Brasil, los errores se pagan caros.


Por Arthur González.

A los pueblos que no se les recuerda constantemente su historia pierden la memoria de su pasado y, por tanto, se exponen a cometer graves errores que después se pagan muy caros.

Eso es lo que le sucedió a una buena parte de los 50 millones de brasileños que dieron su voto a favor del ultraderechista Jair Bolsonaro, el cual durante su campaña electoral siempre explicó cuál era su posición política, totalmente identificada con los viejos dictadores militares que participaron junto a la CIA en la tenebrosa y criminal Operación Cóndor, ejecutada en el gigante suramericano de 1964 hasta 1985.

Las campañas mediáticas fabricadas con noticias falsas y otras tergiversadas, estuvieron presentes en sus discursos y en las redes sociales, con el objetivo de afectar al candidato de izquierda, Fernando Haddad, incorporado a la campaña demasiado tarde, pues el Partido de los Trabajadores tenía la ilusión de ganar las batallas legales que permitieran incorporar a Luis Ignacio Lula, sueño sin los pies en la tierra, ya que el proceso jurídico amañado contra el ex presidente, perseguía el único propósito de sacarlo del juego político de por vida.

El costo político, económico y social que deberán pagar los brasileños en los próximos años, será bien alto, pero ya no hay remedio para la situación que sufrirán, algo similar a lo que ahora sufren los argentinos que creyeron en los cantos de sirena del candidato respaldado por Washington.

Por eso el conocimiento de la historia juega un papel decisivo en el futuro de los pueblos, y aquellos gobiernos que no trasladan a las nuevas generaciones lo que costó alcanzar la independencia, pueden ver retrotraer todos los logros conquistados a sangre y fuego.

Bolsonaro siempre mostró sus posiciones ultraderechistas a favor de los yanquis y contra el pueblo trabajador.

Los brasileños no habrán entendido a Bolsonaro, cuando aseguró que los seguidores de los partidos de izquierda “si se quiere quedarse aquí, van a tener que ponerse bajo la ley de nosotros. Se van fuera del país, o van para la cárcel, porque esos marginales rojos serán proscritos de nuestra patria”. “Vamos a fusilar a los militantes izquierdista del Partido los Trabajadores, PT en Acre”.

Evidentemente la cacería contra la izquierda será un regreso a la represión ejecutada durante la Operación Cóndor, algo que los propios partidos de izquierda dejaron de recordarle al pueblo.

En 1999 Bolsonaro expresó: “Estoy a favor de la tortura y el pueblo también está a favor”.

Es de esperar que las cárceles retomen los métodos que aplicaron los yanquis en las de Irak y en la ilegal base naval en Guantánamo, técnicas que apoya la actual directora de la CIA, Gina Cheri Haspel, cuando calificó las torturas ejecutadas en esa base, como “simples métodos mejorados de interrogatorio”.

Cómo es posible que mujeres, negros y mestizos pudieran votar por el político que en el 2016 y 2017, asegurara ante las cámaras de la televisión:

“No emplearé hombres y mujeres con el mismo salario, aunque hay muchas mujeres competentes”. “Los negros más flacos pesan 175 libras y no hacen nada. Creo que ni para procrear sirven”.

Los conceptos de Bolsonaro en cuanto a la homofobia son semejantes a los nazis:

“No voy a combatir ni discriminar, pero si veo a dos hombres besándose en la calle los voy a golpear”.

No hay sorpresa ni equivocaciones, su conducta como Presidente está anunciada desde hace años. Los que le dieron su voto pagarán por ese acto, en un país multirracial con religiones variopintas y miles de homosexuales que desfilan en sus carnavales.

Esperemos por la represión despiadada del nuevo Presidente, quien adelantó en 2017:

“Dios encima de todo. No quiero esa historia de Estado laico. El Estado es cristiano y la minoría que esté en contra, que se mude. Las minorías deben inclinarse ante las mayorías”.

Obreros, técnicos y profesionales recibirán los “premios” por darle su voto a un hombre que aseguró en 2014:

“Es una desgracia ser patrón en este país, con tantos derechos para los trabajadores”.

No por gusto el ex capitán Jair Bolsonaro, se definió como “el patito horrible”, al proclamarse defensor de la dictadura militar y partidario de la pena de muerte.

Estados Unidos le dio su apoyo contra el candidato de Lula, y ahora con su hombre al frente de Brasil, regresarán a la política desplegada en 1964, cuando organizaron y apoyaron el golpe militar que derrotó al presidente progresista, Joao Goulart.

En aquella ocasión el presidente Lyndon B. Johnson, declaró en vísperas del citado golpe: “Creo que deberíamos dar todos los pasos que podamos y estar preparados para hacer lo que necesitemos hacer en Brasil”.

Informaciones desclasificadas permiten conocer que Johnson, telefónicamente encargó a George Ball, subsecretario de Estado, garantizar que el director de la CIA, John McCone, y el secretario de Defensa, Robert McNamara, se “asegurarán que el golpe militar tuviera éxito”.

En la década del 60 del pasado siglo XX, la CIA y el FBI asesoraron a la policía y las fuerzas armadas brasileñas en la organización y ejecución de la represión que llevó a cabo asesinatos selectivos, torturas y la desaparición forzada de miles de hombres y mujeres.

La ex presidenta Dilma Rousseff, fue una de aquellas víctimas y más recientemente volvió a sentir la acción de la ultra derecha que la destituyó sin prueba alguna, en el reinicio de la política contra la izquierda que se desarrollará con más fuerza bajo la presidencia del ex capitán Bolsonaro.

El encuentro a puertas cerradas con el Senador Marco Rubio, miembro de la mafia terrorista anticubana de Miami, es el preludio de la posible suspensión del acuerdo con Cuba para la presencia de médicos en Brasil.

Brasil abandonará las organizaciones latinoamericanas y se acercará totalmente a las posiciones esgrimidas por la OEA contra Venezuela.

La venta de armas de fuego sin muchos controles, es una decisión a tomar por el nuevo presidente en los próximos meses, algo esperado con ansiedad por empresas fabricantes de armas de fuego, lo que garantiza un jugoso negocio para ellos y una compleja situación para las familias brasileñas que sufren la elevada violencia, motivada en gran medida por la pobreza, el hambre y el negocio de las drogas.

Ante esto recordemos a José Martí cuando dijo:

“Puesto que erramos por propia voluntad, paguemos por nuestro error”

 

Acciones terroristas o pretextos yanquis.


Arthur González.

Con toda la maquinaria propagandística como soporte, el Buró Federal de Investigación, FBI, informó oficialmente la detección de varios envíos postales, entre ellos tres dirigidos a las residencias de los ex presidentes Barack Obama y Bill Clinton, y también a la del multimillonario George Soros, los cuales contenían cargas explosivas.

Todos iban con el mismo formato, sobres amarillos impresos y los explosivos también eran similares, lo que presupone un mismo autor, algo significativo en un país preñado de hechos provocados para justificar determinadas acciones en beneficio del Gobierno yanqui.

Un repaso a la historia permite recordar como en 1898 hicieron estallar al acorazado Maine en la bahía de La Habana, como justificación para ingresar en Cuba, conocida como la primera guerra imperialista, a fin de escamotearle la victoria al ejercito mambí que tenía practicamente ganado el conflicto bélico con España.

Estados Unidos ambicionaba apoderarse de Cuba desde inicios del siglo XIX, solo hay que leer la carta maquiavélica que enviara en abril de 1823, el entonces secretario de Estado, John Quincy Adams, al agente especial de Estados Unidos en Cuba, Thomas Randall, en la cual entre otras indicaciones expresa:

“Usted se mantendrá atento a cualquier agitación popular, sobre todo a aquellas que pueda referirse a la cesión de la Isla por España a cualquier otra potencia o, a que los habitantes asuman un gobierno independiente”.

En el siglo XX Estados Unidos intentó nuevamente invadir militarmente a Cuba, preparando como pretexto la Operación Northwood, la cual contemplaba un conjunto de acciones auto provocadas por agentes de la CIA, como ataques a su base naval en Guantánamo, el hundimiento de un barco en la bahía habanera o la de Santiago de Cuba, similar a la del Maine, y el derribo de un avión civil que estudiantes latinoamericanos que pasara por uno de los corredores internacionales cubanos.

Las Torres Gemelas fue un evidente acto de demolición militar, organizado por la CIA mediante el reclutamiento de árabes bajo la cobertura de ser un grupo musulmán anti yanqui. La forma rápida y sin desviación alguna en que cayeron los dos edificios es idéntica a la demolición que se hace con especialistas, pero sirvió de pretexto para invadir a Afganistán.

La fabricada existencia de armas químicas en Irak, fue la causa de la invasión yanqui. Una vez tomado militarmente el país no se encontraron dichas armas, pero el objetivo ya estaba cumplido.

Con Libia se repitió la historia y algo por el estilo intentan hacer en Siria, acusando a su gobierno, elegido por la voluntad popular, de utilizar armas químicas contra la población, lo que posibilitó a Estados Unidos probar nuevos armamentos en una guerra despiadada contra el pueblo sirio.

Los fabricados ataques sónicos y las inventadas enfermedades causadas a los diplomáticos yanquis en Cuba, y servilmente seguidos por el gobierno de Canadá, intentan afectar el turismo a la Isla y su economía, así como preparar condiciones para el cierre de su embajada, en concordancia con intereses políticos de la mafia terrorista de Miami.

Ahora, días antes de las elecciones legislativas de medio término donde se elegirán nuevos representantes al Congreso, se divulga la información sobre los sobres bombas detectados, con todos los componentes previstos para crear pánico entre la población estadounidense.

¿Cómo en el país que posee más controles de seguridad en las calles, mediante cámaras públicas y secretas, equipos sofisticados de rayos X para la revisión de equipajes y bultos postales, perros con preparación especial para detectar explosivos, ferro chequeo físico sobre las personas que ingresan a los edificios gubernamentales, unido al amplio aparato de informantes secretos que posee el FBI y la CIA en todos los estados de la unión, alguien medianamente inteligente se va a tragar el cuento de que los sobres de marras violaron todo el complejo sistema de seguridad implantado después de la fatídica historia de las Torres Gemelas?

Los servicios de inteligencia y contra inteligencia de Estados Unidos tienen una amplia experiencia en construir hechos similares cuando pretenden alcanzar un objetivo, incluso aunque tengan que matar y herir a cientos de personas. Así está expuesto en un programa de Acciones Encubiertas contra Cuba, aprobado por el presidente JFK en 1963, ya desclasificado y publicado, el cual expone:

“Habrá fracasos con la consecuente pérdida de vidas y acusaciones contra EE.UU. que resultarán en críticas en casa y afuera. Ninguna de esas consecuencias esperadas deberá hacernos cambiar nuestro curso, si el programa expuesto tiene éxito”.

Trump desea salir fortalecido de esta situación, y al tomar medidas especiales lo proyectarán como un Presidente duro y fuerte, ante situaciones de emergencia nacional, todo con el fin de que el partido republicano gane los escaños necesarios para controlar el Congreso, algo que hasta este momento parecía imposible de lograr.

A los yanquis tramposos y marañeros que los compre quienes no los conozcan, la historia está ahí y no deber ser olvidada ni soslayada, pues como aseguró José Martí:

“La historia no es cera que se amolda a nuestras manos caprichosas”.

 

¿Para qué sirve la embajada yanqui en La Habana?


El 17 de julio de 2015, al informar la apertura de la embajada de Estados Unidos en La Habana, el presidente Barack Obama fue claro y preciso en lo que deseaba con ese paso, al argumentar:

“[…] Podremos aumentar considerablemente nuestro contacto con el pueblo cubano”. “Tendremos más personal, y nuestros diplomáticos podrán participar de manera más extensa en toda la isla…incluida la sociedad civil y con los cubanos que buscan alcanzar una vida mejor”.

“[…] Nadie espera que Cuba se transforme de la noche a la mañana, pero creo que el compromiso estadounidense, mediante nuestra embajada, empresas y ante todo nuestro pueblo, es la mejor manera de representar nuestros intereses, y apoyar la democracia y los derechos humanos”.

En 1977 cuando el presidente James Carter decidió abrir la Sección de Intereses, pretendía algo semejante y por eso su sede diplomática se convirtió, de la noche a la mañana, en el nido de oficiales CIA y de otras agencias de inteligencia, para reclutar y atender a sus agentes cubanos y extranjeros, unido a la obtención de informaciones de su interés a través de sofisticados medios técnicos, capaces de grabar todas las conversaciones telefónicas y de otros equipos de comunicación y transmisión de datos por el éter.

Diez años más tarde, en 1987, desconociendo los llamados de atención que públicamente les hizo el presidente cubano Fidel Castro, Cuba denunciaba públicamente la actividad ilegal de inteligencia que varias decenas de oficiales CIA ejecutaban en la Isla, para abastecer a sus agentes con sofisticados equipos de transmisión satelital y direccional, dinero y otros materiales de espionaje, según se observó en los programas de la TV cubana.

De igual forma, los yanquis aprovecharon la oportunidad de su regreso a La Habana para fabricar “disidentes”, entrenarlos y abastecerlos dentro de sus locales diplomáticos, en total violación de la Convención de Viena de 1961.

Así fue como el Departamento de Estado, pisoteando toda norma diplomática, dio apertura a Centros de preparación para esa contrarrevolución nacional, que iba en busca de dólares fáciles y la posibilidad de calificar para un visado de “refugiado político”, mediante un aval por sus acciones firmado por alguno de los jefes de las decenas de organizaciones que se fabricaron en esos años, con la ilusión de derrocar el socialismo en Cuba, tal y como hicieron en los países del Este europeo.

Variadas fueron las actividades realizadas, desde cursos a la carrera para formar a los llamados “periodistas independientes”, clases de lucha “no violenta” con el método de Gene Sharp que tanto éxito tuvo en Polonia, entrega de cientos de miles de radios portátiles para que captaran la emisora subversiva Martí, alimentos y medicinas para atraer a los “disidentes”, hasta la organización de eventos provocativos contra el poder del estado cubano.

En esa época nacieron los tres Centros para la subversión dentro de la propia Sección de Intereses, SINA, los cuales fueron denominados Eleonor, Lincoln y Benjamín Center.

Teleconferencias, video conferencias y clases con profesores presentes en La Habana, fueron dándole cuerpo a la preparación de la contrarrevolución, fortalecida con invitaciones a cocteles y cenas en la residencia del jefe de la misión diplomática, unido a las reuniones que sostenían con altos funcionarios de Estados Unidos y de países aliados, como respaldo a sus acciones contrarrevolucionarias.

Después de diciembre de 2014 nada ha cambiado, excepto que ahora los llamados “disidentes” viajan a Miami y Washington donde son preparados con más facilidades, e incluso recibidos por senadores, representantes y hasta el propio presidente Obama que cenó con dos de ellos en la residencia en Miami del jefe de la FNCA.

Ahora el periodista M. H. Lagarde, denunció en su blog, Cambios de Cuba, que en la propia embajada yanqui en La Habana se organizó, el 16 de octubre 2018, una reunión con los pocos “opositores” que aun residen en Cuba, para visionar, vía videoconferencia, el show anticubano organizado dentro del Consejo de Económico y Social de las Naciones Unidas, y debatieran la denominada campaña “¿Jailed for What?”, presentada por Kelley E. Currie.

Nada ha cambiado, los yanquis cual simples perros hueveros siguen en el mismo camino de violar los principios básicos de la no intromisión en los asuntos internos de otros estados, y utilizar los locales de su embajada para fines subversivos.

Lagarde relata con lujo de detalles la reunión en el Eagle Bar, evento dirigido por el diplomático estadounidense Todd Henderson, Primer Secretario Político Económico, y la Asistente de la Oficina de Diplomacia Pública, Mónica Fernández Salina.

Además, señala, con fina ironía, que Estados Unidos retiró en septiembre del 2017 a la mayoría de su personal de Embajada, bajo un fabricado y falso pretexto que busca afectar el turismo hacia Cuba. Sin embargo, no tuvieron el más mínimo temor de que sus asalariados pudieran “enfermarse”, porque al final Roma paga a sus traidores, pero los desprecia y esos “disidentes” solo sirven para justificar el millonario presupuesto de una política fracasada.

Ojalá que las relaciones diplomáticas dieran fruto para sostener una relación de respeto y con el ánimo de encaminarlas a una futura normalización, pero sino ofrecen servicios consulares a los cubanos, no alientan las relaciones culturales y comerciales, su posición política es de enfrentamiento total a la Revolución cubana, y solo les interesa la actividad de espionaje y de subversión política, ¿de qué le sirve a Cuba tener esa embajada en la Habana?

Visionario fue José Martí cuando afirmó:

“Hay que andarse con tiento en eso de cantar victorias diplomáticas”.

 

 

«Asombrada” la representante estadounidense en el Consejo de Económico y Social de las Naciones Unidas.


Por Arthur González.

Kelley E. Currie, representante estadounidense en el Consejo de Económico y Social de las Naciones Unidas, dijo estar “asombrada” por la enérgica y patriótica respuesta de la representación cubana, ante la manipulación mediática ejecutada por Estados Unidos contra Cuba, el pasado 16.10.2018, con la etiqueta: “¿Jailed for What?”, con el propósito de desviar la atención de los países que apoyarán, una vez más, el informe cubano contra el Bloqueo, a presentarse en las próximas semanas.

Evidentemente la Sra. Currie no conoce la historia del pueblo cubano, sometido a viles acciones por parte del gobierno de Estados Unidos, la que, si ella estudiara, quedaría asombrada de la crueldad de sus 11 Presidentes, los que desde 1959 hasta la fecha, pretenden matar por hambre y enfermedades a todo un pueblo por el solo hecho de decidir ser soberano e independiente.

¿No sabe Kelley E. Currie que, en 1958, un mes antes del triunfo de la Revolución encabezada por Fidel Castro Ruz, el entonces presidente Dwight Eisenhower y el director de la CIA Allen Dulles, afirmaron en la reunión del Consejo de Seguridad Nacional, que había que impedir la victoria de Castro?

Pero se asombraría mucho más si leyera el informe confeccionado en abril de 1959 denominado “Plan de influencia subversiva y reclutamiento en sectores priorizados de la sociedad cubana”, a solo 4 meses del triunfo revolucionario, publicado por el Departamento de Estados en el Consejo de Seguridad Nacional,, volumen VI, Cuba, 1958-1959, editado en 1991, páginas 458-466. O, el Memorando para el director de la CIA fechado el 11 de diciembre 1959, en el cual se propone […] “dar una cuidadosa atención a la eliminación de Fidel Castro”.

¿Eso es democracia y respeto a los derechos de otro país que pretende decidir su rumbo político y económico?

Asombrada es poco, sí la funcionaria norteamericana conociera los planes de Acciones Encubiertas de la CIA, aprobados en marzo de 1960 y enero de 1962, para destruir al gobierno cubano, donde el primero organizó la invasión mercenaria por Bahía de Cochinos y en el otro se diseñó la guerra económica total, para evitar que el gobierno revolucionario pudiera satisfacer las necesidades de su población y después mediante campañas engañosas culparlo de ser incapaz de hacerlo. Ese segundo plan perseguía el fin de justificar la invasión a Cuba por parte del ejercito yanqui, ante el rotundo fracaso de su brigada mercenaria derrotada en solo 66 horas.

La verdad histórica dejaría con la boca abierta a esa señora, si leyera el documento preparado por la CIA para el Grupo permanente del Consejo Nacional de Seguridad, en junio de 1963, donde se plasman las acciones de terrorismo de estado que ejecutó Estados Unidos contra el valeroso pueblo de Cuba.

Solo este plan, serviría para sentar el gobierno yanqui ante cualquier tribunal internacional, al exponer desvergonzadamente un conjunto de tareas ejecutadas por la CIA, con el fin de alcanzar el desencanto y desaliento del pueblo cubano, a través de los efectos de la represalia económica y de las acciones de sabotaje, los que pretendían crear el rechazo hacia el gobierno encabezado por Fidel Castro y lograr la desafección en las fuerzas armadas y otros centros de poder del régimen, con revueltas populares contra él.

Solo después de conocer los actos criminales que ejecuta su gobierno contra Cuba, la señora Currie, entendería la reacción airada de los diplomáticos cubanos, presentes en el show que el Departamento de Estado diseñó para tratar de desviar la atención de la Asamblea General de la ONU contra los Estados Unidos por su Bloqueo Económico, Comercial y Financiero, que dura más de medio siglo sin obtener los resultados que ansían.

Si ella estudiara las acciones de guerra biológica que Estados Unidos perpetra contra los cubanos, su flora y su fauna, entonces si se avergonzaría de pertenecer a un gobierno que no tiene parangón en la historia de la humanidad. Basta recordarle las epidemias introducidas, como la meningoencefalitis contra los niños, el dengue hemorrágico, la fiebre porcina africana, el moho azul del tabaco, la roya de la caña, la tristeza del cítrico y muchas enfermedades más, que buscan afectar la economía de la Isla.

Kelley Currie debería saber que Estados Unidos fabricó la “disidencia en Cuba” y la CIA organizó desde 1959 una amplia red de agentes encargados de cumplir sus planes terroristas, para incendiar todos los centros comerciales, cines, teatros, escuelas, centros industriales y de producción. Eso si la dejaría asombrada, especialmente cuando constatara que solo el presidente Barack Obama destinó 160 millones de dólares para acciones subversivas en Cuba y con parte de ese dinero pagan mensualmente a sus “disidentes”, a fin de realizar provocaciones callejeras, queriendo convertir en “presos políticos” a quienes violan las leyes por delitos comunes, muy alejados de conciencia política alguna.

Presos políticos son los que llevan una docena de años encarcelados en su Base Naval en Guantánamo, sin un proceso jurídico, ni visitas familiares, sometidos a torturas físicas y psicológicas, por lo que Estados Unidos ha tenido que responder ante el Comité de la ONU contra la tortura, métodos aplaudidos por la nueva jefa de la CIA, Gina Cheri Haspel, quien calificó las torturas ejecutadas en la BNG, como “simples métodos mejorados de interrogatorio”.

No hay país en el mundo que haya resistido tantos ataques de Estados Unidos. Por eso la tenacidad y estoicismo de los cubanos son causas de asombro y desconcierto de los ideólogos yanquis, quienes ya no saben que inventar para destruir la unidad, dignidad y amor por su patria en la lucha por mantener su soberanía.

Que no se sorprenda la delegada yanqui, porque como dijo José Martí:

“La patria requiere más actos que palabras”

Repudiables mentiras.


Por Arthur González.

Se sabe que el tema migratorio cubano es manipulado por Estados Unidos con fines subversivos desde hace 60 años. Ese interés dio pie a la creación de la Ley de Ajuste Cubano, como justificación de que los cubanos “huyen del comunismo”.

«periodista independiente»

Por ese motivo se mantiene inamovible con un tratamiento que solo reciben los nacidos en Cuba, aunque al llegar a Estados Unidos estuvieran residiendo en algún país del llamado “mundo libre”.

El presidente Barack Obama antes de terminar su mandato, colegió con Donald Trump la eliminación de la política conocida como “pies secos-pies-mojados”, establecida por Bill Clinton en 1995. No obstante, como la Ley de Ajuste continua vigente, los cubanos que llegan a la frontera yanqui y solicitan asilo por huir de los comunistas, tienen derecho a un día de Corte para exponerle al juez sus argumentos.

Un ejemplo de cómo manipulan ese tema contra la Revolución cubana, es el caso del recién otorgamiento de asilo a Serafín Morán Santiago, autocalificado como “periodista independiente”, persona desconocida en Cuba, sin título universitario, ni currículo profesional alguno.

Ese asalariado, que dependía de las instrucciones y dinero recibidos desde Miami, en mayo de 2017 fue llevado a los tribunales cubanos acusado de “simulación de delito”, pues una de las orientaciones que reciben aquellos que dependen del dinero yanqui, es precisamente remitir denuncias falsas sobre hechos inventados, como parte de la guerra mediática organizada contra la Revolución desde 1959.

Esas noticias son las que divulgan las televisoras y agencias de prensa de Miami en sus campañas anticubanas, pero la vida se encarga de desmentirlas.

Morán Santiago llegó a la frontera yanqui desde México el 13 de abril 2018, donde solicitó asilo político bajo el argumento de ser un “perseguido político”, y si regresaba a Cuba podría ser “atacado o asesinado”, por su “trabajo” como periodista “independiente”.

A finales del pasado agosto, un juez de inmigración del estado de Texas, le negó la fianza por no encontrar argumentos sólidos, pero lo remitió a una audiencia de asilo, celebrada este mes de octubre, la cual falló a su favor después de que la organización Reporteros Sin Fronteras (RSF), al servicio de los yanquis, le ofreciera asistencia legal gratuita, algo que no hace con los miles de latinoamericanos que huyen de la muerte a manos de bandas del crimen organizado, del hambre y la miseria en que los tienen sumidos el sistema capitalista.

Morán también recibió apoyo de la organización Fundamedios, la que dice “velar por la libertad de prensa en Estados Unidos” y a la vez sostiene relaciones de trabajo con la bloguera y editora de 14yMedio, Yoani Sánchez, reclutada en 2004 por el agente de la CIA Carlos Alberto Montaner, terrorista y prófugo de la justicia cubana por colocar bombas en centros comerciales de La Habana.

Ahora Moran es un refugiado político y el gobierno de Estados Unidos deberá sufragarle un paquete de gastos básicos de por vida, con el dinero de los contribuyentes.

Prueba de que no es perseguido por ninguna autoridad cubana fue su viaje libre hacia Guyana, país que no exige visado a los cubanos, porque México ni Estados Unidos no le concederían una visa, ni lo aceptarían dentro del amplio programa de visas de refugiados políticos, que otorga el Departamento de Estados a los cubanos.

Para comprobar la guerra mediática de desinformación contra Cuba, basta citar los argumentos de RSF, al acusar a la Isla de ser “una de las naciones más peligrosas para ejercer el periodismo”, calificándola como “la peor en cuanto a libertad de prensa” en el continente americano.

Desfachatez sin límites, porque en Cuba no hay un solo periodista muerto o desaparecido después de 1959, incluidos esos que no poseen título ni trabajan en medios de prensa reconocidos oficialmente, a diferencia de México, donde la vida de un periodista peligra las 24 horas del día y acumula en los últimos 6 años la alarmante cifra de cerca de 2 mil hechos, entre agresiones y asesinatos contra los profesionales de la prensa.

Los asesinatos de periodistas informados por estadísticas oficiales a nivel mundial, nunca han señalado a Cuba. Los crímenes contra la prensa en América Latina se concentran en México, seguido de Brasil, Honduras, Bolivia, Colombia, Argentina, Ecuador y Haití.

Otro ejemplo de las falsedades que respaldan los jueces que otorgan el asilo político a esos cubanos, es aceptar el argumento de que “su vida peligra” si regresan a Cuba, al no tomar en cuenta que el Departamento de Estado no les concede ese tipo de visas, ni que connotados contrarrevolucionarios con apoyo financiero y moral de Estados Unidos y del Parlamento Europeo, salen y regresan a Cuba sin ser molestados por ninguna autoridad y siguen su vida normal, con miles de dólares para ejecutar acciones provocativas contra la Revolución.

Entre esos casos están Berta Soler, Guillermo Fariñas, José Daniel Ferrer, Manuel Cuesta Morua, Dagoberto Valdés y algunos más, que han hecho de la contrarrevolución un jugoso negocio, permitiéndoles vivir sin tener que sudar.

El doble racero de Estados Unidos con el tema migratorio es vergonzoso, pues mientras a cubanos como Serafín Morán, los protegen con esa categoría, en los últimos cuatro meses Donald Trump separó de forma inhumana a más de 6 mil familias migrantes latinoamericanas, como parte de su política de tolerancia cero.

Razón tenía José Martí para afirmar:

“Hay algo que daña mucho el ejercicio del derecho y es la hipocresía del derecho”.