Reitera Estados Unidos mentiras contra Cuba para afectar el turismo internacional.


Por Arthur González.

En el año 2016 cuando el número de visitantes estadounidenses a Cuba se incrementaba semanalmente, incluido el arribo de cruceros de sus más importantes compañías, la administración de Donald Trump dio su visto bueno a una Operación de la CIA, para acusar a La Habana de realizar fantasmales ataques acústicos a algunos de sus diplomáticos acreditados en la embajada, abierta en la Isla un año antes por el presidente Barack Obama.

No por casualidad las supuestas “victimas” de dichos “ataques” estaban vinculados al trabajo de los servicios de inteligencia yanqui y todos, sin excepción, disfrutaron en restaurantes, bares y playas hasta su partida de la Habana, sin mostrar un solo síntoma de dolencia.

El propósito de esa Operación de la CIA era crear la imagen de que Cuba no es un lugar seguro para los estadounidenses y de esa forma afectar la entrada de dinero al país, tal y como declaran reiteradamente altos funcionarios del gobierno yanqui, para matar de hambre al pueblo cubano y que este culpe al socialismo de sus penurias.

En aquellos momentos la economía cubana mostraba una mejoría notable, aumentaban los negocios privados de todo tipo, las playas, hoteles, centros de diversión y los intercambios académico y cultural, alcanzaban niveles nunca vistos en los últimos 50 años, situación que preocupaba a quienes apostaban por la guerra económica, comercial y financiera impuesta desde inicios de la Revolución.

Por ese motivo, ideólogos y defensores de la política del garrote, tomaron la decisión de desechar la edulcorada zanahoria de Obama, pues a decir del propio Donald Trump, fue un fracaso y no dio resultados.

Después de declaraciones entre ambos países, investigaciones científicas y entrevistas personales, se concluye que no existió tal ataque ni enfermedad alguna, porque no puede haber enfermos cuando no hubo causas, y eso lo sabe perfectamente el Departamento de Estado, la CIA y el Departamento de Seguridad de la Patria de Estados Unidos, por ser parte de una tenebrosa Operación para cerrar la entrada de divisas a Cuba.

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Mentiras y más mentiras.


Por Arthur González.

Los Estados Unidos, campeones en formular mentiras, intentan una vez más acusar a Cuba emplear “ataques acústicos” contra algunos diplomáticos de su embajada en La Habana, en parte, con el objetivo de enturbiar las endebles relaciones entre ambos gobiernos.

Ese invento es algo difícil de creer pues solo “enfermaron” algunos funcionarios, y no por casualidad eran oficiales de la CIA enmascarados como diplomáticos, según informaciones publicadas por la prensa extranjera.

Esos mismos “afectados” hasta su salida de La Habana llevaban una vida normal, disfrutaban de la tranquilidad de la ciudad, sus bares y centros recreativos, sin mostrar un solo síntoma de enfermedad, las que evidentemente fueron inventadas entre la CIA y el Departamento de Estado.

Muchas versiones se han escrito referente a “dolencias neurológicas”, ninguna probadas científicamente, porque buscan afectar la entrada de turistas a la Isla, lo que se corroboró al presionar al gobierno de Canadá para que repitiera la misma versión, teniendo encima de la mesa, como objeto de chantaje, la firma del Tratado de Libre Comercio.

El pasado 19 de septiembre 2019, Canadá salió a la palestra con otra versión, que, si bien no acusa a Cuba del supuesto ataque sónico, sí apunta contra el sistema de salud cubano, al versionar que las inventadas enfermedades neurológicas “parecen estar vinculadas a una toxina usada por el Ministerio de Salud cubano, en agentes neurotóxicos empleados en la fumigación contra los mosquitos y no a supuestos ataques sónicos”.

De acuerdo con la información divulgada, dicho estudio fue encargado a un equipo de investigadores multidisciplinarios en Halifax, afiliados al Brain Repair Centre, la Universidad de Dalhousie y la Autoridad Sanitaria de Nueva Escocia.

Los síntomas que dijeron padecer los “afectados” canadienses al llegar a su país, fueron dolores de cabeza, mareos, náuseas y dificultad para concentrarse. También hubo quienes aseguraron haber escuchado un “zumbido o sonidos agudos”, pero contradictoriamente mientras estuvieron en La Habana los yanquis y los canadienses, ninguno acudió a un médico, ni dejaron de trabajar y menos pasear por Cuba, lo que evidencia una conspiración premeditada para hacerle creer al mundo que la Isla no es un lugar seguro.

La nueva invención, lejos de suavizar el tema lo recrudece, porque la fumigación contra el vector del Dengue y el Zica se realiza en todo el territorio nacional y con especial atención en los polos turísticos, lo que pudiera aterrorizar principalmente a los turistas de Canadá, por ser el mayor emisor de los que llegan a Cuba.

Llama poderosamente la atención que esa noticia se divulgue dos meses antes del comienzo de la temporada alta, en la cual visitan a Cuba los canadienses, además del recrudecimiento de la guerra económica, comercial y financiera de Estados Unidos, donde sus funcionarios han declarado que “se trabaja para cortar todas las entradas de dinero a Cuba”.

Para no dejar morir la noticia que lleva ya dos años en curso, los investigadores canadienses afirman “que identificaron una región dañada del cerebro que es responsable de la memoria, la concentración, y el ciclo de sueño y vigilia, entre otras cosas”, y luego dicen “haber observado cómo esa región podría llegar a lesionarse”.

Por tanto, el pánico que pretenden sembrar entre los potenciales turistas canadienses es demasiado evidente.

Contrario a esa nueva hipótesis, los cubanos siguen su vida sin ninguna dificultad y resisten las sanciones de Estados Unidos.

Lo que no dicen los yanquis es que ellos son los que emplean tales métodos criminales nazistas contra su propia población, como quedó demostrado en la investigación realizada en 1977, por el Comité Selecto de Inteligencia del Senado, más los Comités de Salud e Investigación Científica y de Recursos Humanos, quienes obligaron a la CIA a declarar sobre su plan secreto conocido como Proyecto MK Ultra.

MK Ultra era programa ilegal de la CIA (desde 1953 hasta 1973), para experimentar con seres humanos, con el fin de controlar la mente. Para ello, administraron drogas a miles de personas en Estados Unidos y Canadá, sin su consentimiento.

Dicho programa secreto fue dirigido por una fuerza de acción conjunta de la CIA y la Inteligencia británica.

La CIA patrocinó, a través de hospitales y universidades, experimentos para aplicar la privación sensorial, el abuso psicológico y sexual, según informaciones publicadas por la revista News Week.

Cuba jamás ha ejecutado ese tipo de actos criminales, y la salud humana es una condición priorizada en sus planes estatales.

Estados Unidos no tiene límites en acciones como las descritas en el programa MK Ultra, financiado por las fundaciones Ford y Rockefeller, donde realizaron experimentos de propaganda, lavado de cerebros, relaciones públicas, campañas publicitarias, hipnosis y otras formas de sugestión.

Dentro de sus propósitos con dicho programa, estuvieron la disolución de los movimientos de disidencia interna, los estudiantes, las minorías étnicas y otros grupos progresistas luchadores por los derechos civiles de Estados Unidos, con el objetivo de modificar la conducta de esas multitudes.

El mundo no es el mismo de aquellos años y ya no pueden engañar a las masas, la verdad siempre sale a flote y la ciencia no puede manipularse a su antojo.

Al final, con los cubanos han mordido el polvo de la derrota porque sus fábulas no los amedrentan y el pueblo goza de tremenda salud.

Por esa razón dijo José Martí:

¿Qué ciencia hay mejor que la que salta a la vista?

Los yanquis no se respetan.


Por Arthur González.

Acostumbrados a las mentiras, a los gobernantes yanquis no les importa que pasado un tiempo la verdad les salte en la cara, demostrando como falsean la verdad cuando pretenden alcanzar un objetivo concreto.

Aún se recuerda con la firmeza que el embajador de Estados Unidos ante la ONU, Adlai Stevenson, negó que su país estuviera involucrado en los ataques aéreos a los aeropuertos de la Habana, Santiago de Cuba y la base aérea de San Julia, el 15 de abril de 1961, preámbulo de la invasión mercenaria a Cuba preparada por la Casa Blanca y la CIA.

En su declaración contra la acusación del canciller cubano Raúl Roa, el embajador Stevenson mostró una foto, entregada por el Departamento de Estado, donde se veía un supuesto avión de las fuerzas aéreas revolucionarias cubanas, con el inventado piloto desertor.

Poco duró la farsa y el embajador Stevenson reconoció años después que “aquella había sido la experiencia más humillante de mi vida pública, al sentirme deliberadamente manipulado por mi propio gobierno”.

Otras mentiras se han producido en los años, como la que Irak tenía armas químicas y era preciso invadirla con el ejército yanqui, días después el mundo conocía que todo era parte de un plan expansionista para apoderarse del petróleo, entre otras razones.

Cuba tiene una larga lista de hechos mentirosos desarrollados por Estados Unidos para justificar agresiones, actos de guerra económica y otros con la esperanza de destruir a la Revolución socialista que tanto odian.

El más reciente es la gran mentira de los inventados ataques acústicos y las falsas enfermedades, casualmente de los oficiales CIA que con ropaje diplomático trabajaban en su misión diplomática en La Habana, todo con única intención de cerrar la embajada y congelar al máximo las relaciones establecidas por Barack Obama, tal y como prometió Donald Trump en Miami, durante sus discursos de campaña en 2016.

Después de dos años sin mostrar una sola prueba de las inventadas enfermedades y las causas, el legendario diario The New York Times, publicó un artículo donde afirma que un grupo de “importantes científicos y biólogos” de Estados Unidos y el Reino Unido, después de realizar “un profundo estudio” sobre los presuntos ataques acústicos sufridos por los diplomáticos estadounidenses en La Habana, llegaron a la conclusión de que de lo escuchado por los diplomáticos “afectados”, son realmente los chirridos de un tipo de insecto específico, nada menos que el grillo cubano “Anurogryllus celerinictus”.

Como mismo le sucedió al embajador Adlai Stevenson, le pasará los supuestos científicos que se prestaron al juego de la CIA para afirmar tal ridiculez, pues nadie con un poco de sentido común puede creerse que un grillo cause las enfermedades que afirman padecer los oficiales diplomáticos.

El verdadero causante de esos hechos se llama Mike Pompeo, director de la CIA, en ese entonces, que aprobó el plan para cerrar poco a poco la misión diplomática en La Habana, a pesar de que muchos de sus subordinados se opusieron a tal acto, debido a la pérdida de posibilidades para el trabajo de espionaje, que un cierre de la misión les ocasionaría.

Hay más tiempo que vida, por tanto, en unos años se conocerá toda la verdad y harán el ridículo todos los que se prestaron para esta patraña, incluidos biólogos, científicos y demás especialistas, quienes perderán todo prestigio ante la comunidad científica.

Mientras, la CIA tendrá que disponer de altos presupuestos para pagar las indemnizaciones que seguramente reclamarán los afectados, ahora respaldados por esas “consideraciones científicas”.

A la par, Cuba exhibe seguridad y bellezas naturales a los turistas y visitantes a la Isla, incluidas figuras de la cultura, la ciencia y de variadas ocupaciones que poseen aquellos que siguen optando por disfrutar de las playas y ciudades cubanas, porque como afirmara José Martí:

“La dicha es el premio de los que crean y no de los se destruyen”

 

 

Eminente cierre de la embajada yanqui en La Habana.


Por Arthur González.

El anuncio hecho por el Departamento de Estado el pasado 10 de diciembre 2018, sobre el cierre definitivo de las oficinas locales de los Servicio de Ciudadanía e Inmigración (USCIS) en La Habana, confirma que la línea política a seguir es el cese total del trabajo de su misión diplomática, algo que pronosticamos desde el pasado año, cuando el gobierno yanqui inició la historieta de los falsos ataques acústicos.

Olvidando sus fracasos, ahora insisten en volver a desmantelar su embajada en Cuba, error cometido por el presidente D. Eisenhower, cuando el 3 de enero de 1961 rompió las relaciones diplomáticas, con la ilusión de que la Revolución cubana sería derrocada durante la fracasada invasión mercenaria que organizó la CIA por la Bahía de Cochinos en abril de ese año y  vencida en solo 67 horas.

Fue por aquel error de cálculo que la CIA se quedó fuera del panorama político cubano, al cerrar su poderosa estación en La Habana y verse obligada a depender de la colaboración de otros servicios de inteligencia, principalmente europeos, como fueron los británicos, españoles, belgas, alemanes, italianos, franceses y canadienses.

Ante la necesidad de atender a la amplia red de agentes cubanos reclutados por la CIA desde finales de los años 70, en el año 1977 James Carter aprobó la apertura de una Sección de Intereses en la Isla, decisión que amplió las posibilidades de ubicar en dicha misión diplomática a numerosos oficiales y técnicos en comunicaciones de la CIA, muchos de los cuales emprendieron la atención clandestina de 27 agentes, reclutados entre funcionarios cubanos de los sectores más importantes del país, sin sospechar que en realidad todos pertenecían a la Seguridad del Estado de Cuba, conocida como G-2.

El Ministerio de Comercio Exterior, el Banco Nacional, Ministerio de la Pesca, Cubana de Aviación, el Comité Estatal de Colaboración Económica, Ministerio de las Comunicaciones, la Marina Mercante, Ministerio de Salud Pública, Ministerio de Relaciones Exteriores, Ministerio de la Construcción, Universidad de la Habana, Instituto de Deportes, Educación Física y Recreación (INDER), fueron entre otros, los organismos de mayor interés de la CIA en esa época, según reportajes publicados por la prensa cubana durante la denuncia llevada a cabo en el verano de 1987.

En aquel momento la CIA tenía en la Sección de Intereses, a 22 oficiales para el trabajo ilegal con sus agentes, el estudio y caracterización de nuevos funcionarios cubanos con posibilidades de ser reclutados durante sus viajes al exterior, y más de 55 oficiales acreditados como funcionarios en tránsito.

Aquella capacidad de trabajo solo era posible por la existencia de su Sección de Intereses, USIS, algo que debió ampliarse al restablecerse las relaciones diplomáticas el 17 de diciembre de 2014 y con la apertura oficial de la embajada yanqui el 1ro de julio 2015, reconocido por el propio Barack Obama, cuando expresó:

“Podremos aumentar considerablemente nuestro contacto con el pueblo cubano. Tendremos más personal, y nuestros diplomáticos podrán participar de manera más extensa en toda la isla…incluida la sociedad civil y con los cubanos que buscan alcanzar una vida mejor”.

La alianza establecida por Donald Trump, con la mafia terrorista de Miami en junio 2017, debió impulsar a la CIA al desarrollo de otras variantes para la atención de su probable nueva red de colaboradores secretos en Cuba, a partir de los llamados NOC, No Oficial Cover, oficiales que actúan bajo cubierta no diplomática, según asegura un artículo de la revista TIME de febrero 20 de 1995, en el cual se ratifica que “la CIA ha ido calladamente sembrando a sus oficiales encubiertos en empresas comerciales, sucursales bancarias, agencias de viaje, corporaciones de alta tecnología y otras, que le permiten ejecutar operaciones clandestinas de forma más eficiente”.

El empleo del turismo y el intercambio académico fueron empleados con fuerza en Cuba hace pocos años, para el reclutamiento, orientación y abastecimiento técnico a sus nuevos agentes en la Isla, como quedó demostrado en el serial Las Razones de Cuba, visionado en la TV cubana durante 2012.

Esa situación quizás indujo a Mike Pompeo a diseñar la mentira de los “ataques acústicos y las falsas enfermedades de sus diplomáticos”, con el propósito de afectar la entrada de turistas a la Isla, pues estaba consiente que sacrificar a oficiales con la cubierta diplomática, podría compensarse con los NOC, unido a las facilidades de viajes que hoy brinda la nueva política migratoria cubana y el empleo de sitios Web para las comunicaciones secretas, según informaba Yahoo News en noviembre 2018.

Por tanto, no sería extraño que en poco tiempo anuncien el cierre total de su embajada, algo que prácticamente han ejecutado al cesar las actividades consulares en La Habana, las que constituían su mayor carga de trabajo, al no existir relaciones comerciales y ser escasas las políticas y culturales, debido a la vigencia de la guerra económica, comercial y financiera desde hace 60 años.

Las agencias de inteligencia yanquis podrán cambiar de ropaje, pero no deberán menospreciar el trabajo de la Seguridad del Estado, de esa pequeña pero valiente isla de Cuba, que trabaja con cautela, apoyada por su pueblo en el combate diario, para detectar, cortar y denunciar las acciones ilegales organizadas por Estados Unidos, porque como escribió José Martí:

“En silencio ha tenido que ser, porque hay cosas que para lograrlas han de andar ocultas”.

 

 

 

 

Los yanquis no hacen nada por gusto.


Por Arthur González.

Cada medida adoptada por el gobierno de los Estados Unidos buscar un fin concreto, siempre beneficioso para sus políticas subversivas y de dominación. Así es el caso de los fabricados “ataques sónicos” contra algunos diplomáticos acreditados en su embajada en La Habana, campaña mediática que solo persigue afectar el turismo de la Isla, como parte del nuevo enfoque de Donald Trump y su rechazo a las medidas adoptadas durante la administración de Barack Obama.

Trump fue preciso en su discurso de junio 2017, ante un grupo de cubanos que conforman la llamada mafia terrorista anticubana de Miami, donde les prometió un cambio radical de las medidas aprobadas por su antecesor, algo que cumplió a cabalidad.

Quizás con la pretensión inicial de romper las relaciones diplomáticas, recompuestas por Obama en diciembre 2014, el Departamento de Estado expulsó en el 2017 a más de una docena de diplomáticos cubanos de Washington, bajo el alegato de inventados “ataques acústicos” que “enfermaron” a un grupo de diplomáticos yanquis en La Habana, a la vez que retiraba igual número de sus funcionarios acreditados en la Isla.

Era la señal más evidente del cambio, seguida de la alerta de seguridad emitida para los viajeros norteamericanos a Cuba, ante el peligro de sufrir similares “enfermedades” a la de sus diplomáticos, iniciándose la película de terror para amedrentar a los incautos.

Semanas después tomaron la decisión de prohibir las visitas de forma individual, amparadas en licencias del programa Pueblo a Pueblo, permitiendo solo las grupales con un responsable al frente de las mismas.

Pero la vida es más rica y la falta de personal diplomático y de oficiales de la CIA en La Habana, volvió a colocar a las Agencias de Inteligencia en una posición desventajosa, sin poder ejecutar sus acciones de espionaje y subversión, que ampliamente realizaban desde la apertura de su Sección de Intereses, en septiembre de 1977.

Aún se recuerda la denuncia efectuada por la Seguridad del Estado de Cuba, en el verano de 1987, cuando la TV cubana transmitió varios capítulos de 27 dobles agentes que lograron engañar por años a la CIA, unido a filmaciones de oficiales CIA bajo la cobertura diplomática, cuando colocaban sofisticados equipos de comunicación satelital, dinero, libretas para codificar y descodificar sus informaciones secretas y otras acciones ilegales que realizaban desde la Sección de Intereses.

Aquella denuncia fue totalmente silenciada por la prensa estadounidense.

Con la apertura de la embajada en 2015, posterior al restablecimiento de relaciones diplomáticas, el propio presidente Obama declaró:

“…Podremos aumentar considerablemente nuestro contacto con el pueblo cubano. Tendremos más personal, y nuestros diplomáticos podrán participar de manera más extensa en toda la isla…incluida la sociedad civil y con los cubanos que buscan alcanzar una vida mejor…nadie espera que Cuba se transforme de la noche a la mañana, pero creo que el compromiso estadounidense, mediante nuestra embajada, empresas y ante todo nuestro pueblo, es la mejor manera de representar nuestros intereses, y apoyar la democracia y los derechos humanos”.

Transcurrido un año de la decisión de Trump para complacer las peticiones de la mafia anticubana y del Senador Marco Rubio, los resultados han sido desastrosos para sus intereses de inteligencia, a tal punto que el pasado 23 de agosto del 2018, un informe realizado por el Servicio de Investigación del Congreso de los Estados Unidos, reconoció que “la drástica reducción del personal diplomático en la Embajada estadounidense en La Habana, solo ha logrado entorpecer las acciones de supervisión sobre Cuba”.

Ante esa realidad la investigación congresional agrega:

“El trabajo que se realizaba con la sociedad civil y los activistas de derechos humanos en la Isla, se ha visto reducido y en muchos casos eliminado, en momentos en que se lleva a cabo una transición política en Cuba y se debate en los barrios el anteproyecto de una nueva Constitución, que será sometida próximamente a referendo popular.

No son necesarios más argumentos. La decisión fue un gravísimo error y en materia de inteligencia lo están pagando caro, siendo el mayor beneficiario el gobierno cubano, al no tener que enfrentar la ola de acciones subversivas que desarrollaban los yanquis en toda Cuba, desde su misión diplomática.

Un signo a seguir de cerca es el anuncio efectuado por el Departamento de Estado, respecto al cambio del nivel de advertencias sobre los viajes a Cuba, al reducirlo del nivel tres (reconsiderar el viaje) al dos (solo tomar precauciones adicionales).

Dicha información se publicó horas después que se conociera el resultado del informe del Servicio de Investigación del Congreso.

Esa medida, sin dudas, podría mejorar la entrada de más estadounidenses a la Isla, quienes tendrán la capacidad de monitorear en el terreno la situación política cubana, ante la merma de oficiales de inteligencia con cobertura diplomática, retomando la el empleo de oficiales con cobertura no oficial, como hacen con mayor alcance desde la caída del socialismo europeo, al utilizar otras fachadas como el turismo, los comerciantes, religiosos, académicos, estudiantes y otras categorías, que le posibilitan mayor libertad de movimientos para la búsqueda de la información de su interés.

Todo está analizado y aprobado, hay que buscar soluciones a las dificultades creadas por una decisión pasional que perjudicó fuertemente a los servicios de inteligencia yanqui, en momentos que más necesitan estar presentes en Cuba, pues Trump no dará marcha atrás.

No por gusto aseguró José Martí:

“Las pasiones, solo por serlo, son de suyo violentas, injustas e irracionales”.