Por Arthur González.
La visita del presidente de los Estados Unidos a Cuba, la segunda en 80 años, es hasta la fecha una nebulosa en cuanto a resultados positivos para la Isla.
En los últimos meses las sanciones a varios bancos y compañías extranjeras por sus relaciones contractuales con Cuba, patentizan que la guerra económica, comercial y financiera se mantiene incólume, y el mundo no lo olvida ni se confunde con palabrerías bonitas de supuestas flexibilizaciones.
Hace solo horas, el presidente Barack Obama, envió una carta al grupúsculo contrarrevolucionario “Damas” de Blanco, en la cual aseguró que “entiendo a cabalidad los obstáculos que los cubanos de a pie afrontan para ejercer sus derechos y que hablaré de ello con Raúl Castro durante mi visita”, y añadió:
“Me gustará también tomar esa oportunidad para reconocer el arduo trabajo que ustedes realizan. Vuestro trabajo ha ayudado a encender una luz sobre la continua negación de las libertades básicas en Cuba, dándoles con justo derecho a ustedes un amplio reconocimiento internacional. Ustedes son una inspiración para los movimientos de derechos humanos del mundo”.
Bien claro es su mensaje; la Casa Blanca continuará el financiamiento a las acciones subversivas contra el Gobierno cubano. Por tanto, nada ha cambiado hasta la fecha en la hostilidad de Estados Unidos, a lo que se suman el Bloqueo, la permanencia de Radio y TV Martí, la Ley de Ajuste Cubano y la posesión de la Base Naval en Guantánamo.