Si una huelga de hambre incluye —a petición del huelguista— asistencia médica y hospitalaria cada vez que se desmaya, es pura farsa, afirma el autor del artículo
Esta vez el “Coco” empezó por revelar un plan del gobierno para matarlo “en el momento que ingrese”, pero así y todo autorizó para que, si se desmayaba, fuera trasladado al hospital. De ahí deriva la trama cíclica que en su más reciente episodio presentó a Martha Beatriz Roque avisando el domingo que el “Coco” mismo “creía que no llegaba al martes y el “Coco” desmayándose el lunes para ir a reanimación completa en el hospital.
Esa película ha pasado ya cinco veces y, como no acaban de asesinarlo allí, la claque del “Coco” soltó ahora que el plan es matarlo “en su propio domicilio”, ya que “el Puesto de Mando de Salud se niega a ingresar[lo]”.
Al cabo la chifladura no es tanto del “Coco” Fariñas como del coco en los medios y la gente que vienen tragándose sus mentiras escandalosas, su proclividad al brete[2] y su incompetencia política de exigir al Estado que tome dos o tres decisiones de peso, pues de lo contrario morirá de hambre y sed. Lógica e historia demuestran que la cosa siempre ha sido y será perfectamente al revés: el Estado —no ya totalitario, sino incluso de corte democrático— toma sus decisiones sin importar la vida de tal o cual huelguista[3]. Sigue leyendo