Por Arthur González.
Los yanquis rabiosos por sus 60 años de fracasos en su intento por destruir a la Revolución cubana, han cometido el gran error de declarar públicamente que todas sus acciones son para estrangular la economía y matar a su pueblo por hambre y enfermedades.
La verdad siempre sale a flote y esta vez, reflejada sin caretas ni hoja de parra que tapen sus partes ocultas, en el nuevo proyecto denominado “Ley de Reducción de Ganancias para el Régimen Cubano”, presentado el 17 de junio 2020 por el senador Rick Scott, junto con los senadores Marco Rubio y Ted Cruz, con el objetivo de sancionar a los países que contratan médicos cubanos, mediante las misiones médicas de colaboración internacional, incluidas las brigadas Henry Reed, especializadas en el enfrentamiento a enfermedades en casos de desastres naturales y graves epidemias.
Las campañas y presiones chantajistas empleadas por Estados Unidos desde hace algunos años, han estado encubiertas bajo la supuesta “preocupación”, de que Cuba los envía como “esclavos”, porque no les entrega el dinero completo que recibe de los países contratantes.
Se sabe que esa supuesta “preocupación” del imperio es falsa, pues a Estados Unidos nunca le ha importado para nada el pueblo cubano, y así lo demuestra su guerra económica, comercial y financiera. El único fin que persiguen es estrangular más la economía cubana, con la vieja ilusión de destruir el socialismo que tanto odian.
Una simple lectura a la Operación Mangosta, aprobada en enero de 1962 por el presidente John F. Kennedy, lo prueba legalmente, al afirmar sin el menor sentimiento de humanidad que:
“El objetivo de Estados Unidos es ayudar a los cubanos a derrocar al régimen comunista en Cuba … La Operación está dirigida a provocar una rebelión del pueblo cubano… La acción política será apoyada por una guerra económica, que induzca al régimen comunista a fracasar en su esfuerzo por satisfacer las necesidades del país, las operaciones psicológicas acrecentarán el resentimiento de la población contra el régimen, y las de tipo militar darán al movimiento popular un arma de acción para el sabotaje y la resistencia armada en apoyo a los objetivos políticos”.
La nueva confabulación de esos senadores, es cortar toda entrada de dinero a Cuba, con el trasnochado deseo que la economía socialista estalle por falta de liquidez, nada más lejos de los sentimientos humanos que dicen sentir por los cubanos, a pesar del maquillaje de su “preocupación” por el “tráfico humano” de médicos y enfermeros.
El propio nombre del proyecto de Ley, deja al descubierto que solo buscan cortar las ganancias que Cuba obtiene por los contratos de las misiones médicas, las que, según sus cálculos, ascienden a cerca de 7 mil millones de dólares anuales, deseando frenar esos ingresos.
Con la llegada a la presidencia de Bolsonaro en Brasil, lograron cortar la presencia cubana, algo que imitaron los lacayos de Ecuador y de Bolivia y la pretensión del títere Juan Guaidó, pero ante la necesidad de personal de la salud para enfrentar la pandemia de la Covid-19, más de 40 naciones solicitaron la ayuda de Cuba, porque ni Estados Unidos ni otros países del “mundo libre”, cuentan con profesionales dispuestos a prestar esa ayuda.
Ante el desafío de los gobiernos que requieren del esfuerzo humano de los médicos y enfermeros cubanos, sin hacer caso a las amenazas de Washington, estos políticos anticubanos se lanzan con su proyecto de Ley, en otro intento por estrangular aún más la economía de la Isla.
Tal acción recuerda lo expuesto por la CIA en un informe del 12 de diciembre de 1963, donde apunta:
“En gran medida, los problemas que enfrenta el régimen de Castro son el resultado de la política de aislamiento económico y político de los Estados Unidos, así como otras medidas de hostilidad y sabotaje.[…] El principal objetivo de los Programas Encubiertos, es completar el aislamiento económico, político y psicológico de Cuba respecto a América Latina y al mundo libre…estas medidas han sido en buena parte responsables de las actuales dificultades económicas de Castro, pero pudieran adoptarse nuevas y eficaces medidas de guerra económica”.
Parece que 60 años sin resultados, no son suficientes para que los enemigos de la Revolución entiendan que los cubanos son un hueso duro de roer.
¿Desconocerán que ni los campos de concentración creados por el general español Valeriano Weyler, durante la guerra por la independencia de Cuba en 1895, para matar de hambre a los revolucionarios, pudieron doblegar a quienes luchaban por la independencia de España?
Ni los planes de Acciones Encubiertas de la CIA, el terrorismo de estado, la subversión política, ni la creación y financiamiento de la contrarrevolución, han podido destruir el socialismo en Cuba.
Scott y sus amigos no conocen la historia y deberían leer algunos informes, para aprender de los descalabros de la política yanqui.
El 6 de febrero de 1964, George W. Ball, subsecretario de Estado, sostuvo en Washington una conversación con el embajador británico, Ormsby Gore, para expresarle la “molestia” que tenía Estados Unidos por el crecimiento de las relaciones comerciales con Cuba, donde le dijo claramente:
“La política del presidente Lyndon Johnson, es imponer sanciones económicas a Cuba como arma contra la Revolución; crearle aprietos económicos y provocar la eliminación del régimen comunista”.
Un día antes, Ball había presentado al presidente un estudio realizado por el Departamento de Estado y la CIA, sobre los Lazos económicos de los países occidentales con Cuba, para darle respuesta a una solicitud hecha en el Informe No. 274 de Acción de Seguridad Nacional, diciembre 1963.
Ese estudio contiene 19 recomendaciones y la primera es que el presidente Johnson le hiciera saber a todas las agencias del gobierno, que la restricción y reducción de los lazos económicos del “mundo libre” con Cuba, era un objetivo de la política nacional.
Todas están centradas en la guerra económica, pero llama la atención el numeral 15, donde se sugiere: “el empleo discreto de la prensa, mediante la publicación de artículos en los que se hagan saber los controles rigurosos del gobierno, sobre las empresas comerciales que se relacionan con Cuba”. Quizás era el inicio de la lista negra.
Por eso no son casuales los trabajos publicados hoy por la prensa, contra las misiones médicas cubanas, haciéndose eco de la campaña diseñada por la CIA, de conjunto con el Departamento de Estado, resurgiendo de forma reiterada como política priorizada del gobierno yanqui contra Cuba.
Actualmente cerca de 28 mil médicos y enfermeros cubanos salvan vidas en 59 países del mundo, de ellos en 37 enfrentan la Covid-19 con total humanismo, sin importarle dinero ni condiciones de trabajo, porque como dijera José Martí:
“El verdadero hombre no mira de qué lado se vive mejor, sino de qué lado está el deber”