Donald Trump contra la CIA


Por Arthur González

Todo indica que el actual mandatario de Estados Unidos, Donald Trump, ha decidido ir contra la estrategia diseñada por la CIA para Cuba, aplicada por Barack Obama en el 2014 para intentar alcanzar, por otra vía, su añejo sueño de ver caer el socialismo cubano

El empeño de Trump de complacer los caprichos de un minúsculo grupo de cubanos asentados al sur de la Florida, tiene que haber producido un fuerte encontronazo con los estrategas y altos directivos de su Comunidad de Inteligencia, al estropearle de forma atronadora sus planes para minar la sociedad de Cuba desde adentro.

Obama se dejó guiar de forma dócil y comprendió rápidamente que la táctica presentada por la CIA era mucho más inteligente que seguir haciendo lo mismo, sin obtener el menor resultado en más de medio siglo.

Ademas, la situación en América Latina conllevaba a la pérdida del liderazgo de Estados Unidos, al no querer cambiar su forma de tratar a Cuba, algo que la CIA venía exponiendo desde 1966 sin ser tomada en cuenta, lo que se puso de manifiesto el 18.11.1966 durante la rendición de cuentas respecto a los resultados de una investigación sobre sus Operaciones en Cuba, según el memorando dirigido al Comité 303, donde solicitaban la aprobación de algunas enmiendas a su último Programa presentado.

Dicho Programa se diferenciaba de los anteriores, al trazarse como como meta: “contener” al régimen de Castro, en vez de “socavar”.

En 1967 la CIA insistió en que se le aprobara un cambio de estrategia contra la Revolución y propusieron un proyecto de dirección de trabajo hacia Cuba, el cual recogía entre otros aspectos:

“Tratar de […] desarrollar contactos dentro del círculo más íntimo de Castro, […] saber más acerca de quiénes son sus asesores y qué piensan. En caso de que Castro estuviera buscando un entendimiento, uno de ellos sería el primero en saberlo y probablemente el canal para tantear el terreno”.

A su vez, Henry D. Owen, presidente del Comité de Planificación Política del Departamento de Estado, en nota remitida el 02.05.1967 al Secretario de Estado, Dean Rusk, aseguraba:

[…] “Las medidas de rechazo económico y aislamiento político a través de las acciones de la OEA, contribuyen a crearle dificultades a Castro, pero no han sacudido su control sobre el poder […] Después de seis años vale preguntarse si esta política será la mejor para hacer avanzar nuestros intereses nacionales, bajo las condiciones que puedan prevalecer en el futuro. La revisión de nuestra política podría concluir en que [···] no se requiere un cambio fundamental, pero se podrían explorar varias estrategias alternativas… aplicar una presión considerablemente creciente sobre el régimen y estudiar las posibilidades y riesgos en la búsqueda de cierto acomodo”.

Insistiendo en una variación de política, el 15 de agosto de 1968 se efectuó una reunión entre el Departamento de Estado y la CIA, para analizar las próximas acciones contra la Revolución, y como parte del conjunto de la CIA estaban:

[…] “Abordar a los líderes cubanos alrededor de Castro para asegurarles que Estados Unidos no deseaba echar por tierra los logros de la Revolución, y estaban preparados para cooperar con ellos y apoyarlos en lo que fuera necesario, en un gobierno post Castro”.

A cambio, la CIA les propondrían:

Trabajar secretamente, brindando información y quizás ejecutar acciones oportunas que acelerarán la sustitución de Fidel Castro como líder del país”.

En diciembre del 2014 al aprobarse la nueva política de la Casa Blanca hacia Cuba, se emitió un comunicado oficial en el cual se afirma:

“Décadas de aislamiento de Cuba no han conseguido nuestro perdurable objetivo de promover el surgimiento de una Cuba estable, próspera y democrática. Imposibilitó el uso de toda una gama de medidas que Estados Unidos puede utilizar para promover un cambio positivo en Cuba. Nuestras políticas en materia de viajes…están ayudando a los cubanos, al brindarles nuevas fuentes de información, oportunidades de trabajar como autónomos y acceso a bienes de propiedad privada, además de fortalecer a la sociedad civil independiente. Estas medidas servirán para fomentar aún más los contactos personales, respaldar con mayor fuerza a la sociedad civil en Cuba. La administración continuará implementando programas de EE.UU. enfocados en promover el cambio positivo en Cuba, y fomentará reformas en nuestro compromiso de alto nivel con los funcionarios cubanos”.

Dando marcha atrás a esos planes de la CIA para materializar un acercamiento directo a los funcionarios cubanos que puedan influir en la toma de decisiones y enrumbar el sistema hacia los objetivos que aspira Estados Unidos, Trump los echó por tierra, al firmar el 16.06.2017 su “National Security Presidential Memorandum on Strengthening the Policy of the United States Toward Cuba”, donde orienta:

El Secretario del Tesoro deberá definir en la regulación actual, el término “oficiales del gobierno de Cuba” que tienen prohibiciones, lo cual incluye Ministros y Vice Ministros, miembros del Consejo de Estado y del Consejo de Ministros, miembros y empleados de la Asamblea Nacional del Poder Popular, miembros de cualquier Asamblea Provincial, los jefes de los sectores de los comités de Defensa de la Revolución; Directores Generales y Sub Directores Generales y de otros niveles superiores de todos los ministerios cubanos y agencias estatales, miembros del Ministerio del Interior, miembros del Ministerio de las Fuerzas Armadas; secretarios y primeros secretarios de la confederación de Trabajadores de Cuba y los sindicatos que la componen; editores en jefes, editores y editores asistentes de todos los medios de prensa cubanos y programas, incluyendo periódicos, televisión y radio y los miembros y empleados del Tribunal Supremo. 

Por tanto, la CIA tiene que estar cabildeando fuertemente con los Departamentos que deben implementar la decisión presidencial, con vistas a no perder lo que estaban ejecutando. El resultado se comprobará dentro de unos meses cuando publiquen la implantación de esos cambios.

Veremos quien tiene el poder en ese país, pero siempre hay que tener presente lo expresado por José Martí:

“No es bueno despertar a los colosos, ni moverlos imprudentemente a la ira”.

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