Por Arthur González.
Que nadie lo dude, la vista del Presidente de Estados Unidos a Cuba puede convertirse en una función de circo, si este quiere complacer a la mafia terrorista anticubana de Miami.
Un avance de lo que pudiera pasar para evitar ataques virulentos de los reaccionarios senadores, Bob Menéndez, Marco Rubio y de los representantes Ileana Ros-Lehtinen y Mario Díaz-Balart, está plasmado en la carta que Barack Obama envió recientemente a las llamadas “Damas” de Blanco, en la cual entre otras alabanzas expone:
“Su trabajo ha ayudado a encender una luz sobre la continua negación de las libertades básicas en Cuba, dándoles con justo derecho a ustedes a un amplio reconocimiento internacional. Ustedes son una inspiración para los movimientos de derechos humanos del mundo”.
Realmente Obama ofende a los millones de verdaderos luchadores por los derechos humanos en el mundo, incluidos los de su país, esos que no tienen derecho al trabajo, a la alimentación, la salud, educación y a tener un techo sin el temor de ser desalojados, ni reciben financiamiento de potencias extranjeras para realizar sus protestas, las que sí son reprimidas con violencia sin igual.