De qué se asombran


Arthur González

Presidentes franceses espiados por EUTal parece que el Gobierno francés no sabe quiénes son aliados y de qué son capaces de hacer.

Como resultado del valioso trabajo desarrollado por el sitio Wikileaks, la presidencia francesa conoció del espionaje que desde hace muchos años ejecutan la CIA y la NSA contra todos sus funcionarios, incluidos los presidentes, labor ejecutada desde los locales que ocupan esas agencias de inteligencia dentro de la embajada de Estados Unidos en París.La misión diplomática estadounidense está ubicada a pocos metros del Palacio presidencial del Eliseo y del edificio que ocupa la Asamblea Nacional, lo cual facilita la captación de todas las señales telefónicas.

Los servicios secretos franceses perdieron el sentido de la vista y no se percataron que en la azotea de la embajada norteamericana fueron instalados equipos especiales de recepción, ocultos tras una cerca opaca para no ser perceptibles a los ojos de los neófitos, pero no a los especialistas en esas materias.

Similares instalaciones se observan en casi todas las embajadas yanquis en Europa, Asia, África y América Latina, debido al sistema global de trabajo de sus agencias de inteligencia que no creen en amigos ni en aliados.

Así trabaja el imperio al sentirse con pleno derecho de conocer que piensan, dicen y hacen los presidentes de Alemania, Francia, España, Italia, Grecia, Portugal, Rusia, China, Brasil, Venezuela, México, Ecuador, Bolivia, Argentina y Cuba, por solo mencionar algunos priorizados.

Ahora el mundo puede percatarse de la importancia que tiene el trabajo realizado por Julián Assange, cuando sacó a la luz pública su sitio en Internet.

Desde que el sueco alertó sobre las acciones de espionaje ejecutadas por Estados Unidos, funcionarios, empresarios y ciudadanos comunes, han tomado conciencia de la importancia que tiene el no hablar por teléfono o por correos electrónicos, temas de importancia, incluidas las relaciones amorosas y personales.

Aunque el primer ministro francés, Manuel Valls, increpe a Washington por esas prácticas que violan el “espíritu de confianza” entre ambas naciones, la CIA y la NSA seguirán haciéndolo, bajo el principio de qué “quién sabe más, vale y manda más”.

Estados Unidos negará que no tenía controladas los conversaciones del presidente François Hollande, lo mismo que dijeron cuando la canciller alemana Ángela Merkel, Cristina Fernández de Argentina y la presidenta brasileña, protestaron al enterarse que eran espiadas.

Francia podrá enviar todas las veces que desee a Didier Le Bret, coordinador de sus servicios de inteligencia, a Washington, que siempre negarán su culpa, tal y como hicieron con los planes para asesinar a Fidel Castro y otros líderes mundiales.

Cuba es un vivo ejemplo de las acciones de espionaje de la CIA y la NSA. La Sección de Intereses en La Habana también es un centro para la recolección de información.

En 1976 Castro denunció públicamente durante su discurso del sepelio de las 73 víctimas por la explosión en pleno vuelo del avión cubano procedente de Barbados, que a un agente de la seguridad cubana infiltrado en la CIA, le habían orientado instalar un micrófono en la mesa de trabajo del entonces secretario del Consejo de Estado, Osmany Cienfuegos, el cual estaba oculto en   un pedazo de madera.

Once años después, en 1987, Cuba volvería a denunciar las actividades de espionaje de la CIA desde el edificio que ocupa la misión diplomática yanqui representada por Suiza, donde se pudieron constatar las imágenes y testimonios de 27 agentes cubanos desclasificados que supuestamente trabajaban para la inteligencia de Estados Unidos y todo el equipamiento técnico recibido para transmitir radialmente hacia ese edificio, las acciones de los “diplomáticos” para entregarle medios de espionaje y el dinero para el pago de sus “agentes”.

Casualmente la azotea de esa edificación ubicada en la avenida del Malecón habanero, también tiene una cerca opaca que cubre grandes equipos, no descartándose una similitud con los denunciados ahora por Francia, dado que el Gobierno de la Isla es considerado el adversario más importante de Estados Unidos en el Hemisferio Occidental.

Ya es hora que todos los países se unan para exigirle al gobierno Británico la entrega del salvo conducto a Julián Assange, refugiado desde hace tres años en la embajada de Ecuador en Londres por ser un perseguido político, debido a sus denuncias contra los servicios de inteligencia estadounidenses.

El mundo está en deuda con él por su valiosa tarea de abrirnos los ojos y alertarnos del peligro al que estamos sometidos ante la violación de la Declaración Universal Derechos Humanos, ejecutada por el Gobierno de Estados Unidos, el que continuará actuando desde la sombra pues como afirmara José Martí:

“La sombra es buena para el crimen y a los que quieren ser criminales en la sombra salgámosles al paso para que no se valgan de nosotros”.

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