Por Arthur González.
Quienes atacan al Santo Padre Francisco por sus recientes declaraciones sobre Cuba, le dieron la posibilidad de comprobar verdaderamente dónde está el odio contra el pueblo cubano.
Sin pretenderlo, los que se dicen católicos y desear el bien al prójimo, demostraron los más bajos sentimientos humanos, la intolerancia, la violación a la libertad de pensamiento y de palabras, al no aceptar que el Papa expresara sus sentimientos, el pasado 12 de julio 2022, sin dejarse arrastrar por la provocación de las periodistas María Antonieta Collins y Valentina Alazraki, de una televisora de Miami.
Francisco, con su sapiencia acostumbrada y conocedor de la realidad que vive el mundo de hoy, al responder sus opiniones sobre Cuba, dijo con toda honestidad:
“Tuve relaciones humanas con gente cubana y con Raúl Castro tengo una relación humana. Quiero mucho al pueblo cubano, lo quiero mucho. Me quedé contento cuando se logró ese pequeño acuerdo con los Estados Unidos, que el presidente Barack Obama lo quiso en su momento y Raúl Castro lo aceptó. Fue un buen paso adelante pero que se detuvo ahora. En estos momentos se están haciendo diálogos de sondeo para acortar distancia.Cuba es un símbolo, Cuba tiene una historia grande, yo me siento muy cercano, incluso a los obispos cubanos”.
Esta respuesta frustró los planes de ambas periodistas radicadas en Miami, de querer que el Papa condenara a La Habana por enfrentar y sancionar a quienes cometieron actos vandálicos, estimulados por organizaciones contrarrevolucionarias radicadas en Estados Unidos, financiadas por el gobierno y agencias de inteligencia, que desde hace 63 años desarrollan planes subversivos, incluidos actos terroristas contra el pueblo de la Isla.
En evidente demostración de querer presionar a Francisco y con una falta de respeto total a lo que él representa, le pidieron su opinión sobre aquellos que le acusan de comunista, recibiendo una aplastante lección de inteligencia del Papa Francisco, cuando afirmó sin titubeos:
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