Por Arthur González.
Una vez más la vida demuestra de lo que son capaces los yanquis con tal de lograr un objetivo y así se puso de manifiesto con la más reciente campaña de los inventados “ataques acústicos” contra sus diplomáticos en La Habana.
La información divulgada por las autoridades cubanas respecto al resultados de sus investigaciones practicadas, evidencian la profesionalidad de los especialistas, al poner en marcha todo su potencial científico con el propósito de emplazar la patraña de la Casa Blanca, que pretende, con su historieta de terror y misterio, cortar la entrada de turistas a la Isla, arrastrando al Departamento de Estado de Canadá para que declarará similar situación sobre sus diplomáticos, actitud lamentable que los hace parecer serviles discípulos de Estados Unidos.
El proceso de la investigación ejecutado por Cuba, concluyó que resulta imposible que existieran tales ataques, incluso la grabación del supuesto ruido entregada por oficiales del FBI, es del sonido que hacen los grillos para atraer a las hembras en celo, algo ridículo que expone la falta de rigor técnico de los que diseñaron la historieta contra Cuba.
En medio de ese proceso el presidente Donald Trump, autorizó la desclasificación de algunos documentos de la investigación referente al magnicidio de J.F. Kennedy, en los que sale a la luz que la CIA presentó en 1962 una propuesta para bombardear zonas de Miami y de Washington, para culpar a la Revolución cubana y que esto sirviera de pretexto para invadir a Cuba con el ejército norteamericano.
Si los yanquis fueron capaces de proponer el bombardeo de su propio territorio y causar la muerte de sus ciudadanos, ¿cómo no darse cuenta que la novelita de misterio referente a inventados ataques acústicos es falsa?
Para ponerle la tapa al frasco, y en prueba de que las pretensiones yanquis son dañar la entrada de turistas a Cuba y reforzar la guerra económica, los miembros de la mafia terrorista anticubana con escaños en el Congreso de los Estados Unidos, solicitaron una investigación a la Oficina de Responsabilidad Gubernamental (GAO, por sus siglas en inglés), para que aclare cómo el Departamento de Estado respondió a los inventados ataques acústicos, que dicen “afectaron” a 24 diplomáticos estadounidenses y cinco canadienses Cuba.
Los que realizaron tal petición son los mafiosos Ileana Ros-Lehtinen, Mario Díaz-Balart, Carlos Curbelo y Albio Sires. Sin embargo, estos no han exigido que el FBI y el Departamento de Justicia, ejecutar acciones urgentes contra Luis Posada Carriles y otros cubanos residentes de la Florida, mencionados en los documentos desclasificados recientemente, en los que se patentiza que son asesinos a sueldo con un amplio historial de terrorismo, que sí afecta gravemente la seguridad de Estados Unidos.
Esos congresistas, unidos al Senador Marco Rubio, son los que presionan al presidente Trump para que retome la fracasada política de hostilidad contra la Revolución, incapaz de obtener en 59 años los éxitos planificados, pero que han constado cientos de miles de millones de dólares a los contribuyentes, pues como reconoció la Casa Blanca el 17.12.2014:
“Décadas de aislamiento a Cuba por parte de EE.UU., no han conseguido nuestro perdurable objetivo de promover el surgimiento de una Cuba estable, próspera y democrática”.
Si de pesquisa se trata, el propio Buro Federal de Investigaciones debería investigar a esos congresistas por darle su apoyo político e influenciar en los presidentes Ronald Reagan y George Bush, padre e hijo, para proteger a asesinos y terroristas, entre ellos Orlando Bosch, declarado por el propio FBI como muy peligroso e inadmisible en Estados Unidos.
Ileana Ros-Lehtinen, con sus peticiones logró que fuese aceptado y declarado “refugiado político”, lo mismo que hizo posteriormente con Posada Carriles, coautor de la voladura de un avión civil cubano y de la colocación de bombas en varios hoteles de La Habana, y los hermanos Novo Sampol, protagonistas del asesinato del canciller chileno, Orlando Letelier, su chofer y secretaria norteamericana.
Un elemento más que demuestra que es el turismo a Cuba el blanco a atacar con esa historieta mal fabricada, fue el proyecto aprobado en la Cámara de Representantes, patrocinado por Albio Sires, donde exige a la Administración de Seguridad en el Transporte (TSA) una evaluación de cada uno de los 10 aeropuertos que tiene Cuba y presentar todos los acuerdos y memorandos firmados con extranjeros.
El pasado 26.10.2017 el senador Marco Rubio, reintrodujo en el Senado un proyecto de Ley similar al presentado sin éxito el pasado año, destinado a “impulsar la seguridad de los aeropuertos de Cuba”, bajo el pretexto de que “el régimen de Castro sigue siendo una amenaza para la seguridad nacional de Estados Unidos”.
La historia no miente y cada vez que se desclasifica un documento de la CIA, el mundo comprueba que Cuba ha sido y es una víctima de políticas enfermizas, diseñadas para asesinar a sus principales líderes y dañar su economía con los métodos más inverosímiles jamás vistos en la era moderna.
La Revolución cubana a pesar de esos tenebrosos planes se mantiene incólume, luchando por sostener sus logros en materia de educación, cultura, seguridad social y salud, como no han alcanzado ni siguiera los Estados Unidos, que aun en pleno siglo XXI posee más de 16 millones ciudadanos analfabetos, mucho más que otros países desarrollados, situación que no le preocupa a ninguno de los congresistas integrantes de la mafia anticubana.
Ante estas acciones yanquis, recordamos las palabras de José Martí cuando aseveró:
“De la podredumbre misma sale la luz”