Los yanquis mudos ante una verdadera crisis económica y social.


Por Arthur González.

La prueba de que Estados Unidos y sus aliados fabrican la crisis en Venezuela, es lo que sucede en Argentina, país que no sufre una feroz guerra económica, comercial, financiera y mediática, pero sí aplica las recetas neoliberales del FMI.

Desde que Mauricio Macri asumió la presidencia, Argentina ha retrocedido notablemente, creció la pobreza desmesuradamente junto con su deuda externa, la cual es ya la más grande de América Latina, pero que no recibe una sola crítica ni sanciones de los yanquis y menos de la Unión Europea.

La indigencia de personas que jamás soñaron perder su nivel de vida es impresionante y hoy es común ver familias enteras durmiendo en las aceras, algo insólito para un país con amplias riquezas y que bajo los gobiernos de Néstor Kirchner y de Cristina Fernández, nunca confrontaron una situación semejante.

Desde que Macri solicitó dinero al FMI, retomando la peligrosa situación con los llamados fondos buitres, elevó el endeudamiento del país al record histórico del 95% en relación al PBI, según cifras oficiales (solo en el tercer trimestre del 2018).

Si a Venezuela le quitaran la guerra económica impuesta por los yanquis, para hacerle creer al mundo que la crisis que padecen es consecuencia de la Revolución Bolivariana, tendría una bonanza económica y social sin par en la región.

Sin embargo, a Nicolás Maduro le conforman campañas y sanciones para demonizarlo, a pesar de todas las misiones sociales ejecutadas para elevar el nivel de vida de su pueblo, tanto en educación, deporte, salud, cultura y viviendas, como no ha hecho Macri en Argentina, ni hará el capitán Jair Bolsonaro en Brasil.

Si algún país de Suramérica requiere urgentemente de una ayuda humanitaria es precisamente Argentina, con el fin de mitigar la hambruna que padece.

No se recuerdan en los últimos 20 años protestas callejeras de obreros, estudiantes y jubilados como las actuales, debido a la grave crisis económica que sufren los argentinos desde que Macri inició los aumentos de las tarifas eléctricas y otros recortes, que han sumido en la pobreza a esa población acostumbrada a tener altos niveles de vida.

¿Por qué las grandes cadenas de televisión de Estados Unidos no dedican programas a divulgar lo que hace Macri a diario? ¿Qué ha dicho Federica Mogherini de la Unión Europea, sobre el incremento de la miseria en Argentina?

¿Mike Pompeo se habrá quedado ciego y sordo que le impiden ver y escuchar los reclamos del pueblo argentino?

Mucha doble moral existe en el Gobierno de Estados Unidos, por eso callan en complicidad con su aliado Macri y preparan un juicio, con hechos fabricados, contra la ex mandataria Cristina Fernández, a fin de impedir que vuelva a la presidencia, como le hicieron a Luis Ignacio Lula y pretenden hacerlo contra Correa en Ecuador.

Lo que les depara la actual crisis a los argentinos es algo bien complicado, porque según el informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), ese país actualmente es el más endeudado de todo el subcontinente, tomando en cuenta solo el primer desembolso al FMI, que fue de 15 mil millones de dólares, del total de 57 mil millones que Macri solicitó al Fondo Monetario Internacional (FMI) el pasado 2018.

El informe confeccionado por el Ministerio de Hacienda argentino al terminar el tercer trimestre del 2018, asegura que la deuda externa se elevó a 307 mil 656 millones de dólares y su relación con el PBI alcanzó un punto histórico de 95,4%.

Es precisamente esa situación la que desean los Estados Unidos para tener amarrados a los países, con el propósito de que cumplan todas sus órdenes y bien se conoce que la deuda externa trae como consecuencias mecanismos coercitivos, de ahí la batalla emprendida por Fidel Castro de que esa deuda es inmoral e impagable.

El FMI como mecanismo de presión, impone agendas económicas que afectan principalmente los programas sociales, exige la privatización de los medios fundamentales de producción y servicios para instaurar ese capitalismo salvaje que tanto criticó el Santo Padre Juan Pablo II.

Ante los niveles de pobreza que vive Argentina, los trabajadores pertenecientes a la Unión de Empleados de la Justicia (UEJN), han realizado demandas al Gobierno por el pago del tercer tramo del acuerdo salarial que habían alcanzado, pues saben que el FMI se opone al aumento de salarios.

Cientos de miles de argentinos salen a las calles a exigir un aumento en el presupuesto destinado a la construcción de viviendas, pero como no son organizadas por la embajada yanqui en Buenos Aires, ni reciben dinero de la USAID y la NED, son protestas auténticas sin violencia, a diferencia de las que organizan contra Maduro en Venezuela y Daniel Ortega en Nicaragua, que son emprendidas y financiadas por esos mecanismos pantallas de la CIA, para subvertir el orden constitucional y derrocar a esos gobiernos por sus programas sociales de corte socialista.

Esas protestas verdaderas del pueblo de Argentina no cuentan con el respaldo comunicacional de las venezolanas y nicaragüenses, allí no hay armas suministradas por los yanquis, ni existe la violencia observada en los llamados “opositores”.

El Movimiento Evita, la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP), la Corriente Clasista y Combativa (CCC) y Barrios de Pie se congregaron en la plaza del obelisco, marchando pacíficamente hasta la sede la Secretaría de Vivienda de Argentina, reclamando los fondos necesarios para construir 1.5 millones de viviendas sociales y mejorar unas 2.5 millones de viviendas que se encuentran en situaciones precarias.

La Revolución Bolivariana de Venezuela ejecuta miles de viviendas bajo la Misión Vivienda, a pesar de la tensión financiera que le causa la guerra económica, pero los yanquis impiden que esas informaciones se divulguen en el mundo y solo satanizan a Maduro y a Ortega, considerándolos junto a Cuba como miembros del “eje del mal”.

Pero como dijera José Martí:

“Alzar la frente es mucho más hermoso que bajarla”.

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