La prepotencia imperial.


Por Arthur González.

Cuando se escucha a congresistas estadounidenses exigirle a Cuba discutir la situación de los mal llamados presos políticos en cualquier negociación futura, la indignación es el sentimiento que embarga a todo patriota cubano, que conoce la historia de las agresiones yanquis.

¿Con qué derecho pueden los representantes de un régimen imperial que solo ha causado daño y muertes en este hemisferio, pretender imponer este manido asunto en discusiones diplomáticas con Cuba?

¿No sabrán los congresistas Mark Pocan, James McGovern, y Troy Carter, que los sentenciados por los actos violentos provocados el 11 de julio 2021, no se juzgaron por sus ideas sino por atentar contra el órden público y cometer delitos comunes sancionados en cualquier país?

Antes de acusar a Cuba, estos señores deberían buscar información de quién estuvo detrás de las acciones callejeras, como denunció el canciller Bruno Rodríguez, al exponer claramente que en Estados Unidos se fabricaron los Twists bajo la etiqueta #SOS Matanzas, para preparar a la opinión pública internacional y cubana, de que la Isla se encontraba en una crisis.

Le siguieron otras con el empleo de robots para incitar las protestas en varias ciudades cubanas, construidas por operadores políticos bajo órdenes del Departamento de Estado, como fueron los hashtags #SOSCuba y #PatriaYVida,unido a las transmisiones en vivo a través de Facebook Live, para desencadenar un plan de desestabilización social y propiciar un cambio de sistema.

La etiqueta #SOSCuba tuvo 5,000 tuits entre el 5 al 8 de julio. El 9 de julio 100,000; el 11 de julio, 1,5 millones; y dos millones el día 12.

Twitter, WhatsApp, Signal y Telegram, reprodujeron las imágenes de los disturbios y desórdenes sucedidos, estimulados por ciberataques contra sitios web gubernamentales y medios de prensa nacionales.

Esos congresistas conocen perfectamente la creación por el Departamento de Estado, del Grupo Operativo de Internet para la subversión en Cuba, el 23 de enero del 2018, con el único fin de subvertir el orden interno siguiendo las directrices planteadas por el presidente Donald Trump, en su memorando presidencial del 16 de junio del 2017, grupo integrado por representantes del gobierno, la USAID, Freedom House, la NSA y el buró de transmisiones hacia Cuba, responsable de Radio y TV Martí.

Con desmedida insolencia, los congresistas después de ser recibidos por el presidente Miguel Díaz-Canel, visitaron a familiares de presos del 11J. Sin embargo, nunca se han reunido con los huérfanos, viudas y padres de los muertos por acciones terroristas ejecutadas por agentes al servicio de la CIA, y muchos de los ejecutores residen libremente en Miami sin ser juzgados por sus crímenes.

Si algo tiene que estar en los temas de negociaciones, es el millonario financiamiento anual que otorga el régimen de Estados Unidos para las acciones subversivas contra la Revolución cubana, las que no cesan desde 1959, cuando iniciaron los bombardeos a los campos de caña de azúcar e incluso en la ciudad de La Habana.

Si tanto les preocupa la vida del pueblo cubano y sus derechos, dejen de interferir en los asuntos internos de un país que ya no es una colonia yanqui y condenen las violaciones de los derechos humanos que comente Estados Unidos en la ilegal cárcel en la base naval en el territorio ocupado de Guantánamo, que se niegan a devolver.

Reconozcan públicamente en el Congreso que no existe tal “embargo”, sino una guerra económica, comercial y financiera, como recogen los documentos oficiales en el conocido Programa Cuba, aprobado por el presidente J.F. Kennedy en 1962, para que el pueblo  estadounidense conozca la verdad de lo que el régimen yanqui comete contra los cubanos y dejen de ser hipócritas “preocupados” por la vida de hombres, mujeres, ancianos y niños de la Isla, que sufren penurias calculadas por el gobierno de ese país.

Si las condiciones económicas de Cuba hoy son las más difíciles de los últimos 63 años, es porque el régimen de Estados Unidos sostiene una cruel política que pretende ahogar a la Revolución, para que los cubanos se lancen a las calles.

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