante el empleo de las nuevas tecnologías para sabotear su sistema eléctrico, porque al final “las aves de igual plumaje vuelan en el mismo bando”.

¿Cómo es posible que los europeos, auto proclamados quijotes de los derechos humanos, pueden aliarse al imperialismo yanqui en su intento por matar de hambre y enfermedades a pueblos enteros?

La guerra económica es criminal y constituye una violación total de los derechos humanos, pero el Parlamento Europeo en vez de condenar a Estados Unidos, lo apoyan.

Las más recientes sanciones informadas por el gobierno de Estados Unidos, contra Venezuela y Cuba, son un ejemplo elocuente de lo que pretende el imperio, pero la Unión Europea calla y no hace ni una sola resolución de condena ante ese crimen de lesa humanidad, por el contrario, apoyan a los yanquis en sus acciones violatorias del derecho internacional, entre ellas la auto proclamación de Juan El títere Guaidó, como presidente sin elecciones democráticas, algo que ningún estado europeo aceptaría.

Hoy Francia y España confronta graves crisis internas, pero respaldan a los yanquis en sus mezquinas patrañas contra Venezuela, lo que quedará en la historia como un execrable ejemplo de la pérdida de soberanía de los europeos frente a las órdenes y presiones de los Estados Unidos.

Los pueblos del mundo saben que las sanciones de Washington contra Venezuela son inhumanas y violan el derecho internacional, porque nadie tiene derecho de privar de sus recursos naturales, activos financieros, ocupar sedes diplomáticas y cortar el comercio exterior de otros estados, solo porque el gobierno en el poder no es del agrado de la Casa Blanca.

Los yanquis no acaban de entender que tales sanciones profusamente divulgadas, siembran más odio en los pueblos contra sus políticas hegemónicas y dan como resultado la unidad para resistir las carencias y buscar soluciones inteligentes, tal y como hacen los cubanos desde hace 60 años.

Desesperados ante la resistencia del pueblo y el apoyo total de las fuerzas armadas en Cuba y Venezuela, Estados Unidos insiste en desplegar planes de terrorismo de Estado, incendiando industrias, fábricas, centros comerciales y de procesamiento de alimentos, introducen gérmenes patógenos contra las personas, la flora y la fauna, para causar más daños, enfermedades y muertes.

Hoy Estados Unidos retoma la misma política que ejecutó Adolfo Hitler en Europa, pero ahora los campos de concentración son países enteros sometidos a la escasez de alimentos, cortes de electricidad provocados desde el exterior que afectan el suministro de agua, abastecimiento de combustible, e incluso el normal funcionamiento de hospitales y policlínicas.

Estados Unidos ante la frustración de sus acciones contra Venezuela y el ridículo reconocimiento de El Títere Guaidó, recurre a la amenaza militar de conjunto con la OTAN y anunció que abordaría en la reunión ministerial de esa organización militar, el tema de la presencia de “tropas rusas” en Venezuela, preocupación insostenible, dado que solo son dos aviones y una docena de asesores, como parte de un acuerdo público entre Rusia y Venezuela.

Todo forma parte de una operación mediática sin sustento, ya que Estados Unidos posee alrededor de Venezuela docena de bases militares, con cientos de miles de soldados y armamentos de guerra dispuestos para invadir ese país suramericano.

Si esos son los derechos humanos, la democracia y la libertad que defienden los yanquis y la vieja Europa, mejor que baje Dios y lo compruebe, para que conozca la ausencia de sentimientos que poseen.

Por eso recuerden a José Martí cuando afirmó:

“¡Póstrense de hinojos en la tierra, tiemblen de remordimientos y giman de pavor, todos los que en aquel tremendo día ayudaron a matar!

Los yanquis persisten en sus fracasos.


Por Arthur González.

Barack Obama al anunciar su apertura el 1ro de julio de 2015, dijo con sinceridad y sin secretos lo que deseaba hacer desde la embajada en La Habana:

“…podremos aumentar considerablemente nuestro contacto con el pueblo cubano. Tendremos más personal, y nuestros diplomáticos podrán participar de manera más extensa en toda la Isla…incluida la sociedad civil y con los cubanos que buscan alcanzar una vida mejor. […] nadie espera que Cuba se transforme de la noche a la mañana, pero creo que el compromiso estadounidense, mediante nuestra embajada, empresas y ante todo nuestro pueblo, es la mejor manera de representar nuestros intereses, y apoyar la democracia y los derechos humanos”.

Y así ha sido desde ese momento.

En vez de fortalecer las relaciones entre ambos pueblos, sus diplomáticos se dedican a fomentar la subversión política, con el propósito de derrocar el sistema socialista, su viejo anhelo desde 1959.

Actualmente el trabajo consular en esa misión diplomática no existe, el cultural y comercial siguieron el mismo camino, pero el trabajo para dividir la sociedad y estimular a la contrarrevolución se mantiene intacto, porque como afirmó Obama su interés es desmontar el socialismo, pero de otra forma, porque:

Décadas de aislamiento de Cuba no han conseguido nuestro perdurable objetivo de promover el surgimiento de una Cuba estable, próspera y democrática”.

Prueba de eso fue la publicación realizada por la embajada yanqui en su sitio oficial en Facebook, a solo 72 horas de llevarse a cabo en Cuba el referendo constitucional, de un listado con supuestos cinco aspectos que pueden considerarse los “mayores fracasos” de la Revolución cubana, sin hablar de cómo era la Isla hasta 1958 y los logros alcanzados gracias a la Revolución triunfante que derrotó a la tiranía de Fulgencio Batista, apoyada militar y económicamente por Washington.

Según lo publicado, “los que viven en la pequeña nación socialista, aún esperan por las promesas que hace 60 años les hicieron los líderes de la Revolución, las cuales serán aún más frenadas, junto a sus derechos, con la nueva Constitución que será sometida a referéndum el 24 de febrero”.

En una forma provocativa y para nada diplomática, escribieron las supuestas cinco maneras en que el Partido Comunista de Cuba “fracasó” ante su pueblo:

  • Restricción de la expresión.
  • Estancamiento económico.
  • Condiciones laborales injustas.
  • Acceso limitado a la información.
  • Censura artística.

Siguiendo su línea de mentiras para confundir a la opinión pública internacional, escribieron que “el gobierno cubano ha reforzado la represión de las figuras políticas de la oposición, los cuales han sido sometidos a decomisos, golpes y arrestos”, algo falso pero que sigue el patrón comunicacional establecido contra la Revolución.

Hablan de que hay estancamiento económico, pero omiten mencionar la guerra económica y financiera impuesta hace 60 años, diseñada con el criminal objetivo de provocar el desencanto y el desaliento a partir de la insatisfacción, las dificultades económicas, el hambre y la desesperación de los cubanos, para lograr el derrocamiento del gobierno.

En una evidente ofensiva para evitar el voto por el Sí al referendo Constitucional, Mara Tekach, actual Encargada de Negocios al frente de la embajada, viajó el 22 de febrero de 2019 a la ciudad de Santiago de Cuba, donde en un acto totalmente injerencista y desafiante, visitó al contrarrevolucionario José Daniel Ferrer, al frente del engendro que más dinero recibe de los yanquis y que dice estar en “huelga de hambre”, para solidarizarse con esos elementos creados, instruidos y financiados por su gobierno.

¿Admitiría el Departamento de Estado que el embajador cubano en Washington, hiciera lo mismo con alguno de los activistas por los derechos civiles?

Su prepotencia y actitud provocativa pretende que Cuba de pasos que sirvan de pretexto a la Casa Blanca para acabar de cerrar la escuálida misión diplomática, reducida mucho más que cuando era solo una Sección de Intereses.

En prueba del plan de Estados Unidos contra Cuba, el secretario de Estado y ex director de la CIA, Mike Pompeo, declaró el pasado 23 de febrero 2019 durante una entrevista para el noticiero estelar de la cadena hispana Telemundo, que “Washington apoyará a los pueblos de Nicaragua y Cuba a resistir los regímenes no democráticos en sus países”.

Pompeo, bajo la euforia temporal del ridículo golpe de Estado organizado contra Nicolás Maduro en Venezuela, sueña con ver caer el socialismo cubano, sin tener en cuenta los orígenes y base social de la Revolución.

Demostrando que, tanto las declaraciones oficiales de su embajada en La Habana como la visita de Mara Tekach a Santiago de Cuba, responden a un plan preconcebido, Pompeo agregó que “Washington está trabajando diligentemente para ayudar a la gente de esas naciones a levantarse contra el yugo del autoritarismo y lograr una mejor situación política”.

Y apuntó: “tengo la esperanza de que los ciudadanos de esos países entiendan que las condiciones en las que se encuentran hoy en día no son necesarias, pueden tener una vida diferente y contribuirán con sus esfuerzos, su buena voluntad y su humanidad a lograr una mejor situación política, tanto en Venezuela como en Nicaragua y también en Cuba”.

Sin embargo, el secretario de Estado no mencionó la cruel guerra económica, comercial y financiera que sostiene Estados Unidos contra ellos, y en el caso de Cuba con el rechazo de 189 países del mundo, algo que prueba que tantos gobiernos no pueden estar equivocados y son los yanquis los únicos causantes de la actual situación en que viven esos pueblos.

En total desfachatez imperial, Pompeo confesó que el Gobierno de Donald Trump estaría dispuesto a ayudar a Cuba para promover en la Isla una postura contra los regímenes no democráticos, como lo hacen hoy contra Venezuela, lo que refuerza la idea expresada por su Presidente recientemente en la Universidad Internacional de la Florida, cuando auguró: “Cuba pronto será libre junto a Nicaragua y Venezuela, para poner fin al socialismo en nuestro hemisferio”.

La misma cantaleta de hace 60 años, olvidándose del fracaso de todos los planes de Acciones Encubiertas de la CIA, incluidos los de asesinato a Fidel Castro, la invasión por Bahía de Cochinos y la Radio y TV Martí que jamás se han escuchado, ni visto en Cuba.

Parece que Pompeo no recuerda los descalabros sufridos con sus supuestos súper espías, el desmembramiento de decenas de grupitos contrarrevolucionarios que se enriquecieron y terminaron como “refugiados políticos” mantenidos de por vida en Miami, las crisis provocadas en los años 90 con el asilo de decenas de cubanos en las embajadas europeas en La Habana, y las llamadas “Damas” de Blanco, engordadas con los dólares y euros que le permitieron adquirir residencias y artículos personales.

En 60 años ninguna de esas Operaciones de la CIA arrojó frutos, todas pasaron sin penas ni gloria, pero los yanquis cual perros hueveros insisten en sus actos, aunque se quemen el hocico.

No por gusto afirmó José Martí:

“Los necios creen que debajo de su plastrón se esconde la llave del mundo”

La agresión yanqui contra Venezuela, una lección para el mundo.


Por Arthur González.

Aquellos “inocentes” que aún creen en la llamada democracia representativa tan divulgada por los yanquis, ahora podrán comprobar que no existe, y el mejor ejemplo es la agresión de Estado Unidos contra el gobierno venezolano, elegido democráticamente el pasado 2018, ante la supervisión internacional que calificó dicho proceso como limpio y correcto.

En esas elecciones, incluso pospuestas ante el reclamo de la oposición que finalmente no participó en el proceso por órdenes de Washington, se demostró que Nicolás Maduro tiene el apoyo mayoritario de su pueblo, algo que el imperialismo yanqui no tolera.

Ante tantos planes subversivos fracasados, su impotencia se multiplica y como alternativa fabricaron al títere Juan Guaidó, desconocido para el pueblo, quien aceptó prestarse para seguir a las indicaciones de la CIA.

¿Se puede hablar de democracia y participación popular en la auto proclamación como presidente del títere Guaidó?

Por supuesto que no, es un acto de rebeldía según el código penal de todos los países del mundo, incluidos los Estados Unidos.

Lastimosamente la Unión Europea y Canadá aceptaron las presiones de la Casa Blanca, demostrando un doble racero en su política exterior, y que ante los llamados del presidente Donald Trump cierran filas a su favor, a pesar de ese puede marcar un antecedente muy peligroso para el futuro de la región.

Lo que está sucediendo contra el pueblo venezolano es piratería moderna, al apoderarse de los fondos monetarios de Venezuela, negarse bancos europeos al traspaso de su oro y congelarle cuentas bancarias para entregárselas a la oposición, hecho sin antecedentes y que Europa ahora acepta en total sumisión.

Sin embargo, en los propios Estados Unidos la prensa acusa al presidente Trump de loco e irresponsable, lo que se evidenció con el cierre del gobierno federal al no interesarle el bienestar de los ciudadanos de su país, como afirmó recientemente Maribel Hastings, asesora ejecutiva de America’s Voice.

Si para los norteamericanos la decisión de Trump de ese cierre gubernamental es descabellada, por haber castigado a casi un millón de familias sin poder cobrar sus salarios durante 35 días, sin importarle las penurias que esas personas pasarían, ¿por qué no se solidarizan con el pueblo venezolano y el cubano que están sometidos a una cruel y despiadada guerra económica y financiera desde hace muchos años?

A Trump y a la mayoría de su Gabinete no les interesa lo que sufren sus conciudadanos y menos los cubanos y venezolanos, porque el interés por apoderarse de las riquezas de otros países es mucho más importante que la vida de millones de seres humanos.

La operación para construir al títere Juan Guaidó, contó con el visto bueno de Donald Trump y su asesor en política contra Cuba y Venezuela, el senador Marco Rubio, integrante de la mafia terrorista asesina de Miami, algo que el propio títere confirmó al asegurar que dialogó con el mandatario estadounidense, sobre la crisis del país, quien le aseguró que contara con todo su apoyo.

Ya salen a luz pública los pasos que dio la CIA y funcionarios del Departamento de Estado para preparar al títere durante sus visitas a Washington y a Colombia, país que visitó subrepticiamente para recibir los últimos consejos y acordar la fecha en que se auto proclamaría presidente.

No por gusto el primer mandatario en reconocer al títere fue su jefe Donald Trump, de ahí le siguieron los demás que ya estaban advertidos por funcionarios del Departamento de Estados.

Lo que sucede en Venezuela hoy no es una simple payasada, es una operación que cuenta con varias etapas, las cuales irán subiendo de tono y de complejidad en la medida que el pueblo continúe su respaldo al presidente constitucional Nicolás Maduro.

La segunda etapa se produjo en el Consejo de Seguridad de la ONU, donde Estados Unidos intentó legitimizar la operación subversiva, pero ahí no obtuvo los resultados que deseaba.

La siguiente fue apretar aún más la tuerca sobre la economía venezolana, al secuestrar el dinero de las ventas de petróleo y pretender adjudicárselo al títere Guaidó para que compre a sus seguidores e intente sobornar algunos militares.

A esa se unió la farsa del títere yanqui de nombrar embajadores en los países latinoamericanos que le apoyaron, siguiendo instrucciones del Departamento de Estado, especialmente algunos integrantes del Grupo de Lima, en Washington y en el consulado de Miami. El objetivo es cortarle a Venezuela sus lazos con Latinoamérica y legitimar el golpe de estado.

Si ninguna de esas medidas remueve al presidente Maduro, todos los esfuerzos se concentrarán en el ejército, en busca de un nuevo Augusto Pinochet que se pliegue a los dictados de la CIA, para repetir el vergonzoso golpe contra el presidente chileno , donde el mundo observaría el derramamiento de sangre en todas las calles venezolanas.

De producirse ese escenario, tendría la gran diferencia que mucha de la sangre será de los yanquis y sus secuaces, porque ese pueblo que alcanzó a leer y a escribir, tener la salud gratuita, cultura, viviendas, trabajo y la dignidad de ser libres y soberanos, no se dejará arrebatar el poder que les dio Hugo Rafael Chávez Frías, cuando fue elegido presidente por mandato popular.

La Unión Europea, los lacayos latinoamericanos y los actuales dirigente de Estados Unidos, llevarán sobre su espalda la traición y la conjura, y los pueblos exigirán justicia, más temprano que tarde, por tantas felonías en nombre de una “democracia” ensangrentada.

No son los mismos tiempos en que los yanquis quitaban y ponían presidentes y juntas militares, como hicieron en Argentina, Brasil, Colombia, Paraguay, Uruguay, Perú, Bolivia, Guatemala, Salvador, Honduras, Haití, República Dominicana y Cuba, en el pasado siglo XX.

Hoy venezolanos y venezolanas defienden con los dientes su independencia, porque como expresara José Martí:

“Los hombres, subidos ya a la libertad entera, no han de bajar hasta una de sus gradas”.