Hipócritas y desvergonzados.


Por Arthur González.

No por ser repetitivas sus mentiras contra Cuba, dejan de causar indignación, al constatar la doble moral y la hipocresía de la política de Estados Unidos, patente en el informe que presentó al Congreso el 23 de mayo, Antony Blinken, Secretario de Estado, donde afirmó que el Registro Federal en su certificación anual, expuso que Cuba, Corea del Norte, Irán, Siria y Venezuela, no cooperan plenamente con Estados Unidos en la lucha contra el terrorismo y por tanto la administración de Joe Biden los mantendrá en la lista de estados patrocinadores del terrorismo.

Desvergüenza total del país que más acciones terroristas ejecuta y patrocina en el mundo, contra naciones que no aceptan arrodillarse a sus pies.

Sería muy conveniente que Blinken empleara algunas horas para leerse algunos documentos de la CIA y de su propio Departamento, muchos publicados en los volúmenes del FRUS, Foreign Relations United State, para que conociera realmente lo que Estados Unidos hace contra Cuba y su pueblo, los muertos y los daños causados por criminal política de terrorismo de estado.

Se sabe perfectamente que esa lista es parte de la guerra económica, comercial y financiera, que por 64 años le aplican al pueblo cubano para matarlo de hambre y enfermedades, pretensión inhumana demostrada durante la pandemia de la Covid-19, cuando Estados Unidos se negó a vender, y trató de impedir a terceros, la venta a la Isla de respiradores artificiales y otros insumos para salvar vidas.

Durante la tiranía de Fulgencio Batista, apoyada totalmente por Washington, jamás lo sancionaron, por el contrario, Allen Dulles, director de la CIA llegó a La Habana en abril de 1955 y se reunió con Batista, para coordinar la creación del Buró de Represiones Anticomunistas, BRAC, responsable de los asesinatos y torturas a miles de jóvenes que se oponían a los desmanes del tirano, órgano al que brindaron financiamiento, asesoramiento y entrenamiento operativo, más el abastecimiento de medios técnicos secretos.

Lyman Kirkpatrick, Inspector General de la CIA, realizó visitas a La Habana en 1956, 57 y 58, para darle seguimiento al desarrollo de esas actividades contra los líderes de las organizaciones políticas y estudiantiles, considerados hostiles a los intereses yanquis, reconociendo el “buen trabajo” que ejecutaba el tirano.

La CIA supo de las ideas de Fidel Castro durante su autodefensa en el juicio por el asalto al Cuartel Guillermón Moncada y por eso estaban convencidos que no aceptaría subordinarse a los intereses yanquis; de ahí que el 23 de diciembre de 1958, en una sesión del Consejo de Seguridad Nacional, Allen Dulles, director de la CIA, le expresó al presidente Eisenhower: “Debemos evitar la victoria de Castro”.

Una semana después Fidel ganaba la guerra en la que Estados Unidos había empleado dinero, armas y asesoramiento militar para impedir ese triunfo.

Mantener a Cuba en la lista de países que patrocinan el terrorismo, posibilita incrementar las medidas de guerra económica, comercial y financiera, mediante la presión y amenaza de sanciones, a las empresas que desean invertir y hacer negocios con las naciones incluidas, a los bancos para que no acepten transacciones de pago y compras, haciéndole la vida más difícil al pueblo por el incremento de las penurias.

Recientemente la congresista por Florida, María Elvira Salazar, emplazó al propio Blinken, durante una audiencia del Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara, exigiéndole de forma impositiva que se comprometiera a no retirar a Cuba de esa lista, sin previa consulta con los congresistas. Evidentemente desconcertado por la forma empleada por Salazar, Blinken le respondió: “Si va a haber tal revisión, se basará en la ley y en los criterios de la ley establecidos por el Congreso”.

Días después la congresista propuso un proyecto de Ley, para quitarle al presidente de Estados Unidos la potestad de extraer a un país de la mencionada lista y que fuera el Congreso quien decidiera, similar a lo que la mafia anticubana logró con la Ley Helms- Burton, para evitar que Bill Clinton pudiera levantar el “embargo”.  

Antony Blinken debe saber que el 11 de diciembre de 1959, el jefe de la División del hemisferio occidental de la CIA, el sr. J.C. King, envió un informe a su director general, Allen Dulles, proponiendo dar una cuidadosa atención a la eliminación de Fidel Castro”.

Además, debería leerse cuidadosamente el informe del Inspector General de la CIA, confeccionado en 1967, donde se detallan algunos de los cientos de planes que esa agencia desarrolló para asesinar a Castro, prueba que quienes ahora elaboran listas de países patrocinadores del terrorismo, son los verdaderos ejecutores del terrorismo internacional: los hipócritas yanquis que asesinan sin el menor remordimiento.

Otro documento que el Secretario de Estado no puede dejar de leer para comprender como su gobierno viola los derechos humanos y participa en acciones terroristas, es el preparado por la CIA para el Grupo permanente del Consejo Nacional de Seguridad, el 8 de junio de 1963, donde se expone en detalles la política encubierta y el programa integrado de acciones hacia Cuba.

Dicho documento recoge entre muchas tareas:

“…la información de inteligencia se necesita para permitir el planteamiento y organización de operaciones para la represalia económica y blancos de ataque”. “Solamente después que los efectos de la represalia económica y de las acciones de sabotaje, se sientan profundamente en la población y en los grupos de élite, puede uno esperar convertir la desafección en las fuerzas armadas y otros centros de poder del régimen, en revueltas activas contra el séquito Castro-comunista”.

Eso es terrorismo de Estado contra un país independiente y debiera ser sancionado por la ONU, pero nunca ha sucedido.

Para ser más específico, ese programa integrado de acciones, detalla lo siguiente:

Los sabotajes en este programa son tanto un arma económica como un estímulo a la resistencia, debe existir una visible y dramática evidencia del sabotaje para que sirva como un símbolo del creciente desafío popular al régimen de Castro. Estas operaciones serán realizadas lo mismo por agentes controlados desde afuera, ahora disponibles, o por los agentes internos o aquellos que se consignan.

“Ningún acto de sabotaje aislado por sí mismo puede afectar materialmente la economía o estimular una resistencia significativa. Sin embargo, es nuestra opinión que una serie de esfuerzos de sabotajes bien planeados y ejecutados adecuadamente a su tiempo, producirán el efecto que buscamos”.

“Cada acción tendrá sus peligros: habrá fracasos con la consecuente pérdida de vidas y acusaciones contra EEUU, que resultarán en críticas en casa y afuera. Ninguna de esas consecuencias esperadas deberá hacernos cambiar nuestro curso, si el programa expuesto puede tener el éxito esperado”.

¿Necesita Blinken una afirmación más monstruosa y sínica?

¿Por qué la prensa yanqui y los periodistas especializados en Cuba y Latinoamérica, no publican estos documentos que prueban quién es el verdadero país terrorista?

Un documento elaborado por el coronel Jack Hawkins, jefe de la sección de personal paramilitar en el centro de operaciones de la Fuerza de Tarea de la CIA, en la denominada “Operación Cubana”, señala sin el más mínimo pudor:

Durante el período comprendido entre octubre de 1960 y el 15 de abril de 1961, se perpetraron alrededor de 110 atentados dinamiteros contra objetivos políticos y económicos, se colocaron más de 200 bombas. Se descarrilaron 6 trenes, se dejó inactiva la refinería de Santiago de Cuba durante una semana, como resultado de un ataque sorpresivo desde el mar.  Se provocaron más de 150 incendios contra centros estatales y privados, incluyendo 21 viviendas de comunistas y 800 incendios en plantaciones de caña”.

Según sus propios informes, la CIA introdujo ilegalmente en Cuba desde el 28 de septiembre de 1960 hasta el mes de abril de 1961, “75 toneladas de explosivos y armamentos, mediante 30 misiones aéreas, más 46,5 toneladas en 33 misiones de infiltración marítima, para abastecer a grupos terroristas urbanos y bandas de alzados en zonas montañosas”.

La voladura intencional del buque francés La Coubre, en marzo de 1960, dejó un saldo de 101 muertos y más de 200 heridos, unido a la del avión civil de Cubana de Aviación en 1976, donde murieron 73 personas inocentes, entre ellos el equipo nacional juvenil de esgrima, bastan para juzgar y sancionar en un tribunal a cada uno de los directores de la CIA y a los presidentes de Estados Unidos que aprobaron esos planes criminales y después dieron cobija a los asesinos.

A estos hechos terroristas hay que sumarle las acciones biológicas contra los cubanos, la flora y la fauna, entre los que se destaca la introducción del Dengue Hemorrágico en 1981, que trajo como resultado la muerte de 158 personas, de ellos 101 menores de edad, del total de 344,203 enfermos.

En 1984 uno de los agentes de la CIA, Eduardo Arocena, confesó ante el tribunal federal de New York, donde era juzgado por asesinato de un diplomático cubano ante la ONU, que la misión del grupo que dirigía era introducir gérmenes patógenos en la Isla. El juez no reparó en esa confesión y fue condenado solo por asesinato. El presidente Donald Trump le concedió el indulto sin tener en cuenta sus crímenes.

Los legajos que contienen las acciones terroristas llevadas a cabo por Estados Unidos contra Cuba, ocupan varios estantes del Archivo de Seguridad Nacional y conforman la verdad histórica, esa que bastaría para conformar un tribunal que los juzgue por sus crímenes horrendos, contra un pueblo que solo decidió defender su soberanía nacional y se niega a ser colonia del imperio más poderoso y deshumanizado del mundo.

Exacto fue José Martí cuando afirmó:

“Nada más justo que dejar en punto de verdad las cosas de la historia”.

Josep Borrell bajo presión y chantaje


Por Arthur González

El alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell, tiene prevista su visita a Cuba los días 25, 26 y 27 de mayo 2023, pero ya varias organizaciones creadas y financiadas por Estados Unidos, iniciaron sus presiones y chantajes para que actúe como desean los yanquis, en su desesperado intento de estrangular a la Revolución y ver cumplidos sus trasnochados sueños de derrocarla.

Las sanciones sostenidas e incrementadas por Washington contra la Isla, han puesto a Cuba en una de las más críticas situaciones económicas de los últimos 64 años y al igual que en otras ocasiones, los más recientes estimados de la CIA afirman que “de esta no escapa el socialismo cubano”.

Por esa razón, se niegan a escuchar los reclamos de la Asamblea General de la ONU para que elimine la guerra económica, comercial y financiera, y retire a La Habana de la lista de Países Patrocinadores del Terrorismo, ya que esto garantiza el impedimento de las inversiones extranjeras, las transacciones bancarias, la compra de productos imprescindibles para el desarrollo del país, presiona a las agencias turoperadoras de turismo y por supuesto incrementa el descontento popular, debido al sostenido agobio por la falta de alimentos, medicinas, problemas con el petróleo, el transporte, la generación eléctrica, en fin, la vida cotidiana del pueblo.

Unido a estas acciones de presión, a las que no han sometido a ningún otro país del mundo durante casi tres cuartos de siglo, se suma la guerra mediática, creada y dirigida por la CIA desde 1959 según sus documentos, para hacerle creer a los cubanos y al mundo que el socialismo es un fracaso.

En este escenario Borrell llegará a la Isla y desde ya lo presionan para que exija la liberación inmediata de los llamados prisioneros “políticos y de conciencia”, como Estados Unidos califica a quienes reciben su dinero y orientaciones para crear desórdenes que afecten la estabilidad cubana, algo que no admiten en su territorio ni en el de sus aliados, donde son calificados de terroristas y delincuentes.

Otro punto en el que emplean el chantaje contra el Alto Representante de Política Exterior de la UE, es la revisión del Acuerdo de Diálogo Político que Estados Unidos nunca vio con buenos ojos, pues rompía la llamada Posición Común europea, impuesta en 1997 con apoyo de su peón José María Aznar y que no logró los objetivos trazados de ahogar a Cuba.

Por eso, el llamado Observatorio Cubano de Derechos Humanos, radicado en Madrid, España, financiado anualmente con parte del presupuesto millonario de la USAID para la subversión contra Cuba, le advirtió a Borrell que su visita a Cuba la evaluarán en la medida en que logre cumplir los puntos exigidos por ellos, como si fueran sus jefes y responsables de pagar su salario.

Además de esas exigencias injerencistas en los asuntos internos de Cuba, le sumaron otras en las que Borrell deberá mostrarse “duro” con la parte cubana, como es la derogación de todos los artículos del Código Penal, que, según ellos, persiguen el ejercicio de los derechos humanos, los veinticuatro artículos que establecen la Pena de Muerte como sanción y oponerse al proyecto de Ley de Comunicación Social.

¿Pensarán esos desmemoriados que Cuba es aún colonia de España?

¿Por qué no le exigen a Estados Unidos que elimine la pena de muerte, aplicada incluso a menores de edad que encarcelan en prisiones para adultos?

Al parecer olvidaron que España aprobó en 2015 la llamada Ley Mordaza, que, según Amnistía Internacional: “Es una amenaza real contra la libertad de expresión y los derechos de reunión pacífica y de información, que se emplea contra cientos de periodistas mientras intentan documentar abusos, miles de activistas que defienden el derecho a la vivienda o al medioambiente y decenas de miles de personas que han sido sancionadas por manifestarse o realizar actos de protesta pacíficos”.                           

Yaxis Cires, director de Estrategia de OCDH, no recuerda que, por la Ley Mordaza de España, quienes participen en manifestaciones no comunicadas, pueden ser sancionados hasta con 600,000 euros y aquellos que se manifiesten frente a edificios de instituciones como el Congreso o el Senado, hospitales, escuelas o universidades, sin haberlo comunicado previamente, son sancionados, pero ojo, no son considerados presos políticos o de conciencia.

Los detenidos el 11 de julio 2021 fueron penalizados por actos violentos contra las autoridades, edificios públicos y centros comerciales y por tanto no son presos políticos como ahora quieren llamarlos desde Estados Unidos.

La Ley Mordaza española, de la cual el OCDH no habla, sanciona las faltas de respeto y consideración a miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad españoles. Lo mismo hacen con quienes tomen fotos a los agentes enplena operación policial y a los que usen imágenes, datos personales o profesionales de autoridades y miembros de las fuerzas de seguridad, sin autorización.

Cuba sí tiene que soportar que desde el exterior se estimulen y financien acciones semejantes, para satanizar a la Revolución.

Estos aspectos se le pueden recordar al español Joseph Borrell, si osara cumplir las exigencias de la embajada yanqui y las organizaciones contrarrevolucionarias, pues en España su Ley de Seguridad castiga a quienes causan desórdenes en las calles y/o las obstaculicen con barricadas; perturben la seguridad ciudadana en actos públicos, espectáculos deportivos o culturales, solemnidades y oficios religiosos y otras reuniones a las que asistan numerosas personas, como hicieron en el concierto del dúo Buena Fe, pero a los responsables no le aplicaron esa Ley.

Igualmente, son sancionados quienes se nieguen a disolver reuniones y manifestaciones en lugares de tránsito público, cuando lo ordenen las autoridades competentes y los que ocasionen alteraciones del orden público, con peligro para personas o bienes.

Cuando son las autoridades cubanas las que actúan ante similares hechos, entonces la guerra mediática se dispara para decir que se “violan los derechos humanos, la libertad de expresión” y los detenidos son “presos de conciencia”.

La contrarrevolución siempre ha violado las leyes cubanas con acciones delictivas y las autoridades muchas veces no actúan, como sí sucede en países latinoamericanos y europeos, donde reprimen con salvajismo y brutalidad, tal como ocurre hoy en Perú, Estados Unidos y Francia.

Estados Unidos juega al gato y al ratón con Cuba, no cede a los reclamos mundiales de eliminar la guerra económica, comercial y financiera, porque la CIA pronostica que existe una oportunidad mejor que nunca, para que el gobierno caiga en pocos años.

En sus estimados de inteligencia de los últimos años, afirman:

“…los nuevos líderes cubanos estarán pobremente preparados para tratar con los extraordinarios problemas económicos y sociales que enfrentarán” …. “Cuando las condiciones en la isla se deterioren más, es más probable que los incidentes violentos se extiendan por la creciente frustración sobre los cortes en la electricidad, del transporte y los alimentos…”  “Hay una directa relación entre graves privaciones económicas y la inestabilidad política”.

La historia se encarga de demostrar los errores de cálculo de los yanquis prepotentes e inhumanos, porque el pueblo cubano sabe que está en juego su soberanía y libertad.

La triste realidad de lo que han sufrido aquellos que no tuvieron la resistencia para soportar los embates imperiales, confirma que frente a los imperialistas no se puede claudicar y por eso afirmó José Martí:

“No hay hombres más dignos de respeto que los que no se avergüenzan de haber defendido la patria con honor”.

Dios en el cielo y Antony Blinken en la tierra.


Por Arthur González.

El 15 de mayo del 2023, Antony Blinken, secretario de Estado del imperio yanqui, presentó el Informe sobre Libertad Religiosa Internacional correspondiente al 2022, donde se acusa a Cuba de “violaciones a la libertad religiosa”, y la incluyó en la lista de “países de especial preocupación” que confeccionan unilateralmente.

En ninguna parte del viejo testamento, consta que Dios haya designado a Blinken para representarlo en la tierra y por tanto no tiene poder divino para decir que en Cuba se violan las libertades religiosas, sin prueba alguna.

Sin embargo, cuando Dios escribió los 10 mandamientos, en dos tablas de piedra que entregó a Moisés en el monte Sinaí, en el octavo expuso claramente:

“No darás falso testimonio ni mentirás contra tu prójimo” (Ex 20, 16).

Mentir y dar falsos testimonios es lo que constantemente hacen los que ahora incluyen a Cuba en espurias listas, en un intento por deformar la realidad de la Isla y así justificar la cruel guerra económica, comercial y financiera que desde hace 64 años le imponen al pueblo.

Como dicen sus documentos, esa guerra es para enajenar el apoyo interno a la Revolución, a través del desencanto y el desaliento, a partir de la insatisfacción y las dificultades económicas e intentar matar de hambre y enfermedades al pueblo, como recurso ideado para causar desesperación y agotamiento en los cubanos.

Esos que se toman el derecho celestial de sancionar a otros, violan todos los mandamientos de la ley de Dios, entre ellos el que dice:

“No matarás. La vida humana ha de ser tenida como sagrada, porque desde su inicio es fruto de la acción creadora de Dios y permanece siempre en una especial relación con el Creador. Sólo Dios es Señor de la vida desde su comienzo hasta su término; nadie, en ninguna circunstancia, puede atribuirse el derecho de matar de modo directo a un ser humano inocente”.

¿Qué ha hecho Estados Unidos desde hace siglos con sus guerras imperiales? Asesinar inocentes y mentir.

Con esos antecedentes Blinken y sus antecesores no tienen moral para juzgar a nadie.

En vez de tergiversar la realidad en los países que no aceptan ser sus súbditos, deberían preocuparse por evitar los asesinatos que tienen a diario en su propio territorio, por la venta sin límites de armas de fuego.

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Todo contra Cuba.


Por Arthur González.

Es conocido que la política mantenida por Estados Unidos contra Cuba, es la de sembrar una matriz de opinión internacional para que la gente se crea que la Revolución cubana “es un “estado fallido que viola los derechos humanos”, como un castigo imperial al no poder doblegar la voluntad soberana del pueblo de ser independientes de Washington.

Para lograr sus objetivos, a pocos meses del triunfo de 1959, la CIA diseñó la Operación Mockingbird, siendo su responsable Frank Wisner, integrante de su Dirección de Planes. El método empleado fue reclutar a un grupo de reconocidos periodistas de importantes órganos de prensa, con el fin de difundir internacionalmente informaciones manipuladas, para crear opiniones desfavorables que posibilitaron a la CIA conformar campañas de prensa contra Cuba y justificar las sanciones.

El ex oficial CIA Philip Agee declaró que desde finales de los 50 e inicios de los 60, el ámbito de la prensa era una de las prioridades de las estaciones de la CIA ubicadas en terceros países, con el objetivo de potenciar o soslayar la cobertura de informaciones de su interés.

Nada ha cambiado desde entonces y sus acciones siguen la misma línea, al igual que mantienen la guerra económica, comercial y financiera desde hace 64 años.

Una muestra de ello es la rápida condena a Cuba de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y la Relatoría Especial para la Libertad de Expresión (RELE), a solo escasos días de la muy divulgada noticia sobre la protesta acontecida el pasado 6 de mayo 2023, en la localidad de Caimanera, provincia de Guantánamo, donde un pequeño grupo de vecinos demandaron al gobierno ante la falta de electricidad, instigados por tres o cuatro ciudadanos que en estado de embriaguez alcohólica alteraron el orden.

Esos ciudadanos fueron conducidos a la estación de la policía, sin represión con gases ni porrazos, como acostumbra hacer la policía en países del llamado “mundo libre”, sin que la CIDH y la RELE los condene, como ha sucedido en Perú ni en Chile, donde han muerto 60 peruanos en solo 5 meses, más miles de heridos y centenares de detenidos sin causas legales establecidas, allanamientos de las sede universitarias, locales sindicales y viviendas particulares, sin que esas organizaciones o la prensa “libre” los critique y condene.

Ahora esos “preocupados” por los derechos humanos condenan a Cuba, por la inventada “criminalización selectiva” de cubanos que protestan contra el gobierno, divulgada por periodistas al servicio de la CIA.

Como parte del show mediático fabricado, ahora los “preocupados” recuerdan que “la protesta social, que incluye el derecho a la libertad de reunión pacífica y sin armas, libertad de asociación y libertad de expresión, es una herramienta fundamental en la defensa de la democracia y de los derechos humanos; y el Estado está obligado a respetar, proteger, facilitar, y garantizar estos derechos”.

Hipócritas que no dicen una palabra contra el gobierno de la golpista de Perú, que reprime salvajemente las protestas de los trabajadores, campesinos, estudiantes y amas de casa, con el empleo de gases, chorros de agua y porrazos a diestra y siniestra, no acepta la libertad del pueblo a expresar su desacuerdo por el ilegal encarcelamiento del presidente campesino, ni respeta ningún derecho humano.

Tampoco esas organizaciones creadas y financiadas con dinero yanqui, condenaron el ilegal golpe de Estado en Bolivia, dirigido por la embajada de Estados Unidos en ese país y apoyado por la OEA, prueba de la manipulación mediática a través de las operaciones de la CIA.

Lo mismo hacen los yanquis en Europa con el Parlamento Europeo y el denominado Observatorio Cubano de los Derechos Humanos con sede en Madrid, dirigido por una veterana colaboradora de la CIA, que condenan a Cuba mientras ignoran las brutales represiones contra las continuas protestas del pueblo francés, alemán, holandés y de otros países europeos, para exigir mejoras laborales y sociales.

Contra la llamada Ley Mordaza en España, promulgada para coartar la libertad de expresión, ni una sola crítica o condena al gobierno, ese que encarceló y sancionó a un joven rapero por cantar una canción que hablaba de la realidad española.

El mundo debe conocer la verdad de los planes y acciones ejecutados por el gobierno de Estados Unidos para derrocar a la Revolución cubana, esa que no toleran porque como dicen sus documentos secretos, no es aceptable para ellos.

Por qué la llamada prensa libre de Estados Unidos y los periodistas “especializados” en América Latina, no informan lo que dicen los planes yanquis, como el denominado “Plan para una transición pacífica en Cuba”, aprobado en el 2004 por el presidente George W. Bush, donde se afirma:

“Llegar a la juventud cubana representa una de las oportunidades más significativas para precipitar el fin del régimen. Esta generación tiene el vínculo más débil con la Revolución, su apatía y descontento son endémicos. Continuar aislando al régimen castrista al mismo tiempo que se da apoyo a la oposición democrática y se potencia a la emergente sociedad civil”.

Debería esa prensa “libre” dar a conocer al mundo los miles de millones de dólares aprobados por Estados Unidos, para sostener a cientos de grupos creados por ellos, para socavar la estabilidad en Cuba. También deben divulgar el informe del senador Carl Meacham, de 2011, donde se reconocen las acciones y planes subversivos que acomete el gobierno de Estados Unidos contra Cuba, al señalar:

El Departamento de Estado ha entrenado a periodistas en varios países, para que aumenten su capacidad de diseminar rápidamente la información precisa sobre acontecimientos y asuntos importantes. Se han invertido grandes esfuerzos en Cuba, el único país que en estos momentos censura activamente el contenido de la política de Estados Unidos”.

Por qué razones esos periodistas especializados en los temas cubanos y de Latinoamérica, no divulgan que el 23 de enero del 2018, el Departamento de Estado yanqui creó el “Grupo Operativo de Internet para la subversión en Cuba”, solo para alterar el orden interno en la Isla Cuba, bajo las directrices del presidente Donald Trump, en su memorando presidencial del 16 de junio del 2017.

Con qué moral la CIDH y la RELE, le van a exigir a Cuba que “debe abstenerse de aplicar bloqueos arbitrarios, totales o parciales, y ralentizaciones de internet, con el fin de controlar o limitar la difusión de información, en contravención de estándares internacionales de derechos humanos”.

Quienes violan los estándares internacionales y los reglamentos de las telecomunicaciones, son precisamente los Estados Unidos, que han creado emisoras radiales y televisivas para invadir el espectro radioeléctrico cubano y sufragan las acciones subversivas  en las redes sociales, como sucedió en el intento de golpe blando el 11 de julio 2021, cuando desde el Norte se ejecutó una campaña mediática por medio de los hashtags #SOSCuba, #SOSMatanzas y #PatriayVida,unido a las transmisiones en vivo a través de Facebook Live, para  desencadenar un plan preconcebido con el fin de desestabilizar el orden interno en la Isla y provocar un cambio de sistema.

Esos ataques obligan a Cuba a defenderse y cortar la estrategia de sus enemigos que emplean las redes sociales.

La llamada “prensa libre” no divulgó que la etiqueta #SOSCuba del 5 al 8 de julio 2021 tuvo 5,000 tuits. El 9 de julio 100,000; el 11 de julio, 1,5 millones; y el 12, dos millones, unido a las acciones ejecutadas al unísono por WhatsApp, Signal y Telegram, para convocar a los desórdenes.

Del 12 al 19 julio se intensificaron los ciberataques y afectaron la disponibilidad de sitios web gubernamentales y medios de prensa nacionales. Cuba conoció que la primera cuenta que usó el hashtag #SOSCuba en Twitter, se hizo desde España, no desde Cuba, y publicaron unos 1,300 tweets, con una automatización de cinco retuits por segundo (granjas de bots y trolls).

Más de 1,500 cuentas de las que participaron en la operación con la etiqueta #SOSCuba, fueron creadas entre el 10 y el 11 de julio, cuentas falsas que usaron los hashtag, robots y falsas informaciones difundidas, sin pudor ni límites.

Por esa razón la CIDH y la RELE quieren que Cuba no bloquee Internet cuando los laboratorios yanquis inician sus ataques.

La estrategia está expuesta desde el 2012 durante un evento efectuado por la Fundación Heritage y Google Ideas, en el cual el senador Marco Rubio expresó:

El sistema totalitario cubano podría derrumbarse, si todos los cubanos tuvieran libre acceso a Internet, pues Cuba seguiría la misma suerte de aquellos países que pasaron la Primavera Árabe”.

Cuba tiene todo el derecho y la necesidad de defenderse de los ataques que Estados Unidos organiza y ejecuta desde 1959, con el objetivo de provocar una rebelión popular encabezada por la juventud, sueño que nunca han podido lograr.

Razón la de José Martí cuando expresó:

“Los árboles se han de poner en fila para que no pase el gigante de las siete leguas».

Cuando no pueden vencer asesinan.


Por Arthur González.

Quien revise la historia podrá comprobar que los yanquis emplean el asesinato como método, cuando no pueden vencer a quienes no se dejan doblegar. Los ejemplos son muchos y Cuba acumula una buena parte de ellos, porque ante la impotencia de no poder impedir el triunfo de la Revolución de 1959, a Fidel Castro le organizaron más de trescientos planes para asesinarlo, según consta en documentos secretos y declaraciones de sus implicados.

Un amplio memorando para el director de la CIA, fechado el 11 de diciembre de 1959, firmado por J.C. King, jefe de la División del hemisferio occidental de la CIA, donde analiza la situación cubana en los primeros 11 meses, propone un grupo de acciones para alcanzar el objetivo deseado de Estados Unidos:

“El derrocamiento de Castro en el término de un año y su reemplazo por una Junta que sea del agrado de los Estados Unidos, la cual convocará a elecciones seis meses después de su llegada al poder”.

La última proposición plantea sin el menor respeto a los derechos humanos:

“Se le debe dar una cuidadosa atención a la eliminación de Fidel Castro. Ninguno de los que se hallan cercanos a Fidel, como por ejemplo su hermano Raúl y su compañero Che Guevara, tienen el mismo carisma sobre las masas. Muchas personas bien informadas consideran que la desaparición de Fidel aceleraría grandemente la caída del gobierno actual”.

El 23 de marzo de 1967, el director de la CIA, Richard Helms, solicitó al Inspector General, J. S. Earman, la confección de uninforme sobre conspiraciones para cometer el asesinato de Fidel Castro, a partir de una orden del presidente Lyndon B. Johnson, después de aparecer el 7 de marzo en The Washington Post, un artículo sobre ese tema escrito por Jack Nicholson, en la columna del periodista Drew Pearson, donde denunciabaun plan reportado de la CIA en 1963, para asesinar a Fidel Castro de Cuba.

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