Por Arthur González.
Afirman que la historia se repite unas veces como tragedia y otras como comedia, algo que se comprueba en estos instantes en Washington, en la sesión extraordinaria de la Organización de Estados Americanos, OEA, para tratar la situación que confronta la República Bolivariana de Venezuela.
Desde el triunfo del presidente Hugo Rafael Chávez Frías, Estados Unidos se opuso a que el proceso socialista venezolano tuviera éxito, debido al “peligro” que su ejemplo representa para la región.
Las alianzas que se fueron creando en la zona preocuparon sobremanera a los especialistas de la CIA y del Departamento de Estado, y son conocidas las acciones ejecutadas en apoyo a la oposición venezolana, financiando las campañas de prensa, la conformación de grupos políticos entre los jóvenes de las clases pudientes y repitiendo la fórmula de guerra económica y psicológica diseñada contra Cuba, desde el mismo año 1959.
Esa guerra económica recrudecida hoy para provocar el resentimiento del pueblo contra los dirigentes venezolanos, es copia exacta del Plan Mangosta, aprobado el 18.01.1962 por el presidente J.F. Kennedy, para derrocar a la Revolución encabezada por Fidel Castro Ruz.
Ante la impotencia de no poder destituir al actual presidente de Venezuela elegido por el voto popular, Estados Unidos aplica programas de acciones encubiertas similares a los ejecutados contra Cuba.
Sabotajes a la economía venezolana, revueltas sufragadas con presupuestos millonarios del Departamento de Estado, reclutamiento de líderes estudiantiles en las universidades y entre viejos políticos, son fórmulas gastadas empleadas también contra Cuba.
Pero la más reciente de las medidas es la reunión extraordinaria de la OEA, en la cual presentaron a través de México una declaración para que sea ese organismo, denominado como Ministerio de Colonias, quien decida el futuro de Venezuela sin descartar una intervención militar. Sigue leyendo