¿El bloqueo afecta realmente al pueblo cubano?


Por Arthur González.

¿Afecta realmente el bloqueo impuesto por Estados Unidos al pueblo cubano?

Pregunta para quienes desconocen la realidad de esa situación y sobre todo los influenciados por las campañas mediáticas yanquis que pretenden hacerle creer al mundo que la culpa de las penurias recae en el sistema socialista, al que ahora etiquetan como un “Estado fallido”.

¿Pero cuál es la verdad?

Para llegar a la verdad sin manipulaciones, hay que leer y estudiar las leyes aplicadas por el gobierno de Estados Unidos, para conocer qué es realmente el denominado eufemísticamente “embargo”, aplicado por el presidente John F. Kennedy en febrero de 1962.

Antes que el presidente Kennedy aprobara 6 de febrero de 1962 el Decreto N0 3447, que contempla la 27 Resolución Federal No.1085 sobre el Embargo sobre el comercio con Cuba, ya el entonces Subsecretario de Estado para Asuntos Iberoamericanos, Lester D. Mallory, había redactado el 6 de abril de 1960, su famoso memorando, donde entre otras cuestiones afirmaba:

 […] el único medio previsible que tenemos hoy para enajenar el apoyo interno a la Revolución es a través del desencanto y el desaliento, basado en la insatisfacción y las dificultades económicas. Debe utilizarse prontamente cualquier medio concebible para debilitar la vida económica de Cuba; negarle dinero y suministros para disminuir los salarios reales y monetarios, a fin de causar hambre, desesperación y el derrocamiento del gobierno”.

Este propósito genocida sirvió de base para todas las leyes que posteriormente fueron aplicadas contra el pueblo cubano, solo por haber decidido no subordinarse más a los Estados Unidos, pecado al por el que debe pagar para ningún otro país lo imite, como expuso el Council on Foreign Relations:

“La oposición de Estados Unidos a la Revolución cubana y el apoyo a la democracia y al desarrollo en este hemisferio, lograron frustrar las ambiciones cubanas de expandir su modelo económico e influencia política”.

Basado en la disposición de “emergencia nacional”, el presidente Dwight D. Eisenhower, suspendió el comercio con Cuba, después de romper las relaciones diplomáticas el 3 de enero de 1961 y aplicó la Ley de Comercio con el Enemigo, de 1917, sección 5.b.

Esta Ley, conocida como TWEA por sus siglas en inglés, otorga al presidente de Estados Unidos la autoridad de imponer sanciones económicas contra naciones extranjeras, mediante la prohibición, limitación o regulación de las transacciones comerciales y financieras con países hostiles en tiempos de guerra, incluidas las relativas a viajes, transportes y/o negocios, o cuando se haya declarado una emergencia nacional en relación con un país específico.

Desde 1978 hasta el presente, todos los presidentes estadounidenses han emitido memorandos que prorrogan la TWEA, durante el período de un año, ante la situación de “emergencia nacional” respecto a Cuba, por considerar que es un “interés de seguridad nacional de los Estados Unidos”. Cuba es el único país del mundo sancionado económica y comercialmente en virtud de dicha Ley.

En el mismo año 1961, el Congreso estadounidense aprobó la Ley de Cooperación Internacional, Sección 620.a, donde se prohíbe “toda ayuda a cualquier país comunista, incluida Cuba, y a cualquier país que le preste ayuda a Cuba”. También autoriza al presidente a “establecer y mantener un embargo total de todo el comercio entre Estados Unidos y Cuba”.

Con ese mandato, a las 12:01 a.m. del 7 de febrero 1962, el presidente John F. Kennedy suspendió todo el comercio con Cuba, mediante la Proclama Presidencial 3447, y estableció un embargo a todo el comercio, prohibió la importación a Estados Unidos de todos los bienes de origen cubano y bienes importados, desde o a través de Cuba, y todas las exportaciones de Estados Unidos a Cuba.

Un aspecto insoslayable es el Proyecto Cuba, conocido como Operación Mangosta, presentado al presidente Kennedy el 18 de enero de 1962, por el Grupo Especial Ampliado del Consejo de Seguridad Nacional y aprobado en febrero de ese año, donde se afirma:         

El objetivo es: “Provocar una rebelión del pueblo cubano. Esta sublevación derrocará al régimen comunista e instaurará un nuevo gobierno con el cual Estados Unidos pueda vivir en paz” […] La acción política será apoyada por una guerra económica, que induzca al régimen comunista a fracasar en su esfuerzo por satisfacer las necesidades del país, las operaciones psicológicas acrecentarán el resentimiento de la población contra el régimen” […]

El emplear la palabra embargo es solo para suavizar sus propósitos criminales.

El 12 de diciembre 1963 un extenso documento de la CIA sobre la situación interna de Cuba, expone:

“El principal objetivo de los programas encubiertos contra Castro es completar el aislamiento económico, político y psicológico de Cuba respecto a América Latina y el mundo libre. […] estas medidas han sido en buena parte responsables de las actuales dificultades económicas de Castro, pero pudieran adoptarse nuevas y eficaces medidas de guerra económica.

El presidente George H. Bush, firmó en 1992 la entrada en vigor de la Ley para la Democracia en Cuba (Ley Torricelli), que prohíbe a las filiales de empresas estadounidenses establecer relaciones comerciales con Cuba; prohíbe a los ciudadanos estadounidenses viajar a Cuba y prohíbe enviar remesas de dinero al país. Uno de los objetivos de esa ley es: “tratar de conseguir una transición pacífica a la democracia y la reanudación del crecimiento económico de Cuba, mediante la aplicación cuidadosa de sanciones contra el gobierno de Castro y apoyar al pueblo cubano”.

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Estado Unidos: de criminal ladino a piadoso humanitario


Por Arthur González.

En un escenario de recrudecimiento del despiadado bloqueo económico, comercial y financiero de Estados Unidos contra Cuba, que pretende lograr el colapso de la economía cubana para derrocar a la Revolución socialista, los yanquis se pone el disfraz de “humanitarios” y ofrecen el envío de dos millones de dólares en asistencia al pueblo cubano, según ellos “para paliar los daños ocasionados por el huracán Ian en la isla”.

Llama la atención esa oferta a solo días de la presentación del documento contra el bloqueo, que nuevamente hará Cuba ante la Asamblea General de la ONU.

El ofrecimiento es una desfachatez total para un gobierno que, solamente entre agosto de 2021 y febrero de 2022, provocó pérdidas de tres mil 806 millones de dólares a la economía cubana, cifra récord para un período de siete meses.

La desvergüenza yanqui se comprueba en las declaraciones de Ned Price, portavoz del Departamento de Estado, quien afirmó: “Tras el devastador impacto del huracán, Estados Unidos está brindando al pueblo cubano ayuda humanitaria crítica, mediante socios internacionales de confianza que trabajan directamente con los cubanos, cuyas comunidades fueron devastadas por la tormenta.   

El socio de confianza seleccionado para ejecutar la “ayuda humanitaria” es la USAID, Agencia Internacional para el Desarrollo, que cuenta con un amplio expediente de acciones para subvertir el orden interno en Cuba, respaldadas con un presupuesto multimillonario para repartirlo entre organizaciones contrarrevolucionarias al servicio de la política yanqui contra la Revolución.

Para no dejar dudas de lo que pretenden hacer los yanquis con esa “ayuda humanitaria”, basta leer lo publicado por la Embajada de Estados Unidos en La Habana en su perfil de Twitter: “La ayuda no irá al gobierno cubano, sino que será entregada a ONG independientes que tienen experiencia y ya están trabajando en la Isla directamente con las poblaciones afectadas”.

La selección de la USAID para entregar los dos millones de “ayuda humanitaria” no es casual, está basada en su programa contra Cuba y en las declaraciones en abril del 2003 ante el pleno de la comisión sobre Cuba de la Comisión de Relaciones Internacionales de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, donde la sub administradora adjunta de la USAID para América Latina, expresó:

“La USAID ha tomado en seriedad el encargo de promover una transición pacífica a la democracia en Cuba…Por medio de su Programa para Cuba, promete intensificar sus esfuerzos y apoyo a esas voces vitales de libertad…Nuestro plan es acelerar, por todas las maneras posibles, el progreso de la libertad en la Isla…La USAID se enorgullece de ser parte de este esfuerzo, tal como hicimos en Polonia, Hungría, Checoslovaquia, Sudáfrica, Chile, Nicaragua y otros lugares”.

En los últimos 22 años el denominado “Programa Cuba” de la USAID, ha constituido una fuerza de tarea de Estados Unidos para su accionar subversivo, al financiar a los grupúsculos contrarrevolucionarios con no menos de 300 millones de dólares, mediante nuevas oficinas de trabajo para el supuesto “apoyo a la Democracia y Gobernabilidad, los Conflictos, las Iniciativas hacia una transición y el Apoyo a la sociedad civil cubana”, todas utilizadas por la CIA para sus acciones encubiertas.

En el 2001, la USAID ejecutó cerca de 200 entregas personales en la Isla a cabecillas contrarrevolucionarios, por un monto de 100,000 dólares para llevar a cabo provocaciones ilegales, en abierto desafío a las autoridades cubanas e incitar al desorden público y atraer a la prensa extranjera para que divulgaran dichos actos.

Entre los años fiscales 2001 y 2006, la USAID asignó para Cuba 61 millones de dólares para desarrollar 142 proyectos subversivos y construir una soñada “quinta columna” interna, que posibilitara una “Primavera cubana”. Entre los años 2007 y 2013, la suma alcanzó la cifra de 120,639,795. Así surgieron proyectos como Zunzuneo y otros por el estilo, a través de las redes sociales que hoy incitan a las protestas callejeras y acciones terroristas. 

El ideólogo yanqui Thomas Carothers, expresó:

“El impacto político de los programas de la USAID dirigidos contra Cuba son a largo plazo, al estar diseñados para sembrar los fundamentos de una transición y no pueden medirse en su fase de implementación […] muchos de los resultados importantes de los programas de Democracia son psicológicos, morales, subjetivos, indirectos y retardados en el tiempo”.

Los programas subversivos de la USAID contra Cuba se incrementaron en el último quinquenio y según sus documentos oficiales se calculan en más de 500 proyectos contrarrevolucionarios, promovidos dentro y fuera del país, con un presupuesto de millones de dólares.

En el 2021 el Departamento de Estado apoyó abiertamente el inventado “Movimiento de San Isidro” y ofreció hasta 1 millón de dólares para programas de la USAID que estimularan “los derechos civiles, políticos, religiosos y laborales en Cuba”. El objetivo es fortalezcer la capacidad de los denominados grupos “independientes” de la “sociedad civil” y acusar a los funcionarios cubanos de violar los derechos humanos”.

A la vez que ofrecen una miserable cifra de 2 millones para “ayudar al pueblo cubano” por los desastres del huracán Ian, su sostenida guerra económica, comercial y financiera se intensifica. En los primeros 14 meses del gobierno de Joe Biden, el daño económico ocasionado a Cuba ascendente a 6 mil 364 millonesde dólares, o sea más de 454 millones de dólares mensuales y más de 15 millones de dólares diarios, en daños y perjuicios, según informó el canciller Bruno Rodríguez.

A eso se suma que, entre enero 2021 y febrero del 2022, Estados Unidos con su guerra financiera contra la Isla, realizó 642 acciones directas contra bancos extranjeros para que se negaran a prestar sus servicios de transacciones financieras o de lo contrario serían multados con sumas millonarias.

Si realmente Joe Biden quiere hacer una acción humanitaria para ayudar al pueblo cubano, debería excluir a Cuba de la espuria lista de Estados patrocinadores del terrorismo, situación que arrecia las medidas de guerra económica para asfixiarla y provocar una revuelta popular contra el gobierno revolucionario. También podría dejar de prorrogar anualmente el Acta de Comercio con el Enemigo, aplicada solamente contra Cuba desde 1961. Eso sí podría considerarse como acciones en la dirección correcta.

Cuba nunca aceptó ayudas del gobierno yanqui y cuando George W. Bush lo intentó hacer, Fidel Castro con esa genialidad que lo acompañó hasta su muerte, le respondió sagazmente: “no me regales nada, déjame comprar alimentos”.

El pueblo cubano no tiene motivos para agradecerle nada al gobierno estadounidense y menos aún cuando mantienen su criminal bloqueo y pretenden emplear a la USAID para entregar una ridícula cantidad que no se compara con el daño causado durante 63 años a todo un pueblo, solo por defender el derecho a su soberanía.

Estados Unidos persiste en su empeño de generar carencias materiales, escasez, sembrar el desaliento, la insatisfacción y provocar daños al pueblo cubano y jamás ha estado preocupado por su bienestar. Su guerra biológica, que introdujo decenas de agentes patógenos para infestar a personas, animales y la flora, lo demuestran, algo que los cubanos no olvidan.

Razón tiene José Martí cuando afirmó:

“Las cosas hay verlas en sus causas y objeto, no en la superficie”.

A 60 años de una crisis que pudo ser fatal para la humanidad.


Por Arthur González.

Octubre de 1962 es recordado por haber estado el mundo al borde de la primera guerra nuclear, algo que hoy en día sucede porque Estados Unidos y sus aliados de la OTAN tienen misiles en toda Europa apuntando contra Rusia y China.

El descubrimiento en Cuba de misiles soviéticos de mediano y largo alcance, a solo 90 millas del territorio yanqui, desató la furia imperial y de inmediato sus altos mandos militares propusieron al presidente J.F. Kennedy bombardear e invadir a la Isla, resentidos por la derrota aplastante de la brigada mercenaria en las arenas de Bahía de Cochinos en abril de 1961.

La sistemática violación del espacio aéreo cubano por los vuelos espías de sus aviones U-2, era para Estados Unidos un derecho que se atribuyen por su prepotencia, a pesar del irrespeto a la soberanía de Cuba y la trasgresión a las normas internacionales. Sin embargo, para ellos era inaceptable que la Revolución cubana tuviera en su territorio misiles para su defensa, de aquellos que no saben respetar nada en este mundo.

Hoy es conocido que el 30 de noviembre de 1961, después de la derrota de Bahía de Cochinos el presidente JFK, mediante una directiva, creó un Grupo Especial Ampliado dentro del Consejo de Seguridad Nacional para trabajar en el derrocamiento de la Revolución cubana, el cual contemplaba una invasión con la participación del ejército de Estados Unidos.

Dicho grupo estaba bajo la dirección del Fiscal General Robert Kennedy, e integrado por el General de Brigada Edward G. Lansdale como Jefe de Operaciones; Robert F. Woodward, Secretario Asistente para Asuntos Interamericanos del Departamento de Estado; Richard Goodwin, consejero del Asistente Especial del presidente; Robert A. Hurwitch, funcionario de Asuntos cubanos del Buró de Asuntos Iberoamericanos del Departamento de Estado; Richard M. Helms, Jefe de Operaciones de la Dirección de Planes de la CIA; el General de Brigada William H. Craig, por el Departamento de Defensa; y un representante de la Agencia de Información de Estados Unidos de apellido Wilson.

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Coacción en Miami sobre artistas cubanos.


Por Arthur González.

En Miami, ciudad que se vende como el paraíso de la libertad y la democracia, nadie puede expresar sus sentimientos a favor de Cuba sin ser satanizado de comunista y recibir una represión brutal jamás vista en otro lugar, especialmente si se trata de un artista de origen cubano.

La historia no miente y están presentes en cientos de artistas que han sido reprimidos, chantajeados y presionados para cambiar de parecer, por los odiadores que solo acusan al gobierno cubano de “cortar la libertad de expresión”.

Años atrás, cuando un artista residente en Cuba visitaba Miami de inmediato era entrevistado, pero no para hablar de su actuación sino para presionarlo a que hiciera declaraciones contra la Revolución, algo que no sucede con otros artistas latinos o europeos, a pesar de que en sus países existan masacres, desaparecidos y constantes violaciones a los derechos humanos.

Los actos de odio y repudio que se ven en Miami para impedir las actuaciones de los cubanos son notables, como ha sufrido la orquesta Los Van Van, Habana de Primera, Haila María, Descemer Bueno, el dúo Gente de Zona y muchos más. Algunos se vieron obligados a rendirse ante la cancelación de contratos y la amenaza de perder la residencia en Estados Unidos, como sucedió con Descemer y Gente de Zona.

Aplanadoras de calles han triturado discos de los que se negaron a bajar la cabeza, incluido algunos extranjeros que viajaron a la Isla, pero esos actos no son “violaciones de los derechos humanos ni de la libertad de expresión”, que tanto cacarean contra Cuba. Hasta una valla para anunciar llamadas telefónicas con la imagen de una artista residente en la Isla, tuvo que ser eliminada.

Ahora ante la destrucción causada en Cuba por el Huracán Ian, desde Miami se desató una campaña mediática para instigar las protestas callejeras, como parte de una añeja estrategia para iniciar un golpe blando, al estilo del ejecutado en Venezuela y Nicaragua, donde la llamada “oposición”, financiada y entrenada por organizaciones yanquis como USAID y NED, ambas tapaderas de las CIA, destruyeron centros de trabajo, oficinas gubernamentales, escuelas y hasta quemaron vivas a personas que pensaban diferente.

Ninguna de esas acciones fue condenada por el Departamento de Estado, ni por las ONG que dicen defender los derechos humanos.  

La guerra mediática contra Cuba a través de Internet, cuenta con más de 40 sitios en YouTube y Facebook, sufragado con dinero aportado por la USAID, para pagar el salario de los que solo viven de sus emisiones en la red, para incitar a los cubanos a manifestarse y acusar al gobierno de ser responsable de la falta de electricidad.

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Qué se esconde detrás de las actuales protestas en Cuba.


Por Arthur González.

El mundo conoce la fuerza devastadora del huracán Ian, que afectó a Cuba y a la Florida, dejando a su paso destrucción y pérdidas de viviendas, hospitales, escuelas, centros de trabajo, la agricultura, el soporte de transmisión de la electricidad, la telefonía y vidas humanas, que en Cuba solo fueron tres, y en la Florida cerca de 80.

La fuerza 3 de este huracán destruyó 29 mil viviendas en la provincia de Pinar del Río y dejó sin servicio de electricidad a más de 3,700 clientes, afectó 396 escuelas y 122 instalaciones de la Salud Pública.

En las provincias de Mayabeque y Artemisa también se afectaron miles de viviendas, el servicio eléctrico y telefónico, pero se recuperan con prontitud por el apoyo masivo de las provincias centrales y orientales.

En La Habana, los daños a los circuitos eléctricos y telefónicos han sido cuantiosos por la caída de postes y transformadores eléctricos, pero la rápida movilización de trabajadores del sector de otras provincias, permitieron en 4 días restablecer 285 circuitos primarios.

Nada de esto es responsabilidad del gobierno cubano.

Al salir de territorio cubano, el Huracán Ian arremetió contra la Florida con fuerza 4, arrasando ciudades enteras, dejó sin vivienda a miles de personas, lanzó cientos de yates y botes contra edificios, convirtió las calles en ríos, más de 80 muertos y una pérdida valorada en no menos de 47 millones de dólares, según un estimado preliminar de la firma CoreLogic, siendo este huracán el más costoso en la historia de ese estado.

Después de 6 días del paso de Ian por ciudades de Florida, más de 628 mil viviendas permanecen sin electricidad y continúan sin agua potable, según datos del Departamento de Salud.

Además, el huracán Ian arrasó barrios desde la costa occidental del estado hasta ciudades del interior como Orlando, Sanibel Island y Pine Island. Algunos residentes y empresas de los condados dañados, no volverán a tener acceso a la red eléctrica durante semanas o meses, debido a los daños estructurales causados.

Sin embargo, no se reportan protestas en las calles de Florida, ni en Puerto Rico azotada y en parte destruida. ¿Por qué?

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