Arthur González
El 19 de diciembre de 1989 el gobierno estadounidense aprobó la ejecución de una vergonzosa y criminal operación militar contra la República de Panamá, a la cual denominaron “Causa Justa”, nombre que encierra la falta de moral de Estados Unidos y la violación de los más elementales derechos humanos. Sin una previa declaración de guerra, las divisiones 82 y 193 del ejército yanqui con 26 mil soldados, iniciaron una cruel y sangrienta invasión a un pequeño país latinoamericano, desprovisto de armamento militar ofensivo, que no representaba ninguna amenaza para la seguridad de la región y menos aun para Estados Unidos.
El pretexto fue el de apresar al presidente Manuel Antonio Noriega, viejo aliado de la Casa Blanca, quien posteriormente fue juzgado por narcotraficante y tratado como criminal de guerra.
Si esa era la verdadera razón no había necesidad de masacrar a un pueblo indefenso, donde las bombas y metralla norteamericana asesinaron a más de 3 mil civiles, hirieron a varios miles y dejaron sin casas a 15 mil personas que lo perdieron todo en esa brutal acción del ejército norteamericano.
El populoso barrio El Chorrillo fue uno de los más atacados por la aviación, dejando caer incontables bombas causantes de una buena parte de los muertos y heridos de la población civil.
Otras zonas densamente pobladas fueron asaltadas en plena madrugada por las bombas y el fuego yanqui, convirtiéndose en el acontecimiento más sangriento de toda la historia de Panamá.
Especial interés tuvieron en el destruir el aeropuerto de Punta Paitilla, los cuarteles Central, de Tinajitas, de Panamá Viejo, de Los Pumas y las bases militares de Río Hato y la Naval de Coco Solo, donde se enseñaron con soldados inocentes que nunca atacaron ninguna instalación norteamericana.
A pesar de la condena internacional, no hubo sanciones para Estados Unidos ni se propusieron medidas de bloqueo, como hacen ellos con otros países. La Comunidad Económica Europea mantuvo relaciones con el agresor como si no hubiese pasado nada y los 3 mil muertos no existieran.
Bien diferente actúan ahora contra Rusia bajo la acusación de apoyar a los separatistas ucranianos.
Estados Unidos es experto en campañas mediáticas y actos de recordación de acciones que en nada se parecen a las atrocidades que ellos ejecutan, pero seguramente el día 19 nadie se acordará de lo sucedido en Panamá, ni habrá denuncias contra los crímenes causados.
Siempre es igual, “haz lo que yo digo pero no lo que yo hago”; doble moral de los que se visten con la toga de jueces del mundo, con el fin de sancionar por supuestas violaciones de los derechos humanos, a los que no se pliegan a sus órdenes.